Anastasia. ¿Quién eres, Anastasia?


La nave me estaba esperando en Surgut (65). El capitán y la tripulación esperaban mis órdenes. Pero de ninguna manera podía concentrarme para determinar el itinerario siguiente y di orden de prolongar la estancia en Surgut, organizar fiestas a bordo para la juventud local, y asegurar el funcionamiento de nuestra exhibición, la promoción y venta de sus artículos y servicios.

Mis pensamientos estaban ocupados con todo lo relacionado con Anastasia. Me fui comprando un montón de literatura de divulgación científica, libros sobre fenómenos extraordinarios y habilidades inusuales de la gente, así como de la historia de la región de Siberia. Me encerraba en mi camarote intentando encontrar en estos libros algún tipo de explicación.

Entre otras cosas me preguntaba también si era realmente posible que se hubiera engendrado en Anastasia un sentimiento de amor por mí por el mero hecho de haber gritado: “¡Te quiero, Vladimir!” tratando de ayudar a la muchacha aldeana.

¿Por qué simples palabras, que nosotros pronunciamos en muchas ocasiones sin darles un sentimiento suficientemente digno, habían hecho tal efecto en Anastasia a pesar de nuestra diferencia de edad, y de nuestra visión del mundo y estilo de vida tan diferentes?

La literatura de divulgación científica no me daba las respuestas. Entonces cogí la Biblia. Y he aquí la respuesta. En el mismo principio del evangelio según San Juan se dice: “En el principio fue el VERBO, y el VERBO estaba con Dios, y el VERBO era DIOS” (66).

Una vez más me sorprendió cuan lacónicas y precisas son las definiciones de este libro asombroso.

Se me aclararon muchas cosas a la vez. Anastasia, que no sabe de dobleces ni de engaños, no puede pronunciar palabras sólo por decirlas. Recordé su frase:

“Es como si en aquel momento me hubiera olvidado de que yo no puedo pronunciar las palabras sólo por decirlas, sino que detrás de ellas tiene que haber, necesariamente, sentimientos, conciencia y fidelidad a la información natural”.

¡¡¡Dios!!!¡Qué mala suerte ha tenido! ¿Por qué me tuvo que dirigir estas palabras a mí: a alguien que ya no es joven, que tiene familia, expuesto a muchas tentaciones de nuestro mundo, perniciosas y oscuras, como ella misma decía? Con su pureza interior, ella se merece todo lo contrario. ¿Pero quién podría amarla, con ese modo de vida, esa mentalidad y ese intelecto tan insólitos?

A primera vista parece una muchacha normal, sólo que excepcionalmente guapa y atrayente, pero luego, cuando empiezas a comunicarte con ella, es como si se convirtiera en una criatura que vive más allá de los límites de la razón.

Puede ser que estas sensaciones se daban en mí por no tener suficiente conocimiento o suficiente comprensión de lo que es la esencia de nuestra existencia. Otros podrían tener una percepción de ella completamente diferente.

Recordé que ni siquiera en la despedida, me surgió el deseo de besarla o abrazarla. No sé si ella hubiera querido que lo hiciera. Y en general, ¿qué es lo que quería ella?

Recordé cómo me contaba acerca de sus sueños. Qué extraña es la filosofía de su amor:

organizar una asociación de empresarios para ayudarles, escribir un libro transmitiendo sus consejos a la gente, transportar a la gente por encima del lapso de tiempo de las fuerzas oscuras.

¡Y ella se lo cree completamente! Está convencida de que así es como saldrá todo. ¡Y anda que yo también la he hecho buena! Le di mi palabra de que intentaré organizar la asociación de los empresarios y escribir el libro. Seguro que ahora se va a poner a soñar sobre esto aún más. Podría haberse ingeniado algo más sencillo, más realista.

