El proceso angélico de estructuración de las formas.


Todas las cosas de la vida tienen forma geométrica. Sin embargo, cuando utilizamos el término FORMA caemos inevitablemente en el error de creer que sólo existen formas en los niveles físicos densos de la Naturaleza. Pero, esotéricamente sabemos que la OBJETIVIDAD existe en todos los Planos del Universo y el hecho de que la Ciencia no lo haya admitido así se debe a que los investigadores científicos no han desarrollado todavía la contraparte sutil de los cinco sentidos físicos conocidos De ahí que consideren como "arrúpicos", abstractos o sin forma los Planos Astral, Mental, Búdico, etc., que caracterizan la cuarta, quinta y sexta dimensión del espacio, en tanto que los investigadores esotéricos pueden percibir "objetividades" en los mundos subjetivos por haber desarrollado convenientemente algunos sentidos ocultos de percepción interna.
La OBJETIVIDAD constituye la base estructural del Universo y al tratar de explicar racionalmente esta circunstancia hay que recordar que nuestro Sistema Solar con todo su contenido de planos, jerarquías, reinos, razas, especies, etc., es el CUERPO FÍSICO de una Entidad Cósmica, más allá de la medida de nuestro entendimiento, que utiliza a nuestro Logos solar como Su Agente de expresión en el Plano Físico Cósmico. De ahí que las ideas de objetividad y de forma geométrica constituyen para los esoteristas temas del más profundo interés y dedicado estudio. En orden al proceso de estructuración de las FORMAS los investigadores esotéricos han logrado comprobar la actividad de las siguientes Jerarquías Angélicas:

a) AGNISHVATTAS ... Señores de los Arquetipos
b) AGNISURYAS ... Ángeles del Diseño
c) AGNISCHAITAS ... Devas Constructores

Poco puede decirse acerca de la actividad de los primeros, salvo que perciben los Arquetipos o Ideas divinas para cada Reino, cada Raza y cada especie y los visualizan creadoramente, les revisten del fuego eléctrico de Sus vidas y los mantienen como Imágenes vivientes en los subplanos superiores del Plano Mental.

Los Ángeles del Diseño, o Señores de la Imaginación Creadora, captan la imagen de luz ígnea en los planos de la mente y construyen con ella FORMAS objetivas, dotadas de sensibilidad, en los niveles astrales. Se les denomina también en lenguaje esotérico "Ángeles Arquitectos" ya que utilizando un inconcebible tipo de imaginación, más allá de las posibilidades humanas, tejen con rayos de luz astral reflejados de los niveles akáshicos las formas que corresponden kármicamente a la evolución de una Era, de un Reino o de una Raza.

Los Devas Constructores en los niveles etéricos del Plano Físico fabrican el aspecto concreto, objetivo y perceptible de los "diseños" presentados por los Ángeles Arquitectos. Poseen un gran poder sobre los éteres y pueden "sustanciar la luz de los diseños" hasta convertirlos en sustancia material, blanda y maleable mediante la cual y a manera de hábiles alfareros modelan todas las formas que precisan los Reinos de la Naturaleza para realizar su evolución. Hay tres principales tipos o categorías de devas constructores:

a) Los que sustancian la Luz del Diseño, comprimen el éter y crean los elementos químicos de que están fabricadas todas las formas.

b) Los que construyen el doble etérico de todas las formas objetivas dotándolas de un particular campo magnético.

c) Los que fabrican los cuerpos sólidos o formas sustanciales de la Naturaleza y de la vida de los Reinos por la inteligente agrupación molecular de los elementos químicos.

Los primeros realizan su trabajo en el subplano atómico del Plano Físico, o cuarto nivel etérico, los segundos operan en el tercer subplano, el subatómico, y los terceros, según sea la calidad de las formas que han de ser construidas, lo hacen en los subplanos subetérico y etérico. Entre estos últimos podríamos citar a aquellos más cercanos a la humanidad y a la vida física de los Reinos y de cuya existencia nos han dado fe los investigadores ocultos dotados de visión etérica por medio de aquellas imágenes llenas de colorido e impresionante realismo que hacen referencia a los gnomos o enanitos de los bosques, a las hadas de las flores, a las ondinas de las aguas y a las sílfides del aire que constituyeron desde tiempos inmemoriales la base de las grandes narraciones infantiles y los maravillosos relatos esotéricos llenos de alto virtualismo y simbolismo espiritual.

