Uds. dicen: "en Bonfin, todo es más fácil. Allá hay un buen aire.
Aquí tenemos a los niños, el trabajo. "¿Entonces, ustedes no son los Maestros? ¿Son los niños quiénes imponen su ley? Padres que carecen de autoridad se cargan de una responsabilidad grave para el futuro, porque estos niños corren mucho peligro de terminar mal. ¡Que raro es el amor que no sabe dirigir! Los niños deben aprender las reglas del orden, de la limpieza, de la armonía, de la estética. Si están y son entrenados para hacer todo, se volverán poderosos, capaces, invulnerables, y los padres recibirán de ellos bendiciones por toda la eternidad. Qué un niño llore, esto no debe asustarle; se ejercita en cantar. El niño, cuando sabe que una cosa debe ser hecha, aprende que hay leyes y sabrá luego inclinarse delante de las leyes de la naturaleza, que son implacables. Los padres deben tener aquella fuerza. Si ceden una vez, dos veces, se acabó, deberán siempre ceder. Es en el primer intento del niño que los padres deben ser firmes. Si no capitulan, el niño comprenderá que hay una ley, una justicia.