Surgió en mí un inexplicable sentimiento de lástima por Anastasia. La imaginé allí en su bosque esperando y soñando que todo se hará realidad de esa manera exactamente. Y no pasaría nada si ella se limitara a esperar y a soñar, pero mucho me temo que ella además empezará a hacer ciertas tentativas por sí misma y a dirigir su rayito de bondad, a gastar una energía colosal de su alma, y a creer en lo imposible. Y aunque me fue demostrando lo que podía hacer con su rayito, e intentó explicarme cómo funciona, mi conciencia no lo pudo aceptar como algo real. Juzguen ustedes mismos: según sus palabras, dirige su rayo a una persona, le ilumina con una luz invisible, y le regala sus sentimientos y aspiraciones hacia lo bueno y luminoso.

-No, no, no pienses que interfiero en la mentalidad de la persona, o que estoy violando su alma y su mente -recuerdo que me dijo-. El Hombre es libre de aceptar o rechazar estos sentimientos. En la medida que le gusten, que estén cercanos a su alma, y en la cantidad que pueda abarcar dentro de sí mismo. Y entonces, esta persona se vuelve más luminosa, también exteriormente, y vuestras enfermedades le abandonan en parte o por completo. Esto lo pueden hacer mi abuelo y mi bisabuelo, y yo también he podido siempre. El bisabuelo me enseñó cuando jugaba conmigo en mi infancia. Pero ahora, mi rayito se ha hecho muchas veces más fuerte que los del abuelo y el bisabuelo, porque, según ellos, ha nacido en mí este sentimiento extraordinario que se llama amor. Es luminoso-luminoso, hasta un poco ardiente. Lo siento en tanta cantidad que deseo regalarlo.

-¿A quién, Anastasia? -pregunté yo.

-A ti y a la gente, a todos los que pueden aceptarlo. Deseo que todos se sientan bien.

Cuando empieces a llevar a cabo lo que he soñado, conduciré a mucha de esta gente hasta ti, y vosotros juntos...

Recordando todo esto, imaginándomela a ella, de repente, entendí que no podría hacer otra cosa que, al menos, intentar llevar a cabo lo que ella quería, porque de otro modo, todo el resto de mi vida me atormentarían las dudas y se me quedaría un sentimiento de traición con respecto al sueño de Anastasia. Al sueño que quizás no era muy realista, pero era algo que ella deseaba tan apasionadamente.

Tomé una decisión y la nave puso rumbo directo a Novosibirsk.

Encargué al director ejecutivo de mi compañía la descarga de la nave y el desmontaje de la exposición. De algún modo, me las arreglé para darle las explicaciones necesarias a mi esposa y salí para Moscú...

Partí para Moscú con la intención de hacer realidad el sueño de Anastasia, o al menos, de intentarlo.

Continuará...



# Mensaje del autor a los lectores.

Queridos lectores, gracias. Gracias a todos aquellos que habéis acogido a Anastasia con bondad y entendimiento. No pude ni suponer que ella, realmente, iba a ser capaz de suscitar tantos sentimientos y emociones. Desearía mucho poder contestar personalmente a todas sus cartas, pero de momento, es físicamente imposible. He acabado de escribir las últimas líneas de este libro estando en el Cáucaso, donde algunos arqueólogos, entusiastas del lugar, y yo, estábamos terminando una investigación sobre los dólmenes de los que Anastasia me habló. Los encontramos. Los vimos con nuestros propios ojos, los fotografiamos. Los dólmenes son unas construcciones de piedra antiguas, tienen diez mil años pero tienen destinada una función también para la gente que vive hoy en día.

Se encuentran al sur, en las montañas del Cáucaso, cerca de las ciudades de Novorossiisk, Geléndzhik y Tuapse. Son los predecesores de las pirámides de Egipto.

Pero los habitantes del lugar no les han estado prestando la atención debida, ya que desconocían la finalidad con la que fueron creados. Incluso aunque los dólmenes estaban considerados como monumentos históricos, los habitantes del lugar han ido destruyéndolos. Se han ido llevando sus losas de piedra, incluso construyeron una iglesia con ellas, en el pueblo de Beregovóye, y esto es, creo, un sacrilegio terrible.

