Ahora contaremos una de las experiencias más emotivas e inesperadas que hemos tenido.
Andrés, en su búsqueda del contacto directo con los maestros, va a visitar a una mujer que le habían recomendado pensando que lo podía ayudar a eliminar el bloqueo que le impedía el contacto personal. Estando ahí, él le pregunta a esta persona quién es el maestro que le ayuda a sanar, y ella le contesta: Jesús.
Posteriormente, en una sesión que Andrés tuvo con Elizabeth, comentan con sus maestros lo siguiente:
Andrés: Ella me dice y me cuenta que trabaja con Jesús, que Él es el espíritu sabio que trabaja con ella para sanar. ¿Eso es posible? ¿Jesús es un maestro que está guiando a personas en este trabajo?
Elizabeth: Jesús cercano a muchos espíritus terrenales está, ayudando igual que nosotros a mejorar los defectos de la humanidad presentes en el caos existente en este momento en la Tierra.
Andrés: ¿En qué plano está Jesús?
Elizabeth: Jesús cercano a su Padre está, al Padre de todos nosotros. Como es su hijo, muy junto a Él está dirigiendo a diferentes espíritus superiores que, a su vez, ayudando a los seres terrenales están.
Andrés: Pero cuando Jesús ayuda o sirve de guía a seres terrenales, ¿es porque éstos tienen un espíritu muy elevado?
Elizabeth: Gran suerte han tenido que Jesús descienda hasta más cercanos a ellos estar y ayudarles en su trabajo terrenal.
Andrés: ¿Nosotros podríamos tener contacto con Jesús?
Elizabeth: Ustedes, a Jesús nunca han invocado para este trabajo realizar. Nosotros subordinados de Él somos y con nuestra voluntad junto a ustedes estamos, pero a Jesús ustedes nunca han invocado.
Andrés: ¡Ah! ¿Eso quiere decir que si en algún momento nosotros lo invocamos y Él quiere estar presente con nosotros, podría presentarse?
Elizabeth: Como todos hijos de Dios somos, Jesús hermano tuyo es. Por lo tanto, si pides su ayuda, siempre al lado tuyo puede estar.
Seguimos con la sesión revisando otras cosas y repentinamente se produce una pausa, y Elizabeth, impresionada y con voz fuerte, dice:
Elizabeth: ¡Ahora sí que llegó Jesús!
Andrés: ¡Llegó!
Elizabeth: Sí, con una luz, pero una luz así como amarilla-blanca, lleno, lleno, lleno de rayos. El problema es que nos estábamos olvidando de Él, pero igual dice que si con Él quieren trabajar deben invocarlo en las sesiones, especialmente para sanar a personas sufrientes.
Andrés: ¿Y está ahí?
Elizabeth: Estamos llenos... Llenos... Llenos de luz.
Andrés: Gracias, Jesús, por presentarte. La verdad es que no te habíamos invocado porque no sabíamos que podíamos trabajar directamente contigo. ¿Yo puedo hablar contigo, te puedes comunicar con nosotros?
Elizabeth: Por respeto creías que no se podían comunicar conmigo, eso lo entiendo.
(¡Qué increíble!, dice Elizabeth)
Andrés: ¿Por qué es increíble?
Elizabeth: Porque es tan maravilloso...
Andrés: ¿Y Él tiene figura como espíritu?
Elizabeth: Sí, yo lo veo súper alto, con una túnica larga medio celeste de la que sale mucha luz. Pero es inmenso, súper grande.
Andrés: Jesús, ¿entonces nosotros te podemos invocar cuando queramos sanar a las personas?
Elizabeth: Sí.
Andrés: Y para hacer eso, ¿esa persona tiene que estar presente?
Elizabeth: No.
Andrés: Jesús, tú dices que cuando queramos trabajar en sanación podemos invocarte. ¿Pero cómo es ese trabajo que tenemos que hacer nosotros con las personas? ¿Cómo podemos trabajar con ellas? Yo quiero empezar a ayudarlas, ¿pero cuál es el método?
Elizabeth: Energía mental ustedes tienen, visualicen órgano afectado y envíen mi luz, mi luz es blanca, blanca cremosa, sobre el órgano necesitado de curación y yo les ayudaré.
Andrés: Gracias, para nosotros es realmente emocionante habernos podido contactar contigo. Gracias por darnos esta oportunidad y bendecimos este momento. Te lo agradecemos. ¿Hay algo que nos quieras decir antes de terminar?
Elizabeth: Bendigo yo la oportunidad de tenerlos a ustedes.
En ese momento sentimos una gran emoción al escuchar su respuesta, por la cercanía y humildad de sus palabras.
