La conexión del corazón del ángel humano.

Voy a empezar lo que yo llamo La Conexión del Corazón del Ángel Humano. Esto es algo que me apasiona y espero que los enternezcan las historias que voy a compartir todos los meses en VirtualLight Broadcast.
Las historias que les voy a contar son de las que hacen sentir que todo está bien en el mundo, porque muy a menudo nos enteramos de todas las tragedias, de todos los infortunios, de cuánto sufre la Tierra, y esas cosas entristecen y uno se pregunta qué puede hacer para que este mundo sea mejor. Ustedes pueden hacerlo de muchas maneras y con solo escuchar las historias, ellas pueden inspirarlos para que puedan marcar la diferencia aunque sea en pequeña medida. En la red, incluso buscando en Google, pueden encontrar las buenas historias que puedan darles inspiración. Van a sorprenderse. Si alguna vez necesitan algo que les levante el ánimo, solo sentir que todo está bien, vayan a su computadora, búsquenlo y lo encontrarán.


Hoy voy a hablar de los niños. Podría hablar de ellos todo el tiempo, pero esta historia me atrapó de veras. Se refiere a niños carenciados que no tienen la posibilidad de tener zapatos adecuados. ¿Recuerdan cuando eran niños? Espero que tengan tan buenos recuerdos como los míos. Mis padres me llevaban a la zapatería justo antes del primer día de clases y me compraban un par de zapatos nuevos. Yo estaba muy entusiasmada por poder elegirlos, usarlos en la escuela y sentirme muy orgullosa de mi calzado flamante; me sentía bien conmigo misma. Y era así. No solo era sumamente necesario tener un buen par de zapatos cómodos, sentirme bien conmigo misma era lo más importante para mí. No todos los niños tienen esto. Es realmente triste. Uno da por sentado que los niños tienen zapatos. No es así.

Recientemente estuve en San Diego visitando a mi hijo y su esposa y cuidando a mi nieto de once años que estaba en el receso de primavera. Mi hijo, mi nieto y yo fuimos a comprarle un par de zapatos nuevos para que los tuviese cuando regresase a clases. Fue una experiencia divertida porque él se sintió muy bien consigo mismo al saber qué deseaba y elegir sus zapatillas. Su padre intentó sugerirle que se llevase otro par y él contestó que el par que había elegido era el que deseaba llevarse. Estaba decidido. Había crecido y los zapatos que tenía le quedaban chicos. Me pareció verlo crecer ante mis ojos no solo físicamente, sino mentalmente, y su confianza aumentó aquel día. Fue muy lindo que él hubiese tenido esa experiencia y yo hubiese tenido la oportunidad de compartirla con ellos.

Cuando regresamos a casa, mi hijo tomó el par de zapatos viejos de mi nieto junto con unas zapatillas que tenía, las puso en una canasta y me dijo que los llevaría al trabajo, porque allí tenían un canasto para donaciones instalado por la iglesia local para recolectar todas las zapatillas. La había instalado esta iglesia junto con un programa extraescolar, porque se dieron cuenta de que no todos los niños conseguían un par de zapatos nuevos. Hay una empresa MORE Foundation Group que tiene centros para donar calzado, los recolectan y los reciclan, haciendo zapatos nuevos para los niños que los necesiten. Es maravilloso, porque los dan sin costo alguno.

Imagínense la alegría de esos niños al sentir que no están separados de nadie y tienen un calzado flamante, y que puedan sentir que caminan por la cima del mundo, sintiéndose muy bien. Es muy importante que no solo se sientan bien por su apariencia sino por su desarrollo.

Voy a contarles una historia sobre mi padre. Era el menor de doce hijos y creció durante la Gran Depresión. Siempre le tocaba lo que los demás ya no usaban. Pueden imaginarse que cuando llegaba a él todo ese calzado y esa ropa de sus hermanos y hermanas, ya estaban muy deteriorados. Me contaba que muchas veces había usado zapatos que le quedaban demasiado chicos. Recuerdo haber observado sus pies cuando era pequeña. Los dedos estaban deformados y doblados hacia abajo. Me explicó que se debía a que nunca había usado zapatos que le quedasen bien, por eso los dedos y los pies crujían y le dolían mucho, pero había aprendido a vivir con eso. Me entristeció mucho oír su historia.