Puede que por esta razón, en Kubán, cuarenta clérigos fueron asesinados brutalmente en nuestro período de revolución, uno por cada losa de dólmen. La gente se llevaba estas losas por no saber bien lo que eran los dólmenes. Ahora que Anastasia ha hablado de ellos, creo que todo cambiará.

Es asombroso, pero es un hecho: mucho de lo que ella ha dicho ya ha sido confirmado. Las autoridades sanitarias, incluso detectaron junto al dólmen la pulsación de energía radioactiva subterránea de la que Anastasia me habló, y redactaron un documento oficial. De todo lo dicho y mostrado por ella, he decidido publicar sólo aquello que encontrará su confirmación, directa o indirecta, a través de la ciencia, de objetos materiales, o de hechos históricos.

Aunque también estoy empezando a pensar que necesito saber escuchar simplemente con el corazón. Sería más rápido de esa manera. Porque para obtener confirmación por otro método, se pierde demasiado tiempo. Como con los dólmenes, por ejemplo.

Me llevó casi medio año reunir materiales históricos, trepar por las montañas para asegurarme con mis propios ojos de su existencia, sacar fotos de ellos... Me convencí.

Pero a final de cuentas, resulta que si yo simplemente lo hubiera creído en el momento, podría haber aprovechado este medio año para algún otro asunto. Resulta que de la capacidad de creer, dependen muchas cosas.

Pude visitar a Anastasia una segunda vez. Tuve la oportunidad de ver el hijo que ella dio a luz y ver cómo es su trato con él, que es bastante insólito. También tuve que enterarme a través de la gente que me llevaba en la lancha hasta la orilla, de los intentos de algunos individuos, solos y en grupo, de penetrar en los parajes donde habita Anastasia. Es de suponer que muchos quieren comunicarse con ella movidos por un impulso positivo. Pero también a través de la gente que me llevaba en la lancha, tuve noticias sobre un grupo de canallas que se situaron en la orilla, usaron un helicóptero para hacer fotografías del lugar e intentaron capturarla. Ella tuvo que salir de la taiga, hablar con ellos, y después hacerles marchar, a pesar de que intentaron tomarla por la fuerza. Detallaré todo esto en el segundo libro. (67)

Sólo os pido que, por favor, no la toquéis. No hay necesidad de molestarla. Ahora, después de lo de estos canallas, los cazadores del lugar disparan sin advertencia a los forasteros que aparecen en estos parajes de la taiga. Claro, esto no es bueno. Pero, deja que disparen. Resultó que los cazadores lugareños de la taigá sabían de la existencia de Anastasia, aun antes que yo. Sólo que no lo contaban a nadie. Y ellos mismos nunca pasaban a su territorio. Los lugareños se comunicaban con ella sólo cuando ella misma salía del bosque a la aldea. Me empezó a atormentar el hecho de haber hablado sobre ella sin ocultar el lugar donde vive, especialmente en la primera edición del libro, y no haber cambiado ni los nombres de las personas que mencioné, ni el nombre de la nave en la que iba.

Anastasia me tranquilizó un poco, diciendo:

-No es nada. Es que yo misma quise abrirme a toda la gente.

Pero ahora entiendo. No tenía necesidad de indicarlo todo con pelos y señales. Y de aquí en adelante intentaré ser más precavido.

Pero con todo, quiero pedir una vez más: no la molestéis, por favor, por sí misma dirá todo lo que considere necesario. No hay necesidad de matarla, como hemos matado ya a una familia de la taigá. La familia de los Lýkovs, sobre quienes escribió V. Peskov en “Komsomolskaya Pravda” el artículo bajo el nombre “Callejón sin salida en la taiga”.

Por lo que sé, ahora queda sólo una hija, Agafya (68), que está muriendo de cáncer, impotente, sacada de la taigá. ¿Cómo es posible que ocurriera esto? La familia de los Lýkovs vivió durante muchos años en la taigá, y después del encuentro con nuestra sabia civilización, se extinguió. ¿Cuál es, entonces, el “verdadero callejón sin salida”?

