Annie Besant - Líneas generales de evidencia para los investigadores inexpertos.

Es natural y lógico que cualquier persona pensadora, puesta frente a frente de afirmaciones como las que se han expuesto en lo anteriormente escrito, pregunte qué clase de pruebas se darán para demostrar la verdad de nuestros asertos. Ninguna persona sensata pedirá pruebas perfectas y completas que sean evidentes para todos, sin que se tomen el trabajo de estudiar. Se admitirá, desde luego, que las teorías de una ciencia no pueden demostrarse a ninguno que ignore sus rudimentos, y no se extrañará encontrar en lo que va dicho, mucho que no puede probarse sino a aquellos que hayan hecho algún progreso en su estudio. Un tratado sobre las matemáticas superiores, sobre la correlación de las fuerzas, sobre la teoría atómica o sobre la constitución molecular de los elementos químicos, contendrá muchas afirmaciones cuya prueba no podría suministrarse sino a aquellos que hubiesen consagrado tiempo y meditación al estudio de los elementos de la ciencia de que se trate; y asimismo una persona imparcial llamada a apreciar la manera especial. con que la Teosofía describe la constitución del hombre, admitirá sin vacilar que no puede esperarse una completa demostración hasta que no se haya dominado la parte elemental de la ciencia teosófica.


No por esto deja de haber en todas las ciencias pruebas generales suficientes para justificar su existencia y para estimular el estudio de sus más recónditas verdades; siendo también posible en Teosofía indicar algunas al investigador inexperto que justifiquen el gasto de tiempo que a su estudio dedique y que le garanticen la promesa de un conocimiento más amplio y más profundo de sí mismo y de la naturaleza externa, que el que puede obtener de otro modo cualquiera.

Será bien dejar sentado desde el principio, que no hay pruebas eficaces para la generalidad de los. investigadores sobre la existencia de los tres planos superiores de que hemos hablado. Los reinos del espíritu y de la mente superior, están cerrados para todos los que no han desarrollado las facultades necesarias para su investigación. Los que las han desarrollado, no necesitan pruebas de la existencia de estos reinos; a los que se hallan en el caso contrario, ninguna prueba puede darse. Que si existe algo por encima del plano Kama-manásico, puede ciertamente probarse por los relámpagos del genio, por las elevadas intuiciones que de tiempo en tiempo alumbran la oscuridad de nuestro mundo inferior; pero lo que este algo sea, solamente pueden decirlo aquellos cuyos ojos internos se han abierto y ven donde la masa humana aún no distingue nada. Pero los planos inferiores son susceptibles de comprobación, y nuevas pruebas se acumulan de día en día. Los MAESTROS DE SABIDURÍA se valen de los investigadores y pensadores del mundo occidental para hacer "descubrimientos" que tienden a reforzar las avanzadas de la posición teosófica; las líneas que están siguiendo, son precisamente aquellas que se necesitan para encontrar las leyes naturales que justificarán las aseveraciones de los teósofos respecto de los "poderes" elementarios y los "fenómenos" a que se ha dado una importancia tan exagerada. Se ha encontrado que tenemos hechos innegables que establecen la existencia de otros planos además del físico, en donde la conciencia puede funcionar; que establecen la existencia de otros poderes y sentidos de percepción que los que nos son familiares en la vida diaria; que acreditan la existencia de poderes de comunicación entre las inteligencias, sin ayuda de aparatos mecánicos; y seguramente que en estas circunstancias los teósofos tienen el derecho de decir que se ha dado el paso preliminar que justifica investigaciones más avanzadas de su doctrina.

Limitémonos, pues, a los cuatro planos inferiores de que hemos hablado en las páginas precedentes, a los cuatro principios inferiores del hombre que tienen relación con estos planos. De estos cuatro, omitiremos uno, el de Prana, porque nadie pondrá en duda el hecho de la existencia de la energía que llamamos "vida". La necesidad de aislarlo por conveniencias del estudio, puede ser rechazada, y la verdad sea dicha, el plano de Prana o el principio Prana compenetra, uniéndolos, todos los otros planos y todos los otros principios.

Quedan para estudiar el plano físico, que es en el hombre el de Sthula Sarira, el plano astral y el plano Kama-manásico. ¿Podemos dar la evidencia de éstos por pruebas que sean aceptadas por aquellos que no son todavía teósofos? Nos parece que sí.

