La soledad no deseada tiende a ocultarse como un estigma, aunque eso
favorezca su prevalencia.
Intenten lo que les voy a proponer seguidamente. Es un breve ejercicio que, en
mi opinión, los puede poner en el contexto del tema del que vengo a hablar
escribiendo este artículo: la importancia de retar a la soledad.
Por favor, abran su mente a la siguiente visión. Viven en una casa. Están
solas, están solos. Hace ya mucho tiempo que sus hijos se marcharon de casa,
que su pareja ya no está, también se fue. Quizá llevan muchos años sin
compartir su tiempo con nadie. Por lo que se refiere a sus sentimientos, son de
soledad. No tienen a nadie a quien llamar, a nadie con quien hablar. Si salen a
la calle, también se sienten solo, sola. ¿Podrían tomar, ahora, una nota mental
de cómo se sienten? ¿Pueden sentir qué es la soledad?
- De qué hablamos cuando hablamos de soledad.
La soledad se puede entender de diferentes maneras. Sobre la soledad se han
elaborado teorías, se han realizado juicios y observaciones desde distintos
puntos de vista. De hecho, la soledad es un asunto muy investigado, en el que
hay cercanías y distancias, y una coincidencia en considerar, genéricamente,
que la soledad es consecuencia de la discrepancia entre las expectativas
sociales de una persona y su realidad cotidiana. En consonancia con esta idea,
la soledad es un estado emocional que sobreviene cuando la persona no ha
logrado las relaciones interpersonales íntimas o estrechas que desea, y que se
produce por la ruptura de los lazos personales y sociales íntimos o por la
incapacidad para conseguir dichos vínculos.
No nos sentimos solos porque echemos de menos cualquier relación —no nos faltan
personas en abstracto o amigos con los que compartimos momentos y actividades—,
sino por la carencia de ciertas personas, por su ausencia, porque echamos de
menos o por la añoranza de un tipo de relación concreta. No obstante, si bien
la soledad ha sido considerada históricamente como la ausencia de compañía
(soledad social), también debemos tener en consideración la experiencia
subjetiva de la soledad, emocionalmente más compleja, que tiene su origen en la
percepción individual de la calidad de las relaciones, no solo con otras
personas, sino también con una o con uno mismo.
Hay quien considera a la soledad como un rasgo consustancial al ser humano, de
carácter existencial, que en algunas personas forma parte o es una
característica de su personalidad. Este punto de vista se relaciona con la
visión filosófica de la soledad como una condición inescapable en la búsqueda
de la autoconsciencia. Y hay quien entiende la soledad como un estado afectivo
pasajero, ligado a emociones negativas (tristeza, indefensión, vulnerabilidad,
abandono) que producen sufrimiento. Esta visión, se relaciona con las
definiciones psicológicas de la soledad, desde entenderla como una experiencia
displacentera asociada, con lo que ya he comentado, carencia de intimidad
interpersonal, hasta considerarla una experiencia multidimensional
potencialmente estresante, que depende de la interpretación que haga el sujeto
y que puede ser reversible.
La soledad, como casi todo en la vida, no es una cuestión de todo o nada,
recientemente existe a estas alturas del siglo XXI, mayor consenso con la
definición de que la soledad es «una experiencia desagradable que ocurre cuando
la red de relaciones sociales de una persona es deficiente de alguna manera
importante sea cuantitativa o cualitativa» (Peplau y Perlman, La soledad como
fenómeno psicológico, 2001).
- La soledad y la salud.
El empobrecimiento progresivo de los refuerzos familiares, culturales y
sociales, especialmente cuando la persona envejece, la vulnerabilidad ante las
enfermedades o el menoscabo de las funciones intelectuales que llega con el
«síndrome de la soledad» puede acarrear importantes problemas de salud.
En el plano físico, se muestra con debilidad del sistema inmunológico y
problemas a nivel cardiovascular, respiratorios y digestivos. A nivel
psicológico, la soledad correlaciona con un importante desplome de la
autoestima, mayor depresión y consumo de sustancias tóxicas, así como la
presencia de ideaciones suicidas. Es muy frecuente, que la pérdida de la pareja
en la persona mayor desencadene trastornos psicopatológicos como la depresión o
la neurosis. En la esfera de lo social, presenta conductas de riesgo de
manipulación o estafa de diferente índole por parte de terceros.