Comprendo el deseo de muchos de comunicarse con Anastasia. Pero es imposible que pueda encontrarse y hablar con cada persona. Y además tiene un niño muy pequeño aún.

En Geléndzhik, territorio de Krasnodar, hay una asociación y club social “Anastasia”.

La encabeza Lariónova Valentina Teréntyevna, etnógrafa territorial con treinta años de experiencia, que unió alrededor de sí a los etnógrafos territoriales del lugar y a gente de otras profesiones que no son indiferentes a la historia espiritual de su tierra, a sus problemas ecológicos. Ésta es una de las primeras asociaciones con fines sociales de ámbito regional, organizadas por los lectores del libro “Anastasia”.

Sus miembros hicieron, a mi parecer, un descubrimiento muy serio. Usando información de Anastasia, ellos devolvieron a Rusia, y posiblemente al mundo, santuarios olvidados de nuestros antepasados y ahora acogen a los huéspedes que desean visitarlos, organizan excursiones por los lugares sobre los que Anastasia habló.

Acerca de Gelendzhik Anastasia dijo:

-Esta ciudad podría ser más rica que Jerusalén y Roma, pero a causa del olvido de sus orígenes por parte de sus gobernantes, esta ciudad muere.

Creo que no son los gobernantes de este mundo, sino las almas de la gente normal y corriente despertada por Anastasia, las que recuperarán ésta y otras ciudades y pueblos.

Y una cosa más. Ahora hablan de Anastasia muchos sanadores, magos y predicadores.

-Somos bichos ante ella -dijo el presidente de la fundación de los sanadores de Rusia, Vladimir Mirónov (69).

Vi un vídeo con la grabación de una intervención del dirigente de una de las confesiones religiosas, ante un auditorio grande, donde llamó a Anastasia “...el ideal de la mujer al que hay que aspirar”. Dijo: “Su capacidad deductiva y su nivel intelectual en general sobrepasan el nivel de pensamiento del Hombre actual”. Ahora, este vídeo está siendo copiado y distribuido.

Gente con habilidades extraordinarias que vive en India, habla de ella en los mismos términos aproximadamente.

Otro dirigente de una confesión religiosa dijo que Anastasia en el momento actual está estudiando nuestra vida, pero, por desgracia, no le ha tocado encontrarse con un verdadero hombre. Después me comunicaron que hay en la Tierra, en Australia, un muchacho, poco más o menos como Anastasia, y que ellos se encontrarán.

Yo, claro, en absoluto pretendo optar al papel de “verdadero hombre”, incluso estoy lejos de tal pensamiento. Pero bueno ¿no os parece prematuro arreglarle a ella un matrimonio? Y no hay necesidad de idealizarla tanto.

Precisamente, la idealización de Anastasia me impidió ver a tiempo lo que ella maquinó. Sólo pensad tranquila y sensatamente lo que ha ocurrido. El niño ha nacido.

Yo lo he tenido en mis brazos, he oído cómo late su corazoncito. Hay un niño. Está creciendo. Pero el documento –la partida de nacimiento– no lo hay. Él se hará mayor, deseará ir a algún sitio, puede ser al extranjero, querrá ver el mundo.

¿Quién le va a extender un pasaporte para el extranjero? ¿De qué país es súbdito? ¿Qué hay que decirle entonces? “Pues, sabes, es que no pensamos en tus documentos. Así es que quédate aquí sentadito en tu taigá”.

Me dirigí a una asesoría jurídica por la cuestión de este certificado. El jurista dijo que Anastasia tendría que haber dado a luz en algún hospital, y así, incluso a pesar de que ella no tiene historial médico, le habrían dado una certificación de nacimiento, con lo cual podría ser extendida ya una partida de nacimiento.

