El Espiritismo: Sus Virtudes y sus Vicios.

En estos tiempos es común, en todo el mundo, hablar y practicar el Espiritismo.

Pero a quienes todavía no conozcan o no entiendan de qué se trata, hemos de explicarles qué es en sí esta ciencia tan vieja en la humanidad, pues su conocimiento se remonta a las más remotas épocas, aún cuando su vulgarización en el gran público date, relativamente, de mediados del siglo pasado, cuando en Francia se funda la Sociedad de estudios espiritistas presidida por Allán Kardec, el padre moderno de la divulgación de los conocimientos y prácticas organizadas sobre la Materia de los Fenómenos Psíquicos.
Podemos definirlo como el estudio y la investigación de los fenómenos que nos prueban la posibilidad de comunicación entre los seres encarnados, o "vivos", según entienden los profanos, y los seres desencarnados, o "muertos", como denominan quienes ignoran todas estas leyes de la Naturaleza, a los que han dejado en la Tierra su cuerpo fisco o envoltura carnal.

Hemos dicho que esto fue conocido y practicado desde la más remota antigüedad, porque desde los egipcios era práctica generalizada entre las diferentes escuelas de misterios. Así mismo, las diferentes escuelas iniciáticas derivadas de los Hermanos de la Esfinge, como vimos anteriormente, tenían entre sus ritos y secretos el oculto saber de estas cosas, y pruebas de ello abundan en las investigaciones realizadas, siglos después, en algunas de aquellas sociedades o hermandades secretas. Entre los esenios de Judea, en las riberas del Mar Muerto, y entre los Magos de la Persia antigua; en las escuelas griegas de Platón y de Pitágoras, se practicaba ya el espiritismo. El Oráculo de Delfos, también no era otra cosa que un caso de notable mediumnidad. Y entre los Druidas de la antigua Britania era, igualmente, una práctica generalizada.

Pero en todos esos casos, como todavía hoy suele suceder, era objeto de un cuidadoso hermetismo y de práctica realizada por grupos muy cerrados y secretos.

Débese a León Hipólito Dinisart Rivail, más conocido mundial-mente con el seudónimo de Allán Kardec, la divulgación de todo lo referente a esta antiquísima ciencia, y a la organización de entidades repartidas hoy por todo el mundo para el estudio y la práctica de esta rama del esoterismo.

Los que no han tenido oportunidad de saber cómo es, en verdad, el fenómeno de la Muerte, pueden conocerlo y comprobar fácilmente, con el Espiritismo, que la vida no se acaba en el sepulcro y que los mal llamados "muertos" siguen viviendo y gozan de mayores atributos que los que pudieran haber tenido en su permanencia en la materia, en el período comprendido entre los años que duró una encamación. Esto se desprende, inmediatamente, de cualquier manifestación espiritista elevada, aún cuando el simple hecho de poder comunicarse con el espíritu de una persona fallecida, aunque tal fenómeno no reúna los requisitos de altura y selección más recomendables, lo está demostrando intrínsecamente.

Si sabemos que el ser humano, al separarse de su parte material más densa, el cuerpo carnal visible, continúa viviendo y conserva todas las cualidades o defectos que tenía durante su vida física, nos será más fácil entender que pueda encontrar un medio, una forma de acercamiento con los seres que siguen actuando y viviendo en sus cuerpos de carne y hueso, como vulgarmente se dice. Y esa manera de acercarse, que es común por estar todos ocupando un mismo espacio, diferenciado sólo por las diferentes condiciones de sustancias o materia de que están formados los vehículos o cuerpos de ambos, es lo que permite realizar la comunicación ostensible cuando el sujeto encarnado posee las condiciones de sensibilidad convenientes.

Casi todas las personas pueden conseguir la mediumnidad, o sea la facilidad de sentir y permitir el contacto y la manifestación de un ser desencarnado, y dichas condiciones pueden ser innatas o adquiridas mediante cierta gimnasia psíquica; pero la comunicación efectiva, en ambos casos, presenta la misma manera o forma: El espíritu desencarnado ocupa, momentáneamente, una parte del organismo del encarnado.

