- La supervivencia del planeta, guerra, gobierno, aborto, niños, Holocausto.
No creáis ni por un momento que vuestro nacimiento es accidental ni que vuestro mundo es un revoltillo hecho a base de caos y confusión.
Quizá lo parezca desde la perspectiva limitada de lo humano, pero yo os aseguro que todo está en orden y que a su debido tiempo la Obra de Dios resultará clara a todo el mundo.
A medida que se levante el telón y vuestra conciencia se expanda, veréis que vuestro planeta es enteramente una catedral de Luz dedicada a Dios.
Cada uno de vosotros empuña en su interior el cetro de vuestro infinito poder.
- ¿Qué significan estos tiempos tan turbulentos?
Tendéis a perder de vista el objeto de la vida.
¿Qué mejor bagaje para la introspección, para la exploración de las propias creencias, para seguir la propia luz y compartirla con los demás, que hacerlo en momentos de crisis o peligro aparente?
Qué telón defondo más maravilloso para la confrontación interior y el auto-crecimiento!
Hay mucho que iluminar, cosas a las cuales dar esperanzas y un sentido de justificado orgullo en el proceso y progreso seguido por la humanidad.
Esa manía en pensar que la estupidez va a acabar conquistando el mundo hace un flaco servicio al todo.
Ciertamente los actos de crueldad, la perversión, y la puerilidad, seguirán existiendo mientras exista esta escuela vuestra, pero no hay motivos para creer que la humanidad consiste sólo en eso.
No os perdáis pensando que vuestro mundo es un lugar razonable.
Pues desde luego no tiene nada de razonable.
Es un reflejo de la lucha.
Por supuesto que no es amable ni justo ni lo será hasta que uno mismo se eleve hasta la conciencia que lleva en su interior, esa conciencia que adora la amabilidad y la justicia.
- ¿Está nuestro planeta al borde de la destrucción?
No puede uno abandonar la escuela tan pronto.
Todavía no va a sonar el timbre.
No van a llegar esas vacaciones perpetuas que muchos andan buscando cuando dicen: «Acabemos de una vez!»
El hombre es todavía tan inmaduro, que se cree Io bastante poderoso para borrar el mundo, aunque esa actitud tiene un sentido de megalomanía tal que raya en el infantilismo.
Esa inmadurez es la que le inclina hacia la falsa promesa de un poder absoluto impulsado por la negatividad.
En vuestro mundo no existe nada parecido al poder absoluto, ni siquiera de forma limitada.
Mirad hacia vuestro interior como sifuera el campo en el que acecha la satisfacción de un Armagedón.
Si lo improcedente de semejante destrucción resulta obvio para todos los habitantes de vuestro planeta, ¿por qué suponéis que fuera a resultar menos improcedente y menos obvio a la Conciencia presente del Amor?
Se os ha enseñado con demasiado rigor a pensar según vuestra ley terrenal que: si yo estoy irritado con vosotros y vosotros lo estáis conmigo lo único que puede producirse es una lucha cruenta.
Aunque hay quienes están deseando a toda costa llevar al mundo al borde de la destrucción y aun más allá, incluso en el interior dc semejantes seres existe la conciencia de la Luz que busca la Luz.
Aunque la vía que siguen pueda parecer horrible, al fin y al cabo no es más que una vía.
Aunque, por supuesto, no voy a deciros que la constante acumulación de armas nucleares es maravillosa, sí os diría: «Queridos míos, confiad en la sabiduría del universo y en cada uno de los seres que existen con vosotros en vuestro mundo humano.»
Si vosotros, que buscáis amor y verdad, no sois capaces de elevaros por encima de esta confusión ilusoria, ¿cómo van a poder recibir ayuda los que se hallan inmersos en ella?
Sois vosotros, los que habéis alcanzado el poder gracias a la fuerza de vuestro amor, de vuestro compromiso con la verdad, los que conseguiréis la elevación de la conciencia de quienes sufren un miedo tan grande que serían capaces de destruir el mundo entero antes que reconocer su propio terror.
La vida no tiene por objeto protegerse unos de otros.
Hay una necesidad absoluta de aprender a amar.
Incluso la contaminación de la tierra constituye un medio de aprender a preocuparse por las cosas y con ello se logrará cambiar el curso de los acontecimientos.
No os lavéis las manos de lo que está ocurriendo en la tierra.
Quedan muchos años buenos.
La raza humana no va a ser expulsada de la escuela por medio de un holocausto.
La vuelta al Hogar puede ser más agradable de lo que muchos se imaginan.
Pero eso sí, llegará un tiempo (la ciencia está en lo cierto), en el que vuestro planeta se disolverá.
Pero no será mientras viváis vosotros.
Ahora bien, cuando todos hayáis terminado vuestro aprendizaje, la tierra podrá regresar al Hogar.
Volverá a la Luz.
¿No os parece que para entonces ya se lo merecerá, después de habérsele introducido tantas cosas, después de tanto martilleo, de tanta extracción, tanta intoxicación?
¿No os parece que se merecerá un pequeño descanso, al igual que vosotros, después de una vida tan larga y tan útil?
Dejad que vuestra naturaleza física desaparezca cuando llegue el momento.
Se lo ha ganado.
Esa parte de la conciencia merece regresar a la Luz.
Lo mismo que vosotros.
Me gustaría comunicaros una serie de ideas acerca del equilibrio ecológico.
Quizá resulten atractivas a muchos que ahora empiezan a tener conciencia de sus propias aportaciones a la entidad llamada tierra y a los seres que la habitan.
A muchos otros les parecerá que no hay demasiada relación entre algunos de los temas que se discuten y el argumento, terrenal en exceso, de la sustancia sobre la que caminan, el alimento que toman o el aire que respiran.
Tal vez alguno de vosotros se preguntará: «Pues bien, si soy un alma y estoy aquí para aprender, ¿por qué iban a interesarme las circunstancias que se daban antes de nacer yo y que lo más probable es que sigan dándose cuando haya abandonado este mundo, por lo demás bastante maltrecho, y haya alcanzado otras regiones de la conciencia bien distintas de ésta?»
La única respuesta que cabe dar a semejante pregunta es que el mundo es un espejo y que, cuanto más limpiemos y pulamos su superficie, mejor podremos percibir la imagen que de nosotros refleja.
Dado que el fin último de la vida es descubrirse a sí mismo, convendréis conmigo en que los elementos utilizados en esta grandiosa aventura deben ser mantenidos en unas condiciones de uso inmejorables.
Extracto de El libro de Emmanuel
Transmitido por Pat Rodegast
Fuente:
www.trabajadoresdelaluz.com