Antártida, paraíso bajo el hielo. V

El visitante nos dijo que a partir de aquel momento se verían millones de naves en el mundo, pues estaban implicados muchos seres. Algunos llevan el símbolo de la “H” otros un círculo con un punto en su interior, otros un Sol, pero todos forman parte del mismo programa. El maestro dice que todos los seres que sirven ese programa se llaman “Hijos del Sol” y cada uno está más o menos implicado en función de su evolución. Incluso nos dijo que muchos servirán el programa inconscientemente a través de sus respectivos valores de amor y de humanismo.
El piloto alemán nos dijo también que él personalmente había acompañado al Almirante Byrd ante el maestro.

Valiant, que así se llamaba el tripulante de aquella nave se abrazó con fuerza a mi padre y ambos lloraron de impotencia pues el destino les separaba con la seguridad de que nunca más se volverían a ver. Luego la nave que estaba en el agua se elevó suavemente sobre nuestras cabezas y Valiant desapareció suavemente subiendo por un pasillo de luz que le arrebató ante nuestra mirada.

Mi padre a partir de aquel encuentro se hundió aún más pues se veía obligado a realizar una tarea que no deseaba en vez de estar con Valiant y sus viejos camaradas ayudando a un cambio positivo en la humanidad. Tengo la seguridad de que mi padre resistió lo que pudo, pensando en que era yo quien debía activar el sentido de la vida de unos padres que sirvieron en silencio y con resignación poniendo sus sueños y anhelos en mí.

Me da lo mismo lo que me digas “Bob” yo nací en la nación de los Arianni y soy por nacimiento, vocación y por deseo uno de ellos.

Se hizo un pequeño silencio hasta que la voz dulce y melodiosa de Marina, la esposa de Brandan exclamó;

- Yo soy también una Arianni.
- Y yo -Dijo Brandan-
- Y yo... y yo...

Todos gritaron lo mismo, incluso Norman y Adelle, que llevaban pocos días entre nosotros. Ahora, queridos lectores pude aseguraron que estoy rodeado de una cuadrilla de locos impenitentes, entrañablemente insufribles y rebeldes. Pero por si no lo puse claro antes, debo deciros que “yo también soy un Arianni”

De nuevo Brandan tomó la palabra:

- El símbolo de la H sobre la panza de la nave se conoce como la civilización Ummita. Estos seres afirmaban venir del planeta UMMO, un planeta en órbita alrededor de la estrella enana roja Wolf 424, situada en la constelación Virgo y se autodenominaban OEMII (hombres de Ummo) en su propia lengua. Ellos mismos aclaraban en sus cartas los equivalentes fonéticos en su idioma de cuanta palabra les parecía necesario. Así, relataban en sus informes cómo habían llegado a la Tierra un 28 de marzo de 1950 aterrizando muy cerca de La Javie en los Bajos Alpes franceses. Allí contactaron con los primeros humanos, disfrazados para que no los reconociesen y comenzaron a investigar el planeta: costumbres, cultura, lenguaje, etc. Tiempo después empezarían las famosas cartas a diferentes personas a través de todo el mundo donde contaban diferentes aspectos científicos de su planeta, su tecnología y su sociedad.

Quizás fue casualidad, pero esta civilización tenía en su nave la famosa H que llevaba Valiant en su uniforme. En todo caso la simbología solar aparece en muchos casos ovnis, pues la alusión universalista al Sol parece asumida por muchas civilizaciones.

Pero este concepto de Comando Solar, que sin duda habla de una confederación de mundos con la imperiosa necesidad de erradicar la energía atómica bélica del planeta, sigue aún vivo pues en el pasado año 2015, en los famosos círculos de las cosechas todavía se podía ver este dichoso símbolo. Los Arianni adoptaron esa denominación porque su el sol representa en forma perfecta una confederación de mundos, nutrida por seres conscientes del interior de la Tierra y de otros planetas.

Esteban que extramente había estado todo el tiempo callado puso en la tele un texto y con voz firme dijo:

- Queridos amigos. Lo que nos ha contado Hans, nos lo anticipó a Brandan y a mi hace unas semanas. Tenía dudas. Pensaba que podía equivocarse, y que sus experiencias debían morir con él. Pero nosotros le hicimos ver que su relato tenía sentido, que todo lo que le dijera el cámara de su padre era cierto, que no se lo había inventado. Le enseñamos documentos e investigamos todo este tiempo comprobando que el tal Valiant fue real, al igual que el comando del que formaba parte.

¡Observad! -Reitero Esteban, señalando a la pantalla de televisión.

Una vieja película en blanco y negro reproducía un hongo atómico. Esto no tenía nada de extraño, pero al poco rato sobre el hongo se posó un ovni, que en pocos segundos absorbió toda la nube radiactividad.

Aquello era insólito. Tuvimos que verla aún dos veces más. Por la calidad de la película debía haberse tomado hacia los sesenta.

Luego Esteban reprodujo una docena de fotos de ovnis sobre explosiones atómicas. Luego dijo:

- Cuando mostramos esta película a Hans, su alegría fue tremenda pues todo lo que estaba recordando no se producía como fruto de su imaginación. Le mostramos también las fotos que ahora veréis donde aparecen símbolos semejantes al emblema que llevaba Theodor y otra serie de documentos gráficos que os iré mostrando en los próximos días.