La evolución espiritual de los Devas Constructores de las Formas puede ser medida observando clarividentemente el nivel etérico donde normalmente ejercen su poder y la sutilidad de los elementos que utilizan en su misión de dotar a las especies diferenciadas de todos los Reinos de la Naturaleza de cuerpos adecuados a sus particulares estados o niveles de conciencia. A medida que avanza en su trabajo esta evolución dévica son más laboriosos, complejos y sutiles los materiales que utilizan pero, paradójicamente, cada vez son menos los grupos o especies que se benefician de los mismos. Observemos que a la multiplicidad y diversidad de formas utilizados en los Reinos mineral, vegetal y animal, sólo un tipo específico de FORMA corresponde al Reino humano. Es por tal motivo que al hombre se le considera ocultamente como el ARQUETIPO de la Creación, pues "hecho a imagen y semejanza de su Creador" adopta para expresión objetiva de su alma individual la Forma del Universo.

* LA FORMA DE LOS ÁNGELES Y DE LOS DEVAS CONSTRUCTORES DE LA NATURALEZA

Según las más ocultas versiones esotéricas la forma humana es un reflejo perfecto del Arquetipo o forma ideal del Universo. El axioma bíblico "...Sois hechos a imagen y semejanza del Creador" es altamente significativo y creemos sinceramente que se fundamenta en una verdad esencial que ha de aplicarse no sólo a las virtudes espirituales y cualidades divinas que el ser humano ha de desarrollar durante el larguísimo proceso de la evolución, sino también a la forma de su cuerpo físico denso y del vehículo etérico que le circunda y le crea su particular campo magnético.

Si la Naturaleza tal como esotéricamente se afirma es el Cuerpo de la Divinidad, es decir, una Forma total, es lógico suponer que todo cuanto existe en el interior de este Universo ha de poseer una forma definida, de acuerdo con las cualidades y características específicas de un determinado nivel evolutivo de conciencia. Y si, tal como se asegura en todos los tratados filosóficos y místicos de la humanidad, "todo es conciencia en la Vida de Dios", habrá que suponerse obviamente que los Ángeles, que participan íntegramente de esta Conciencia divina, poseen también una Forma definida que les distingue perfectamente a unos de otros de acuerdo con la medida de su propia evolución, es decir, de acuerdo con la jerarquía espiritual que cualifica sus vidas y sus destinos angélicos.

Según se nos dice esotéricamente nuestro Sistema Solar visto desde los niveles cósmicos tiene FORMA HUMANA. En ciertos cultos religiosos primitivos, tales como los que efectuaban los antiguos sacerdotes atlantes y los grandes sacerdotes egipcios, se situaba en el centro del culto y como deidad reverenciada encima del altar a la figura del HOMBRE, ya que según ellos era la medida exacta del Universo y cada uno de los órganos de su cuerpo correspondía perfectamente con todos los planetas y demás cuerpos celestes.

Siendo así y según el orden de nuestras investigaciones, la pregunta que se presenta de inmediato es ésta: ¿Cuál es la forma de los Ángeles? Con esta interrogante enfrentamos un gran misterio, imposible de ser resuelto satisfactoriamente a menos que poseamos visión espiritual y seamos capaces de percibir en los mundos invisibles. Podemos decir, sin embargo, que todo es igual pero que paradójicamente todo es distinto al estudiar la evolución angélica libres de la limitada visión objetiva y más allá del permanente estímulo de las vanas comparaciones. La diferencia estriba a nuestro entender en que el Ángel utiliza cuerpos radiantes de energía en distintas frecuencias vibratorias y el hombre se manifiesta por medio de cuerpos de sustancia.