Andrés: Jesús, te tengo que preguntar esto, porque hace tiempo ya que estoy en esta situación: quiero ayudar a una persona y no he podido hacerlo. Es Lorena, hija de una amiga. La verdad es que no la conozco, pero siento la necesidad de ayudarla de alguna forma. ¿Tienes algo que decirme de ella para poder transmitirlo? ¿Sabes a quién me refiero, Jesús?
Elizabeth: Agradezco tu interés por esta persona. Esta experiencia ha sido necesaria para su espíritu fortalecer y, si ustedes me lo piden, a los pies de su cama estaré ayudando a sus músculos fortalecer. Mucha fuerza necesita para poderse levantar.
Utilicen la luz de Daniel, la luz amarilla envíen a su sistema muscular, visualicen sus músculos y articulaciones rodeados de luz amarilla. Así, lentamente, pueden su energía mejorar.
Andrés: ¿El diagnóstico y tratamiento que le están efectuando es el correcto?
Elizabeth: Que no te importe el diagnóstico, involúcrate en la manera de ayudarla; si puedes, visítala. Ponle las manos encima de sus brazos y piernas y piensa que están enviando luz amarilla a todo su sistema. Es difícil para ti esto hacer, pero capacidad en tus manos tendrás para sanar. Utilicen este método de enviar la propia energía de ustedes más la de sus maestros, y así ayudarán a mucha gente necesitada. Tú piensas que se van a reír de ti, pero la gente que necesita esta ayuda espera cualquier cosa que las pueda mejorar. Acércate a su cama, si prefieres, estando solo tú presente. Hazla cerrar sus ojos, pon tu mano derecha sobre su frente, la mano izquierda deslízala sin tocarla por todo su cuerpo, visualizando la energía amarilla que Daniel les manda. Varias veces repite esto, que así de a poco la irás ayudando. Con una vez que a su cama te acerques, después lo podrás hacer desde la distancia, sin necesidad de ir allá.
Andrés: Bien, gracias. Te pido que me ayudes, que estés a los pies de su cama. Voy a invocarte para que tú me ayudes a entregarle esta energía; para que pongas tu poder de sanación en mi mano y así poder transmitir la energía cada vez que necesite ayudar a alguien.
Elizabeth: Ahora que me invocaste, cercano a ti estoy; no trepides en llamarme, que te ayudaré a esta tarea efectuar.
(Pausa)
Andrés: Muy bien, Elizabeth, estando ahí agradecemos a Jesús por haberse presentado con nosotros, por habernos permitido este contacto maravilloso, por haberte permitido verlo y sentirlo tan cerca y tan profundamente. Agradecemos a Heraldo por presentarse una vez más con nosotros, y a todos nuestros espíritus guías que sabemos siempre nos acompañan y ayudan. Por último, agradecemos a Dios por permitirnos estar en este camino junto a Él y abrir nuestros ojos y nuestro espíritu al plano en el que Él se encuentra. Así también le pedimos que nos siga protegiendo y orientando, tanto espiritual como terrenalmente. Porque, como ellos saben, estamos en la Tierra y como tal tenemos que vivir aquí y hay muchas cosas en torno a nosotros que nos perjudican, nos hacen dudar, nos hacen estancarnos o nos hacen retroceder. Por eso les pedimos a todos ellos que nos ayuden, nos protejan y nos guíen, a nuestras familias, a nuestros seres queridos y a toda la humanidad.
Efectivamente, la niña por la que Andrés preguntó presentaba una enfermedad que compromete todos los músculos del cuerpo. Posteriormente, Andrés estuvo con ella haciendo lo que Jesús le había sugerido.
Varios meses después, en la víspera de la Navidad, Elizabeth y Andrés tenían programada una sesión. Andrés estaba muy emotivo y sensible, y propone a Elizabeth tener un contacto con Jesús, y esto es lo que ocurre:
Andrés: Heraldo, hoy tengo ganas de escuchar a Jesús, tengo ganas de saludarlo y tener un contacto con Él. ¿Tú crees que sea posible hacer eso si yo lo invoco ahora?
Elizabeth: Jesús en planos muy elevados se encuentra. Sin embargo, la solicitud de cercanía o ayuda por ustedes pedida puede ser escuchada y mensajes directos de Él pueden recibir.
Andrés: Muy bien, Elizabeth, muy relajada. En esta sesión en particular voy a pedir a Jesús su presencia ante ti para comunicarnos y conversar con Él. Le pedimos a Dios Padre que permita esta conexión con su hijo, con mucho respeto y muy humildemente.
Es un día especial y nos gustaría estar con Él. (Pausa). ¿Te llega algo, Elizabeth?
Elizabeth: Estamos con una gran luz blanca.
Andrés: Hola, Jesús, agradecemos que hayas aceptado nuestro llamado. ¿Tienes algún mensaje que darnos?