“Hay también otra opción -dijo el jurista-, se puede abandonar al niño en algún orfanato. Allí le harán los documentos. En los orfanatos tienen esta posibilidad. Y después adoptarle.” Pero esta opción por algún motivo no la acepta mi corazón. Aparte de que Anastasia tampoco la aprobaría, supongo. ¿Y qué hacer? Cuando le hablé sobre la partida de nacimiento dijo:

-Claro, sería bueno que nuestro hijo la tuviera, así como toda la gente la tiene. Se me pasó, no pensé en ello. Pero no te preocupes, todo puede arreglarse todavía.

Fíjense lo que dijo: “Se me pasó, no pensé en ello”. Y creo que es muy posible que haya otras cosas que se le han pasado, en las que no pensó, y que podría ocurrir también en el futuro. Esto significa que no se puede confiar totalmente en los planes que ella compone. Creo que hay que examinarlos con mucha atención y en alguna parte, colaborar haciendo ajustes para ir adaptándolos a nuestra realidad.

También se dice por ahí: “¡Qué empresario de pacotilla es éste, que no es capaz de editar la cantidad de libros que se demandan!”.

Cierto. De momento no puedo, ya que no he vendido el derecho exclusivo de la edición del libro a ninguna editorial. No quiero que alguien disponga del original de manera exclusiva y haga con las ediciones lo que le dé la gana.

Con aquellos con los que hablé, consideran que el estilo necesita ser corregido para ser más literario, y que en la forma en que está actualmente, son sólo los monólogos de Anastasia y la información que ella da, los que le aportan algún valor al libro.

Consideran mi estilo demasiado estereotipado. Proponen un título más llamativo, algo parecido a “Callejón sin salida en la taigá”, “La Sanadora”, o incluso “La extraterrestre”. Pero no considero a Anastasia una extraterrestre y no creo que esté en un callejón sin salida en la taigá. Después de todo, ella misma dice siempre que es simplemente Hombre, y quiere que la consideren así. Es verdad que yo podría defender mi propio criterio ante las editoriales haciendo uso de mis derechos de autor, pero se perdería demasiado tiempo en eso.

A medida que van entrando ingresos por la venta de las tiradas anteriores, voy haciendo los pedidos en imprenta de las siguientes, evitando la editorial. Así, poco a poco, habrá suficientes libros. Si alguien quiere ayudar en este proceso, con condiciones mutuamente ventajosas, estoy abierto a ello, pero sin transferencia de derecho exclusivo.

También es necesario que hable sobre la situación que concierne a mi relación con mi familia. Han llegado muchas cartas y se reciben llamadas sobre este asunto en el grupo de Moscú que se ocupa de la distribución del libro. Se quejan de que no hay una contestación clara a las llamadas y a las cartas enviadas a la dirección que se indica en el libro.

Después de volver de la expedición, enseguida salí de Novosibirsk. En el próximo libro contaré sobre los acontecimientos que siguieron a esto.

He sabido ahora que mi empresa se está desmoronando. Y no hay nadie allí que pueda encargarse de contestar el teléfono o las cartas. Me ocuparé de ella y la restableceré cuando acabe de escribir. Con mi mujer hablé sólo por teléfono. Fue una conversación profundamente personal. Sin embargo, pido perdón a los que escribieron, por la demora en contestar y enviar los ejemplares del libro.

Actualmente, mi hija Polina se encuentra allí encargándose de todo. He tenido un encuentro con ella. Lo corregirá todo, y en lo sucesivo, no debe repetirse algo así. He tenido largas conversaciones con mi hija y lo entiende todo. Un poco más adelante, planeo adquirir un teléfono móvil y entonces podré comunicarme personalmente, más que hasta ahora.