¿Nos dice algo esta sutil distinción? Podríamos argüir quizás que nuestro cuerpo es un receptáculo de todas las energías actuantes en el Cosmos y que al hablar del cuerpo de los Ángeles como de "radiantes focos de energía" no lo distinguimos del nuestro más que en un sólo aspecto, la Sutilidad. Pero,... ¿es esto realmente así? El conocido axioma esotérico "la energía sigue al pensamiento" presta un sentido muy particular a la relación humano dévica al considerar que el pensamiento pertenece a los hombres y el dinamismo de la energía a los Ángeles. La consecuencia de esta idea, en el orden clásico de la analogía, es admitir que existe RECIPROCIDAD, o quizás sería mejor decir SIMULTANEIDAD, entre la actividad de los Ángeles y de los seres humanos y admitir lógicamente que la forma de los Ángeles -aún considerándoles rutilantes centros de energía- debería ser muy parecida a la del cuerpo humano. Éste, según dijimos anteriormente, adopta esotéricamente la forma del Universo.

Parece ser que hay algo o quizás mucho de verdad en esta semejanza de forma entre Ángeles y hombres, singularmente en las superiores formas de evolución angélica dentro del Sistema Solar. Debemos tener en cuenta, sin embargo, que no todos los Ángeles pertenecen al mismo Reino dévico dentro de sus innumerables huestes o jerarquías, de la misma manera que en orden a la progresiva evolución del ser humano, un ciudadano del Cuarto Reino difiere sensiblemente de las formas inferiores que cualifican a los demás Reinos de la Naturaleza, animal, vegetal y mineral.


De acuerdo con el sentido de la analogía habrán de observarse grandes diferencias de forma entre las distintas categorías de Ángeles, desde los grandes Arcángeles Señores de un Plano de la Naturaleza hasta las diminutas vidas angélicas o dévicas que construyen la envoltura física de un átomo. La Forma, en todas sus expresiones, es siempre la representación simbólica de un tipo particular de energía subjetiva en lo que a los Ángeles se refiere y la objetiva expresión de cualidades de conciencia en lo que a la vida humana se refiere. Podríamos decir por tanto que hay una absoluta correspondencia entre los diferentes tipos de energía que manipulan los Ángeles y las distintas capacidades de conciencia que distinguen entre sí a los seres humanos. Así, pues, el axioma esotérico "la energía sigue al pensamiento" puede aplicarse enteramente a la relación vital de la conciencia humana representativa del Pensamiento divino con la energía angélica que es una expresión del Fuego creador de la Divinidad.

Su resultado es la forma objetiva, el aspecto más denso y positivo de la Creación universal, siendo los Ángeles y los hombres misteriosos agentes consustanciales de este proceso que tiene como objetivo llenar de formas el Universo. El proceso de sustanciación del pensamiento en formas densas y objetivas corresponde sin embargo a los "ángeles menores", aquellos que en los estudios esotéricos son denominados "elementales constructores" o "fuerzas elementales de la Creación". Estas fuerzas dévicas elementales se hallan en la base de la vida evolutiva de los Reinos y de las especies y sus formas peculiares, observadas clarividentemente, ofrecen multiplicidad de particularidades de acuerdo con su grado de evolución. Tal como su denominación indica, sus vidas están vinculadas en orden a su evolución con los llamados elementos naturales, es decir, la tierra, el agua, el fuego, el aire y el éter; siendo este último el elemento coordinador y sintetizador.

Las formas etéricas merced a las cuales estas fuerzas dévicas pueden ser percibidas y clasificadas varían de acuerdo con su evolución y con la función que desempeñan dentro del elemento vital en donde viven, se mueven y tienen el ser.

Actúan en grandes concentraciones y son inteligentemente dirigidas por expertos Ángeles atendiendo la ley universal de Belleza y Cumplimiento, la sagrada divisa de los Ángeles mayores del Sistema.