Puede posesionarse en ese lapso, de un brazo o de los dos del médium; y en otros casos, ocupar durante un determinado período de tiempo, generalmente corto, la cabeza del sujeto. Por lo general, este fenómeno se realiza gracias a la voluntad del médium que permite esa operación, pues si la persona encarnada no se presta al experimento, es casi imposible que éste se realice. Empero, hay casos en los cuales, la posesión del miembro del encarnado puede hacerse involuntariamente, cuando el sujeto encarnado es víctima de una excesiva sensibilidad, y el desencarnado posee una fuerte energía y pocos escrúpulos para hacerlo sin importarle que se lo permitan o no. Pero de estos casos hemos de ocuparnos más adelante.

Veamos ahora el mecanismo general de tales fenómenos. Ya sabemos que todos estamos envueltos por un cuerpo fluídico, el Doble Etérico, o Cuerpo Vital, que impregna molécula por molécula todo el cuerpo físico. Cuando este doble se separa de una parte o del total de nuestro organismo denso, aquella porción queda inerte e insensible. Esta es la base del fenómeno de la anestesia, en medicina. El Desencarnado también «posee una envoltura fluídica, que en espiritismo se denomina periespíritu, y con ella impregna momentáneamente el brazo o cabeza del médium, que ha cedido dicha parte de su cuerpo para el experimento. Así el fallecido puede actuar a través del miembro que se le ha prestado. De esa manera, en caso de mediumnidad escribiente, generalmente entre los que prestan su brazo para ello, puede realizarse el trabajo de la comunicación.

Y en caso de posesión de la parte superior del cuerpo, incluyendo la cabeza, la manifestación puede ser mental, o sea parcial, o total, lo que produce efecto verbal con el desencarnado que hace uso, directamente, del cerebro y órganos de la voz, de la audición y del pensamiento del médium.

Puede fácilmente comprenderse que, si la persona posee una débil voluntad, puede caer bajo la influencia del espíritu que penetra en su cuerpo de aquella manera, y éste es uno de los peligros del espiritismo a los que nos vamos a referir después.

Ahora bien, si hemos entendido el mecanismo de esta operación, veremos que no hay mayor dificultad para el desencarnado en hablar o escribir como si lo estuviera haciendo con sus propios órganos, porque está utilizando los del médium y la energía vital del mismo.

Esto nos lleva a considerar una serie de aspectos en tales fenómenos, aspectos que pueden tener consecuencias benéficas o perjudiciales según los casos y las personas que en ellos intervengan. Sabiendo que los espíritus o "egos" (del latín: yo) más allá de la muerte siguen conservando sus cualidades o defectos, su identidad psíquica igual que la tuvieran en la vida física no nos será extraño comprender la necesidad de comunicarse con egos de condición moral más adelantada que los seres de baja estofa. Porque éstos siguen pensando y actuando como lo hicieran en la Tierra. Y por lo tanto, a nadie que no fuera un ser de igual condición ha de gustarle entenderse con un delincuente, con un vicioso, o con espécimen de las más bajas pasiones de nuestra humanidad.

Y debe tenerse en cuenta que éstos son los que más pululan en tomo a los humanos encarnados, por la misma razón de que, estando todavía muy atrasados, sienten fuertemente la atracción del mundo inferior terrestre, pues aún les es difícil comprender formas de vida superiores a las que conocieran y vivieran acá. Para ello se requiere un paulatino avance, una lenta evolución integral del YO interior, y los que no han logrado, aún, dicho avance, al no conocer hasta más tarde las superiores condiciones de la vida espiritual, les causa un sufrimiento horrible el verse despojados de su cuerpo físico y del único mundo, que, en su ignorancia, conocían. Por eso buscan afanosamente, comunicarse con los encamados; y si alguien, por ignorancia, pretende comunicarse empíricamente, con el "más allá" lo menos que puede sucederle es establecer contacto con aquellos exponentes de los más bajos niveles de la humanidad, habitantes de los planos inferiores del mundo astral o Cuarta Dimensión.

Y esto explica la multitud de manifestaciones absurdas, groseras y malignas, muchas veces, que sufren quienes incursionan en el espiritismo sin la debida preparación y conocimientos previos.

Otro de los aspectos muy importantes del problema es el derivado de la Ley de Afinidades, o sea la que nos enseña que lo semejante atrae a lo semejante. Esto, que tiene comprobación en todas las esferas de la Vida, es uno de los más importantes factores que deben normar las reuniones espiritistas, si se quiere obtener los mejores resultados. Si en las reuniones de toda clase en el mundo físico, vemos que las personas se agrupan en conformidad con sus gustos y opiniones, ese mismo fenómeno sucede en las de orden espiritista.

