La niña que vivía al lado estaba enferma y había estado llorando a ratos todo el día, y hasta bien avanzada la noche. Esto continuaba desde cierto tiempo, y la pobre madre estaba agotada. Había en la ventana una plantita que ella solía regar todas las tardes, pero durante los últimos días esto se había descuidado. La madre estaba sola en la casa -excepto una sirvienta bastante inútil e ineficiente-, y ella parecía no saber qué hacer, porque era evidente que la enfermedad de la niña era grave. El médico había venido varias veces en su gran automóvil, y la madre se entristecía cada vez más.
Un árbol platanero en el jardín se regaba con el agua de la cocina, y el suelo en torno del tronco siempre estaba húmedo. Sus hojas eran de un verde oscuro, y había una muy grande, de dos o tres pies de ancho y mucho más larga, que hasta entonces no había sido rasgada por los vientos como las demás. Oscilaba muy suavemente con la brisa, y sólo la tocaba el sol por el oeste. Era algo maravilloso el ver las flores amarillas en círculos descendentes sobre un largo tallo inclinado hacia abajo. Estas flores serían pronto jóvenes plátanos y el tallo engrosaría mucho, porque podría haber docenas de plátanos, ricos, verdes y pesados. De vez en cuando, un brillante abejorro penetraba por entre las flores amarillas, y varias mariposas negras y blancas llegaban y revoloteaban en torno. Parecía haber gran abundancia de vida en aquel bananero, especialmente al darle el sol y con sus grandes hojas agitándose bajo la brisa. La niña solía jugar alrededor de él y era muy alegre y sonriente.
A veces caminábamos juntos un corto trecho por la senda, mientras la madre vigilaba, y luego se volvía corriendo. No podíamos entendernos, porque nuestras palabras eran distintas pero eso no le impedía hablar; y así hablábamos.
Una tarde, la madre me llamó por señas para que entrara. La niña estaba en los huesos; sonreía débilmente y luego cerraba los ojos, completamente agotada.. Dormía por momentos. Por lo ventana abierta venia el ruido que hacían otros niños que gritaban y jugaban. La madre no podía hablar, y se le habían secado ya las lágrimas. No se sentaba, sino que permanecía en pie junto a la camita, y en el ambiente había desesperación y ansiedad. En aquel momento entró el médico, y me despedí, con una silenciosa promesa de volver.
El sol se ponía detrás de los árboles, y las enormes nubes sobre él tomaban un brillo dorado. Estaban los habituales cuervos, un papagayo llegó chillando y se aferró al borde de un agujero en un gran árbol muerto, con la cola apretada contra el tronco; vacilaba, al ver un ser humano tan cerca, pero un instante después desapareció por el agujero. Habla unos pocos campesinos en el camino, y pasó un auto, cargado de, cargado de jóvenes. Un temerito de una semana de edad estaba atado a un poste de un alambrado, mientras la madre pastaba cerca. Por el camino bajaba una mujer con un muy bruñido recipiente de bronce sobre la cabeza, y otro apoyado en la cadera; llevaba agua del pozo. Solía pasar todas las tardes; y en aquel atardecer especialmente, frente al sol poniente, era la tierra misma en movimiento.
De la ciudad cercana habían llegado dos hombres jóvenes. El ómnibus los había traído hasta la parada, y ellos hablan venido andando el resto del camino. Trabajaban en una oficina, dijeron, y por eso no hablan podido llegar más temprano. Llevaban ropa limpia, que no se había ensuciado en el viejo ómnibus, y llegaron sonrientes, pero algo tímidos, en actitudes vacilantes y respetuosas. Una vez sentados, pronto olvidaron su timidez, pero aun no estaban muy seguros sobre la manera expresar en palabras lo que pensaban.
¿Qué clase de trabajo hacéis?
"Ambos estamos. empleados en la misma oficina; yo soy taquígrafo y mi amigo lleva las cuentas. Ninguno de nosotros ha ido al colegio, porque nuestros medios no lo permitían, y no somos casados. No recibimos mucha paga, pero como no tenemos responsabilidades de familia, nos basta para nuestras necesidades. Si alguno de los dos se casara, ya sería diferente"
"No somos muy cultos" -añadió el segundo- aunque leemos algo de literatura sería, nuestra lectura no es intensa. Pasamos mucho tiempo juntos, y en los días feriados volvemos a nuestras familias. En la oficina hay muy pocos que se interesen en cosas serías. Un amigo común nos trajo el otro día a oír una plática vuestra, y hemos preguntado si podíamos veros. ¿Puedo preguntaros una cosa, señor?"
Claro que si.
"¿Qué es el amor?"
¿Queréis una definición? ¿No sabéis lo que significa esa palabra?
