V.B. Anglada - La consideración de los Agentes Constructores

6. LA CONSIDERACIÓN DE LOS AGENTES CONSTRUCTORES DEL SISTEMA SOLAR

Si admitimos razonablemente que la Ley de Gravedad, a la que nos referimos en capítulos precedentes, es una expresión del Karma de los Dioses Creadores, habrá que admitir también como lógica la idea de que cada uno de los Planos del Sistema Solar tiene su propia y específica gravedad. Ésta dependerá obviamente de la calidad del Karma logoico y de la Capacidad sustanciadora del mismo por parte de cada uno de Sus Arcángeles regentes.
Hablamos siempre, como podrá observarse, en términos de afinidad y de analogía por cuanto no podemos separar los Arcángeles de la Vida de los Logos, como no podemos separar los devas constructores de la vida de las almas de los seres humanos. Dentro de la línea de nuestros comentarios veremos siempre que Dios y el hombre, el Macrocosmos y el microcosmos, se hallan vinculados por idénticas Leyes y Principios y de la reciprocidad que resulta de dicha analogía podemos extraer siempre la necesaria comprensión en nuestras investigaciones.

En nuestro Universo hay un Centro de Gravedad Central ocupado -si podemos expresarlo así- por el aspecto superior del Logos creador. A este Centro se le denomina esotéricamente "El Sol Espiritual Central" y del mismo surge o emana una séptuple corriente de energía que es representativa de las Cualidades psicológicas de la Conciencia divina. Cada una de estas Siete corrientes de energía en contacto con el Espacio Cósmico "previamente elegido", origina siete centros de expresión de Aquella Voluntad Central, siete vórtices o siete centros de gravedad.

En el interior de tales vórtices de energía la visión de un elevado Logos cósmico podría percibir la actividad primera del Mahadeva o del Arcángel Constructor, que es polarizar la Intención del Logos y crear "el necesario desequilibrio" en el Espacio "para que sean removidos creadoramente los éteres", tal como puede leerse en ciertos pasajes de "EL LIBRO DE LOS INICIADOS", y la séptuple Cualidad trascendente del Logos sea descompuesta en un increíble número de cualidades menores, cada una de ellas con su propio centro de gravedad. Tales centros menores -y somos conscientes de lo difícil que resulta comprender esta idea- son emanaciones directas de la Vida del Arcángel y son la totalidad de aquellas entidades espirituales, de las cuales tan poco se habla en los estudios esotéricos, que constituyen la Jerarquía Angélica del Universo. Cada una de estas Jerarquías tiene asignada una muy definida y concreta misión con respecto al Universo.

Son, en su generalidad, la experiencia creadora del Dios universal, la representación genuina de Su evolución en varios niveles de conciencia, la revelación de Su karma y los forjadores de Su destino a través del Universo. No puede separarse al Ángel, sea cual fuere su evolución o jerarquía, de las cualidades de Vida que caracterizan la Conciencia de Dios, ya que en su conjunto constituyen misteriosamente dichas cualidades. La evolución natural de los Ángeles se halla en el centro de las Cualidades divinas y crecen espiritualmente a medida que tales cualidades o experiencias se exteriorizan y expansionan a través de los sucesivos Universos, encarnado en el Espacio, unificando sus vidas y originando el éter (1). El éter, esotéricamente definido, es una emanación del karma divino Coloreado por las cualidades representativas de los Ángeles.

El misterio de la creación universal se realiza a partir de la nebulosa; se trata de un lentísimo y paciente trabajo angélico de "condensaciones sucesivas de éter", mediante las cuales la Intención del Logos halla adecuada réplica en los éteres creados por el impacto de los Ángeles en el seno infinito del Espacio. Tengamos presente cuanto dijimos en capítulos anteriores acerca de que "el Espacio es una Entidad Psicológica". Esta idea podrá adquirir consistencia mental si se tiene en cuenta que el Espacio contiene una Vida particular, ya que es una emanación directa de un LOGOS SUPERCÓSMICO -permítasenos esta expresión- que cede una parcela de Su Campo Gravitatorio, o etérico, para que otros Logos menores puedan exteriorizar Sus vidas y sus particulares karmas.

(1) No se trata del éter conocido por la Ciencia, sino el propio Espacio dinamizado por las cualidades magnéticas de la Divinidad a través de los Ángeles.

