Enoc- Libro de los Sueños.

Capítulo 83

Ahora, Matusalén, hijo mío, te manifestaré todas las visiones que he tenido y las recapitularé ante ti.

Tuve dos visiones antes de casarme, la una bastante diferente de la otra: la primera cuando aprendía a escribir y la segunda antes de tomar a tu madre. Tuve una visión terrible y al observarla oré al Señor.
Yo estaba acostado en la casa de mi abuelo Mahalalel y vi en una visión cómo el cielo colapsaba, se soltaba y caía sobre la tierra.

Cuando cayó sobre la tierra, vi la tierra devorada por un gran abismo, montañas suspendidas sobre montañas, colinas abatidas sobre colinas y los grandes árboles separados de sus troncos, arrojados y hundidos en el abismo. 

Por eso una cayó dentro de mi boca y alcé mi voz para gritar y dije: "¡La tierra está destruida"!

Entonces mi abuelo Mahalalel me despertó, pues yo estaba acostado cerca de él; me dijo: "¿Por qué gritas así hijo mío, por qué profieres semejante lamento?"

Le conté toda la visión que había tenido y me dijo: "Así como tú has visto una cosa terrible, hijo mío, ya que es terrible la visión de tu sueño sobre los misterios de todos los pecados de la tierra, así la tierra está a punto de ser devorada por el abismo y aniquilada por una gran destrucción.

"Ahora, hijo mío, levántate y ruega al Señor de gloria, ya que tú eres fiel, para que para que permanezca un resto sobre la tierra y que Él no aniquile completamente la tierra.

"Hijo mío, desde el cielo vendrá todo eso sobre la tierra y sobre la tierra habrá una gran ruina".

Después de que me levanté, oré, imploré y supliqué, y escribí mi oración para las generaciones del mundo; y te mostraré todas estas cosas a ti Matusalén, hijo mío. 

Cuando bajé, miré al cielo y vi al sol salir por el oriente y a la luna ocultarse por el occidente y a algunas estrellas y a la totalidad de la tierra y todas las cosas que Él ha creado desde el principio; entonces bendije al Señor del juicio y lo ensalcé porque Él hace salir el sol por las ventanas del oriente, de manera que ascienda y brille en la faz del cielo y vaya y se mantenga por el camino que Él le ha señalado.


Capítulo 84

Levanté mis manos en justicia y bendije al Santo y al grande y hablé con el aliento de mi boca y con la lengua de carne que Dios ha hecho para los hijos de carne del hombre, para que la utilicen al hablar, y les ha dado un aliento, una lengua y una boca para que hablen con ellas.

"Bendito seas, oh Señor, Rey grande y poderoso en tu grandeza, Rey de reyes, Señor de todo el universo. Tu poder, reinado y grandeza permanecen para siempre; tu dominio por todas las generaciones; los cielos son tu trono eterno y la tierra el escabel de tus pies por los siglos de los siglos.

"Porque eres tú quien ha creado y quien gobierna todas las cosas, no hay obra que sea difícil para ti; la sabiduría no se aleja de tu trono ni se va de tu presencia; Tú sabes, ves y oyes todas las cosas, nada está oculto para ti, porque todo lo ves.

"Ahora los ángeles del cielo son reos de pecado y sobre la carne del hombre recae tu cólera hasta el gran día del juicio.

"Ahora oh Dios, Señor y gran Rey, imploro y suplico que aceptes mi oración, que me dejes una descendencia sobre la tierra, que no aniquiles toda carne humana, que no vacíes la tierra y que la destrucción no sea eterna.

"Ahora pues, oh Señor, extermina de la tierra la carne que ha despertado tu cólera, pero la carne de justicia y rectitud, establécela como una planta de semilla eterna y no ocultes tu rostro de la oración de tu siervo, ¡Oh Señor!.


Capítulo 85

Después de eso vi otro sueño y todo ese sueño te lo voy a mostrar, hijo mío.

‘Enoc levantó la voz y habló a su hijo Matusalén: "A ti quiero hablarte, hijo mío, escucha mis palabras y pon atención a la visión del sueño de tu padre.

Antes de tomar a tu madre Edna, vi una visión sobre mi cama y he ahí que un toro salía de la tierra y ese toro era blanco. Tras el toro salió una novilla y con ella dos terneros, uno de los cuales era negro y el otro rojo.