«Hay tantas ideas sobre lo que debida ser el amor, que todo es un poco confuso"
-dijo el primero-.
¿Qué clase de ideas?
"Qué el amor no debe ser apasionado, sensual; que debe uno amar a su prójimo como a si mismo; que debe amar a sus padres, que el amor debe ser el amor impersonal de Dios, etc. Cada hombre da una opinión según su concepción."
Prescindiendo de las opiniones de otros, ¿qué creéis vosotros?¿Tenéis también opiniones sobre el amor?
"Es difícil expresar en palabras lo que uno siente" -replicó el segundo-. "Creo que el amor debe ser Universal;. uno tiene que amarlo todo, sin prejuicio. Es el prejuicio lo que destruye el amor; es la conciencia de clase la que crea barreras y divide a la gente. Los libros sagrados dicen que tenemos que amarnos unos a otros, y no ser personales ni limitados en nuestro amor; pero a veces nos resulta esto muy difícil."
"Amar a Dios es amar a todos" -añadió el primero-. "Sólo existe el amor divino ; lo demás es carnal, personal. El amor físico impide el amor divino; y sin amor divino, todo otro amor es mero trueque o intercambio. El amor no es sensación. Hay que frenar la sensación sexual, disciplinarla; por eso estoy en contra del control de nacimientos. La pasión física es destructiva; por la castidad se va hacia Dios."
Antes de seguir adelante, ¿no creéis que deberemos descubrir si todas estas opiniones tienen alguna validez? ¿No vale tanto una opinión corno otra? Prescindiendo de quién es el que la tenga, ¿no es la opinión una forma de prejuicio, una tendencia creada por el temperamento propio, por la propia experiencia y por la forma en que por casualidad se nos ha educado?
"¿Creéis que es malo tener una opinión?" -preguntó el segundo-.
Decir que es malo o bueno sería meramente otra opinión ¿no? Pero si empezamos por observar y comprender cómo se forman las opiniones, entonces tal vez podamos percibir el significado efectivo de la opinión, el juicio, la conformidad.
"¿Tendréis la bondad de explicarlo?"
El pensamiento es resultado de la influencia ¿no es así? Vuestro pensar y vuestras opiniones están dictados por la forma en que se os ha educado. Decís: "esto está bien, esto está mal", según el patrón moral de vuestro particular condicionamiento, Por el momento no nos interesa lo que es la verdad más allá de toda influencia, o si existe tal verdad, Tratamos de ver el significado de las opiniones, de las creencias, tanto si son colectivas, como personales. La opinión, la creencia, la conformidad o disconformidad, son reacciones que está de acuerdo con el propio trasfondo, estrecho o amplio, ¿no es así?
"Sí, pero ¿está mal eso?"
Repito, si decís que está bien o mal, os mantenéis en el campo de las opiniones. La verdad no es cuestión opinión. Un hecho no depende de la conformidad o de la creencia. Vosotros y yo podemos convenir en llamar a este objeto "reloj", pero bajo cualquier otro nombre seguiría siendo lo que es. Vuestra creencia u opinión es algo que os ha dado la sociedad en que vivís. Al rebelaros contra ella, como una reacción, podéis formar una opinión distinta, otra creencia; pero continuáis en el mismo nivel, ¿verdad?
"Lo siento, señor, pero no comprendo adónde queréis llegar" -replicó el segundo-.
Tenéis ciertas ideas y opiniones sobre el amor ¿no es así?
"Sí."
"He leído lo que han dicho sobre el amor los santos y los grandes maestros religiosos, y, habiéndolo pensado, he llegado a mis propias conclusiones."
Que están determinadas por lo que os agrada o disgusta, ¿verdad? Os gusta o no os gusta lo que han dicho otros sobre el amor, y decidís qué afirmación es correcta y cuál es equivocada según vuestra propia predilección. ¿No es esto lo que hacéis?
"Escojo lo que considero que es verdadero."
¿En qué se basa vuestra elección?
"En mi propio conocimiento y discernimiento".
¿Qué entendéis por conocimiento? No trato de poneros tropiezos ni acorralaros, sino que procuramos juntos comprender por qué tenemos opiniones, ideas, conclusiones sobre el amor. Una vez que comprendamos esto, podremos penetrar mucho más hondamente en el asunto. ¿Qué entendéis, pues, por conocimiento?
" Por conocimiento entiendo lo que he aprendido de las enseñanzas de los libros sagrados."
"El conocimiento abarca también las técnicas de la ciencia moderna y toda la información acumulada por el hombre desde los tiempos antiguos hasta el momento presente" -añadió el otro-.
