Un buen momento para hacerlo.


Una vez más la comunicación fue interesante, yo no tenía nada preparado. Las preguntas iban naciendo en el mismo instante en que mis inquietudes se presentaban.

Hasta el momento, Verónica era la única persona con la que yo trabajaba, recibiendo la información que me entregaba su espíritu. Ya empezaba a sentir un cambio en mí y en mi actitud frente a las cosas y los demás.
Un día en que trabajaba en mi consulta, Patricio, un colega de la oficina contigua a la mía, me llamó para que fuera a ver a una paciente. Quería que la examinara. Tras dar mi opinión y sugerir el tratamiento a seguir, él me solicitó que yo lo realizara. Si bien me pareció algo extraño, no cuestioné su decisión y acepté. La paciente quedó con una cita programada.

Al momento de presentarse y ya sentada en el sillón, me dispuse a trabajar. Entonces, recordé la sesión de hipnosis que con Verónica había hecho el día anterior. Aún no había escuchado la grabación y pensé que este era un buen momento para hacerlo. Sin embargo, no conocía a la paciente, solo sabía que era médico. En estas cavilaciones estaba cuando algo me llevó a preguntarle si había escuchado acerca de la hipnosis regresiva. Impedida de hablar por los instrumentos ubicados en su boca, abrió más sus ojos y movió la cabeza asintiendo. Luego, le pregunté si podía escuchar una grabación de una sesión que había tenido el día anterior. Entonces, su impresión y entusiasmo fueron mayores, incitándome con sus gestos y mirada a hacerlo. Puse la cinta y juntos la escuchamos.

Una vez finalizado el tratamiento, fue como que quitarle una mordaza después de una semana. Impactada por lo escuchado y por una serie de coincidencias que aún yo desconocía, Elizabeth me contó las experiencias que había tenido sobre el tema. Se le presentaba la oportunidad de comentarlo con alguien que no pensara que estaba loca.

Programamos otra cita, esta vez para realizar una sesión de hipnosis regresiva.

Luego de realizar una sesión clásica de hipnosis para llevarla a trance, lo que logré rápidamente, pedí a Elizabeth que fuera a ese lugar del mundo espiritual donde había estado antes de reencarnar en esta vida.

Andrés: Te pido que vayas a cualquier momento de esa vida espiritual, al que tú quieras. (Pausa). Cuéntame, ¿dónde estás?

Elizabeth: Arriba.
Andrés: ¿En qué lugar? ¿Qué ves?
Elizabeth: Hay luz, mucha luz. Hay paz y tranquilidad.
Andrés: ¿Qué estás haciendo ahí?
Elizabeth: Estoy pensando que quiero volver.
Andrés: ¿Estás pensando que quieres reencarnar?
Elizabeth: Quiero vivir.
Andrés: ¿Y por qué esas ganas de vivir?
Elizabeth: Me falta algo por hacer.
Andrés: ¿Sabes lo que es?
Elizabeth: No, todavía.
Andrés: ¿Hay otros espíritus que te ayudan?
Elizabeth: Me tienen que enseñar.
Andrés: ¿Quiénes son ellos?
Elizabeth: Gente, gente amiga.
Andrés: ¿Los reconoces? ¿Los ves?
Elizabeth: No, solo los siento, hay mucha luz.
Andrés: ¿Esa luz tiene algún límite?
Elizabeth: Es grande, muy grande, es infinita.
Andrés: ¿Sientes la presencia de espíritus más elevados que tú?

