El miedo es una de las principales claves de la condición kármica.
Habla de la desconfianza en el amor eterno.
Es una falta de fe en vosotros mismos.
Es la perversión extrema de la verdad, la luz y el amor, precisamente de aquello en lo que consiste vuestro mundo: la sanación de las distorsiones extremas de la verdad, la luz y el amor.
Habla de la desconfianza en el amor eterno.
Es una falta de fe en vosotros mismos.
Es la perversión extrema de la verdad, la luz y el amor, precisamente de aquello en lo que consiste vuestro mundo: la sanación de las distorsiones extremas de la verdad, la luz y el amor.
El miedo es un hongo que crece rápidamente en la oscuridad de la conciencia.
Es la puerta más poderosa con que se encierra a la Palabra y a la Luz de Dios.
El miedo es el dragón en la puerta.
Es la negación de la Luz y la negación de la Luz es resistencia a Dios.
Es la falsedad que os separa de Dios.
¿Qué es lo que realmente nos asusta?
Teméis a la humillación.
Teméis a la equivocación.
Teméis que si vuestro saber accede a vuestra experiencia humana pueda desaparecer.
Tenéis miedo de confiar en la verdad.
Tenéis miedo a amar en un mundo imperfecto.
Podéis disipar vuestros temores rezando, meditando, pensando.
Intentad aceptar vuestras áreas de ignorancia y reticencia del mismo modo que un padre admite la terquedad de un hijo.
Entended lo que os dice la oscuridad.
Al admitir dentro de vuestro ser ese proceso mental erróneo, lo acogéis bajo vuestro propio techo y quedáis capacitados para modificarlo hacia la Luz.
Atended a vuestro miedo con un oído sabio.
¿Qué os asusta en la vida?
¿Qué os asusta dentro de vosotros?
Debéis desafiar al miedo y preguntarle qué quiere decir.
Cuando penetréis en el miedo con los ojos abiertos, con el corazón abierto y dando rienda suelta al valor, veréis que el miedo es simplemente una habitación vacía.
El miedo no tiene ni más ni menos fuerza que vuestro rechazo del mismo.
Cuanto mayor sea vuestra reticencia a ver ese miedo, a aceptarlo con los brazos abiertos, mayor poder le concedéis.
Miedo es lo desconocido.
Es la imaginación.
No es la realidad.
No hay nada que temer en el universo.
Incluso la muerte, que constituye una verdad básica y una necesidad en la peculiar escala de desarrollo, no tiene nada de temible.
Apoyaos en la realidad de la Presencia eterna y perdurable de Dios y sabed que hay planes más profundos que hay una conciencia más sabia, unos corazones amantes mucho más poderosos que cualquiera de los que caminan sobre la tierra.
Os bendigo con el conocimiento de vuestra seguridad eterna.
No se trata de destruir el miedo, sino de reconocer su naturaleza y ver en él una fuerza menos poderosa que el poder del amor.
El miedo es una trampa, un engaño, un juego de manos.
Un espejismo.
Los maestros de la Magia están trabajando duro en vuestro mundo.
Exigid que os descubran lo que esconden en su manga, y lo que tienen detrás y debajo de la mesa.
Desenmascarad al mago y ved en él lo que es.
El mago del miedo es un impostor.
El miedo es simplemente mirarse al espejo y hacerse muecas a uno mismo.
El miedo a lo desconocido es olvido.
Para el alma no existe lo «desconocido».
Se produce un miedo natural y una resistencia cuando uno no recuerda su propia Divinidad.
Estáis a salvo. Estáis a salvo.
Estáis infinitamente a salvo.
Queridos míos, iOjalá pudiera haceros experimentar la gentil, la dulce amabilidad del universo, el equilibrio, la hermosura, el cariño y la alegría!
No volvería a haber otro momento de temor en toda vuestra vida.
Y bien cierto es.
La serpiente del jardín del Edén no es la sexualidad.
Es la duda.
¿Dudáis acasoque estáis aquí en calidad de seres espirituales para funcionar dentro dc una realidad física?
Pues así es cn efecto.
Permitidme que insista; tened por cierto que se trata de un error general.
Demasiado a menudo se da una sensación de inutilidad, de limitación, a veces de desesperanza y banalidad debido a las obligaciones que impone el cuerpo físico.
