Ahora, antes de concluir esta velada, hay un asunto que quiero tratar contigo, acerca del cambio y todos los que están pasando por él. El cambio no es una enfermedad ni tampoco es un virus. Es necesario para que una persona continúe creciendo y extendiendo ese crecimiento en la propia vida, para causar un efecto en la vida.
Es importante para el alma que cambiemos, y cuanto más cambiamos en el curso de una vida, mayores son nuestras posibilidades de triunfar en esa vida, no con otra vida, sino con un viaje progresivo de regreso a través de la escalera, de vuelta a Punto Cero. Nosotros intensificamos nuestra oportunidad de hacer esto. Hay muchos de vosotros ahora que estáis forzando el cambio en vuestra vida en áreas en las que no estáis lo suficientemente maduros como para cambiar. Y cuando hablo de un nivel de madurez, quiero decir que has creado circunstancias en tu vida cuya creación fue intencionada, y estás en plena experiencia de esas creaciones.
Ahora, no existe una línea de tiempo para una experiencia creada emocionalmente. Por ejemplo, tú puedes estar en una relación que no ha alcanzado un nivel de madurez, donde esa relación ya no te ofrece el reto por medio del cual crecer, y el reto podría ser, simplemente, tener la capacidad de corresponder con amor. Y si eso ya no habita ahí, entonces esa relación ha alcanzado una madurez, y es hora de cambiar la relación. Algunos de vosotros no encontraréis ese nivel de madurez por muchos años.
Ahora, cuando te digo que cambies, eso no significa que debas deshacerte de lo que aún no te hayas adueñado en tu vida. Es muy fácil y muy simple saber cuándo te has adueñado de algo. Se convierte en algo aburrido, predecible, tedioso. Y la recompensa es tan pequeña como tener un techo sobre tu cabeza y comida que llevarte a la boca, y ese es el compromiso. Es simple saber y fácil detectar cuándo es el momento de avanzar. El aburrimiento es la señal de que es hora de cambiar.
Muchos de vosotros no habéis terminado con vuestras experiencias y no tenéis ningún derecho a intentar cambiarlas cuando no están maduras. El momento en que maduran es cuando has cosechado lo que se supone que deberías cosechar de aquello que creaste intencionalmente. ¿Cuántos de vosotros entendéis? Tú no quieres —y sería meramente imposible— alejarte del amor y hacerlo a un lado en favor de algo más grande y mejor, porque cuando el amor está presente, eso nunca es aburrido. Eso es siempre continuo y nutriente.
Ahora, quiero que entiendas que el requisito para ser un maestro no significa que tengas que desalojar completamente de tu vida todo lo que hay en ella porque piensas que eso significa desapego. Sepárate sólo de tu sufrimiento, tu carencia, y tu victimismo. Y disfruta, por Dios, de los frutos de tu iniciativa enfocada en la vida, y es tu tarea experimentarlos hasta el nivel de madurez. Y cuando se alcance esa madurez, ella te abandonará; tú no tendrás que hacer nada. Te abandonará, porque ya no existirán ni el magnetismo ni la dinámica que supone su continuación. ¿Cuántos de vosotros entendéis?
Así que no tengas prisa en destruir o tratar de destruir lo que es real en tu vida porque has malinterpretado las enseñanzas. Hay momentos para disfrutar lo que has hecho, y esa es la belleza del maestro en la vida.
Porque el maestro en la vida puede bajar de la montaña y disfrutar del banquete sobre la mesa que una vez estuvo vacía, que él o ella—los maestros— crearon intencionadamente, y pueden, en verdad, participar en él.
Hay momentos para dejar de visualizar y empezar a comer y a beber ¿Comprendes?
Ahora, hay días en los que no vas a querer practicar tu enfoque-¿Y por qué no querrías enfocar? Bueno, porque quizás la única cosa que necesitas hacer al levantarte es dar gracias a Dios porque tus ojos se han abierto para ver una gloriosa mañana, y aquello en lo que tú ya te has enfocado en tu vida está dando sus frutos al máximo, y «que Dios me conceda la amplitud de mente y el aspecto pasional del carácter para disfrutarlo absolutamente». Entonces la disciplina es la vida, el día bien vivido. Y hay días cuando es hora de regresar a la montaña y regresar al trabajo, y empezar a cambiar el paisaje de ahí abajo. Y después llegará el día de bajar y disfrutarlo. ¿Entiendes?