Contestaré todas las cartas recibidas sin falta, y tal vez, podré publicarlas. Son dignas de ello. Son sobre Rusia, sobre el amor, sobre aspiraciones luminosas. En ellas está esa energía de la que hablaba Elena Ivánovna Rérij en su libro “Ética viva”. Gracias a todos por dichas cartas. Pero es necesario que una carta en particular la conteste ahora, la carta de una muchacha de trece años de Kolomna (70) que se llama Nastya (71) , y que ésta sirva para otras chicas que han escrito ya, al igual que ella, o las que van a escribir en el futuro. He aquí la carta:

¡Buenos días, Vladimir Megre!


Le escribe Shápkina Nastya, de la ciudad de Kolomna. Tengo 13 años, estoy estudiando séptimo curso. Leí su libro “Cedro resonante. Anastasia”. Me ha gustado muchísimo. De hecho, las palabras “me ha gustado”, se quedan muy cortas para expresarlo. Tras leer este libro, me nació un sentimiento caluroso y alegre en el alma.

Me hablaron mucho de este libro en el hospital, tengo una enfermedad seria, cada dos meses tengo que ser hospitalizada, y deseo mucho recuperarme. Y su libro fue como un rayo de luz entre toda esta oscuridad e incultura. Yo quiero mucho encontrarme con Usted, y más importante, con Anastasia, ¿usted podría ayudarme? Seguramente, ahora usted está pensando: “Qué mal educada, qué descarada”, pero no es así. Comprenda, así es como somos, hasta que no vemos con nuestros propios ojos, no creemos a nadie.

De verdad, no sé si creer o no (mamá no cree y, de hecho, nadie de alrededor cree), la historia es tan fantástica... Pero ¿por qué no? A decir verdad, yo creía, yo creía mucho, pero todos a mi alrededor me decían: “Cuentos, cuentos”. Y yo me embrollé.

Ayúdeme, por favor. Yo pienso que usted es una persona muy atrevida. Usted escribió la verdad –puede que no toda, pero sí la mayor parte, eso es seguro– sobre lo que pasaba entre usted y Anastasia, que usted la insultaba y que después resultaba que ella no tenía la culpa, y muchas otras cosas más. Aunque me parece que no se puede insultar así a una persona, incluso aunque ésta sea, supongamos, anormal o una charlatana (pero esto es una opinión absolutamente personal, usted puede no estar de acuerdo con esto).

Vladimir, (perdone, no sé su nombre patronímico) ¿Anastasia dio a luz a un niño o no? y si fue así, entonces ¿es niño o niña, y cómo reaccionó a esto su mujer?

Y una última pregunta, usted escribió que el abuelo y el bisabuelo pulían un trocito de cedro con los dedos, pero no se dice en el libro si Anastasia lo hacía o no. ¿Se olvidó usted de esto o en verdad no lo tiene?

Por favor, contésteme (yo entiendo que usted recibirá sacos de cartas así, pero bueno, al menos tres líneas.)

¡¡¡Hasta luego!!!

Anastasia.

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¡Buenos días, Násteñka! (72)

De seguro que tú te harás una muchacha sana, fuerte espiritualmente y guapa. Yo pediré a Anastasia, en cuanto esté con ella otra vez, que te ayude. Aunque es verdad que el juicio de Anastasia sobre la sanación es peculiar. Ella considera que la enfermedad es una conversación de Dios con el Hombre. Una enfermedad puede ser la prevención o salvación de algo más espantoso, y ella me mostró algunos casos así, más adelante hablaré sobre ellos en el nuevo libro. Intentaré convencerla de que te ayude, aunque ella defiende su opinión con mucha perseverancia, afirmando que sólo la propia persona, con su espíritu y conciencia puede curarse de cualquier cosa sin consecuencias negativas, y que la intervención de alguien más, en muchos casos, perjudica.

Násteñka, juzgando por el grado de tu percepción, eres ya más sana espiritualmente que muchos, y esto es lo principal. Empiezo a entender que es realmente así. En cuanto a la creencia o incredulidad en la existencia de Anastasia por los que te rodean, te contesto con las palabras de un hombre en uno de los encuentros con los lectores.