Cuando en los elevados estudios esotéricos se nos dice que ...el Espacio está teñido de karma, aún antes de que se inicie el proceso creador de un Universo", se tiene en cuenta esta gran verdad de que el Espacio, tal como corrientemente lo analizamos, es ya una emanación angélica de poderosísima trascendencia proveniente de una INTENCIÓN LOGOICA, totalmente incomprensible para nosotros, pero Cuya Vida se expresa por medio de indescriptibles Galaxias y no por Simples Constelaciones o Sistemas solares. ¿Podemos captar adecuadamente la grandiosidad infinita de esta afirmación?

Cuando refiriéndonos muy concreta y particularmente a nuestro Sistema Solar, hablamos de Planos o niveles de Conciencia queremos significar que ciertos vórtices de energía provenientes de la Voluntad Espiritual Central de nuestro Logos creador han anclado en el Espacio -vean ustedes, las dificultades idiomáticas para expresar estas sutiles referencias- y han establecido contacto con el éter cualificado que lo constituye, es decir, que han venido a formar parte de una Conciencia cósmica más allá de todo poder conocido. Es decir, que le ofrece una pequeña oquedad dentro de su insondable Espacio para depararle oportunidad creadora de evolución y de experiencia (2). La actividad angélica, hasta donde nos es posible considerarla de acuerdo con el principio de analogía, consiste en preparar la "Experiencia Creadora", unificando los éteres cualificados que proceden de un Universo anterior logoico con el éter del Espacio dentro del cual va a realizarse el nuevo experimento creador.

Y si tenemos en cuenta que el éter es la sustancia que viene coloreada por el Karma de cualquier Dios o Logos creador, seremos conscientes que en el momento estelar y cíclico en que se produce la "concepción" de un Universo hay un MARIDAJE CELESTE entre dos tipos de Karma, o dos experiencias logoicas, expresando diferentes cualidades psicológicas y destinos de Vida. Es, en este punto, cuando se inicia el proceso de construcción y de revelación. En efecto, los principios de Vida logoica se introducen en el éter y los Ángeles empiezan su trabajo. Es un trabajo infinitamente lento, tal como hemos dicho anteriormente, paciente y lleno de humildad, incomprensible para la conciencia del hombre, impaciente por naturaleza y deseoso constantemente de ver y de gozar el fruto de sus acciones. Estas características humanas forman parte de lo que podríamos llamar "el estigma del Karma".

Los Ángeles están más allá y por encima de estas condiciones. Aparentemente no tienen karma. Al menos el karma tal como lo consideramos desde el ángulo de vista humano, pero paradójicamente utilizan el karma, logoico o humano, como fuente de energía para su tarea de "sustanciación o compresión de los éteres". Cuando se produce la gran emanación logoica que los lleva a la manifestación, se limitan a escoger materiales de conciencia y a condensarlos de acuerdo con el DISEÑO que intuitivamente poseen de la Voluntad divina. El dolor, la lucha y el sufrimiento que eones más tarde provocarán la gran invocación redentora que determinará la liberación de la energía universal sustanciada, corresponde al ALMA de las cosas, a aquella otra emanación de vida que procede de otro Centro creador de la Divinidad, aquél que esotéricamente se define como "el Corazón del Sol". Este Centro es denominado también la Super Alma universal.

De este Centro surgen las Mónadas espirituales de todo cuanto existe y las Jerarquías creadoras que viven en el Universo guardan estas Mónadas como el más preciado Tesoro creador, ya que son las simientes vivas de los Logos inmortales que surgirán en el devenir del tiempo, un tiempo para medir, del cual el ser humano no sólo carece de medidas, sino también del suficiente entendimiento para imaginarlas.

(2) Nuestro Sistema solar forma parte de un grupo cósmico constituido por siete Universos.

El intento creador del Logos, o Su intención de manifestarse, ofrece así dos grandes vertientes: la que corresponde a la IDEA y contiene la Intención primaria y la de la ACCIÓN, o trabajo de Construcción, que condensa el Karma del Logos mediante la sustancia generada de las vidas angélicas que llamamos éter. El grado de condensación del éter a través de un proceso natural y selectivo de materiales afines por parte de los Grandes Arcángeles origina los distintos Planos de la Naturaleza. La sutilidad de un Plano tiene que ver, por tanto, con la evolución espiritual del Logos y de Su Arcángel regente. De este último emanan, como una exacta réplica de las cualidades de la Divinidad, siete corrientes de energía. Éstas, siempre en orden a la densidad del éter que cualifica aquellas emanaciones, determinan y construyen los siete Subplanos de cada Plano, regido cada uno de ellos por un poderoso Ángel.