Encontré algo en la revista People y quiero compartir el artículo con ustedes, porque todas las piezas de lo que fui descubriendo se fueron reuniendo. Este es un problema real, de modo que todas las personas están marcando la diferencia al abrir sus corazones. Y con el simple acto de darles calzado nuevo a los niños pueden tener un impacto significativo.

Este artículo se titula Zapatos para niños necesitados y ocurrió en Carlson, California. Una señora llamada Elodie McGuirk encontró la forma de ayudar a los alumnos en desventaja a dar la mejor impresión posible. (En inglés: a poner su mejor pie adelante). La preocupaba que los niños justo en la ciudad donde vivía y trabajaba no tuviesen zapatos que les calzasen bien. Comenzó en una cena a la que concurrió. Le sorprendió lo que comentó una mujer sobre la escuela elemental que tanto quería y donde trabajaba como secretaria. Ella dijo que un niño pequeño entró en su oficina llorando porque le dolían los pies. El niño había crecido y las zapatillas le quedaban chicas, por lo que sus padres empobrecidos le doblaron los dedos de los pies, le ataron los cordones y lo enviaron a la escuela. McGuirk, con el corazón roto, le preguntó por qué los funcionarios de la escuela no habían ido a comprarle zapatos de su medida y listo. Ella dijo que tenían cientos de niños en la misma situación y sencillamente no podían solventarlo.

McGuirk decidió comenzar ella misma. Le pidió a su nueva amiga que le presentara a la directora de la escuela y la persuadió para que midiera los pies de treinta y cinco estudiantes necesitados. Luego, McGuirk publicó el tamaño del calzado de cada niño en el tablero de anuncios de la Universidad donde trabajaba en el Departamento de Ayuda Financiera. Dos días después, tenía treinta y cinco pares de zapatillas totalmente nuevas, cortesía de profesores, personal y estudiantes de la Facultad. Esa buena acción se convirtió rápidamente en la organización sin fines de lucro Shoes That Fit (shoesthatfit.org), que desde entonces ha donado dos millones de pares de zapatillas nuevas a estudiantes necesitados en más de dos mil trescientas escuelas en cuarenta y cinco estados.

Las familias de bajos ingresos que eligen entre el alquiler y la comida, no siempre pueden comprar calzado. Los zapatos son algo tan simple que puede crear una gran diferencia en la vida de un niño, dice McGuirk, quien ahora organiza distintos lugares donde difunde cuán poderoso es este gesto. Como pueden ver, los niños se alegran, se sienten afortunados. Muchas veces no sabemos por lo que están pasando, qué sufrimientos, y cuáles son sus necesidades Veamos si podemos prestar atención y ayudarlos. Hay programas para donar abrigos para niños en invierno y ahora sabemos que calzado también. Todo lo que podamos hacer. Les pido que miren alrededor y vean qué les llega al corazón y en qué área les gustaría ayudar. Yo sé que planeo hacer más. Antes tal vez hubiera pensado: “Ay, ¿qué más puedo hacer? ¡Pasa tanto afuera! ¿En qué dirección debería ir para ayudar?” Solo comiencen con aquello con lo que se sientan bien.

Hay infelicidad en este mundo, pero si buscan lo bueno, lo encontrarán. Así que salgan y ayuden a alguien y descubrirán que también los ayuda a ustedes mismos.

Y así es.


Por Bárbara Rother
Virtual Light Broadcast de Mayo 2019
Emitido el 26 de abril de 2019
https://www.espavo.org/virtual-light-live-page/
Traducción: Traductoras voluntarias de Espavo.org


Fuente:
www.trabajadoresdelaluz.com
08 agosto 2019