El conocimiento es pues un proceso de acumulación, ¿verdad? Es el cultivo de la memoria. El conocimiento que hemos acumulado como hombres de ciencia, músicos, tipógrafos, estudiosos, ingenieros, nos convierte en técnicos en los diversos departamentos de vida. Cuando. tenemos que construir un puente, pensamos como ingenieros, y este conocimiento forma parte de la tradición, es parte del trasfondo o condicionamiento que influye en todo nuestro pensar. El vivir, que incluye la capacidad de construir un puente, es acción total, no una actividad parcial, separada; y sin embargo, nuestro pensar sobre la vida, sobre el amor, es determinado por las opiniones, las conclusiones, la tradición. Si se os educase en una cultura que sostuviera que el amor es sólo físico y que el amor divino es todo un disparate, repetiríais de la misma manera lo que se os había enseñado ¿no es así?
"No siempre" -replicó el segundo-. "Reconozco que es raro, pero algunos de nosotros nos rebelamos y pensamos por nosotros mismos."
El pensamiento puede rebelarse contra la norma establecida, pero esta rebelión misma es generalmente producto de otra norma; la mente sigue presa en el proceso del conocimiento, de la tradición. Es como rebelarse dentro de los muros de una prisión para pedir más comodidad, mejor alimento, etcétera.
Vuestra mente está, pues, condicionada por las opiniones, la tradición, el conocimiento, y por vuestras ideas sobre el amor, que os hacen actuar de cierta manera. Eso es claro, ¿verdad?
Si queréis una definición podéis mirar cualquier diccionario; pero las palabras que definen el amor no son el amor ¿verdad? Bucear meramente una explicación de lo que es el amor, es estar aún atrapado en las palabras, las opiniones, que se aceptan o rechazan de acuerdo con vuestro condicionamiento.
"¿No estáis haciendo imposible averiguar qué es el amor?" preguntó el segundo.
¿Es posible averiguar a través de una serie de opiniones, conclusiones? Para indagar acertadamente, el pensamiento tiene que estar libre de la conclusión, de la seguridad del Conocimiento, de la tradición. La mente puede librarse de una serie de conclusiones, y formar otra, cosa que es también sólo una continuidad modificada de lo viejo.
Ahora bien, ¿no es el pensamiento mismo un movimiento de un resultado a otro, de una influencia a otra? ¿Veis lo que quiero decir?
"No estoy seguro", dijo el primero.
"No lo comprendo nada", dijo el segundo.
Tal vez lo entendáis a medida que avancemos. Voy a presentarlo así: ¿es el pensar un Instrumento de indagación? ¿Nos ayudará el Pensamiento a comprender qué es el amor?
"¿Cómo voy a descubrir qué es el amor si no se me permite pensar?", preguntó el segundo un poco bruscamente.
Por favor, tened un poco más de paciencia. Habéis pensado sobre el amor ¿no es así?
"Si, mi amigo y yo hemos pensado mucho sobre ello."
Si puedo preguntarlo, ¿qué queréis significar al decir que habéis pensado sobre el amor?
"Oue he leído sobre él, lo he discutido con mis amigos he sacado mis propias conclusiones."
¿Os ha ayudado eso a descubrir lo qué es el amor? ¿Habéis leído, habéis intercambiado opiniones, y habéis llegado a ciertas conclusiones sobre el amor, a todo lo cual se le llama pensar. Habéis descripto positiva o negativamente qué es el amor, a veces añadiendo y a veces quitando a lo que anteriormente habéis aprendido. ¿No es así?
"Sí, eso es exactamente lo que hemos estado haciendo, y nuestro pensar ha contribuido a clarificar nuestras mentes".'
¿Ha contribuido? ¿O es que os habéis atrincherado cada vez más en una opinión? Seguramente que lo que llamáis aclaración es el proceso de llegar a una definida conclusión verbal o. intelectual.
"Eso es; no estamos tan confusos como estábamos".
En otras palabras: algunas pocas ideas resaltan claramente en esta mezcla de enseñanzas y opiniones contradictorias sobre el amor, ¿no es eso?
"Sí; cuanto más hemos analizado toda esta cuestión de lo que es el amor, tanto más clara se ha vuelto."
¿Es el amor lo que se ha aclarado o lo que pensáis sobre él?
¿Vamos a indagar un poco más esto? Cierto ingenioso mecanismo se llama reloj, porque todos hemos convenido en utilizar esta palabra para indicar esa cosa determinada; pero la palabra 'reloj' no es evidentemente el mecanismo del mismo. De la misma manera, hay un sentimiento o un estado que todos hemos convenido en llamar amor; pero la palabra no es el sentimiento mismo, ¿verdad? Y la palabra amor significa muchísimas cosas diferentes. En cierto momento la utilizáis para describir un sentimiento sexual, en otro instante habláis de amor divino o impersonal, o bien afirmáis lo que debería o no debería ser el amor. Y así sucesivamente.
