Annie Besant - El cuerpo astral. 2 de 3

 Como se ha dicho, el cuerpo astral está unido por un lado al físico, y es afectado por la pureza e impureza del mismo. Hemos visto que los sólidos, líquidos, gases y éteres de que está compuesto el cuerpo físico, pueden ser bastos o refinados, groseros o delicados. Su naturaleza afecta a su vez la naturaleza de las envolturas astrales correspondientes. Si somos descuidados e imprudentes con el físico, construimos en nuestro cuerpo denso partículas sólidas de clase impura, y atraemos la clase impura correspondiente que llamamos el astral sólido. Por otra parte, si construimos nuestros cuerpos densos con partículas sólidas de un tipo puro, atraeremos la clase más pura correspondiente de materia astral.

A medida que llevamos a efecto la purificación del cuerpo físico, dándole alimentos y bebidas puras, excluyendo de nuestro régimen clases impuras de alimentos, tales como la sangre de los animales, el alcohol y otras cosas groseras y degradantes, no sólo mejoramos nuestro vehículo de conciencia físico, sino que también empezamos a purificar nuestro vehículo astral, tomando del mundo astral materiales más delicados y finos para su construcción. El efecto de esto no es sólo importante por lo que respecta a la presente vida terrestre, sino que también tiene una influencia marcada, como veremos más adelante, en el estado post mortem próximo, en la estancia en el mundo astral y también en la clase del cuerpo que en la próxima vida tendremos en la tierra. Ni es esto todo: las peores clases de alimento atraen al cuerpo astral entidades perniciosas pertenecientes al mundo astral, sino también con lo que llamamos los elementales de esta región.

Estas son entidades de tipo superior e inferior que existen en este plano creadas por los pensamientos de los hombres; y hay también en el mundo astral hombres perversos aprisionados en sus cuerpos astrales y conocidos por elementarios. Los elementales son atraídos hacia la gente cuyo cuerpo' astral contiene materia afín con su naturaleza, al paso que los elementarios buscan, naturalmente, a los que están entregados a los vicios, a que ellos eran aficionados cuando se hallaban en la vida física. Una persona dotada de la visión astral ve, a su paso por las calles, hordas de asquerosos elementales agrupándose alrededor de las carnicerías; y en las cervecerías y tabernas se reúnen especialmente los elementarios, gozándose en las emanaciones impuras de los licores, e introduciéndose, cuando les es posible, en los mismos cuerpos de los bebedores. Estos seres son atraídos por los que construyen sus cuerpos con tales materiales, los cuales tienen esta atmósfera como parte de su vida astral.

Lo mismo tiene lugar en cada grado del plano astral; a medida que purificamos la materia física, atraemos a nosotros los estados puros correspondientes de la materia astral.

Ahora bien: las variedades de los cuerpos astrales dependen de la naturaleza de los materiales con que se construyen; a medida que por el procedimiento de la purificación hacemos a estos cuerpos más y más refinados, dejan de vibrar en contestación a los impulsos inferiores, y principian a responder a las influencias superiores del mundo astral. De este modo construimos un instrumento, el cual, aunque por su propia naturaleza es sensible a las influencias que vienen de afuera, pierde gradualmente la aptitud para responder a las vibraciones inferiores, y adquieren la de contestar a las superiores: un instrumento afinado de modo que sólo vibra en las notas altas. Del mismo modo que tomamos un alambre para producir una vibración simpática, eligiendo con este objeto su diámetro, longitud y tensión, así también podemos templar nuestros cuerpos astrales para que respondan con vibraciones simpáticas a las nobles armonías que a nuestro alrededor suenen en el mundo.

Esto no es asunto de pura especulación o teoría: es un hecho científico. Así como templamos las cuerdas de un instrumento, podemos templar también las cuerdas del cuerpo astral; la ley de la causa y del efecto es tan efectiva en lo uno como en lo otro; apelamos a la ley, nos acogemos a ella y en ella confiamos. Lo que necesitamos es conocimientos y la voluntad para llevar estos conocimientos a la práctica. Este conocimiento se puede experimentar primeramente como mera hipótesis, con arreglo a los hechos conocidos en el mundo inferior; más adelante, a medida que se purifica el cuerpo astral, la hipótesis se cambiará en conocimiento; puede ser asunto de la observación directa, de modo que se llega a comprobar las teorías que en un principio se aceptaran sólo como hipótesis practicables.

La posibilidad, pues, de dominar el mundo astral y de ser verdaderamente útiles en él, depende primeramente de todo este proceso de purificación. Hay sistemas definidos de Yoguismo, por los cuales puede ayudarse el desarrollo de los sentidos astrales de un modo racional y saludable; pero de nada sirve tratar de enseñarlos a quien no use estos simples medios preparatorios de purificación. Comúnmente la gente ansía ensayar algún método nuevo, extraordinario, para hacer progresos; pero es inútil instruir las gentes en el Yoguismo, cuando ni tan siquiera practican estos estados preparatorios en su vida ordinaria.