Elizabeth: Ángeles flotando.
Andrés: ¿Te dicen algo?
Elizabeth: “Tienes que volver, tienes que volver...”.
Andrés: ¿Y tú quieres hacerlo?
Elizabeth: No estoy segura.
Andrés: ¿Eso lo decides tú?
Elizabeth: Me mandan... gente de arriba.
Andrés: ¿Sabes quiénes son ellos, tienen nombres?
Elizabeth: Espíritus... ayudantes. Invierten su tiempo en orientar a la gente.
Andrés: Para que programen su vida.
Elizabeth: Y una vez abajo, también.Ellos marcan caminos, caminos de luz para algunos. No orientan a todos, son pocos los que llegan a ellos. Vendrán a ti, en otro momento te quieren hablar, vendrán a decirte qué quieren que hagas.
Andrés: ¿Por tu intermedio?
Elizabeth: No puedo decírtelo ahora; espera tu tiempo, ya te hablarán. Conténtate ahora con lo que ya sabes, vendrán otro día a este lugar. Vendrán a guiarte, no dicen cuándo, pero lo harán. (Sonríe).
Andrés: ¿Qué pasa?
Elizabeth: Allá te conocen, ya saben de tu trabajo. Quieren que sirvas en este lugar.
Prepárate, luego tendrás que orientar a la gente que requiere ayuda. Espérate un poco; no tengas apuro, vendrá tu momento. ¡Entiéndelo!
Andrés: ¿Entonces no lo tengo que buscar?
Elizabeth: Espera el momento. (Sonríe nuevamente).
Andrés: ¿Por qué te ríes?

Elizabeth: Porque te saben impaciente, déjalos un poco en paz. Un poco más lento tendrás que aprender, acércate a ellos sin molestar.
Andrés: ¡No sé cómo hacerlo! Necesito una guía.
Elizabeth: Tendrás una guía, ¡espérala ya! No tengas apuro, el momento vendrá.
Andrés: ¿Pero vendrá solo o lo tengo que buscar?
Elizabeth: Espera, espera.
Andrés: ¿Tengo que seguir trabajando?
Elizabeth: Trabaja no más. Tu guía tendrá que llegar. No apures la causa, todo vendrá, de a poco te llegará la sabiduría.
Andrés: ¿Me eligieron para una misión?
Elizabeth: Ellos te conocen, por algo será.
(Pausa)
Andrés: ¿Tienes algo más que decirme?
Elizabeth: Actúa con calma, te dijeron ya. No insistas tan pronto, el tiempo vendrá.
Trabaja tu causa, paciencia, paciencia, lograrás llegar. Espérate un tiempo, no apures más, todo acá es lento.
De acuerdo a las respuestas que Elizabeth me daba, comencé a entender que ella estaba transmitiendo lo que alguien le decía. Entonces, espontáneamente, continué con las preguntas, pero esta vez dirigidas a mi interlocutor desconocido hasta ese momento.
Andrés: ¿Esto significa que no debo seguir trabajando con mis pacientes, como
Verónica o Elizabeth?
Elizabeth: Vas a lograrlo por ti mismo. Espérate un poco, te dijimos ya.
Andrés: ¿Podemos ayudar a Elizabeth en algo?

Elizabeth: Necesita paz, tranquilidad, paciencia y holgura para triunfar. Ayúdala a eso lograr. Hay mucho bullicio en torno al hogar. ¡Hablemos de ella!
Andrés: ¿Cómo la puedo ayudar? Guíenme.
Elizabeth: Controla su mente, es muy perspicaz. Relájala pronto. (Se asusta). ¡Si no, morirá! Cuidado, fuerzas extrañas a ella queriendo ofuscar, su temple valiente quieren anular. ¡Cuidado, te dije!
Andrés: ¿Qué fuerzas extrañas?
Elizabeth: Fuerzas malignas, espíritus malos querrán invadir su casa y entorno tendrá que cuidar, espíritus negativos quisieran entrar, protege tu casa, acuérdate ya. Rezando se ayuda a limpiar el lugar. (Se asusta de nuevo). Acoge a esta alma, te necesita ya.
Andrés: ¡Yo la acojo!
Elizabeth: Sí, vendrán otros tiempos, podrán trabajar, hay otras personas que quieren llegar. Ayúdenlos a ellos, los necesitan ya. Vendrán otros tiempos en que mejor podrán ayudar.
Andrés: Estoy un poco desorientado, les pido una guía para ayudar a Elizabeth y a los demás.
Elizabeth: Tendrán protección, no deben dudar. Vendrán otros tiempos que sabrán trabajar mejor que ahora. Esperen un poco, ya tendrán lugar adecuado, prestarán servicios a la humanidad.
Andrés: ¿Ustedes nos juntaron?
Elizabeth: Hay algo antiguo queriendo aflorar, olvídenlo ahora, más tarde sabrán. El cuento aparece en otro lugar, antiguas hazañas lograron ganar, remotos tiempos los vieron jugar. Campiña francesa solían jugar. (Llora).
Andrés: Tranquila. ¿Qué pasa, Elizabeth?
Elizabeth: Amigos tuvieron que separarse, caminos antiguos, amigos en Francia, en la revolución. Te veo como un noble (ríe) con peluca, las medias son blancas, zapatos negros puntudos, bombachas azules, chaqueta blanca.
Andrés: ¿Sabes cómo me llamo?
Elizabeth: Alexis.
Andrés: ¿Tú quién eres?
Elizabeth: Un amigo cercano, juntos crecimos.
Andrés: ¿Cómo te llamas?
Elizabeth: Andrés. Éramos muy amigos.