Aun dentro de la estructura de vuestro reino físico pueden hacerse muchos progresos.
Tal es el objeto de la reencarnación.
Mientras tengáis un cuerpo material, seguiréis llevando la duda con vosotros.
No despreciéis vuestras dudas.
Tal es la condición humana.
Cuando no haya más dudas no os hará falta ser humanos.
Sabed que todos vuestros pasos son guiados sin error por el camino perfecto que os conduce a vuestro destino.
Cualquier sendero que os parezca secundario de secundario, no tiene nada; se trata, de la mejor de las vías posibles.
Sólo entrando en las cavernas de la duda hallaréis la verdad y la Luz, Cuando se da un paso gigantesco en la expansión evolutiva del alma, se producen momentos de gran inseguridad.
Permitidme que os ponga un ejemplo:
Cuando levantáis un pie del peldaño para posarlo en el siguiente, por un instante brevísimo, no tenéis dónde apoyarlo.
Si pusierais toda vuestra atención en la planta de ese pie levantado e identificarais con él toda vuestra realidad, verdaderamente pasaríais un momento de terror.
¿Es que no veis las manos que os sujetan a ambos lados de la escalera y el pie que se halla firmemente plantado en el peldaño inferior?
¿Podrías hablarnos de cómo puede uno librarse de las propias ataduras?
Depende de aquello a lo que os sintáis ligados.
Las ataduras no tienen nada de malo, si no os limitan.
Las ataduras, en un sentido negativo, consisten en alinearse con una realidad materializada físicamente y decir:
«iAquí es donde me hallo a salvo, aquí es donde tengo poder y aquí es donde voy a quedarme!»
Pero las cosas físicas pueden ser hermosas.
Y la hermosura es un placer.
Pero ese placer no es el objeto material; el placer está en la apreciación que de él hacéis y todo lo que el placer y el gozo pueda enseñaros tiene valor.
Si el desligamiento estuviera a la orden del día, la unicidad quedaría eliminada de vuestra escuela física.
¿Cómo podría aprenderse entonces la Unicidad?
Hace falta ejercitarse en ese tipo de cosas.
¿Cómo podríais empezar a entender el momento en que evitáis o interferís a la propia Unicidad que estáis tratando de aprender?
Sin el contacto, sin el deseo o la necesidad mutua, no habría comunidad humana.
Uno de los sueños más amados que tiene nuestro espíritu es el del momento en el que todas las almas, todos los corazones, todas las manos se extiendan para tocarnos los unos a los otros.
No habrá entonces desligamiento alguno, únicamente una Luz gloriosa.
Aunque sólo sea por daros un poco de ánimo: eso está empezando a ocurrir.
¿Cómo podemos experimentar las circunstancias dolorosas sin que nos amarguen?
Considerándolas una lección y no un pago.
Confiad en la vida, amigos míos.
Por lejos que os parezca que os lleva la vida, el viaje es necesario.
Habéis venido para atravesar un vastísimo campo de experiencia y verificar el lugar en el que se halla la verdad y en qué punto están tus deformaciones.
Seréis capaces tras esto de regresar a vuestro hogar, a vuestra propia alma, renovados y más sabios.
Sean cuales sean los objetivos secundarios que puedan descubrirse en la vida, la meta principal es siempre el proceso emprendido por el alma para llegar a ser una Consigo misma y con Dios.
Consolaos, seguid cl camino de vuestra vida hacia la Luz y confiad, pues nada os ocurrirá que no esté previsto.
Nada puede sucederos en la vida que amenace a vuestra alma.
En efecto, todas las experiencias de la vida aumentan su conocimiento.
No hay nada que no sirva al proceso de crecimiento de vuestra alma.
Hasta que no haya una confianza fundamental, siempre se dará esa sensación de que aún queda algo por hacer, de que hay algo entre bastidores esperando descargar en un momento de alegría y satisfacción, y gritarnos:
«Ah! Se te olvidaba esto!
No eres perfecto, después de todo!»
Y el cielo se nos caerá encima.
Extracto de El libro de Emmanuel
Transmitido por Pat Rodegast
Fuente:
www.trabajadoresdelaluz.com
18 marzo 2020