Supongamos que se principia a enseñar una forma no preparada: la acogería ansiosamente, con entusiasmo, porque era nueva, porque era extraña, porque espera resultados muy inmediatos, y antes de que hubiese pasado un año trabajando en ella, se cansaría del esfuerzo metódico de la misma en su vida diaria, y se desanimaría por la falta de inmediatos efectos; no acostumbrado a un esfuerzo persistente, sostenido con constancia día tras día, cejaría en su propósito y abandonaría el ejercicio; pasada la novedad, el cansancio dominaría. Si una persona no puede o no quiere cumplir el sencillo deber, comparativamente fácil, de purificar sus cuerpos físico y astral, usando una abstinencia temporal para romper los lazos de sus malos hábitos en las comidas y bebidas, es inútil que apetezca procedimientos más difíciles que le atraigan a causa de su novedad, y que abandonaría pronto como carga intolerable.

Es inútil cuanto se hable sobre métodos especiales, mientras no se haya practicado por cierto tiempo estos modestos sistemas ordinarios; pero con, la purificación empezarán a mostrarse nuevas posibilidades. El discípulo verá aumentar gradualmente su conocimiento, se despertará una visión más penetrante; las vibraciones llegarán a él de todos lados, produciendo en él contestaciones que no se hubieran mostrado en los días de ceguera e impedimento. Más pronto o más tarde, con arreglo al Karma de su pasado, esta experiencia será suya, y lo mismo que el niño al dominar las letras del alfabeto siente el placer de poder leer un libro, así el que se dedique a estos estudios verá llegar a su conocimiento y bajo su dominio posibilidades que no había ni soñado en sus días de abandono; percibirá ante su vista nuevos horizontes de saber, un universo más vasto desarrollándose en todas direcciones.

Si ahora, por algunos momentos, estudiamos el cuerpo astral actuando en los estados de sueño y de vigilia, podremos apreciar rápida y fácilmente sus funciones cuando se convierte en vehículo de la conciencia fuera del cuerpo. Si estudiamos una persona cuando está despierta y cuando está dormida, nos haremos cargo de un cambio muy marcado respecto del cuerpo astral; cuando está despierta, las actividades astrales -el cambio de colores y lo demás- todo se manifiesta en el cuerpo e inmediatamente a su alrededor; pero cuando duerme tiene lugar una separación y vemos el cuerpo físico -el cuerpo denso y el doble etéreo- que yacen solos en la cama, mientras que el cuerpo astral flota en el aire sobre ellos.

Si la persona que estudiamos es de mediano desarrollo, el cuerpo astral, así separado del físico, es una masa algún tanto informe, según antes se describió; no puede ir lejos de su cuerpo físico, es inútil como vehículo de conciencia, y el hombre dentro de él está en un estado vago de soñolencia, no estando acostumbrado a actuar fuera de su vehículo físico; en una palabra, puede decirse que casi está dormido, faltándole el medio por cuyo conducto se ha acostumbrado a obrar, y no puede recibir impresiones definidas del mundo astral, ni expresarse claramente por medio del cuerpo astral pobremente organizado. Los centros de sensación en este último pueden ser afectados por formas de pensamiento pasajeras, y pueden responder en él a estímulos que despierten la naturaleza inferior; pero el efecto general que representa al observador, es el de un estado de vaguedad y de sueño, careciendo el cuerpo astral de toda actividad definida y flotando perezoso, incoherente, sobre la forma física dormida.

Si sucediese algo que tendiese a llevarlo lejos de su compañero físico, éste se despertará, y el astral volverá a entrar en él inmediatamente. Pero si se observa una persona mucho más desarrollada, .por ejemplo, uno que esté acostumbrado a actuar en el mundo astral, y a usar el cuerpo astral con este objeto, se verá que cuando el cuerpo físico se duerme y el astral se desliza fuera, tenemos ante nosotros al hombre mismo en completa conciencia; el cuerpo astral está claramente delineado y definidamente organizado, siendo la imagen del hombre, y el hombre puede usarlo como vehículo, vehículo mucho más útil que el físico. Hállase por completo despierto, y trabaja mucho más activamente, con más exactitud y con mayores poderes de comprensión que cuando se halla confinado en su vehículo físico más denso, pudiendo moverse libremente y con inmensa rapidez a cualquier distancia, sin causar la menor perturbación al cuerpo que duerme en la cama.

Si esta persona no ha aprendido aún a enlazar sus vehículos astral y físico; si hay una interrupción de la conciencia cuando se duerme, y el cuerpo astral se desliza fuera, entonces, al paso que él mismo se halla completamente despierto y en completa conciencia en el plano astral, no podrá imprimir el conocimiento de lo que ha estado haciendo durante su ausencia; en estas circunstancias su conciencia de "vigilia", como se acostumbra llamar la forma más limitada de vuestra conciencia, no participará de las experiencias del hombre en el mundo astral, no porque él no las conozca, sino porque el organismo físico es demasiado denso para recibir sus impresiones.