"Si se me permite interrumpir, señor ¿podría ser que todos estos sentimientos fueran simplemente formas variantes de la misma cosa?", preguntó el primero.
¿Que os parece a vos?
"No estoy seguro. Hay momentos en que el amor parece ser una cosa, pero en otros instantes parece algo muy distinto. Todo eso es muy confuso, no sabe uno a qué atenerse".
Ahí está, precisamente. Queremos estar seguros del amor, clavarlo para que no se nos escape; llegamos a conclusiones, nos ponemos de acuerdo sobre ellas; lo llamamos por diversos nombres, con sus significados especiales; hablamos sobre "'mi amor", lo mismo que hablamos sobre 'mi propiedad', 'mi familia», "mi virtud', y esperamos guardarlo bien seguro, para poder atender a otras cosas y asegurarnos también de ellas. Pero de alguna manera siempre se nos escapan cuando menos lo esperamos.
"No sigo bien todo esto"; dijo el segundo, bastante perplejo.
Como hemos visto, el sentimiento mismo es diferente de lo que los libros dicen sobre él; el sentimiento no es la descripción, no es la palabra. Hasta aquí está claro ¿verdad?
"Si"'.
Ahora bien, ¿podéis separar el sentimiento de la palabra y de vuestros preconceptos sobre lo que debería y no debería ser?
"¿Qué queréis decir con 'separar'?", pregunto' el primero.
Existe el sentimiento, y la palabra o palabras que describen ese sentimiento, ya sea en forma aprobatoria o desaprobatoria. ¿Podéis separar el sentimiento de su descripción verbal? Es relativamente fácil separar una cosa objetiva, como este reloj, de la palabra que lo describe; pero, disociar el sentimiento mismo de la palabra "amor", con todas sus implicaciones, es mucho más arduo y requiere mucha atención.
"¿Para qué servirá eso", preguntó el segundo.
Siempre queremos conseguir un resultado a cambio de hacer algo. Este deseo de un resultado, que es otra forma de la busca de conclusión, impide comprender. Cuando preguntáis "¿para qué me servirá disociar el sentimiento de la palabra 'amor'?" estáis pensando en un resultado; por lo tanto, no estáis realmente inquiriendo para descubrir qué es ese sentimiento, ¿verdad?
"Quiero, si, descubrir, pero quiero también saber cuál es el resultado de disociar el sentimiento de la palabra. ¿No es esto perfectamente natural?"
Tal vez; pero si queréis comprender, tenéis que prestar atención, y no hay atención cuando una parte de vuestra mente interesa en resultados, y la otra en comprender. De este modo no conseguís ni una cosa ni la otra, y así os volvéis cada vez más confuso, amargado y desdichado. Si no disociamos la palabra -que es recuerdo y todas sus reacciones, del sentimiento, entonces la palabra o la memoria, es la ceniza sin el fuego. ¿No es esto lo que os ha pasado a los dos? Os habéis enmarañado en la red de las palabras, de las especulaciones, que se pierde el sentimiento mismo, lo único que tiene honda y vital importancia.
"Empiezo a ver lo que queréis decir" -dijo despacio el primero. "No somos sencillos; no descubrimos nada por nosotros mismos, sino que simplemente repetirnos lo que se nos ha dicho. Aun cuando nos rebelemos, formamos nuevas conclusiones, que de nuevo tienen que romperse. Realmente no sabemos qué es el amor, sino que meramente tenemos opiniones sobre él ¿Es eso?".
¿No lo creéis así vos mismo? Por cierto, para conocer el amor, la verdad, Dios, no tiene que haber opiniones, ni creencias, ni especulaciones, con respecto a ello. Si tenéis una opinión sobre un hecho, la opinión se vuelve lo importante, no el hecho. Si queréis conocer la verdad o la falsedad del hecho, entonces no debéis vivir en la palabra, en el intelecto. Podéis tener muchos conocimientos, información, sobre el hecho, pero el hecho mismo es enteramente distinto. Dejad de lado el libro, la descripción, la tradición, la autoridad, y emprended el viaje del autodescubrimiento. Amad, y no os enredéis en opiniones e ideas acerca de qué es el amor o qué debería ser. Cuando améis, todo saldrá bien. El amor tiene su propia acción. Amad, y conoceréis sus bendiciones. Manteneos apartados de la autoridad que os dice qué es y qué no es el amor. Ninguna autoridad lo sabe; y el que lo sabe no puede decirlo. Amad, y habrá comprensión.
Extracto de EL ARTE DE VIVIR
J. Krishnamurti
Fuente:
www.trabajadoresdelaluz.com
03 noviembre 2019