Primeramente, por lo que respecta al plano físico, debemos anotar aquí, cómo los sentidos del hombre están relacionados con el universo físico que le rodea y cómo su conocimiento de este universo está limitado por los poderes de sus órganos sensitivos para vibrar, correspondiendo a las vibraciones producidas fuera de él. Puede oír las vibraciones que se pongan en acción en el aire, que hagan vibrar también el tímpano de su oído; si la vibración es tan lenta que el tímpano no puede vibrar en consonancia, la persona no oye ningún sonido; si la vibración es tan rápida que el tímpano tampoco puede vibrar en correspondencia, el resultado es igual.

Tan verdad es esto, que el límite de audición varía en diferentes personas, según el poder de vibración de sus respectivos tímpanos; una persona puede no oír nada, mientras otra ensordece con el agudo sonido que conmueve tumultuosamente el aire que rodea a ambos.

El mismo principio se aplica perfectamente al sentido de la vista; podemos ver mientras las ondas luminosas correspondan a nuestros órganos .visuales; más abajo o más arriba de esta escala de correspondencia permanecemos en la oscuridad, cualquiera que sea la vibración del éter. La hormiga puede ver donde nosotros estamos ciegos, porque sus ojos pueden recibir y responder a vibraciones etéreas más rápidas de las que nosotros podemos percibir.

Todo esto sugiere a cualquier persona pensadora la idea de que, si nuestros sentidos pudieran desenvolver su sensibilidad, nuevas sendas de conocimientos se nos abrirían aun en el plano físico; comprendido esto, no es difícil dar un paso más y concebir que puedan existir sentidos más agudos y sutiles, aptos para funcionar en un nuevo universo o plano distinto del físico.

Ahora bien; esta hipótesis es una verdad; con la evolución de los sentidos astrales, el plano astral se desenvuelve ante ellos y puede ser estudiado tan real y científicamente como pueda serlo el universo físico. Los sentidos astrales existen en todos los hombres, pero están latentes en la gran la mayoría de ellos, y generalmente requieren ser desarrollados de una manera artificial, si se han de usar en el presente estado de la evolución. En algunas personas se encuentran normalmente presentes, y pueden hacerse activos sin ningún impulso artificial, y en muchas personas pueden ser despertados y desarrollados artificialmente. La condición requerida en todos los casos para la actividad de los sentidos astrales es la pasividad de los físicos; y mientras más completa sea esta pasividad en el plano físico, más posible es la actividad en el astral.

Vale la pena de notar cómo los psicólogos occidentales han creído necesaria la investigación de lo que llaman la "conciencia del sueño" para poder comprender las funciones de la conciencia, como un todo. Es imposible ignorar el extraño fenómeno que caracteriza las funciones de la conciencia, cuando traspasa los límites del plano físico, y alguno de nuestros más hábiles y avanzados psicólogos no creen estas funciones de ningún modo indignas de la más atenta y científica investigación. Todas estas funciones son, en lenguaje teosófico, del plano astral, y el estudiante que busca la prueba de que existe un plano semejante, puede encontrar en esto materia más que suficiente para su objeto. Pronto descubrirá que las leyes que rigen la conciencia en el plano físico no existen en el astral.

Verbigracia: las leyes del espacio y del tiempo, que son aquí las mismas condiciones del pensamiento, no existen para la conciencia cuando su actividad es transferida al mundo astral. Mozart oye toda una sinfonía como una sola impresión, pero tiene que explanarla en detalles sucesivos cuando la transporta al plano físico. El "sueño" de un momento contiene un cúmulo de sucesos. que necesitarían años para desenvolverse sucesivamente en nuestro mundo del tiempo y del espacio. Pero no es necesario multiplicar los ejemplos.

Se puede penetrar en el plano astral, así en el sueño como en el estado sonambúlico, natural o sugerido; esto es, en cualquier caso en que el cuerpo se encuentre en la condición de letargo. En el estado sonambúlico se le puede estudiar mejor, y aquí nuestro investigador encontraría pronto la prueba de que la conciencia puede funcionar aparte de los órganos físicos, desligada de las leyes que la sujetan cuando funciona en el plano físico. La clarividencia y la clariaudiencia son de los fenómenos más interesantes que pueden ser objeto de la investigación.