No podemos imaginar que un ser elevado que goza en los niveles espirituales de una posición alta, y por lo tanto feliz, agradable y bellísima en los infinitos niveles de la gracia, pueda aceptar descender, frívolamente, hasta la materia, que para esos estados superiores significa un retroceso y una mortificación, por dar gusto a un grupo de personas de la Tierra que, por curiosidad o por tantos mezquinos deseos que impelen a muchos a buscar a los espíritus, se hallan reunidos en una sesión de espiritismo... ¿Acudiría una persona notable, culta y de elevada moral a una reunión de bebedores o de juerguistas de bajo nivel en algún garito de ésos en que se emborrachan y se suscitan sangrientos altercados a cada paso? Claro que no. Y ¿se sentiría cómodo un ser acostumbrado a frecuentar centros de alta cultura, entre una reunión de ignorantes que sólo buscasen embrutecerse con demostraciones de torpeza y de prácticas brutales?...

Así mismo sucede en las tenidas encaminadas a convocar a los espíritus. Acuden aquellos que sienten agrado en sentirse acompañados por encarnados de su propia condición. Es por eso que en las grandes escuelas metafísicas, de todos los tiempos, se educó primero a los discípulos, hasta alcanzar los niveles de purificación y adelanto debidos para tales prácticas, y nunca se ha llamado, o evocado, a entidades que puedan aportar algún adelanto cultural o realizar una obra útil de amor y de enseñanza, mientras no se reunieran los elementos premunidos de la más seleccionada idoneidad. Así trabajaban en este terreno los antiguos Maestros y así, también, lo hacen los modernos...

En cambio, entre los exponentes, encarnados, de todas las bajas estofas de la sociedad humana, abundan quienes buscan el contacto con esa multitud de seres malignos del Astral, para procurar efectos de perniciosa influencia. A estos grupos corresponden los llamados brujos o los médiums populares que explotan a las masas con infinidad de supercherías, o de acciones protervas. La perversidad de muchos los impele a buscar a dichos seres, en el deseo maligno de saciar una venganza o pretender un beneficio de lucro indebido. Toda la gama de las más bajas pasiones ha buscado, en todos los pueblos y en todas las épocas saciar la sed impura de su lodo interno en alianzas de tal índole. Pero no saben, estos desgraciados, que la primera víctima de tales hechos resultan ellos mismos, por la misma fuerza de la Ley de Causas y Efectos que ya hemos estudiado en anteriores capítulos.

En primer lugar, los espíritus que se prestan a tales trabajos, son de tan baja condición, y aun más baja todavía, que aquellos que los evocan. Y un malvado no tiene escrúpulo por jugar y hacer víctima de sus instintos depravados a los mismos con quienes se junta. Así, pues, los que hacen daño, son dañados ellos mismos... Y, en segundo lugar, por la misma Ley Cósmica de Causas y Efectos, cada acción o pensamiento maligno genera la correspondiente reacción en los planos psíquicos y físicos, aumentada en potencia hasta alcanzar consecuencias que se extiendes en tiempo y espacio a muchas existencias sucesivas.

Recomendamos a quienes se interesen por estudiar a fondo todo lo relacionado con esta antigua ciencia, las magníficas obras escritas desde el siglo pasado por Allán Kardec, y que se encuentran en todas las buenas librerías, muy especialmente las dedicadas a libros esotéricos. Entre dichas obras sugerimos: "¿QUE ES EL ESPIRITISMO?", "EL LIBRO DE LOS ESPIRITUS", "EL LIBRO DE LOS MEDIUMS", "EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO".

Son muy diversas las formas como los espíritus pueden manifestarse a las personas encarnadas. Las más comunes suelen ser: las apariciones, o sea la figura del muerto que, de manera más o menos visible discurre por los sitios en que acostumbraba vivir en la Tierra. Este fenómeno se explica por un grado bastante fuerte de condensación del periespíritu o envoltura fluídica del ser, ocasionada por la propia voluntad del espíritu, causada en la mayoría de las veces, por el intenso deseo de actuar ostensiblemente en aquellos lugares que fueran su ambiente acostumbrado en una última encarnación anterior: De tal modo se explican las diferentes apariciones de fantasmas, de las que hay abundantes referencias en la historia de algunos países; y ciertas materializaciones en tenidas espiritistas.