Entonces el ternero negro golpeó al rojo y le persiguió sobre la tierra y a partir de allí no pude ver ese ternero rojo.

Luego el ternero negro creció y esa novilla se fue con él y vi salir de él numerosos bueyes que se le semejaban y le seguían.

Y esa primera novilla se alejó del primer toro para buscar al ternero rojo, pero no lo encontró y profirió por él un gran lamento y lo buscó.

Vi que vino el primer toro y la hizo callar y no volvió a gritar.

Ella parió en seguida otro toro blanco y después de éste, parió numerosos toros y vacas negros.

Vi en mi sueño crecer a este toro blanco hasta llegar a ser un gran toro blanco, del cual salieron numerosos toros blancos semejantes a él.

Y ellos comenzaron a engendrar numerosos toros blancos que se les parecían y se seguían el uno al otro.


Capítulo 86

De nuevo estuve fijando mis ojos en el sueño y vi el cielo por encima y he aquí que una estrella cayó del cielo en medio de los toros grandes y comió y pastoreó en medio de ellos.

Entonces vi estos toros grandes y negros, todos ellos intercambiaban sus pastos, establos y becerros y comenzaron a vivir unos con otros.

Observé de nuevo en mi sueño y miré hacia el cielo y he aquí que muchas estrellas descendían y caían del cielo en medio de la primera estrella y eran transformadas en toros en medio de aquellos becerros y pastaban con ellos y entre ellos.

Los miré y vi como todos sacaron su miembro sexual como caballos y montaron las vacas de los toros y todas quedaron preñadas y parieron elefantes, camellos y asnos.

Todos los toros les tenían miedo, se aterrorizaron con ellos y comenzaron a morder con sus dientes a devorar ya cornear.

Y además comenzaron a devorar a esos toros y he aquí que todos los hijos de la tierra se empezaron a temblar y a espantarse ante ellos y a huir.


Capítulo 87

Nuevamente vi como comenzaban a golpearse el uno al otro y a devorarse el uno al otro y la tierra se puso a gritar.

Después elevé de nuevo mis ojos al cielo y tuve una visión ; hela aquí: salieron del cielo seres parecidos a hombres blancos, salieron cuatro de ese lugar y tres con ellos.

Así, esos tres que salieron de últimos me tomaron de la mano y me llevaron por sobre la generación terrestre hasta un lugar elevado y me mostraron una torre alta construida sobre la tierra y todas las colinas eran más bajas.

Me dijeron: "Permanece aquí hasta que hayas visto todo lo que le sucederá a estos elefantes, camellos y asnos y a las estrellas, las vacas y a todos ellos".


Capítulo 88

Vi a uno de los cuatro que había salido primero, agarrar a la primera estrella que había caído del cielo, atarla de pies y manos y arrojarla en el abismo profundo, angosto, escarpado y oscuro.

Después uno de ellos sacó la espada y se la dio a los elefantes, camellos y asnos y ellos comenzaron a herirse el uno al otro y toda la tierra tembló a causa de esto.

Seguía observando mi sueño, cuando he aquí que a uno de los cuatro que habían salido, le llegó una orden del cielo y él tomó a todas las numerosas estrellas cuyos miembros sexuales eran como los de los caballos y él las ató a todas de pies y manos y las arrojó en un abismo de la tierra.


Capítulo 89

Uno de los cuatro fue hasta donde uno de los toros blancos y le enseñó y él construyó para sí un barco y habitó en su interior. Los tres toros entraron con él en el barco que fue cubierto y techado por encima de ellos.

Yo estaba mirando y vi siete chorros echando mucha agua sobre la tierra.

He aquí que se abrieron los depósitos de agua del interior de la tierra y comenzaron a brotar y a subir las aguas sobre ella. Seguí mirando hasta que la tierra fue cubierta por las aguas, por la oscuridad y por la niebla que se cernía sobre ella.

Los toros fueron sumergidos, alejados y aniquilados en aquellas aguas.

El barco flotó sobre las aguas, pero todos los toros, asnos salvajes, camellos y elefantes se hundieron en las aguas.

De nuevo vi en mi sueño como los chorros de agua desaparecieron del alto techo, las grieta de la tierra fueron niveladas pero otros abismos se abrieron; y el agua empezó a descender por ellos, hasta que la tierra quedó al descubierto, la barca reposó sobre la tierra, la oscuridad se retiró y apareció la luz.

