Seth - Las creencias afectan vuestros sentimientos y comportamiento

Hoy Ruburt recibió una llamada de una joven a la que llamaré Andrea. Se trata de una joven rubia encantadora. Me gustaría utilizar este caso como un ejemplo excelente de la manera en que las creencias conscientes afectan vuestros sentimientos y comportamiento.

Andrea tiene treinta y pocos años, está divorciada y tiene tres hijos. Llamó para decirle a Ruburt que había perdido su empleo esa misma mañana; además, durante la semana se vio envuelta en una serie de circunstancias muy negativas y de dificultades emocionales. Un joven con quien había estado saliendo empezó a evitarla. Un vendedor la había humillado, gritándole delante de un montón de personas. Todas sus últimas experiencias parecían seguir el mismo patrón. Al final, cayó enferma y estaba con los nervios destrozados. Se quedó en su casa en vez de ir a trabajar, lo que desembocó en la pérdida de su empleo.
Le dijo a Ruburt que se sentía una persona inferior, incapaz de afrontar su vida y de hacerse valer ante sus compañeros de trabajo y el mundo en general.

Durante todo ese tiempo había estado arrastrando esas creencias, y éstas se expresaban inconscientemente a través de su cuerpo por medio de sus gestos, sus expresiones y el tono de su voz. Su ser físico entero esperaba rechazos, de modo que los sucesos de esos días, fueran cuales fueran, se interpretarían a la luz de esa estructura mental.

Toda la información disponible que llegaba al organismo se clasificaba, sopesaba y valoraba en una búsqueda precisa de la información que apoyase físicamente esas creencias. La información o los sucesos que eran contrarios a esas creencias se pasaban por alto o se distorsionaban de tal manera que se hacían corresponder con lo que la mente "decía" que era la realidad.

Las creencias conscientes enfocan la atención y canalizan la energía de modo que las ideas se puedan llevar con rapidez a la experiencia física. También actúan como pantallas, ya que no dejan pasar la información que no pueda asimilarse, a la vez que conservan la integridad de las creencias. De modo que nuestra Andrea no veía, o pasaba por alto, las sonrisas que se cruzaban en su camino, o los ánimos que recibía; y en algunos casos incluso percibió como «negativos» algunos sucesos potencialmente beneficiosos, que se utilizaron para reforzar aún más la creencia en su inferioridad.

Durante la conversación telefónica, Ruburt le recordó a Andrea su unicidad básica, y también el hecho de que estaba creando su realidad por medio de sus creencias. Ruburt resaltó otras ideas que Andrea había olvidado momentáneamente (el hecho, entre otros, de su propia y verdadera valía). Y, como Ruburt creía en la valía de Andrea, y Andrea lo sabía, esta creencia más positiva se enfrentó a las otras.

A lo largo del día, Andrea consideró ambas creencias y vio que eran ideas opuestas que había albergado acerca de sí misma. Creía que era única y buena, y también que era inferior y mala. En determinados momentos una creencia alteraba su experiencia hasta casi excluir la otra. Justo antes de esta sesión, Andrea volvió a llamar. Se dio cuenta de que en realidad ella misma había creado esa situación por no enfrentarse sinceramente a sus ideas conscientes.

Nuestra joven deseaba cambiar de trabajo pero tenía miedo de dar ese paso, de modo que creó las circunstancias para que esa decisión se le fuera aparentemente de las manos; parecería como si ella hubiera sido la víctima de compañeros de trabajo insensibles, celosos e in-comprensivos, y de un jefe que no la defendía.

Ahora comprendía que no era una víctima, sino que ella había originado estas condiciones. Durante el tiempo que duró este proceso, sus sentimientos reflejaron fielmente sus creencias conscientes. Estaba llena de autocompasión y autocondena. Estos sentimientos provocaron su débil estado corporal. Al hablar con ella la segunda vez, Ruburt le dio a Andrea un excelente consejo, al explicarle la forma en que estos sentimientos pueden resultar beneficiosos. A su manera, cada lector puede fácilmente aplicarse el método.

Ruburt le aconsejó a Andrea que aceptara la validez de estos sentimientos como "sentimientos", que no los inhibiera, sino que los dejara seguir su curso sabiendo que son sentimientos "sobre" la realidad. Por sí mismos son reales, pues expresan reacciones emocionales a las creencias. La próxima vez que Andrea se sienta incapaz, tendrá que experimentar activamente ese sentimiento y comprender que, aunque se sienta inferior, esto no significa que sea inferior. Tiene que decir «me siento inferior», y a la vez comprender que el sentimiento no es una declaración "de hecho" sino una emoción, lo cual implica un tipo de validez distinto.

Experimentar las emociones "como" tales no es lo mismo que aceptarlas como declaraciones de hecho sobre la existencia. Andrea debería preguntarse: «¿Por qué me siento tan inferior?». Si negáis la validez de la emoción misma, nunca llegaréis a cuestionaros las creencias que hay tras ella.

En este momento Andrea cree que su vida tiene que ser difícil. Le han dicho a menudo que una mujer sin un hombre se encuentra en una situación muy difícil, especialmente una mujer con hijos. Cree que será casi imposible encontrar una nueva pareja. Le han inculcado que los hijos necesitan un padre, y a la vez cree que ningún hombre querrá tener una relación con una mujer con hijos.

