Emmanuel - Los reinos del Espíritu.


Inspirad a vuestros corazones el mayor deseo de percibir a los Seres de Luz y abandonad toda expectativa respecto al modo en que sucederá.

No podéis figuraros cuánto pueden limitaros las expectativas!

Daos permiso, en este mismo instante, de contactar el mundo del espíritu.

Todo lo que requiere es vuestro permiso.

Aquí estamos.

Mirad en su interior!

Vuestra mente no conoce el camino.

Vuestro corazón ya ha estado allí.

Y vuestra alma nunca ha salido de él.

Bienvenidos a casa!

Estoy aquí?

Sí, estoy aquí.

Extended la mano y lo tocaréis.

Si decís: «Es mi imaginación», que así sea.

Soy entonces una quimera de vuestra imaginación.

Y también vosotros lo sois.

Y también lo es vuestro mundo.

Y también lo es vuestro deseo.

Y también lo es vuestro amor.

¿Cómo podéis haceros una cosa así?

¿Cómo podéis vivir en tal dolor?

Sí, aquí estoy.

Y también vosotros por toda la eternidad.

¿Existimos?

Sí, existimos.

¿Y hay Dios?

Lo hay.

¿Y estáis asustados?

Sí. ¿Y confusos?

Por supuesto. ¿Y sois imperfectos?

Desde luego. Perfectamente imperfectos, lo cual está muy bien.

Todo forma parte del Plan.

Todo es el Amor de Dios manifestado aquí, allí y por doquier.

¿Cómo puedo explicar para que comprendáis encerrados en vuestra mente racional, incluso desde mi propia mente racional?

Soy conciente de que estoy planteando un problema y pido sinceras disculpas por ello y sonreiré para agradecéroslo, si me lo perdonáis.

¿Por qué es tan difícil explicar quién soy?

¿No será porque vosotros seguís avergonzándoos un poquito de vuestros deseos, de estas creencias cada vez mayores y florecientes?

¿Verdad que sigue resultando incómodo pronunciar la palabra «Dios» en sociedad?

No soy un ser mágico, ni más ni menos que lo sois vosotros.

Soy un espíritu y vosotros también lo sois.

Tengo un cuerpo y vosotros también.

El mío se halla ligeramente alterado por la alteración que supone mi conciencia.

Vosotros y yo seguimos la misma vía.

Buscamos la Verdad y nuestras almas desean volver a la Unicidad con Dios.

Todos estamos creciendo dentro de nuestro reino.

Está ahí.

No hay tanta distancia entre vuestra realidad y la mía.

Suele creerse que los que tenéis forma física sois las únicas existencias sólidas del universo.

Evidentemente no es cierto.

Todos tenemos nuestra realidad física; quizá la mía no sea tan fotogénica como la vuestra, pero existe, por cierto.

Hay tantos espíritus implicados en el proceso humano en este mismo instante como seres humanos existen.

Se están construyendo muchos puentes.

Se están abriendo muchas puertas a través de las cuales la luz de la unicidad penetra desde el mundo de la Gran Luz en vuestro mundo en proceso de Conversión en Luz.

Existen muchos seres con variadas intensidades de Luz; Físicos, sí; y no físicos, desde luego y todos bullen, atareadísimos como están en satisfacer su propio Ego.

El milagro de la creación de Dios es evidente; basta observar esas raudas centellas de amor y conciencia, serpenteando de acá para allá, vida sobre vida, llegando y marchándose, amando y defraudando, pero aprendiendo, siempre aprendiendo.

Es un tapiz tan magnífico y maravilloso que ni puedo alcanzar a describíroslo.

No os desesperéis. No hay ni un solo momento, contra lo que pueda parecer, en el que Dios no sea plenamente conciente del más pequeño parpadeo de vuestro conocimiento humano.

Lo único que hace que se manifieste la oscuridad son las sombras de vuestro continuo olvido de vosotros mismos.

Vuestro mundo necesita del mío y el mío, queridos míos, necesita del vuestro.

Esto tenemos que hacerlo juntos.

A medida que nos vamos encontrando, unos hilos de áureo conocimiento van tejiendo juntas nuestras realidades.

En un futuro, se producirá el momento más bello de todos: aquél en el que el espejismo sea abatido, y haya una reciprocidad y unidad entre nosotros.

Mientras tanto, se necesita muchísima fe para ser humano.

¿No os parece?


¿Tiene cada persona un guía?

No existe ni una sola alma que no posea al menos un espíritu que la acompañe.

Sois guiados.

Me gustaría confirmároslo.

Algunos de nosotros que ya no necesitamos ser humanos, existimos en nuestro nivel de conciencia para guiar y enseñar.

Vednos como amigos.

Permitidnos entrar en vuestras vidas.

No deseamos ser venerados.

La Veneración pertenece sólo a Uno, que es Dios.

Estamos aquí para ser escuchados y para que nos hablen, igual que vosotros.