Entonces el toro blanco que se había convertido en hombre salió de esta barca y con él los tres toros, uno de los cuales era blanco y se parecía a ese toro, otro era rojo como sangre y el otro negro.

Empezaron a engendrar bestias salvajes y aves. Hubo una multitud de toda especie: leones, leopardos, perros, lobos, hienas, cerdos salvajes, zorros, ardillas, jabalís, halcones, buitres, gavilanes, águilas y cuervos. En medio de ellos nació otro toro blanco.

Comenzaron a morderse unos a otros. El toro blanco que había nacido en medio de ellos, engendró un asno salvaje y también un becerro blanco. El asno salvaje se multiplicó.

El becerro blanco, que había sido engendrado por el toro blanco, engendró un jabalí negro y un carnero blanco. El jabalí engendró muchos jabalís y el carnero engendró doce ovejas.

Cuando estas doce ovejas hubieron crecido le dieron una oveja de entre ellas a los asnos salvajes, pero esos asnos a su vez entregaron esa oveja a lobos y la oveja creció entre los lobos.

El carnero guió a todas las once ovejas a habitar y pacer con él entre los lobos y ellas se multiplicaron y se transformaron en un rebaño de numerosas ovejas.

Los lobos empezaron a oprimir al rebaño hasta hacer perecer a sus pequeños y a arrojar a sus pequeños en una corriente de agua. Entonces las ovejas comenzaron a gritar por sus pequeños y a lamentarse ante su Señor.

Una oveja que había escapado de los lobos huyó y fue hasta donde los asnos salvajes. Yo miré mientras el rebaño se quejaba y gritaba terriblemente hasta que descendió el Señor del rebaño a la voz de las ovejas, desde su alto santuario vino a su lado y las hizo pacer.

Llamó a la oveja que había escapado de los lobos y le hablo sobre los lobos, para que los intimara a no tocar más a las ovejas.

Y esta oveja fue a donde los lobos por orden del Señor y otra oveja se encuentro con ella y fue con ella. Fueron y las dos entraron juntas en la asamblea de los lobos, por orden del Señor, les hablaron y les intimaron para que no tocaran más a las ovejas.

Desde entonces observé que los lobos oprimieron con más dureza y con todas sus fuerzas a las ovejas y las ovejas gritaron fuerte.

Y su Señor fue al lado de las ovejas y se puso a golpear a esos lobos y los lobos comenzaron a lamentarse, en cambio las ovejas llegaron a tranquilizase y desde ahí cesaron de gritar.

Vi las ovejas cuando partían de entre los lobos y los ojos de los lobos fueron oscurecidos y esos lobos salieron persiguiendo a las ovejas con todas sus fuerzas.

Pero el Señor de las ovejas fue con ellas conduciéndolas, todas sus ovejas le seguían y su rostro era resplandeciente, glorioso y terrible a la vista.

Los lobos comenzaron a perseguir a esas ovejas, hasta que se las alcanzaron cerca de un estanque de agua.

Pero este estanque de agua se dividió y el agua se levantó de un lado y del otro ante su cara y el Señor los condujo y se colocó Él mismo entre ellos y los lobos.

Como esos lobos no veían más a las ovejas, ellas anduvieron en medio de este estanque y los lobos persiguieron a las ovejas y corrieron tras ellas, esos lobos en este estanque de agua.

Y cuando ellos vieron al Señor de las ovejas se regresaron para huir de su presencia, pero este estanque de agua se cerró y volvió repentinamente a su posición natural y se llenó de agua.

Continué mirando hasta que todos los lobos que iban persiguiendo a este rebaño, perecieron sumergidos y ahogados y las aguas los cubrieron.

El rebaño se apartó de estas aguas y fueron a un lugar desolado en el que no hay agua ni hierba y sus ojos se abrieron y vieron. Miré hasta que el Señor del rebaño los apacentó, les dio agua y hierba y la oveja fue y los guió.

La oveja subió a la cima de una roca elevada y el Señor del rebaño la envió en medio del rebaño y todas ellas se mantenían a distancia.

Entonces miré y he aquí que el Señor del rebaño se alzó frente al rebaño y su apariencia era potente, grandiosa y terrible y todo el rebaño lo vio y tuvo miedo de Él.