Algunos egos han quedado tan apegados a su anterior existencia que no llegan, en mucho tiempo, a darse cuenta de su nuevo estado, y la fuerza del deseo de visitar lo que antes constituyera su vida, los lleva a tales visitas, que pueden alcanzar un grado visible de condensación de la sustancia fluídica. Pero también puede obedecer tal fenómeno al deseo de cumplir una determinada misión, muchas veces útil, y tal es la razón de muchas apariciones de santos o personas que han traído algún mensaje del "más allá". Entre estos casos, lo más elevado y concreto son las apariciones de Cristo a sus discípulos en el período de cuarenta días posteriores a su crucifixión. Los que estudien, con detención y conocimiento metafísico del asunto, los. Evangelios, verán claramente que el Salvador no se presenta en su cuerpo físico en ninguna de ellas.

Todos los detalles de cada una de esas manifestaciones, son claros y verdaderos signos de que actúa en su cuerpo fluídico, condensado a tal extremo, en una materialización asombrosa, que puede ser tocado, como en el caso de Tomás, al meter sus dedos en las llagas. Y el prodigioso poder de Cristo llega hasta el extremo de comer y beber junto con los discípulos sin que la materia sólida y líquida de los alimentos afecte en nada a ese cuerpo fluídico tan maravillosamente condensado. En Verdad, tal prodigio sólo ha podido lograrlo un semidiós, como EL.

Pero la realidad de la sustancia de ese cuerpo, y por tanto la verdad del fenómeno espiritista, reside y se explica en la forma de su aparición: siempre lo hace de improviso, pasando a través de los muros y de las puertas cerradas, y eso no se puede realizar, de ninguna manera con un cuerpo de materia física común. Y recalco estas últimas palabras, porque para todo conocedor de la metafísica y la Cosmología, es corriente el saber que la materia puede asumir infinitas graduaciones de densidad, según los planos o mundos en que se esté actuando, y el Doble Etérico así como el Alma, son también, formas de materia diferentes a las conocidas por nosotros en la Tierra, correspondientes a niveles y leyes superiores de la Naturaleza.

Por eso es que fía podido pesarse el Alma en experimentos a los que me referí en mi libro anterior, "YO VISITE GANIMEDES..." y todo esto se explica, igualmente, en las obras dé Allán Kardec mencionadas más arriba, muy especialmente en el libro "El Evangelio según el Espiritismo", para quienes deseen profundizar en la investigación y aclaración de estos puntos.

Otra de las formas acostumbradas en la manifestación espirita, es la de ruidos o golpes fácilmente identificables por los encarnados. De esto hay, igualmente, una variedad infinita dé ejemplos, que ya la mayoría de la gente conoce. El fenómeno en tales casos es algo similar al de las apariciones. La diferencia radica en que la fuerza de voluntad del espíritu se ha dirigido a llamar la atención ejerciendo su energía sobre un objeto inanimado o sobré el sentido del oído de quien lo advierte. Pero siempre es una intervención de la voluntad del desencarnado a través de la sustancia fluídica invisible, entonces de su periespíritu. Este fenómeno tiene estrecha relación con los de movimiento de objetos que en muchas sesiones espiritistas se han realizado, como el movimiento de sillas y levantamiento de mesas y hasta de personas, que la ciencia de que estamos tratando conoce miles de casos a través de los siglos y de los países.

En estas manifestaciones, la energía magnética y vital de los encarnados es utilizada en parte para reforzar el experimento. El desencarnado emplea parte de esa energía, y de ahí que, después de algunas sesiones espiritistas, pueden sentirse algo cansados los asistentes. En tales modalidades, el espíritu que se manifiesta utiliza directamente, por tal medio, el objeto u objetos con los que se está manifestando. Esta es la explicación del fenómeno de las mesas y sillas parlantes por medio de golpes, los de las copitas que recorren un tablero o una mesa, y el de la moderna "guija" con lápices o lapiceros, hoy muy extendidos en todas partes, Y así como operan sobre los objetos inertes, pueden hacerlo sobré las personas, actuando directamente sobre un miembro o sobre la casi totalidad del cuerpo físico del médium, como ya vimos al comenzar este capítulo, Réstanos, ahora, ocuparnos de los aspectos positivos y negativos del Espiritismo.


Extracto de Mi preparación para Ganímedes
de Yosip Ibrahim



Fuente:
www.trabajadoresdelaluz.com