No es necesario citar aquí un gran número de casos de clarividencia, porque desde luego supongo que el investigador tiene la intención de estudiar por sí mismo. Pero mencionaré los casos siguientes: El de Juana Riber, observado por el Dr. Beldeu, su médico; una muchacha que pudo leer y escribir con los ojos cuidadosamente vendados con algodón en rama, que le llegaba a la mitad de la mejilla (*) ; él de una clarividente observado por Schelling que anunció la muerte de una pariente que vivía a una distancia de ciento cincuenta leguas, afirmando que la carta que contenía la noticia estaba en camino; el de madama Lagandre que diagnosticó el estado interno de su madre, dando una descripción cuya exactitud se acreditó por la autopsia (Somnolismo y Psiquismo, Dr. Ibaddook); y el de Emmala, sonámbula del Dr. Ibaddock, que constantemente hacía el diagnóstico de las enfermedades de sus clientes (íd. íd., cap. VII). Generalmente hablando, el clarividente puede ver y describir sucesos que tienen lugar a distancia o en circunstancias que hacen imposible la vista física. ¿Cómo sucede esto? Los hechos están fuera de discusión; pero requieren explicación. Decimos que la conciencia puede funcionar por medio de otros sentidos que los físicos; sentidos que no están encadenados por las limitaciones del espacio que existen para los corporales, y que no pueden ser influidos por ellas. Los que niegan la posibilidad de tales funciones en lo que llamamos plano astral, deberían por lo menos tratar de presentar una hipótesis más razonable que la nuestra. "Los hechos son obstinados" y tenemos aquí un cúmulo de ellos que prueban la existencia de la actividad consciente en un plano superfísico; ver sin ojos, oír sin oídos, obtención de conocimientos sin aparatos físicos. A falta de otra explicación, la hipótesis teosófica mantiene sus posiciones.

(*) Isis sin Velo, vol. I

Existen otra clase de hechos: las apariciones astrales, ya sea de personas vivas o de muertos, sombras, espectros, dobles, etc., etc. Por supuesto, las personas "sabelotodo" de fin del siglo XIX, harán un mohín de supremo desdén al oír mencionar estas necias supersticiones; pero con hacer gestos desdeñosos no se borran los hechos, y aquí se trata de cosas evidentes. El peso de los testimonios es enorme sobre tales apariciones, y en todas las edades del mundo la humanidad ha atestiguado su realidad. El investigador, cuya petición de prueba tengo a la vista, puede ya poner manos a la obra para acumular evidencia sobre este particular. Por supuesto, si tiene miedo de que se rían de él, hará mejor en dejarlo; pero si es bastante fuerte, para hacer frente al ridículo de las personas superiores, se quedará maravillado ante los hechos atestiguados que reunirá de las personas que han estado en contacto con formas astrales. "¡Ilusiones! ¡Alucinaciones!" dirían las eminencias; pero el poner motes no arregla nada. Ilusiones que atestigua la gran mayoría de la raza humana, son por lo menos dignas de estudio, si es que el humano testimonio ha de considerarse de algún valor. Algo debe existir que de origen a esta unanimidad de testimonio en todas las edades del mundo, testimonio que hoy se encuentra tanto entre la gente civilizada, en medio de los ferrocarriles y luces eléctricas, como entre las "razas bárbaras".

El testimonio de millares de espiritistas sobre la realidad de las formas astrales, no puede dejar de ser considerado. Descontados todos los casos de fraude e impostura, quedan todavía fenómenos que no pueden ser desechados por fraudulentos y que pueden ser examinados por todas las personas que se interesen y quieran tomarse el trabajo de dedicar tiempo a su investigación. No hay necesidad de emplear para ello un médium profesional; unos cuantos amigos que se conozcan bien mutuamente, pueden emprender juntos las investigaciones; y no es mucho el asegurar que una media docena de personas, con un poco de paciencia y perseverancia, pueden convencerse de la existencia de fuerzas inteligentes distintas de las del plano físico. Hay en esto algún peligro para las naturalezas nerviosas que se emocionan y son influidas con facilidad, y se hará bien en no llevar las investigaciones demasiado lejos, por las razones expuestas en las anteriores páginas; pero no existe otro medio que de tan pronto resultado de echar por tierra la incredulidad en la existencia de algo fuera del plano físico, como el intentar algunos experimentos, y vale la pena de correr algún riesgo para el efecto indicado.