Sí, es importante que cambies. Tú no deberías ser la misma persona sentada aquí esta noche que la que eras la primera vez que viniste a verme. Y si lo eres, tienes un problema. Tu vida debería ser como una estrella danzante que destella, que sabe en qué dirección va, qué largas serán sus aristas, y qué hermoso color tendrá.
Sabes, deberías cambiar y mejorar tu estado mental; mejorar y refinar tu capacidad de encontrar ese centro sin pausa, para reflexionar sobre una circunstancia pasada que te niega la riqueza de no tener problemas.
Deberías trabajar en refinarte, y cada día pulir y asumir la responsabilidad de tus actos y no cargársela a nadie más. Y cuando ya no puedas encontrar el apego para sostener el acto, éste desaparecerá de tu vida, y también desaparecerá su efecto en tu vida. ¿Entiendes?
Hay, verdaderamente, un ser extraordinario dentro de ti, que en el curso normal de la evolución tardaría muchas más vidas en cultivarse, porque está simplemente colgado de un pequeño problema de sufrimiento.
Bueno, nosotros sabemos que es muy fácil derribar las patas de su sufrimiento y deshacernos de sus asociaciones y su pasado. Cuando sabemos que es tan simple, entonces ya no existe en nuestra vida. Y cuando nosotros somos tan atrevidos como para hacer eso, merecemos ser ese ser radiante que ya nunca es afectado por cosas del pasado, por personas del pasado, y ya nunca sufre bajo ese criterio.
Merecemos ser seres radiantes y, en verdad, merecemos ser poderosos en ese ser radiante. Son solamente esas personas las que realmente merecen el honor de vivir doscientos años o más, ya que ellos no están calibrados para morir de un momento a otro, pues no han sufrido lo suficiente como para destruir su propia fuerza vital. ¿Cuántos de vosotros entendéis? Púlete y deja de quejarte. Observa el porqué de lo que estás haciendo, su corazón, y limpíate. No requiere un gran esfuerzo. Entonces entenderás la ciencia mágica de la maestría y su efecto, llamado longevidad.
Y por último, es verdad, antes de que nacieras en esta vida, sabías de mí, pues yo ciertamente te he conocido; y recorriste tu camino hasta llegar aquí, y eso estaba predestinado antes de nacer. Así pues, esta escuela tenía que llegar a existir para asistir a aquellos cuya elección del alma fue encontrar el conocimiento que yacía en la raíz de la causa de su comportamiento problemático, que los seguía obligando a regresar vida, tras vida, tras vida. Y ese conocimiento ha sido tratado en esta escuela.
Así pues, tú y yo hemos cumplido un destino, en un nivel del alma, de proveer la información, inspirándote a hacer algo al respecto. Yo soy muy duro en ese departamento. Pero a menos que tú quieras hacerlo, nunca va a funcionar para ti. Y te prometo que después de esta vida, aquellos de vosotros que no apliquen el conocimiento se van a encontrar otra vez ahí arriba, en otra revisión de la luz. Y vas a tener que examinar tu estúpida payasada de haber elegido aferrarte a una actitud bastante agria, que es realmente despreciable y deshonrosa. Preferirías aferrarte a eso que liberarlo para así poder ser libre en las vidas que vendrán. Vas a ver eso y te vas a entristecer sobremanera del orgullo y la indignación de aferrarte a eso. Después de que le pongas la debida atención a esta pequeña actitud, hay mucho que te puedo enseñar y, en verdad, es mucho lo que podemos hacer. Pero no es hasta que llegas al centro de donde vivo que yo te puedo mostrar sus alrededores adecuadamente. Que así sea.
Ahora, yo no vine a esta sala esta noche simplemente para sentarme y darte una enseñanza brillante, que por supuesto te he dado; sino que también, como el Señor del Viento, hablo como el que dicta la ley, que todo lo que diga y todo lo que conteste lleve el poder de la manifestación completa, y eso lo he hecho esta noche.
Entonces lo que esto significa para ti es que lo que te he enseñado se manifestará en tu vida, y las oportunidades llegarán hasta ti en gloriosa medida, porque quiero que tengas una oportunidad de ver lo que me esforcé por enseñarte esta noche y, en verdad, darle a tu alma la oportunidad de tener un indulto. Así que con las palabras, llega el poder. ¡Qué así sea! Te amo. Eso es todo. Que así sea.
RAMTHA
Extracto de EL LIBRO AZUL
Fuente:
www.trabajadoresdelaluz.com
22 febrero 2021