Cuando, una vez más, me hicieron esta pregunta, él se levantó y dijo en voz alta:

“¡Amigos! ¡Tienen en las manos el arrebato de la inspiración, el pensamiento en ebullición, el llamamiento y la idea! Todo esto está en sus manos. ¿Qué más quieren?

¿Sangre, orina y excrementos para su análisis? ¿No pueden pasar sin ello de ninguna manera? ¡Si la evidencia principal y sensiblemente más grande ya está en sus manos!”.

Verás, Nasteñka, yo entendí, que para muchos, Anastasia no es del todo cómoda, y ellos quieren que ella no exista. Es que ella quebranta muchas prioridades, convencionalismos y postulados tecnócratas. En el fondo de pureza que emana de ella, de repente, empiezas a ver tu propia suciedad, y esto no siempre se quiere. Es que nosotros queremos considerar que somos tan buenos, inteligentes y concienzudos, hagamos lo que hagamos.

Anastasia dijo: “Yo existo para los que existo”.

Me parecía que esta frase no encerraba nada especial. Quien quiera, que crea. Quien no quiera, que no crea. Pero me equivoqué. Algunos leen el libro y no sucede nada en ellos. Sin embargo, en otros... Sus almas engendran un gran sentimiento de amor, de bien, de inspiración. Y fluye en el mundo, como la lluvia de primavera, gran poesía de amor, poesía del alma, que es capaz de percibir la luz, de acrecentarla y regalarla a los otros. Son aquellos que la sienten y saben que ella EXISTE.

Y con respecto a mi mujer, Násteñka, ella reaccionó de la forma en que lo harían, seguramente, la mayoría de las mujeres. Hemos hablado sólo por teléfono. En cambio, mi hija Polina está dispuesta a ayudarme. Ella entiende todo, me trae las cartas. Ella es la que me ha traído la tuya, también.

Tú dices que no estaba bien por mi parte insultar a Anastasia de aquella manera. No estaba bien. Ahora no lo haría. Las mismas personas pueden ser diferentes en tiempos diferentes.

Nuestro hijo nació. Es un fortachón. Sonríe todo el tiempo. Y Anastasia está alegre y jovial.

Un saludo para ti y para tu mamá.

Te deseo felicidad y alegría en la vida. Eres digna de ello.

Eres fuerte. Y podrás hacer más conscientes y felices a los que te rodean.

* * *

En cuanto a los creyentes, sus pesquisas y preguntas.

He hablado sobre Anastasia con los clérigos de nuestra Iglesia Ortodoxa y con representantes de diferentes confesiones. Algunos de ellos tienen una disposición favorable hacia ella. Otros dicen, con recelo, que lo más probable es que ella sea una pagana, que podría destrozar la fe de la gente en las doctrinas religiosas, resucitar la idolatría o alguna otra cosa desconocida hasta el momento. Y que no está bien que ella no esté bautizada.

Su actitud hacia las religiones será expuesta más detalladamente en el segundo libro, y es realmente bastante extraordinaria. Mencionaré aquí sólo algunos de sus argumentos:

-Verás, ya es bueno que ellos estén hablando sobre el alma, sobre el bien y lo luminoso. ¿Quién es el más digno? No puedo juzgar.

-¿Y las sectas? -pregunté- Las sectas que han sido prohibidas. Ahora todo el mundo sabe que no iban por un camino justo, que actuaban erróneamente.

-¿Eso crees? Entonces imagina esto: un grupo de soldados va marchando, uno de ellos se adelanta o se va a un lado y pisa una mina. Por supuesto, se puede decir: “Él se ha ido por un camino erróneo, actuó erróneamente”. Pero se puede decir también que, con esto mismo, el salvó a los otros.

-De todas formas, Anastasia, ¿con qué religión eres más afín, cuál es la más comprensible para ti?

-Vladimir, digamos que nunca has visto a tus padres, ni has hablado con ellos.

Entonces, seguramente, te daría alegría escuchar a cualquiera que te hablara de ellos.