Elizabeth: Hijos míos (Elizabeth se emociona), junto a ustedes siempre he estado, más aún si solicitan mi presencia para invocar ayuda, especialmente de sanación o visita a personas muy enfermas. Agradezco su preocupación por los demás. Actualmente hay pocas personas como ustedes que dediquen tiempo en forma voluntaria e incondicional a sus congéneres. Esta obra, aunque ustedes piensen que es pequeña, muy cerca de mí los coloca. Los errores de vuestro pasado de esta vida u otras se han ido borrando gracias al trabajo actual. No lo dejen, persistan en el intento. A pesar de algunos obstáculos, el camino igual está trazado y juntos lo recorrerán para ayudar a las personas que lo pidan, o que cercana a ustedes se encuentre. Podrán ayudar, ya sea en forma directa o con ayuda nuestra a través de los mensajes o de la energía que ya les hemos enseñado a usar.
Andrés: Hoy se celebra la fecha de tu nacimiento para el pueblo cristiano. Qué me puedes decir de esta celebración, de tu nacimiento.
(Pausa)
Elizabeth: Muy lejanos están los tiempos en que a esta tierra vine a emancipar al hombre. Cuántos cambios, cuánta evolución que el hombre cree es mejor, pero ha dañado profundamente el espíritu inocente de las almas. ¿Crees tú que hay muchos que se acuerden siquiera de mi nacimiento? Es otro el espíritu que rodea a la humanidad en estos tiempos. El espíritu religioso se ha perdido; mis enseñanzas no han sido escuchadas o han sido oídas parcialmente y solo por algunos.
Andrés: ¿Cuál crees tú que sería o que fue tu mayor enseñanza, tu mensaje más importante?
Elizabeth: Solo quise enseñar el amor, el amor incondicional de unos hacia otros, pero no fue por todos comprendido. Ha sido desvirtuada mi enseñanza, tergiversada o aplicada según las conveniencias de distintas religiones. Yo solo quise enseñar la bondad y el amor entre las personas.
Andrés: Hoy en mi hogar vamos a celebrar tu nacimiento, con mi familia y amigos, y me gustaría decir algunas palabras a los que estén ahí conmigo. Me gustaría que esas palabras fueran tuyas y que pueda plasmar en sus corazones algo importante que produzca un cambio. ¿Qué es lo que yo debo decir? Disculpa que te pida eso, pero quiero que sean tus palabras.
Elizabeth: Las palabras a tus labios vendrán en el momento adecuado. Solo agradéceles su presencia en tu reunión e incúlcales la importancia del amor, el amor incondicional a cualquier persona, un amor con caridad incluida en él. La caridad se puede manifestar de muchas maneras, no solo con ayuda o con regalos materiales, sino con palabras, consejos o enseñanzas espirituales. Solo agradéceles su presencia y bendícelos en mi nombre.
Andrés: Así lo haré, Jesús, así lo haré. Me encantaría poder seguir haciéndote preguntas, pero siento que te estoy molestando, que no debo inmiscuirme en tus enseñanzas, en tu vida terrenal. ¿Hay algo que tú me quieras decir y que quieras transmitir?
Elizabeth: Tiempo tendrás para acercarte a mis enseñanzas que escritas en muchas partes están, algunas incompletas, tergiversadas o transformadas.
Andrés: ¿Y cómo saber cuáles son las completas, cuáles son las que están cambiadas; cómo entender? No es fácil. Quiero agradecer tu presencia y tu contacto con nosotros hoy. Te agradecemos muy sinceramente la oportunidad que nos das de conversar contigo, de recibir tus enseñanzas, tus consejos y la iluminación que nos das para seguir en este camino hacia tu Padre, hacia nuestro Padre, hacia Dios. Te pedimos que constantemente estés mandando tu energía hacia nosotros, y nosotros nos comprometemos a enviarla a nuestro alrededor y de esa manera transmitir ese amor incondicional que tú nos has enseñado.
Elizabeth: Es tan simple... Al que veas, mires o encuentres en tu camino, simplemente mándale mi energía o mi luz blanca, sin importar si lo conoces o no. Hazlo con cualquiera que te encuentres. Así las conciencias se irán modificando y se irán lentamente orientando hacia la paz y el amor universal.
Andrés: ¿Cómo debemos mirar a Dios?
Elizabeth: Solo piensa en Dios como en tu Padre, tu Padre perfecto y completo a quien tú puedes solicitar todo lo que necesitas, porque Él siempre te lo va a otorgar.
Piensa en Dios como un Padre bueno, no como un Padre castigador.
Andrés: ¿Por qué a veces a Dios se le muestra con una imagen castigadora?
Elizabeth: No lo mires como un castigo, sino como un camino hacia la purificación del espíritu. Son pruebas más que castigos para llegar a la perfección y llegar a ser un espíritu completo en los planos superiores, que a la larga servirá de guía a los que van pasando por este mundo.