He aquí, someramente clasificadas, las principales fuerzas dévicas y elementales constructores que estructuran las formas de la Naturaleza:


- Los Elementales de la Tierra

Son aquellas fuerzas dévicas que manipulan las energías etéricas que convenientemente sustanciadas constituyen las distintas gradaciones del Reino mineral. Existen en increíbles cantidades y en multiplicidad de formas y características, desde las que construyen las piedras, el elemento sólido que constituye la osamenta del planeta, hasta las que operan a través de los minerales dotados de radiactividad, pasando por los devas especializados que construyen la extensa gama de piedras preciosas. Los elementales de la tierra más conocidos son los llamados GNOMOS, de forma muy parecida a la que vemos reflejada en los cuentos infantiles, aunque dotados de un poder superior al que se les asigna corrientemente y bastante más difíciles de ser contactados de lo que usualmente se cree, a pesar de que ellos se esfuerzan por establecer contacto con los seres humanos. Habitan en el interior de las piedras, en las profundidades del suelo y en los huecos de los grandes árboles.

Tales devas constructores existen en todos los niveles del Plano Físico denso constituyendo de manera misteriosa la fuerza gravitatoria de los cuerpos. Desde las formas semietéricas de los devas inferiores que construyen las piedras, perceptibles a veces a los sentidos físicos, hasta aquellas que pertenecen a los que se expresan por medio de la "geometría luminosa", especializados en la construcción de las piedras preciosas con poderes talismánicos, hay una increíble profusión de formas dévicas en el mundo físico que el investigador esotérico debe tratar de distinguir y de clasificar, por cuanto al analizar su forma y el carácter específico de su misión en la Naturaleza preparará el camino para una nueva Ciencia física de los elementos químicos.


- Los Elementales del Agua

Entre ellos hay que distinguir a las hadas y las ondinas, es decir, a las minúsculas y refulgentes criaturas etéricas que pueblan los campos y los bosques y la misión de elaborar y sazonar los frutos de las distintas especies. Hay una especie particular de tales devas o “pequeños Ángeles" del Reino Vegetal que dan forma a las distintas plantas y cubren de verdor los campos y los prados, así como las hojas de los árboles. Otros, más evolucionados y actualizando gran poder magnético, pueden ser localizados en los lugares del planeta considerados como sagrados o en el interior de los templos, respondiendo creativamente a toda posible forma de liturgia. Dentro de la misma categoría, aunque mucho más evolucionados, se hallan los protectores invisibles de los lugares magnéticos de la Tierra, allí donde existen talismanes sagrados de La Jerarquía o "círculos mágicos" creados por las grandes invocaciones ashrámicas.

Son los Ángeles protectores que exigen "las palabras de pase" en las reuniones realmente esotéricas y que blanden "sus espadas de fuego" para ahuyentar a los malintencionados, curiosos o profanos que intentan acercarse a estos lugares.

Las Ondinas del agua cooperan también activamente en la evolución de las formas del Reino Vegetal. A la vista del cualificado observador clarividente aparecen en formas muy diversas según sea el grado de su evolución. Ciertas ondinas muy evolucionadas adoptan una forma transparente, muy hermosa y vagamente humana. Los grandes Ángeles que presiden la evolución de los elementales del agua y cuidan a través de ellos de mantener las propiedades de la misma como uno de los más preciados elementos de conservación planetaria, constituyen el Arquetipo de las ondinas aunque su tamaño es considerablemente superior y de más rutilantes y bellos colores: verde mar, azul intenso o azul claro, según se manifiesten en el agua de los océanos, de los ríos, de los lagos o de los pequeños arroyuelos de las montañas. Habitan generalmente en el seno de las aguas y en el interior de las plantas constituyendo la savia de las mismas.