Andrés: ¿Qué fue lo importante que hicimos?
Elizabeth: Salíamos a cabalgar por el campo, íbamos a fiestas, muchas fiestas.
Andrés: ¿Qué edad teníamos?
Elizabeth: Dieciocho años. (Comienza a angustiarse y a llorar). Te quieren llevar, te arrastran a la torre. No quiero que te lleven a la torre, hace frío, hace mucho frío en la torre, no quiero que te lleven.
Andrés: ¿Finalmente lo hicieron?
Elizabeth: Ya no estás, yo estoy solo. Me pegaron... Me voy a la luz.
Andrés: Te mataron. ¿Tú sabes si yo morí?
Elizabeth: Tú te moriste en la torre.
Andrés: ¿Ya te fuiste a la luz?
Elizabeth: Estoy en la luz.
Andrés: ¿Puedes reconocer qué fue lo importante en esa vida?
Elizabeth: Solo la vida, lo pasamos bien.
Andrés: ¿Esa era nuestra misión, aprender a vivir?
Elizabeth: Solo a vivir, éramos alegres, sin problemas, sin prejuicios.
(Pausa)
Andrés: ¿Sabes si hemos vivido otras vidas juntos?
Elizabeth: No alcanzo a verlo ahora.
Andrés: ¿Hay alguna otra información que debamos saber?
Elizabeth: Perdemos contacto.


Después de esta sesión, quedé demasiado impactado y confundido. Una persona que jamás había visto, nada sabía de ella, llega a mi vida en una forma tan poco habitual.

¡Habíamos vivido juntos en otra vida! La verdad es que me costaba creer lo que estaba pasando. La comunicación establecida ya no era con el espíritu de Elizabeth, como en el caso de mi amiga Verónica, sino que con espíritus maestros que me hablaban a través de ella. Recordaba el libro Muchas vidas, muchos sabios, de Brian Weiss. ¡Me estaba pasando lo mismo! Además, con mensajes de tareas que debía realizar.

Empecé a sentirme especial. Esto me provocaba cierto malestar e inquietud, y lo peor, no sabía adónde iba y en qué estaba; solo sentía que se me abría un mundo nuevo. Mi vida empezó a cambiar lentamente... o rápidamente. No lo sabía.

Había escuchado hablar de una persona que vive en San Alfonso, en la precordillera de la zona central. Me contaron que era capaz de introducirse en el canal de vida de otra persona y revisarla, pudiendo describir también sus vidas pasadas. Sin entender muy bien lo que hacía, decidí solicitar una cita con él. Pedí referencias de cómo ubicarlo, me dieron el nombre de un lugar donde podía llamar para pedir hora, y me adelantaron que generalmente había una espera de meses. Desgraciadamente, el lugar, llamado Agua Viva, había cerrado y ya no existía. Ahí se desvanecieron mis posibilidades de verlo.

Sin embargo, estando en mi consulta, llamó una mujer solicitando una cita por presentar un fuerte dolor dental. Por tratarse de una urgencia, se le dio hora el mismo día. Durante la tarde llegó la paciente y, después de examinarla, le sugerí extraer un tercer molar que producía una gran inflamación. Luego de poner anestesia, le pregunto cómo llegó a mi consulta, y me contó que le habían recomendado a un colega amigo mío, y después de llamar a su consulta, no sé por qué motivos, le dieron mi nombre y mi teléfono para que yo la atendiera. Pensé que podrían haber estado muy ocupados, y como estaba con dolor, la habían derivado.