Incluso si cada uno te hablara de ellos de forma un poco diferente. Tú mismo puedes determinar dónde está la verdad, después de comprenderte a ti mismo. Porque de hecho, tú eres el descendiente, el hijo de tus padres. Por lo que a mí respecta, yo no tengo necesidad de intermediarios...

* * *

Pero, bueno. Ya está bien de dudas. Hay, de hecho, unas manifestaciones muy agradables que Anastasia ha traído a nuestra realidad.

Yo era especialmente escéptico ante la idea de que ella pudiera introducir algo en el texto del libro. Estas combinaciones y ritmos suyos, como ella decía “de las profundidades de la eternidad”. Pero después de la salida de la primera edición del libro, de sólo cuatro mil ejemplares, sucedió lo increíble. Tales emociones y sentimientos se suscitaron en tanta gente, que inmediatamente, comenzaron a llover los versos. Ahora ya hay muchos. Versos escritos por gente normal, no por poetas profesionales. Hay tantos que se podría editar un libro independiente.

En el grupo de Moscú, que se ocupa de la investigación del fenómeno de Anastasia, dicen, que en ningún momento del pasado ni del presente, ha existido en el mundo una persona ni una imagen, capaz de despertar, en tan poco tiempo, una oleada poética de tal categoría.

Es asombroso también que, mientras en el primer libro no se dice casi nada sobre la fe, o sobre Rusia, la mayoría de los versos de los lectores hablan sobre las aspiraciones luminosas, sobre la fe, sobre Rusia. Y según mi opinión, lo hacen muy inspiradamente.

Y esto me tranquilizó en cuanto a la influencia de Anastasia. Porque en la Biblia se dice cómo distinguir lo bueno y lo malo, el profeta falso del que trae la verdad. En la Biblia se dice: “Por sus frutos los conoceréis” (73).

Y si las aspiraciones de Anastasia, sus combinaciones, suscitan tan luminosos sentimientos poéticos, entonces son buenos frutos.

Incluso pensé: “Si esto continúa así, parece seguro que ella convertirá en poetas enamorados de su Patria, de su Tierra, de la naturaleza que nos rodea, al menos a la mitad de la población de Rusia”.

Separé los versos en las siguientes categorías: anónimos, de militares, firmados y de funcionarios. ¿Y sabéis qué enseñanza se desprende de esta separación?

Muestra que no tiene sentido dividir la sociedad de la forma en que a veces lo hacemos, ni culpar de nuestras desdichas a los otras categorías de personas: a los empresarios, a los militares, a los funcionarios. Todos los corazones laten exactamente de la misma manera, y en todas estas categorías hay personas que aspiran sinceramente a lo luminoso, a lo bueno.

Y las desdichas... las desdichas, según parece, son algo que nos causamos a nosotros mismos.

En esta edición del libro, he decidido publicar un verso de cada categoría.

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65
Surgut es una ciudad de 270.000 habitantes, fundada en el siglo XVI a las orillas del río Obi. Es un importante centro industrial de petróleo y gas.

66
Juan 1:1

67
Este episodio acabó relatándose en el libro 3 más que en el libro 2.

68
Agafya Lýkova: para la referencia de la familia Lýkovs ver nota a pie del capítulo 2: El Encuentro. Tras la publicación del libro, la salud de Agafya mejoró y volvió a vivir a su hogar original donde fue visitada por el corresponsal de “Komsomólskaya Pravda”, Vasili Peskov.

69
Ver nota 5 en el capítulo 27.

70
Kolomna: una ciudad a 100 km al sureste de Moscú.

71
Nastya: diminutivo de Anastasia.

72
Násteñka: otro diminutivo para Anastasia.

73
Mateo 7: 20.


Extracto de: Libro 1 de la Serie Los cedros Resonantes de Rusia, Anastasia, del autor Vladimir Megré, traducido del idioma original ruso al español por Iryna O ?Hara y corregido y editado por Rocío Madreselva.



Fuente:
www.trabajadoresdelaluz.com
06 mayo del 2020