Resumiendo el proceso de construcción del Universo (continuamos haciendo referencia al que vivimos, nos movemos y tenemos el ser), vemos que cada Plano es expresión de la capacidad interpretativa y constructiva de un Arcángel y que, escindido en Siete subplanos, expresa una riqueza de cualidades y posibilidades infinitas de acción mediante la actividad de Siete Excelsos Ángeles constructores. Éstos, a su vez, hacen sentir Su fuerza, Su energía y Su mandato sobre una increíble legión o jerarquía de elementos dévicos o angélicos, fuerzas vivas que conocen exactamente la responsabilidad de sus respectivas misiones y las llevan implacablemente a cabo, prescindiendo en absoluto de lo que ocurre más allá de los límites impuestos a sus acciones por la propia ley de evolución y la característica especial del medio dentro del cual oculta y misteriosamente trabajan.

Hay, por tanto, cuarenta y nueve subplanos regidos cada uno de ellos por un glorioso Ángel, cuya vida y cuyas cualidades vienen determinadas por el excelso Arcángel que es el centro gravitatorio de cada Plano. Podemos decir que hay siete absolutas polarizaciones de la Atención creativa de la Divinidad, revestidas de una cualidad psicológica distinta, expresando un cierto aspecto de Aquella trascendente evolución universal alcanzada a escala cósmica a través de incontables ciclos o edades de proyección creadora en los indescriptibles marcos del Espacio. Vistos los Planos desde este ángulo, más cercano a nuestro entendimiento, podemos considerar que cada uno de ellos constituye un Cuerpo expresivo de la Voluntad o Conciencia del Logos.

El Arcángel es el Centro vital constantemente activo en el interior de cada uno de estos Cuerpos para dotar a la Vida divina de una oportunidad cada vez más plena y más perfecta de manifestación, mediante la aportación de ÉTER, cada vez más sutil y sublimado, representativo lógicamente de las modificaciones cada vez más profundas que produce y registra la Conciencia Logoica.

La comprensión de cuanto acabamos de decir puede aclarar quizás la idea que cada cual pueda tener sobre la creación del Universo. Podemos decir, sin embargo, que la vida humana, exacta reproducción de la Voluntad divina, se mueve también en siete distintas dimensiones o cualidades etéricas del Espacio, desde su cuerpo físico de la más densa objetividad, hasta el Plano Monádico, en donde el Arcángel regente vela el desarrollo de su trascendente capacidad de síntesis y en donde también –de acuerdo a lo que al respecto se dice en cierto pasaje de "EL LIBRO DE LOS INICIADOS" "... La Gran Ave (el Arcángel) después de empollar los huevos del Universo vela por sus siete polluelos", siendo ésta una sutil referencia a la actividad particular y distintiva del Arcángel del Plano Monádico con respecto a la totalidad de las Mónadas espirituales de todos los Reinos de la Naturaleza.

Las Mónadas espirituales del Reino humano fueron empolladas -permítannos esta sutil referencia- por el Ángel regente del Cuarto subplano del Plano Monádico, el Segundo de la evolución solar. A este Ángel tutelar de las Monadas del Cuarto Reino y a las huestes angélicas a Sus órdenes se les denomina esotéricamente "La Cuarta Jerarquía Creadora".

Resumiendo lo dicho en este capítulo, vamos a establecer ahora de acuerdo con el principio de analogía y en orden a las líneas de estudio de nuestro Tratado, las siguientes conclusiones:


a) Nuestro Universo es Septenario.

b) La base del mismo, en su aspecto estructural y expresivo, es el ÉTER, en distintas modificaciones o grados de densidad.

c) Cada tipo de modificación del ÉTER obedece a una Cualidad de Conciencia del Logos Creador.

d) Hay, por lo tanto, Siete grandes Centros de Gravedad en el Universo, mantenidos en equilibrio estable o cohesivo por la intervención de un poderoso y excelso ARCÁNGEL.

e) Cada Plano surgido de este Centro de Gravedad se subdivide en Siete planos menores o subplanos, los cuales constituyen, a su vez, siete Centros de gravedad o vórtices de energía integrados cada uno por la gloriosa Vida de un Ángel de elevada categoría universal.

f) De cada uno de estos Siete vórtices de energía generada por la Vida de un Ángel, se exterioriza una numerosísima legión de ángeles menores y devas constructores (o fuerzas elementales de la Naturaleza) manejando distintas y cualificadas energías, cumpliendo cada cual una bien definida e importante misión constructiva en la vida de la Naturaleza y en orden al "diseño" creativo que les impone o les ordena el Ángel director del particular subplano "en donde viven, se mueven y tienen el ser".


Vicente Beltrán Anglada



Fuente:
www.trabajadoresdelaluz.com
06 junio del 2020