Andrés: ¿Qué hay entre tú y Dios? ¿Hay otros espíritus? ¿Hay espíritus más elevados que tú?
Elizabeth: Existen los tribunales de justicia para clarificar situaciones de los distintos seres que han evolucionado o van traspasando hacia los planos superiores. Hay distintas etapas, hay diferentes seres superiores que están al lado del Padre ayudándole en su tarea. Yo soy solo un mensajero de Dios. Me he presentado en distintas formas, en distintos lugares. Una de mis formas es Jesucristo, otras ha sido como otro profeta.
Siempre es el hijo o enviado de Dios que ha pasado en diferentes épocas en la Tierra, en distintas religiones. Soy solo un representante de Dios en la Tierra.
Andrés: ¿En qué otros profetas has encarnado?
Elizabeth: A veces he pasado como un simple predicador. He podido estar en un sacerdote, en un predicador en el momento en que entrega su palabra a los fieles que lo escuchan. He pasado por distintos países en diversas formas. Muchas veces inadvertido, solo como un pregonero de la palabra de Dios. Pero ha sido mi espíritu el que ha guiado al sacerdote o al predicador que en ese momento me ha representado. No siempre he sido un personaje por todos reconocido o por todos observado. A veces he sido una persona simple, pero con una gran profundidad en su palabra.
Andrés: Sí, pero ahí me estás diciendo que has entrado al cuerpo de esa persona para transmitir cosas. Pero yo pregunto si tal como fuiste Jesús, también fuiste otro hombre aquí en la Tierra, como Mahoma, Buda...
Elizabeth: Ellos han sido otros mensajeros de mi Padre. Apropiados o adecuados para el nivel cultural de otras poblaciones, por eso que se han manifestado con tendencias diferentes. Todas las religiones acercan al Padre. Lo importante es tener un credo y una conciencia de que Dios existe y que Dios comanda el Universo.
Andrés: Pero hay tantas cosas... Se pelean, son las cosas que uno no entiende: utilizan a la religión y a Dios por el poder.
Elizabeth: El libre albedrío y la ambición los lleva a modificar las ideas del Padre.
Los representantes en la Tierra son humanos, tienen sus debilidades y sus bondades, a veces predominan las malas ideas.
Andrés: En otra oportunidad yo te puedo invocar para sanar a personas, pero también para preguntarte otras cosas y así ir aprendiendo. ¿Podemos?
Elizabeth: No hay inconvenientes, a veces te puedo responder, a veces no.
Andrés: Te agradecemos nuevamente, Jesús, por la ayuda que nos has entregado.
Elizabeth: Estoy cercano, pero quiero que tu mente se libere, que solo vea la transparencia de mi espíritu. No preguntes, no pienses, solo descansa un momento. Este tiempo es un tiempo de paz y tranquilidad. No te compliques, solo relaja tu espíritu.
Andrés: ¿Me lo dices en forma general, o quieres que lo haga ahora?
Elizabeth: Ahora solo piensa en la luz.
Andrés: Bueno, voy a dejar esto y tú guíame.
(Dejé la grabadora y me relajé, pero como de pronto comenzó a hablar, la prendí y luego la acerqué)
Elizabeth: Solo con mi luz podrán fortalecerse y ayudar a las personas que les hemos pedido. Pero para ayudar necesitan relajarse y descansar sus mentes. No siempre es necesario que estén trabajando o preguntando, o inquiriendo cosas o dudas profundas.
Para ayudar es necesario recuperar a fondo la energía por ustedes entregada. Acuérdense de que, en los mensajes que vuestros maestros les han entregado, está la enseñanza de cómo recogerla. No necesitamos que sus mentes estén en permanente ebullición. Piensen en las cosas simples, entreguen su espíritu por momentos a la paz y a la relajación. No piensen en nada, solo pongan la mente en blanco. Así tendrán una comunicación más directa del espíritu de Dios y sus bondades. El bullicio ambiental impide este tipo de conexión. Ustedes tienen que buscarla y tratar de encontrarla durante el día para tener la renovación de sus energías personales y así poder entregar mi energía y la de mis maestros al resto de la humanidad. Tranquilicen el espíritu y encuentren la paz interna, esto es lo más importante en la misión que les hemos encomendado, y así la puedan llevar a efecto con eficiencia.
Varios meses después estábamos en una sesión, en espera de la llegada de algún maestro para recibir mensajes y contestar preguntas. Grata e inesperada fue nuestra sorpresa al presentarse con nosotros Jesús.
Extracto de MAESTROS ESPIRITUALES I
Mensajes y sanación
Salim Hodali - María Eugenia Muñoz - Erna Lueg