Estas no son más que indicaciones sobre la línea de conducta que el investigador puede seguir para convencerse de que existe un estado de conciencia como el que nosotros denominamos "astral". Cuando haya reunido la evidencia necesaria para considerar este estado probable, será tiempo de ponerse en camino de estudios más serios. Para la investigación real del plano astral, tiene el estudiante que desarrollar en sí mismo los sentidos necesarios al efecto; y para hacer eficaz este conocimiento, mientras que está en el cuerpo, tiene que aprender a transportar su conciencia al plano astral, sin perder de vista el organismo físico, de manera que pueda imprimir en el cerebro físico el conocimiento adquirido durante sus viajes astrales. Pero para esto, es necesario que no sea un simple investigador, sino un estudiante, porque requiere la ayuda y dirección de un maestro. En cuanto a encontrar éste, "cuando el discípulo esté pronto, el maestro lo estará también."

La prueba de la existencia del plano Kama-manásico, puede encontrarse en la actualidad muy fácilmente en el estudio de los fenómenos hipnóticos y mesméricos; y aquí, antes de pasar a ellos, estoy en el deber de advertir que la práctica del mesmerismo e hipnotismo está rodeada de peligros. El público que asiste a todos los descubrimientos científicos en el occidente, ha derramado a manos llenas conocimientos que ponen al alcance de los que están dispuestos a cometer el crimen, poderes terribles que pueden ser usados para los fines más censurables. Ninguna persona buena usará estos poderes, si encuentra que los tiene, a no ser para utilizarlos puramente en servicio de la humanidad, sin fin ni objeto egoísta, y cuando está bien seguro de que por su medio no ejerce dominio sobre la voluntad y las acciones de otro ser humano. Desgraciadamente, el uso de estas fuerzas está a disposición tanto de los buenos como de los malos, y pueden ser y son usadas para los fines más nefastos. En vista de estos nuevos peligros que amenazan a los individuos y a la sociedad, cada cual hará bien en fortalecer los hábitos de su propio dominio, y de concentración de pensamiento y de voluntad, para fortificar así la facultad mental positiva como opuesta a la negativa, y oponer una sostenida resistencia a todas las influencias que vengan de fuera. Nuestra costumbre de dejar vagar el pensamiento, nuestra falta de objeto preciso y consciente, nos dejan a merced de los ataques de los mal intencionados hipnotizadores, y que éste no es peligro supuesto, sino muy real, ha sido ya probado por casos que han puesto a las víctimas dentro de la esfera de la ley criminal.

Puestos en guardia, podemos ahora proceder prudentemente al estudio de los experimentos hechos públicamente con objeto de encontrar pruebas preliminares de la existencia del plano Kama-manásico; pues en esto está la ciencia occidental a punto de descubrir alguno de los “poderes" de que los teósofos han hablado tanto, y tenemos el derecho, para justificar nuestras enseñanzas, de utilizar todos los hechos que dicha ciencia nos suministra.

Ahora bien; una clase de las más importantes de estos hechos, es la de los pensamientos que se hacen visibles como formas. A una persona hipnotizada, después de despertar del estado sonambúlico y estar aparentemente en la posesión normal de sus sentidos, puede hacérsele ver cualquier forma concebida por el hipnotizador. No es necesario para ello decir palabra alguna ni usar el tacto; es suficiente que el hipnotizador se imagine para sí con toda claridad una idea cualquiera, para que esta idea se vuelva un objeto visible y tangible para la persona que está bajo su dominio. Este experimento puede practicarse de varias maneras:

cuando el paciente .está en estado sonambúlico, puede usarse la "sugestión", esto es, el operador puede decirle que un pájaro está en su rodilla, y al despertar de su sueño verá al pájaro y lo acariciará (**) ; o bien que tiene en las manos una pantalla y al despertar la apretará entre ellas, sintiendo resistencia en el espacio vacío (***); muchísimos experimentos de éstos pueden leerse en Richet o en Binet y Feré.

(**) Etudes cliniques sur la Grande Hysterie, Richet.
(***) Animal Magnetism, traducido de Binet y Feré.

Iguales resultados pueden obtenerse sin "sugestión" por la pura concentración del pensamiento; he visto un paciente a quien se le ha hecho así quitar un anillo del dedo de una persona, sin que mediase palabra ni contacto alguno entre el hipnotizador y el hipnotizado.

La literatura sobre mesmerismo e hipnotismo, en inglés, francés y alemán, es actualmente muy extensa, y está al alcance de todos. Allí puede comprobarse esta creación de formas por el pensamiento y la voluntad; formas que en el plano Kama-manásico, son reales y objetivas.