Algo paradójicamente curioso, relacionado con la soledad y la salud, es el
hecho de que, para muchas personas que están solas o viven la soledad de una
manera angustiosa «vale la pena enfermar», porque es una solución a su soledad,
porque atrae hacia sí mismas la atención de los seres queridos o a los
cuidadores profesionales.
La soledad y la salud, por tanto, son itinerarios bidireccionales que implican
aumentar la vulnerabilidad frente a la enfermedad, y la enfermedad puede ser la
solución para romper la soledad o la causa de que la situación de la persona
sola empeore por no contar con los apoyos necesarios.
- Estrategias para superar la soledad.
Los sentimientos de soledad son persistentes y difíciles de cambiar. Salir al
paso de la soledad no es exclusivamente una responsabilidad de la persona que
vive y se siente sola, sea alguien de edad avanzada o más joven, ni tampoco de
sus familias, sino de la sociedad en su conjunto. La soledad es un problema de
salud pública.
Nuestra sociedad, debe sensibilizarse ante este problema que, en unos años,
afectará a un mayor número de personas; vivimos más y cada vez tenemos menos
hijos y la tecnología, mal gestionada, tiende a aislarnos de los demás. Debemos
generar, desarrollar e implementar programas terapéuticos de prevención y
control de la soledad y de la depresión que deberán detectarla, neutralizarla
y, sobre todo, prevenirla.
La soledad no deseada se previene o se supera con la realización de actividades
con capacidad para combatir, para minimizar la influencia de los pensamientos
que la generan, especialmente si estas favorecen el cultivo de unas relaciones
sociales y familiares satisfactorias. Teniendo en cuenta que hay tantas
respuestas a la soledad como personas, las soluciones, aunque teniendo en
cuenta el componente subjetivo de la soledad, se han de basar en soluciones
colectivas.
Si aceptamos que prevenir, paliar o revertir la soledad no deseada es un gran
objetivo social, del calibre de los que tienen que ver con las grandes
necesidades, acabaremos convergiendo, pese a los distintos enfoques que podamos
tener sobre la soledad, que el mal de la soledad no deseada debe abordarse
estructuralmente a través de recursos sociales, familiares y también
personales. En estos últimos, permítanme que me centre para finalizar este
artículo.
- Recomendaciones para afrontar la solead no deseada.
Cuando la soledad no es elegida (aunque hay mucho mito con eso de saber estar
solos), es habitual que nuestra salud física y mental se resienta. Es por eso
por lo que conviene conocer algunas estrategias que nos pueden ser útiles para
afrontar este tipo de situaciones de la manera más favorable posible para
nuestras vidas.
En este sentido, podemos empezar por identificar aquellas causas que están
detrás de la soledad que nos molesta y condiciona negativamente la vida. Muchas
de esas causas están relacionadas con el pasado, sin embargo, debemos intentar
situarnos en el presente, contemplarlas desde ahí para comprenderlas mejor y
tratar de aceptarlas, que es la mejor manera de liberarse de ellas.
La soledad no deseada está muy estigmatizada, por eso, la tendencia es a
esconderla, a disimularla, aunque es una conducta que favorece su prevalencia.
Esto requiere que hagamos una reflexión sobre nuestra propia subjetividad en
relación con la soledad en el contexto sociocultural en el que vivimos. Este
aspecto es importante porque podemos poner al descubierto nuestra
vulnerabilidad ante la soledad. Si tenemos dificultad para llevar a cabo este
proceso de comprensión y reflexión, es buena idea acudir a la ayuda
profesional.
Tratar de establecer contactos con otras personas mediante distintas
actividades es algo necesario y muy recomendable. Para este objetivo, las
tecnologías digitales y las redes sociales pueden ser un buen soporte, una
plataforma desde las que crear o mejorar nuestras redes sociales. En esta dirección,
igualmente, quizá debamos evaluar la necesidad de mejorar, también, las
habilidades comunicativas de manera adaptada a este objetivo. Creo,
sinceramente, que hay personas a nuestro alrededor que encajan con nuestro
autoconcepto y sentido de identidad, así como con nuestros gustos y aficiones,
a cualquier edad.
Blas
Ramón Rodríguez
https://www.meer.com/
Fuente:
www.trabajadoresdelaluz.com