Allan Kardec - Manifestaciones inteligentes. Desarrollo de la psicografía.

 - Manifestaciones inteligentes.

Si los fenómenos que nos ocupan se hubieran limitado al movimiento de objetos habrían permanecido –conforme dijimos- dentro del dominio de las ciencias físicas. Pero no es así en manera alguna. Ellos habían de ponernos en el camino de un orden de hechos extraños. Se creyó descubrir –no sabemos por iniciativa de quién- que el impulso comunicado a los objetos no era sólo producto de una fuerza mecánica ciega, sino que había en ese movimiento la intervención de una causa inteligente. Una vez abierta esta senda, había un campo de observaciones completamente nuevo. Se levantaba el velo de muchos misterios. Pero ¿hay, en realidad, un poder inteligente? Esa es la cuestión. Si ese poder existe, ¿cuál es, de qué naturaleza será y qué origen tiene? ¿Está por encima de la humanidad?
Tales son las preguntas que derivan de la primera.

Las primeras manifestaciones inteligentes tuvieron lugar por medio de mesas que se elevaban y daban, con una de sus patas, un número determinado de golpes, respondiendo de este modo sí o no, según lo convenido, a una pregunta planteada. Hasta allí nada de convincente había, por cierto, para los escépticos, por cuanto se podía creer en un efecto del azar. Después se obtuvieron respuestas más elaboradas, sirviéndose de las letras del alfabeto. El objeto móvil daba una cantidad de golpes que correspondía al número de orden de cada letra y se llegaba así a formar palabras y frases que contestaban a las preguntas planteadas.(10)

La exactitud de las respuestas y su correlación con las preguntas suscitaron el asombro.

El misterioso ser que de esta manera respondía, interrogado acerca de su naturaleza declaró que era un Espíritu o genio, se atribuyó un nombre y proporcionó diversas informaciones a su respecto. Es esta una circunstancia muy importante, que hay que subrayar. Nadie imaginó a los Espíritus como un medio para explicar el fenómeno. Hubo de ser el fenómeno mismo el que revelara esa palabra. En las ciencias exactas se formulan muchas veces hipótesis para disponer de una base de razonamiento, pero aquí este no fue el caso.

Tal medio de comunicación resultaba tal largo como incómodo. El Espíritu, y es esta una circunstancia digna de recalcar, señaló otro. Uno de esos seres invisibles dio el consejo de adaptar un lápiz a una cesta u otro objeto. Colocada esa cesta sobre una hoja de papel, es puesta en movimiento por el mismo poder oculto que mueve las mesas. Pero, en vez de un simple movimiento regular, el lápiz traza por sí propio caracteres que forman palabras, frases y discursos enteros, de varias páginas de extensión, tratando las más elevadas cuestiones de la filosofía, moral, metafísica, psicología, etcétera, y ello con tanta rapidez como si se escribiera con la mano.

Este consejo se dio de forma simultánea en América, en Francia y en diversos lugares. He aquí los términos en que lo recibió en París, el 10 de junio de 1853, uno de los adeptos más fervientes de la Doctrina, que de varios años atrás –desde 1849- venía ocupándose de la evocación de los Espíritus:

“Ve a la habitación de al lado y toma la canastita. Sujétale un lápiz y colócala sobre el papel. Apoya tus dedos en el borde”.

Hecho esto, unos instantes más tarde la cesta se pone en movimiento y el lápiz escribe muy legiblemente esta frase:

“Esto que os digo, os prohíbo expresamente que lo digáis a nadie. La primera vez que escriba lo haré mejor”.

Puesto que el objeto al que se adapta el lápiz no es sino el de un instrumento, su naturaleza y forma resultan del todo indiferentes. Se buscaba que su disposición fuese la más cómoda, de ahí que muchas personas utilicen una tablita.

La canasta o la tablilla sólo puede ser puesta en movimiento con la influencia de ciertas personas dotadas, a este respecto, de un poder especial, y a quienes se designa con el nombre de médiums –esto es, “medio” o intermediarios entre los Espíritus y los hombres.

Las condiciones que otorgan ese poder dependen a la vez de causas físicas y morales, imperfectamente conocidas todavía, porque encontramos médiums de toda edad y de uno y otro sexo, así como en todos los grados de desarrollo intelectual. Por lo demás, dicha facultad se perfecciona con el ejercicio.


- Desarrollo de la psicografía.