Mientras esperábamos el efecto de la anestesia, le pregunté a qué se dedicaba y me contó que era secretaria y que trabajaba en una constructora desde que Agua Viva había cerrado. Yo, inmediatamente, hice la relación y le pregunté si sabía que ahí daban las horas con Thomas Heckel (así se llamaba este hombre que me habían recomendado).

Para mi sorpresa, su respuesta fue: “Sí, yo las daba”. Ella notó mi asombro ante su respuesta. Después de eso, yo comenté: “¿Sabes que tú estás aquí porque yo te necesitaba?”. Le conté que quería tomar una hora con él y le pregunté si me podía ayudar. Me contestó que ella llamaría a la persona encargada ahora y me pediría una hora. A los dos días me llamaron dándome una cita para tres semanas después.

En el intertanto tuve dos sesiones con Elizabeth, para tratar de recabar mayor información, la que paso a transcribir:

Llega a una vida anterior, a una fiesta en 1825, en Francia. Luego de relatar parte de esa vida, ve el momento de su muerte, se eleva. Los ángeles la toman, se ve flotando. La llevan a esperar la vuelta.

Luego, dice: “No existe el tiempo arriba, solo hay paz y espera, no hay que forzar nada, todo viene a su tiempo”.

La dejo estar en este lugar de paz por un momento. Disfruta estar ahí.

Se produce una pausa y de pronto, a través de Elizabeth, me dicen:

“Acércate a ellos limpiando tu mente, vendrán a darte mensajes de paz. Tu vida agitada impide tu avance”.

Andrés: ¿Qué significa limpiar mi mente?
Elizabeth: Clarifica ideas, a veces confusas.

En la otra sesión la llevo a trance hipnótico y le sugiero ir a la luz. Luego, me dice que tiene un mensaje.

Elizabeth: Enciende una luz en tu camino, requieres más instrucción.
Andrés: ¿De quién?
Elizabeth: Gente que sabe te puede orientar, conéctate con ellos, lograrás entender el programa. Hay gente que sabe más que tú. Falta iniciarte en el plan terrenal.

Andrés: ¿Qué significa eso?
Elizabeth: Aprende acá primero, después lograrás el contacto más allá.
Andrés: ¿Hay espíritus que me están alejando del camino?
Elizabeth: No hay influencias extrañas, solo tu mente agitada no te deja ver. Debes calmarte, ¡te dijimos ya! No apures la causa, que todo vendrá. Con calma encontrarás tu camino. Espera señales que luego vendrán. Relaja tu cuerpo y aléjate ya de ruidos externos que impiden tu paz. Vendrán otros tiempos, tú mismo verás, se calma tu alma y bien trabajarás.

Andrés: ¿Los malos espíritus que rodeaban a Elizabeth, aún están?
Elizabeth: Se apartan ahora. Todavía falta más tranquilidad. El apuro no sirve para avanzar. Rezando se ahuyenta cualquier mal. Suspenso en aquello que quieres lograr.

Camina adelante que lo lograrás. Caminen al lado, juntos podrán rehacer el camino.

Marcada influencia existió allá. Tiempos antiguos vivieron ya, influyen ahora en vuestro pasar. Investiga esos tiempos. Ahí encontrarás más claro el camino que habrán de pasar.

Oriéntala a ella que te guiará, buscando en el pasado se puede encontrar. Persiste memoria de aquellos lugares, vendrán otros días que lo encontrarás. Recuerdos antiguos vendrán a ayudar para encontrar el camino actual. No es tiempo ahora, esperen con calma, ya lo sabrán.


Extracto de MAESTROS ESPIRITUALES I
Mensajes y sanación
Salim Hodali - María Eugenia Muñoz - Erna Lueg




Fuente:
www.trabajadoresdelaluz.com
02  agosto del 2020