Todas estaban asustadas y temblando ante Él y le gritaron al cordero que era su segundo y que estaba en medio de ellas: "Nosotras no podemos estar delante del Señor". 

Entonces se volvió el cordero que las guiaba y subió por segunda vez a la cima de aquella roca. Pero el rebaño comenzó a cegarse y a apartarse del camino que les había señalado, sin que el cordero supiera tales cosas.

El Señor del rebaño se enfureció mucho contra el rebaño, el cordero lo supo y descendió de la cima de aquella roca y vino al rebaño y encontró a la mayoría cegadas y extraviadas.

Cuando lo vieron comenzaron a atemorizarse delante de Él, queriendo volver a sus rediles.

El cordero tomó con él a otras ovejas y vino al rebaño, degollaron a todas las extraviadas y comenzaron a temblar ante Él. Entonces ese cordero hizo regresar a sus rediles a todo el rebaño extraviado.

Continué viendo este sueño hasta que este cordero se transformó en hombre, construyó un campamento para el Señor del rebaño y llevó a todo el rebaño a este campamento.

Seguí mirando hasta que se durmió esa oveja que se había unido al cordero que dirigía a las ovejas.

Observé hasta que todas las ovejas mayores hubieron perecido y se levantaron en su lugar unas menores y ellas entraron en un pastizal y se acercaron a un río.

Después la oveja que los guiaba y que se había convertido en hombre, fue separada de ellas, se durmió y todas las ovejas la buscaron y lloraron por ella con grandes lamentos.

Vi hasta que terminaron de llorar por esta oveja. Después atravesaron este río y vinieron otras ovejas que las guiaron en lugar de las que se durmieron después de haberlas guiado.

Vi las ovejas hasta que entraron en una región hermosa, en una tierra agradable y espléndida. Vi esas ovejas hasta que fueron saciadas y ese campamento estaba entre ellas en esa tierra agradable.

Tan pronto como abrían los ojos se cegaban, hasta que se levantó otra oveja y las guió y las condujo a todas y se abrieron sus ojos.

Los perros, los zorros y los jabalís salvajes se pusieron a devorar estas ovejas hasta que el Señor de las ovejas levantó un carnero de en medio de ellas para guiarlas.

Ese carnero comenzó a embestir de un lado y de otro a esos perros, zorros y jabalís, hasta que hizo perecer a todos ellos.

Esa oveja cuyos ojos fueron abiertos, vio que al carnero que estaba entre las ovejas lo abandonaba su gloria y comenzaba a embestir a las ovejas, a pisotearlas y a comportarse en forma indebida.

Entonces el Señor de las ovejas envió al cordero a otro cordero y lo ascendió para que fuera un carnero y dirigiera a las ovejas en vez del carnero al que había abandonado su gloria.

Fue a su lado y le habló en secreto y lo ascendió a carnero, lo hizo juez y pastor de las ovejas, pero durante todos estos acontecimientos, los perros oprimían a las ovejas.

El primer carnero persiguió al segundo y este segundo salió y huyó de su presencia, pero vi hasta que los perros abatieron a aquel primer carnero Después ese segundo carnero se levantó y condujo a las ovejas y engendró numerosas ovejas y luego se durmió. Una pequeña oveja se convirtió en carnero y fue el juez y el líder en su lugar.

Esas ovejas crecieron y se multiplicaron y todos esos perros, zorros y jabalís tuvieron miedo y huyeron lejos. Este carnero embistió y mató a todas las bestias salvajes y esas bestias no tuvieron más poder entre las ovejas ni les guiaron más.

Esa casa llegó a ser grande y amplia y fue edificada por esas ovejas. Una torre elevada y grande fue construida sobre la casa, para el Señor de las ovejas. El campamento era bajo, pero la torre muy alta y el Señor de las ovejas se mantenía sobre ella y ofrecieron ante Él una mesa llena.

Después vi a esas ovejas errar de nuevo e ir por una multitud de caminos y abandonar su casa. El Señor de las ovejas llamó de entre ellas a algunas ovejas y las envió al lado de las ovejas, pero las ovejas comenzaron a asesinarlas.