El mesmerismo y el hipnotismo colocan a la inteligencia en libertad en este plano, y funciona en él sin las dificultades e impedimentos que normalmente opone el aparato físico; puede ver y oír en este plano, y ve los pensamientos como cosas. En este estado se necesita también para hacer un estudio real, aprender a transportar la conciencia, sin romper la relación con el organismo físico; pero para las investigaciones preliminares, basta con estudiar a otros cuya conciencia se ha puesto en libertad artificialmente sin su propia voluntad. Esta realidad de las imágenes, pensadas en su plano superfísico, es un hecho de la más alta importancia, especialmente por su relación con la reencarnación; pero basta con indicarlo aquí como un hecho que tiende a demostrar a primera vista la probabilidad de la existencia de tal plano.

Otra clase de hechos que merecen estudio, es aquella que se refiere a la transmisión de pensamientos. Los "Relatos de la Sociedad de Investigaciones Psíquicas" contienen un gran número de experimentos interesantes sobre el asunto. La posibilidad de la transmisión del pensamiento de cerebro a cerebro, sin el uso de la palabra ni de ningún otro medio de ordinaria comunicación física, está a punto de ser aceptada generalmente. Dos personas cualesquiera, que tengan paciencia, pueden convencerse de esta posibilidad, si se interesan lo bastante para dedicar a ella suficiente tiempo y constancia. Que convengan en destinar, pongamos diez minutos cada día, a su experimento, y fijando bien la hora, que se encierre cada cual solo, asegurado contra toda clase de interrupciones. Que uno de ellos se constituya en iniciador de pensamientos y el otro en perceptor, y si sucede que el uno es naturalmente positivo y el otro receptivo, tanto mejor. El iniciador debe concentrarse en un pensamiento determinado, con la voluntad de imprimirlo en la mente de su amigo: ninguna otra idea que la determinada debe entrar en su mente; su pensamiento tiene que estar concentrado en la cosa única, "única marcada" según el lenguaje gráfico de Patanjali. El perceptor, por otro lado, debe poner a su mente en estado de expectativa y limitarse a tomar nota del pensamiento o pensamientos que por ella pasen: deberá anotarlos así que aparecen, siendo su único cuidado el permanecer pasivo, sin rechazar ni dar fuerza a nada. El iniciador, por su parte, debe llevar una nota de las ideas que trata de enviar; al cabo de seis meses las dos notas deben compararse, y a menos que las personas sean de una manera anormal deficientes de pensamiento y de voluntad, algún poder de comunicación tendrá que haberse establecido, en este tiempo entre ellas; y si son del todo psíquicas, desarrollarán también, probablemente, el poder de verse el uno al otro en la luz astral.

Se objetará que semejante experimento sería monótono y fastidioso: concedido; todas las investigaciones primeras sobre las leyes y fuerzas naturales son fastidiosas y monótonas, y esta es la razón por qué casi todos prefieren los conocimientos ya estudiados a los por estudiar: "la sublime paciencia del investigador” es uno de los más raros dones. Darwin hubiera ejecutado cien veces un experimento trivial, en apariencia, para comprobar un hecho pequeño; los dominios supersensuales no necesitan seguramente para su conquista menos paciencia y menos esfuerzo que los de los sentidos. La impaciencia jamás ha realizado hasta ahora ninguna conquista en la investigación de la naturaleza; el estudiante que tenga buen deseo, debe desde el principio mismo, demostrar una incansable perseverancia; puede perecer pero no retroceder.

Finalmente aconsejaré al investigador que esté a la expectativa de nuevos descubrimientos, principalmente en las ciencias de la Electricidad, Física y Química. Que lea la comunicación del profesor Lodge a la Asociación Británica de Cardiff el pasado otoño, y a del profesor Crook a la Sociedad de Ingenieros Civiles de Londres en noviembre último (****), y encontrará en ellas fecundas alusiones a las líneas generales por las cuales se prepara a marchar la ciencia occidental, y empezará quizás a percibir que puede haber algo en la afirmación de H. P. Blavatsky de que los MAESTROS DE SABIDURIA se preparan a dar pruebas que evidenciarán las verdades que encierra la Doctrina Secreta.

(****) Este trabajo concluyó de publicarse en el Lucifer, a principios de 1892.


Los siete principios del hombre.
(The Seven Principles of Man)
Theosophical Publishing Society, London, 1892
Annie Besant




Fuente:   www.trabajadoresdelaluz.com