A sus treinta y pocos años, le parece que su juventud se le escapa rápidamente y, en conformidad con sus creencias, no puede concebir que una mujer mucho mayor que ella sea deseable. De modo que sus creencias la llevan a una situación de crisis. Si las cambiara desaparecería la crisis. El cuerpo dejaría de reaccionar a esa tensión, y casi inmediatamente se alteraría la situación exterior.

Al mismo tiempo, todas las creencias se transmiten a los demás, no sólo a través de mecanismos corporales bastante inconscientes, sino telepáticamente. Siempre intentáis guardar una correlación entre vuestras ideas y la experiencia exterior. Todas las facultades del ser interior se abocan a materializar la imagen de las creencias, independientemente de lo que éstas "deberían" ser. Se generan las emociones «adecuadas», para producir los estados corporales que existen en la mente consciente.

Esta sesión ha sido una forma de ayudar a una joven, pero muchas otras jóvenes se encuentran en la misma situación, y esta información puede ayudarlas a solucionar problemas de los que quizás hasta ahora no hayan sido conscientes. No conocen a ningún Ruburt, pero pueden aprender a través de este libro.

He utilizado el ejemplo de Andrea porque muchas creencias típicas occidentales coinciden con su realidad: la idea de que envejecer es algo desastroso; que las mujeres están relativamente indefensas sin un hombre a su lado; que la vida es, en resumen, muy difícil cuando lo ideal sería que fuera sencilla. Todas estas ideas parten de una creencia básica en la impotencia del ser consciente para formar y regular su experiencia.

Afortunadamente, Andrea está trabajando con su propio sistema de creencias. No obstante, aunque se dice a sí misma que la edad no importa, todavía cree que su capacidad de atracción como mujer disminuye con el transcurso de los años. De modo que, cuando predomina esa creencia, se siente menos atractiva y actúa como tal. Es lo suficientemente afortunada para poder cotejar su experiencia física con sus creencias, y lo suficientemente sagaz para darse cuenta de las áreas en las que ha hecho grandes progresos. Pero observemos algunas de esas creencias y apliquémoslas a otras personas en general.

A menudo, por supuesto, las personas que más se esfuerzan por ser «buenas» lo hacen porque temen su valía básica, y quienes hablan de tener una mente y un cuerpo jóvenes lo hacen porque sienten pavor a envejecer.

De la misma manera, muchas personas que se proclaman defensoras de la independencia tienen miedo de estar básicamente indefensos. En muchos casos estas creencias opuestas se albergan de forma consciente, pero por separado. Por tanto, no se reconcilian.

Como vuestros sentimientos obedecen a vuestras creencias, algunos de ellos parecerán a veces no tener ningún sentido porque no permitís que se relacionen libremente con las ideas opuestas que albergáis.

Una persona puede aparentar ser muy abierta y receptiva. Al leer este libro, por ejemplo, un lector podría decir: «Mi problema es que soy "demasiado" emocional». Pero, tras un autoanálisis, casi todo el mundo encontrará áreas en las que las emociones se expresan sólo hasta cierto punto. No se exteriorizan por completo.

No hay ningún sentimiento que os lleve a un punto muerto. Siempre están "en movimiento", y os conducen a otro sentimiento. A medida que fluyen, alteran toda vuestra condición física, y ese intercambio debe aceptarse conscientemente. Vuestras emociones siempre os llevarán a una comprensión de vuestras creencias, si no impedís ese proceso. Las emociones buscan expresarse físicamente, y suponen siempre impulsos para la acción. Todas se basan en la agresión natural.

Vuestra sociedad nunca ha entendido la relación entre la creatividad y la agresión. Una mala interpretación de lo que significa la verdadera agresión puede haceros temer todas las emociones, y alejaros de una de las mejores terapias de la naturaleza.

La agresión natural proporciona el impulso de toda creatividad. Ahora bien, muchos lectores se sorprenderán al leer estas frases, ya que creen que la fuerza impulsora es el amor, y que el amor es una cualidad opuesta a la agresión. No existe semejante división artificial. La agresión natural es el empuje creativo del amor, la manera en que se activa el amor, el combustible por cuya mediación el amor se propulsa a sí mismo. La agresión en su concepto más elemental no tiene nada que ver con la violencia física tal como la entendéis, sino con la fuerza mediante la cual el amor se perpetúa y se renueva creativamente.

Cuando la consideráis de otra manera, sois víctimas de una visión distorsionada en la cual atribuís al poder características negativas, y lo consideráis amenazador, incorrecto, o incluso con connotaciones demoníacas. En contraste, consideráis que la bondad es débil, impotente, pasiva, y que necesita ser defendida.

Así pues, tendréis miedo de cualquier emoción intensa; os asustarán las dimensiones de vuestra propia realidad, y os negaréis a aceptar el poder y la energía de vuestro propio ser. Os veréis forzados a atenuar vuestra propia experiencia. Estas creencias contienen un poderoso componente depresivo que os puede llevar a reprimir cualquier sentimiento intenso porque al instante lo consideráis negativo.

Automáticamente empezaréis a inhibir cualquier estímulo que pudiera provocaros emociones intensas, y por tanto os privaréis de la necesaria respuesta. Sólo estáis a merced de vuestras emociones cuando las teméis. Ellas son el movimiento del ser, y corren parejas con el intelecto. Las dificultades empiezan cuando no sois conscientes de los contenidos de vuestra mente consciente, y no sois justos con vuestras emociones.


SESIÓN 643, 26 DE FEBRERO DE 1973 21.20 LUNES
Extracto de Habla Seth III
A través de Jane Roberts






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12 de Octubre 2017