Pero, una de ellas fue salvada y no fue muerta, salió y gritó a causa de las ovejas y ellas quisieron matarla, pero el Señor de las ovejas la salvó de entre las manos de las ovejas, la hizo subir y habitar cerca de mí.

Él envió sin embargo muchas otras ovejas a esas ovejas para testificarles y para lamentarse sobre ellas.

Después las vi abandonar la casa del Señor y su torre; erraban en todo y sus ojos estaban cerrado. Vi al Señor de las ovejas hacer una gran mortandad con ellas, hasta que esas ovejas provocaron la carnicería y traicionaron su puesto

Él las abandonó en las manos de los leones y los tigres, de los lobos y las hienas, de los zorros y de todas las bestias salvajes, que comenzaron a despedazar a estas ovejas.

Las vi abandonar su casa y su torre y entregarlas a los leones para que las destrozaran y devoraran.

Me puse a gritar con todas mis fuerzas y a llamar al señor de las ovejas y le hice ver que las ovejas eran devoradas por todas las bestias salvajes.

Pero Él permaneció inmutable y cuando las vio se alegró al ver que era devoradas, tragadas y robadas y las abandono para que fueran pasto de las bestias.

Él llamó a setenta pastores y les entregó a esas ovejas para que las llevaran a pastar y le dijo a los pastores y a sus acompañantes: "Que cada uno de vosotros lleve de ahora en adelante a las ovejas a pacer y todo lo que os ordene, hacedlo.

"Os las entregaré debidamente contadas y os diré cuáles deben ser destruidas y esas, hacedlas perecer". Y lees entregó aquellas ovejas.

Después el llamó a Otro y le dijo: "Observa y registra todo lo que los pastores hacen a estas ovejas, ya que ellos destruyen más de las que yo les he mandado;

todo exceso y destrucción que sea ejecutado por los pastores regístralo: cuántos destruyen de acuerdo con mi orden y cuántos de acuerdo con su propio capricho. Pon en la cuenta de cada pastor la destrucción que efectúe.

"Lee luego el resultado ante mí: cuántas destruyeron y cuántas les entregué para su destrucción. Que esto pueda ser un testimonio contra ellos para saber toda acción de los pastores, que yo los evalúe y vean lo que hacen y si se atienen o no a lo que les he ordenado.

"Pero, ellos no deben enterarse, no debes contarlo a ellos ni debes advertirles, sino solamente anotar cada destrucción que los pastores ejecuten, una por una y al momento, y exponer todo eso ante mí.

Vi cuando esos pastores pastorearon en su tiempo y comenzaron a matar y destruir a más ovejas de las que fueron ofrecidas y ellos entregaron a esas ovejas en manos de los leones.

los leones y los tigres devoraron a gran parte de esas ovejas y los jabalís comieron junto con ellos. Ellos quemaron esa torre y demolieron esa casa.

Me entristecí muchísimo por esa torre porque la casa de las ovejas fue demolida y ya no pude ver si esas ovejas entraban en esa casa.

Los pastores y sus cómplices entregaron a esas ovejas a todas las bestias salvajes, para que las devoraran pero cada uno de ellos había recibido un número determinado y fue anotado para cada uno de ellos, por el Otro, en un libro, cuántas de ellas habían destruido.

Cada uno mataba y destruía más de las que fueron prescritas y yo comencé a llorar y a lamentarme por causa de esas ovejas.

Entonces en la visión observé al que escribía como anotaba cada una que era destruida por esos pastores día por día y él llevó y expuso todo su libro y mostró al señor de las ovejas todo lo que realmente habían hecho ellos y todo lo que cada uno había hecho y todas las que ellos habían entregado a la destrucción.

Y el libro fu leído ante el Señor de las ovejas y Él tomó el libro en su mano, lo leyó, lo selló y lo archivó. Tras eso, vi que los pastores las llevaban a pastar durante doce horas y he aquí que tres de esas ovejas regresaron; arribaron, entraron y empezaron edificar todo lo que se había derrumbado de esa casa, pero los jabalís se lo impidieron y ellas no fueron capaces.

Después, ellas comenzaron de nuevo a construir, como antes elevaron la torre, que fue llamada torre alta, y comenzaron de nuevo a colocar una mesa ante la torre, pero todo el pan que había estaba contaminado e impuro.