- Los Elementales del Fuego

Se les denomina generalmente AGNIS en lenguaje esotérico y en sus expresiones inferiores se les llama también salamandras y se les halla virtualmente en todos los lugares de la Naturaleza en donde el elemento fuego se halle en actividad, desde el Fuego místico de Kundalini en el centro del planeta hasta las más pequeñas hogueras, pasando por el fuego de los volcanes y los grandes incendios. Las salamandras aparecen ante la visión clarividente como pequeñas lenguas de fuego en distintas formas. Los Ángeles superiores del fuego, denominados Agnis, son difíciles de ser percibidos y contactados ya que su expresión es peligrosa y cualquier relación con tales Entidades en el presente estado de la evolución humana sólo es aconsejable a aquellos que poseen un perfecto control de sí mismos y una gran sensibilidad espiritual.

La actividad suprema de los Agnis, llamados "Señores de las Salamandras" consiste en dirigir las corrientes de fuego del Plano Mental en dirección al Plano Físico, vivificando así el entero sistema universal de vida en la Naturaleza. Estos Agnis, observados desde el Plano causal, aparecen como gigantescas llamas de Fuego, distinguiéndose en el interior de las mismas una forma vagamente humana con grandes y flotantes cabelleras de un intenso color rojo y despidiendo a través de toda su aura magnética grandes y peligrosas llamaradas rojas amarillentas. Poco más puede decirse acerca de estas fuerzas elementales del Fuego, aunque por su vinculación con el Plano Mental del Sistema, tendremos que hacer frecuentes referencia a las mismas durante el curso de este Tratado.


- Los Elementales del Aire

Se les denomina corrientemente sílfides o silfos y viven, se mueven y tienen el ser en los insondables éteres del espacio constituyendo la atmósfera donde vivimos y merced a la cual respiramos. Su color es transparente y se confunden con el azul del cielo por lo cual es muy difícil adjudicarles una imagen determinada. Son responsables de algunos de los fenómenos eléctricos de la Naturaleza, tales como los relámpagos, los rayos y los truenos, así como todos aquellos que están relacionados con el aire, es decir, el viento, desde la ligera brisa a los grandes huracanes. Aliados con las ondinas condensan el agua de la atmósfera y la transforman en lluvia. Una especie particular de silfos trabajan asociados con los devas constructores del Reino vegetal y tienen como especial misión colorear las flores y dotarlas de perfume, determinar las cualidades de las plantas y sazonar los frutos.

Cuando merced a la evolución del sentido etérico de la visión puede observarse a estos silfos del aire, se les ve como ráfagas de luz desplazándose por los espacios a velocidades increíbles. Se les ha denominado en lenguaje esotérico "los grandes comunicadores" y, según puede desprenderse de la analogía, son responsables de toda forma de comunicación, singularmente la que opera utilizando el éter del espacio como vehículo de relación y comunicación, es decir, la radio, el teléfono, la telegrafía, la televisión, etc., así como con el desarrollo del pensamiento humano. Están misteriosamente vinculados por tanto con la evolución del Cuarto Reino. Un grupo muy especializado de Devas del aire de gran evolución espiritual constituyen la legión de los "Ángeles Guardianes de la Humanidad" y, podríamos asegurar, de acuerdo en esto con la tradición religiosa y mística, que cada ser humano, sea cual fuere su evolución, tiene su particular Ángel guardián.


- Los Elementales de las Sombras

Hay también los llamados "Ángeles Oscuros", clasificados en varias categorías, que habitan en las profundas oquedades planetarias y en todos los lugares sombríos y oscuros de la Tierra, las minas, las cuevas, los subterráneos, etc. Sus formas son muy difíciles de ser precisadas pues instintivamente huyen de la luz que es precisamente lo que el ser humano necesita para poder objetivizar las formas. Cierta especie de estos Ángeles oscuros habita en la superficie de la tierra y participan ciegamente, cuando son invocados mediante ciertos definidos mántrams, en la actividad de los magos negros. En lo que al aspecto psicológico humano se refiere son responsables del miedo a la oscuridad, ya que es en la oscuridad en donde ellos viven, siendo su alimento las sombras. Muchas especies de "devas oscuros" desaparecieron de la Tierra con el descubrimiento de la electricidad aplicada en forma de luz, pero su desaparición será total cuando el hombre haya alcanzado la iluminación espiritual de su vida.