Más tarde se reconoció que la cesta y la tablilla sólo constituían, en realidad, un apéndice de la mano, y el médium, tomando directamente el lápiz, se puse a escribir por un impulso involuntario y casi febril. De esta manera las comunicaciones se hicieron más rápidas, más fáciles y más completas, y tal procedimiento es en la actualidad el más utilizado, tanto más cuanto que el número de personas dotadas de esa aptitud es considerable y a diario se multiplica. Por último, la experiencia permitió conocer otras muchas variedades de la facultad mediúmnica, y se supo que las comunicaciones podían igualmente realizarse por medio de la palabra, el oído, la vista, el tacto, etcétera, e incluso por la escritura directa de los Espíritus, vale decir, sin ayuda de la mano del médium ni del lápiz.

Una vez verificado el hecho, restaba comprobar un punto esencial: el rol que desempeña el médium en las respuestas y la parte que puede tener en ellas, mecánica y moralmente. Dos circunstancias básicas, que no podrían escapar a un observador atento, pueden resolver la cuestión. La primera es el modo como la cesta se mueve bajo su influencia, por la sola imposición de los dedos en el borde de aquélla. El examen demuestra la imposibilidad del médium de imprimirle una dirección, sea cual fuere. Tal imposibilidad se torna evidente, sobre todo, cuando dos o tres personas se colocan al mismo tiempo frente a la canasta. Tendría que haber entre ellas una sincronización de movimientos realmente extraordinaria. Se requeriría, además, concordancia de pensamientos para que pudieran ellas concertarse acerca de la respuesta a dar la pregunta formulada.

Otro hecho, no menos singular, viene todavía a acrecentar la dificultad, y es el cambio radical de escritura según el Espíritu que manifiesta, y cada vez que el mismo Espíritu regresa se reproduce su propia escritura. Se necesitaría, pues, que el médium se hubiera aplicado a la tarea de modificar su escritura de veinte maneras diferentes y, sobre todo, que pudiera memorizar la que pertenecía a tal o cual Espíritu.

La segunda circunstancia resulta de la índole misma de las respuestas, que están casi siempre, sobre todo cuando se trata de temas abstractos o científicos, notoriamente más allá de los conocimientos y a veces del alcance intelectual del médium, el cual, por otra parte, lo más comúnmente no tiene conciencia de lo que se está escribiendo por su intermedio, y en la mayoría de los casos no entiende o no comprende la pregunta planteada, puesto que ella puede serlo en una lengua que el es extraña, o incluso ser formulada mentalmente, y la respuesta podrá ser dada en ese mismo idioma. Suele suceder, por último, que la cesta escriba espontáneamente, sin que se le haya hecho una pregunta previa, acerca de cualquier tema, completamente inesperado.

En ciertos casos, esas respuestas tienen un sello tal de sabiduría, profundidad y acierto, revelan pensamientos tan elevados y sublimes, que sólo pueden dimanar de una inteligencia superior, impregnada de la más pura moralidad. En otras ocasiones son tan superficiales y frívolas, incluso tan triviales, que la razón se rehúsa a creer que puedan provenir de la misma fuente. Tal diversidad de lenguaje no puede explicarse sino por la diversidad de las inteligencias que se manifiestan. Ahora bien, esas inteligencias, ¿están en la humanidad o fuera de ella? Tal es el punto que hay que esclarecer, y cuya explicación completa se encontrará en esta obra, tal como ha sido proporcionada por los Espíritus mismos.

He aquí, pues, efectos evidentes que se producen fuera del círculo habitual de nuestras observaciones; que no ocurren de modo alguna en el misterio, sino a plena luz del día; que todo el mundo puede ver y comprobar; y que no constituyen el privilegio de un solo individuo, sino que millares de personas los están repitiendo a voluntad cada día. Tales efectos tienen necesariamente una causa, y puesto que denotan la acción de una inteligencia y de una voluntad, exceden el domino meramente físico.

Varias teorías se han enunciado a su respecto. Las examinaremos en seguida y veremos si pueden ellas dar razón de todos los hechos que se producen. Admitamos, en el ínterin, la existencia de Seres distintos de la humanidad, ya que tal es la explicación provista por las Inteligencias que se revelan, y oigamos lo que éstas nos dicen al respecto.


ALLAN KARDEC
Extracto de EL LIBRO DE LOS ESPIRITUS




Fuente:
www.trabajadoresdelaluz.com
13 de setiembre 2021