Acerca de todo esto los ojos de esas ovejas estaban cegados y no veían y sus pastores tampoco y él las entregó para una mayor destrucción a sus pastores que pisotearon las oveja con sus pies y las devoraron.

El Señor de las ovejas se mantuvo indiferente hasta que todas las ovejas fueron dispersadas por el campo y se mezclaron con ellas, y ellos no las salvaron de las manos de las bestias.

El que había escrito el libro lo trajo, lo mostró y lo leyó ante el Señor de las ovejas; le imploró y suplicó por cuenta de ellas y le mostró todos los actos de los pastores y dio testimonio ante Él contra los pastores.

Tomó el libro vigente, lo depositó al lado de Él y se fue.


Capítulo 90

Observé en esta forma hasta que treinta y cinco pastores emprendieron el pastoreo y ellos cumplieron estrictamente sus turnos: desde el primero, cada uno las fue recibiendo en sus manos, a fin de apacentarlas cada pastor en su turno respectivo.

Después de esto, en una visión vi venir a todas las aves rapaces del cielo: águilas, buitres, gavilanes y cuervos; las águilas guiaban a todas esas aves y se pusieron a devorar a estas ovejas, a picarles los ojos y a devorar sus carnes.

Las ovejas gritaron porque su carne estaba siendo devorada por las aves. Yo miraba y me lamentaba en mi sueño por el pastor que apacentaba las ovejas.

Observé hasta que esas ovejas fueron devoradas por las águilas, los gavilanes y los buitres, que no les dejaron ninguna carne ni piel ni tendones sobre ellas y no les quedaron más que sus huesos hasta que los huesos también cayeron al suelo y las ovejas llegaron a ser muy pocas.

Vi cuando veintitrés pastores habían apacentado y habían cumplido estrictamente sus turnos cincuenta y ocho veces.

He aquí que unos corderos nacieron de esas ovejas blancas y llegaron a abrir sus ojos y ver y le balaron a las ovejas y les gritaron, pero no les escucharon lo que decían porque estaban extremadamente sordas y demasiado ciegas y cada vez peor.

Vi en la visión como los cuervos volaban sobre estos coderos y agarraban a uno de ellos y despresaban a las ovejas y las devoraban.

Observé hasta que retoñaron los cuernos de estos corderos y los cuervos se los hacían caer y vi hasta que allí un gran cuerno retoño en una de estas ovejas y sus ojos se abrieron. 

Ella los miró y le gritó a las ovejas y los carneros la vieron y acudieron todos a su lado.

A pesar de esto, todas las águilas, buitres, cuervos y gavilanes seguían arrebatando a las ovejas, se echaban sobre ellas y las devoraban. Aun las ovejas permanecían en silencio pero los carneros gritaban y se lamentaban. 

Luego estos cuervos lucharon y batallaron con ella y quisieron tumbar su cuerno, pero no pudieron hacerlo. 

Vi hasta que los pastores, las águilas, los buitres y los gavilanes vinieron y le gritaron a los cuervos que rompieran el cuerno de esa ese carnero y lucharon y batallaron contra él y el combatió contra ellos y gritó para que acudieran en su ayuda.

Todas las águilas, buitres, cuervos y gavilanes se congregaron y llevaron con ellos a todas las ovejas del campo, se unieron y se conjuraron para hacer pedazos este cuerno del carnero.

Vi al hombre que había escrito el libro por orden del Señor, abrir el libro acerca de la destrucción que habían ejecutado los doce últimos pastores, revelar ante el Señor que ellos habían destruido mucho más que sus predecesores.

Vi a ese hombre que había anotado los nombres de los pastores y lo había llevado y presentado ante el Señor de las ovejas que llegó en ayuda de aquel carnero, lo socorrió, lo rescató y le mostró todo.

Y vi venir a su lado al Señor de las ovejas, enfurecido; todos los que lo vieron huyeron y ensombrecieron ante su presencia.

Observé el momento en que una gran espada fue entregada a las ovejas y ellas procedieron contra todas las fieras del campo para matarlas y todas las bestias y las aves huyeron de su presencia.

Y vi cuando el Señor de las ovejas fue junto a ellas, tomó en sus manos la vara de su cólera, golpeó la tierra y la tierra se resquebrajó y todas las bestias y las aves del cielo cayeron lejos de estas ovejas y fueron engullidas por la tierra que se cerró sobre ellas.