Estos devas aparecen y desaparecen del cuadro de la manifestación según la luz del sol que da lugar a los días planetarios y de su ausencia con la llegada de la noche. Es por tal motivo que en todas las tradiciones de la humanidad se acepta normalmente el hecho de que los magos negros que practican el mal trabajan por la noche cuando las sombras son más espesas así como los magos blancos lo hacen de día cuando el sol brilla esplendorosamente en su cenit.

Pero, prescindiendo de otras muchas razones, la particularidad de que existen todavía "lugares oscuros en el planeta" habitados por los "Ángeles de las Sombras", le da al esoterista, entrenado en el arte de la investigación, la seguridad del por qué nuestra Tierra no es todavía un planeta sagrado y el por qué el trabajo espiritual de las personas inteligentes y de hombres y mujeres de buena voluntad del mundo debe continuar incesantemente hasta haber logrado destruir todas las formas oscuras de la vida, a partir de sus particulares vehículos de manifestación y prosiguiendo su labor en todos los ambientes sociales de relación y de contacto. El llamado "Guardián del Umbral" que debe necesariamente enfrentar y destruir el aspirante con respecto a los Misterios iniciáticos, así como la tradicional forma del "Demonio Tentador" son, en realidad, acumulaciones de sombras invocadas por la propia humanidad que no ha respondido todavía al llamado de la LUZ y constituyen las expresiones más rigurosas de sus destinos kármicos.


- Los Ángeles Superiores

Las Formas de tales Ángeles de los Planos Físico, Emocional y Mental que participan plenamente en la evolución del ser humano, escapan casi por completo a nuestra ponderación por la extrema sutilidad de los éteres que las constituyen y por el intenso brillo de sus auras de luz y de sus mágicos resplandores. Son de inenarrable belleza y poseen un tremendo poder sobre los éteres que cualifican el nivel en donde habitualmente residen y pueden adoptar a voluntad el tipo particular de forma que precisen para cumplir determinada misión universal, la que les haya sido encomendada por el excelso Arcángel del Plano específico que corresponda a sus naturalezas dévicas.


- Los Ángeles Guardianes de la Humanidad

La forma de los Devas familiares o de los Ángeles Guardianes, percibida mediante la visión clarividente mental, nos presenta una imagen típica del Arquetipo del Universo, es decir, la forma humana, aunque con una singularidad de matices lumínicos y proyección magnética de amor y benevolencia imposible de ser descritos con palabras humanas. Aparecen y desaparecen con la velocidad de la luz dejando tras de sí una gloriosa estela de rutilantes colores que define la propia evolución y el tipo de rayo espiritual al cual pertenecen. A veces, algunos de ellos adoptan voluntariamente aquellas sutilísimas y vaporosas formas de que les dotó el Arte divino del Renacimiento. Si embargo, pese a su magnífica trascendencia, estos Ángeles familiares son los inseparables Amigos de los hombres, los que les inspiran las ideas universales del Bien cósmico y los que les ayudan en sus momentos cumbres de soledad o de tristeza.

Vamos a terminar este tema, el cual, por sus infinitas complejidades, sólo podrá dar una idea muy limitada de la profunda realidad del mundo angélico. Vamos a insistir sin embargo, en un hecho fundamental que deberemos tener muy presente durante el curso de nuestras investigaciones, y es que la Forma humana es el Arquetipo del Universo y dentro de todas las posibles particularidades es la Forma a la que se ajustan las humanidades de todo nuestro Sistema Solar.

Por lo que hemos ido explicando a través de este capítulo, podremos deducir que el mundo de las formas angélicas es tan dilatado y complejo como el de todos y cada uno de los Reinos de la Naturaleza. Pero, como un corolario infinito de la evolución de todas las formas tendientes incesantemente hacia un Arquetipo de perfección, tenemos la Forma del Hombre Celestial a la cual se ajustan indistintamente los Ángeles y los seres humanos. Tal es indudablemente la meta infinita de toda posible perfección...


Vicente Beltrán Anglada




Fuente:
www.trabajadoresdelaluz.com
29  julio del 2020