Estos documentos le dieron la fuerza para contaros su historia, que ya conocíamos en parte, pero que como bien ha dicho en estas últimas semanas parece haberse revelado con más fuerza. Estuvimos rescatando documentos de los años cincuenta. Esa década fue prodigiosa. Hay información para hacer varias reuniones. Encontramos cientos de contactados que hablaron en los mismos términos que Hans. Quiero que veas la portada del libro de uno de los más famosos contactados de los cincuenta. Lo titula “Hijo del Sol” incluso describe a seres que llevaban como emblema un círculo con un punto en su centro, que representa el Sol y el átomo de hidrógeno. Los mismos argumentos que nos ha dado nuestro querido Hans.

Luego cerró el ordenador, apagó el televisor y forma solemne, levantándose de la butaca, sentenció:

Ahora resulta que todos somos Arianni; todos somos guerreros de Shambhala. Permitidme por tanto despedir esta jornada con las palabras del lama Choegyal Rinpoché:

— Llegará una época en la que toda la vida sobre la Tierra estará en peligro. En esa época habrán aparecido grandes potencias; potencias bárbaras. Aunque dilapidan su riqueza en preparativos para aniquilarse entre sí, tienen mucho en común: armas de muerte y destrucción inconcebibles, y tecnologías que arrasarán el mundo. Y es precisamente entonces, cuando todo el futuro de todos los seres penderá del más frágil de los hilos, cuando surgirá el reino de Shambhala.

— No podemos ir allí, no es un lugar. Existe en el corazón y la mente de los guerreros de Shambhala. En realidad, no podemos saber a simple vista quién es un guerrero o una guerrera de Shambhala porque no llevan uniformes ni insignias ni ondean banderas. No tienen barricadas a las que subir para amenazar al enemigo o tras las cuales descansar y reagruparse. Ni siquiera tienen tierra natal, pues deben moverse por siempre jamás por el terreno de las potencias bárbaras.

— Este es el momento en el que los guerreros de Shambhala necesitarán una gran valentía; valentía moral y valentía física, porque van a ir al mismísimo corazón del poder bárbaro para desmantelar sus armas. Armas en todos los sentidos de la palabra: las bombas y armamentos, fabricadas y desplegadas, y los pasillos del poder donde se toman las decisiones, para desmantelar las armas.

Los guerreros de Shambhala saben que estas armas pueden desmantelarse porque son manomaya, están hechas con la mente. Están hechas por la mente humana y la mente humana puede desmantelarlas. Porque los desastres que nos amenazan y se despliegan no son causados por una fuerza extraterrestre o alguna deidad satánica o ni siquiera por un destino inamovible. Surgen de nuestras relaciones y nuestras prioridades y nuestros hábitos. Están hechos por la mente humana y la mente humana puede deshacerlos. Así pues, ha llegado el momento —dijo— de que los guerreros de Shambhala se entrenen.

El silencio que se creo era muy elocuente. De repente aquellos jubilados habían sido llamados a filas. Se habían convertido en jóvenes utópicos y fantasiosos. Por un momento sentimos que nuestras vidas tenían sentido, que éramos inmortales.

Henry produjo un extraño sonido desde la cuna, recordándonos que éramos mortales, que se había hecho de noche y que debíamos dejar de soñar para retornar ordenadamente y con prudencia a nuestras respectivas casas.

María y yo tenemos la costumbre de leer o escribir en la cama. Ponemos dos grandes almohadones en la espalda y realizamos este hábito cotidianamente hasta que el sueño nos doblega. Aquella noche pusimos la televisión en nuestro canal habitual y nos enganchó el título que justo en este momento iniciaba el documental. Se trataba de la historia real de Hirosima y Nagashaki.

A lo largo del mismo fueron varias las veces que se me derramaron las lágrimas. Comprobamos y comentamos que el ser humano es un criminal sin valores. Los testimonios de los supervivientes eran estremecedores. La bomba lanzada por los americanos había producido una devastación tal que en forma directa o por las consecuencias de la radiación murieron entre ambas ciudades cerca de 250.000 personas. Las consecuencias de una explosión nuclear son de tal naturaleza dolorosas que te desgarran el alma. Además, la actuación de las autoridades americanas y las propias japonesas fueron de una impiedad absoluta. Realmente hay que tener un temple especial para soportar aquel documento.

María, con lágrimas en los ojos me comentó:

- Juan, tienes que escribir. Tienes que contarlo todo. Tienes que rendir un testimonio de heroísmo a seres como Valiant y otros tantos que se han puesto al servicio de la humanidad para erradicar la energía atómica del planeta. Ciertamente, querido esposo, ahora más que nunca me siento una Arianni.

Tomé su cabeza con mis manos y la besé con ternura. No solo estaba casado con la mejor mujer del mundo, sino que desde el principio había robado mi corazón y me había hecho esclavo de sus ojos, de su sonrisa y de su inteligencia.

- Yo también soy un Arianni, y por supuesto que contaré la historia de Valiant, la de Hans y la de todos los seres buenos que han comprometido su vida en la búsqueda del amor y del conocimiento.


Extracto de COMANDO SOLAR
Autores: Tamara Pavón – Lice Moreno



Fuente:
www.trabajadoresdelaluz.com
12 de junio 2019