Vi cuando un trono fue erigido sobre la tierra agradable, el Señor de las ovejas se sentó sobre él y el Otro tomó los libros sellados y los abrió ante el Señor de las ovejas.

El Señor llamó a esos hombres blancos, los siete primeros y mandó que ellos llevaran ante Él, comenzando por la primera estrella que las guiaba, a todas las estrellas cuyo miembro sexual era como el de los caballos. y ellos las llevaron a todas ante Él.

Luego, Él habló al hombre que escribía ante Él, uno de los siete hombres blancos, y le dijo: "Toma esos setenta pastores a quienes había encomendado las ovejas y que después de haberlas recibido degollaron a muchas más de las que se les había mandado".

He aquí que los vi a todos encadenados y todos se postraron ante Él.

El juicio recayó en primer lugar sobre las estrellas y ellas fueron juzgadas, encontradas culpables y enviadas al lugar de condenación, fueron arrojadas a un abismo llenos de fuego, llamas y columnas de fuego.

Entonces los setenta pastores fueron juzgados, encontrados culpables y arrojados al abismo ardiente.

Vi en ese momento como un precipicio que se estaba abriendo en medio de la tierra. Llevaron a aquellas ovejas ciegas hasta allí y todas fueron juzgadas y encontradas culpables y arrojadas al abismo en semejante abismo de fuego y ellas ardieron en ese precipicio que estaba a la derecha de esa casa.

Vi arder a esas ovejas y sus huesos también ardían.

Me levanté para ver como Él desarmó esa vieja casa, se llevó todas sus columnas, vigas y adornos de la casa que fueron retirados al mismo tiempo, y se los llevaron y los pusieron en un lugar al sur de la tierra.

Vi cuando el Señor de las ovejas trajo una nueva casa, más grande y alta que la primera y Él la puso en el sitio de la primera que había sido desarmada. Y todas sus columnas eran nuevas y sus adornos eran nuevos y mayores que los de la primera, la casa vieja que se había llevado. Todas las ovejas estaban adentro.

Vi a todas las ovejas que quedaban, a las bestias de la tierra y a las aves del cielo inclinarse para rendir homenaje a estas ovejas, suplicarles y obedecerles en todas las cosas.

Luego esos tres que estaban vestidos de blanco, aquellos que me habían elevado antes, me tomaron de la mano y también el carnero me tomo la mano y me hicieron subir y sentar en medio de estas ovejas, antes de que tuviera lugar el juicio.

Estas ovejas eran todas blancas y su lana abundante y pura.

Y todas las que habían sido destruidas o dispersadas por las bestias del campo y las aves del cielo, se congregaron en esta casa y el Señor de las ovejas se regocijó con gran alegría porque todas eran buenas y porque ellas habían regresado a su casa.

Vi cuando ellas depusieron esa espada que había sido dada a las ovejas: ellas la llevaron a la casa y la sellaron en presencia del Señor. Y todas las ovejas fueron invitadas a esta casa aunque no cabían.

Sus ojos fueron abiertos y ellas vieron bien y no hubo ninguna de ellas que no viera.

Vi que esta casa era grande, amplia y estaba completamente llena.

Vi que un toro blanco nació y sus cuernos eran grandes y todas las bestias del campo y todas las aves del cielo le temían y le suplicaban a toda hora.

Vi cuando fueron cambiadas todas sus especies y todos se convirtieron en toros blancos y el primero entre ellos se transformó en un cordero que llegó a ser un gran búfalo que tenía sobre su cabeza dos cuernos negros y el Señor de las ovejas se regocijó sobre él y sobre todos los toros. 

Yo estaba dormido en medio de ellos y me desperté después de haberlo visto todo.

Tal es la visión que tuve cuando estaba durmiendo y cuando me desperté bendije al Señor de Justicia y lo glorifiqué.

Entonces lloré mucho y sin contener mis abundantes lágrimas hasta más no poder y cuando yo miraba se deslizaban sobre lo que veía porque todo ocurrirá y se cumplirá, porque uno tras otro me fueron revelados todos los actos de los hombres.

Esa noche recordé mi primer sueño y lloré y me angustié porque había tenido esa visión.



Extracto de El Libro de ‘Enoc
(H’e’enukk)




Fuente:
www.trabajadoresdelaluz.com
01 de Noviembre 2018