Muchos somos llamados para realizar este servicio, para tener la alegría de llegar hasta vosotros, que nos estáis buscando.

Somos el puente que une el anhelo humano y la verdad del espíritu.

Éste es nuestro cometido.

Podemos guiaros hacia una comprensión más profunda.

Podemos aseguraros que seguiréis para siempre, que se os amará y cuidará eternamente.

Es cuanto podemos hacer.

Fuera de eso, debéis caminar vosotros paso a paso.

Estáis aquí para vivir vuestra vida.

Mi cometido, (a través de mi amor) consiste en hacer brillar la Luz en aquellas zonas que puedan conduciros a vuestra propia Luz interior.

Quiénes son nuestros guías?

¿Cómo podemos llegar hasta ellos?

Vuestros guías son espíritus en el plano del perdón que se han perdonado definitivamente a sí mismos.

Ahora intentan ayudaros en vuestro proceso de auto-perdón y de encontrar al verdadero Cristo que está en vuestro interior.

¿Cómo podéis encontrarlos?

Mediante la meditación, mediante la oración, abriendo vuestros corazones a lo que os hace merecedores de ser guiados, estando dispuestos a escuchar lo que no esperáis escuchar o, acaso, lo que no deseáis oír.

Estad abiertos para recibir. Va despacio, lo sabéis.

Esa pared ilusoria que separa mi realidad de la vuestra parece ser sólida por vuestro lado.

Yo ni siquiera la veo.

Al considerarla vosotros una realidad, se hace real.

Comenzad por permitir la desintegración del invento que separa nuestros mundos.

Estad dispuestos a hacer agujeros en él de vez en cuando y a contemplar la Luz que penetra a través de ellos.

La responsabilidad de solicitar la enseñanza debe ser vuestra.

La responsabilidad de emplear dicha enseñanza debe ser vuestra.

Los espíritus no podemos gritaros a través de los boquetes de la resistencia.

Os hablamos sutilmente cuando dormís, cuando meditáis, cuando estáis inspirados hasta que estáis listos y dispuestos a abriros a medios de comunicación más claros.

Recibís esa comunicación no sólo de manera audible sino también en vuestros corazones.

Las puertas están abiertas.

Los maestros están listos.


Emmanuel: ¿podemos confiar en la guía que recibimos?

Debéis probarla. Debéis comprobarla.

Debéis escuchar lo que se os dice y permitir en definitiva que vuestro corazón, que vuestra sabiduría interna y que vuestra intuición sean la autoridad final.

No aceptéis nada que no os suene bien.

No deleguéis nunca esa responsabilidad.

Recordad, sois Dios, queridos míos.

Confiad en esta parte de vosotros mismos.

Hay serafines que bajan a la tierra cuando se les necesita.

Semejantes seres no deben existir durante toda una vida.

De repente aparece uno y luego simplemente deja de estar ahí y os diréis unos a otros:

«¿Recordáis a aquel hombre tan curioso?»

«¿Verdad que era extraordinario?»

«Me pregunto ¿cómo se llamaría?»

«Me pregunto dónde vivirá!»

¿Son capaces de comunicarse las almas que no son guías?

Por supuesto.

El contacto amoroso no se rompe nunca.

La cadena dorada del amor es eterna y, cuando realmente hace falta, el alma recibe la llamada esté donde esté, aunque se haya reencarnado, el alma vendrá.

Es muy importante que esto se sepa.

En el universo hay misericordia, equilibrio y amor.


Respecto a las fuerzas oscuras:

La oscuridad no nos invade.

Somos nosotros quienes la hemos cortejado.

Es cuestión de hablar con el dueño del local, no de maltratar a los clientes.

Compasión y no castigo, corresponde a las almas que están empezando a buscar.

No se os ocurriría ir al jardín de infancia y acusar a los niños de «almas perdidas» porque no saben leer ni escribir.

La oscuridad necesita ser vista, no ya como una amenaza, sino como una oportunidad para amar.


No podéis figuraros cuán a menudo se produce el intercambio entre vuestro mundo y el mío.

Se trata de algo constante.

La separación de nuestros respectivos mundos es una fina cortina de aprendida apariencia.

Cuando entráis en el útero empezáis a aclimataros a una realidad limitada.

En ese momento del nacimiento, se os da, no ya un confinamiento instantáneo dentro de lo que es el cuerpo, sino sencillamente una conciencia de que habéis empezado un viaje, que es algo importante y que hay por delante mucho que aprender.

Vuestra conciencia total no cabe en ese cuerpo tan pequeño que sois vosotros.

En algún lugar oyes el llanto de un niño y sabes que eres tú.

Identificarlo como tu propio «yo», tarda muchos meses, incluso años para producirse.




Extracto de El libro de Emmanuel
Transmitido por Pat Rodegast




Fuente:
www.trabajadoresdelaluz.com
08 febrero 2020