Algunas veces, al despertarse el cuerpo físico, hay el sentimiento de algo que se ha experimentado, y de lo cual no hay recuerdo; sin embargo, este mismo sentimiento demuestra que ha habido un funcionamiento de la conciencia en el mundo astral aparte del cuerpo físico, aunque el cerebro no es lo suficientemente receptivo para obtener ni aún un recuerdo vago de lo que ha ocurrido. Otras veces, cuando el cuerpo astral vuelve al físico, el hombre consigue hacer una impresión pasajera en el doble etéreo y cuerpo denso, y cuando éste despierta, hay un recuerdo vívido de una experiencia obtenida en el mundo astral; pero el recuerdo se desvanece bien pronto y no se puede despertar, y cada esfuerzo hace más imposible el éxito, porque despierta fuertes vibraciones más sutiles del astral.

También puede el hombre llegar a imprimir nuevos conocimientos en el cerebro físico, sin poder recordar cómo ni cuándo los obtuvo; en estos casos las ideas se despertarán en el estado de vigilia como engendradas espontáneamente; así se presentarán soluciones de problemas antes incomprensibles, y se hará luz en asuntos antes oscuros. Cuando esto sucede, es un signo lisonjero de progreso, pues demuestra que el cuerpo astral está bien organizado y funciona activamente en el mundo astral, aunque el cuerpo físico sea todavía sólo muy parcialmente receptivo. Algunas veces, sin embargo, el hombre consigue que el físico responda, y entonces tendremos lo que se considera como un sueño vívido, coherente y razonable: sueños de una clase que la mayoría de los pensadores han experimentado alguna vez, en que se sienten más vivos que "despiertos", pudiendo hasta adquirir conocimientos útiles en la vida física. Todos éstos son grados de progreso que señalan la evolución y el perfeccionamiento en la organización del cuerpo astral.

Por otra parte, personas que están haciendo verdaderos y rápidos progresos espirituales, pueden estar funcionando del modo más activo y provechoso en el mundo astral, sin imprimir en su cerebro a su vuelta de aquél, ni el más ligero recuerdo de la obra en que han estado ocupados, aunque en su conciencia inferior pueden notar mayor claridad y un conocimiento mayor de las verdades espirituales. Hay un hecho que los estudiantes pueden tomar como estímulo, y en el que deben tener confianza, por más nula que sea su memoria física respecto de las experiencias suprafísicas: a medida que aprendemos a trabajar en pro de los demás, a medida que tratamos de ser más y más útiles al mundo, a medida que nos hacemos más fuertes.

Y más firmes en nuestra devoción hacia los Hermanos Mayores de la Humanidad, y procuramos ejecutar, cada vez con más ardor, nuestra pequeña parte en su grande obra, estamos desarrollando de modo inevitable el cuerpo astral, y el poder de funcionar en él que nos hace ser más útiles; con memoria física o sin ella, dejamos nuestras prisiones físicas sumidas en profundo sueñe, y nos lanzamos a trabajar en el plano astral en obras de provecho, coadyuvando a la labor de gentes que de otra manera no hubiéramos podido alcanzar, prestando servicios y consuelos en condiciones que de otro modo no podríamos emplear. Esta evolución se verifica en aquellos que son puros de mente, elevados en pensamientos, y con su corazón dedicado al deseo de servir.

Pueden trabajar durante muchos años en el plano astral, sin traer recuerdo alguno a sus conciencias inferiores, y emplearán poderes para el bien del mundo mucho más trascendentales de lo que se consideran capaces; éstos tendrán, cuando karma lo permita, la conciencia completa no interrumpida que pasa a voluntad del mundo astral al físico y viceversa; se construirá el puente que permite a la memoria cruzar de uno a otro sin esfuerzo, de modo que el hombre, al volver de su trabajo en el plano astral, se revestirá de su envoltura física sin perder nada de su conciencia. Esta certeza constituye una esperanza de los que escogen una vida de abnegación.

Llegará el día en que adquieran esta conciencia continuada, y entonces la vida no será para ellos de días de recuerdos y de noches de olvido, sino que será un todo continuado; el cuerpo físico se pone a un lado cuando necesite tomar descanso, y entretanto el hombre emplea su cuerpo astral para su trabajo en aquel mundo; se conservarán entonces los eslabones del pensamiento sin roturas, con conciencia de cuánto se deje el cuerpo físico, de cuándo se sale de él; con conciencia de la vida fuera de él, y del momento en que se vuelve a ocuparlo; de este modo, semana tras semana, año tras año, se conservará la conciencia continua e infatigable, la cual da la certidumbre absoluta de que el cuerpo es tan sólo una vestidura que se lleva, que se pone y se quita según se quiera, y no un instrumento indispensable para pensar y vivir. Se verá que lejos de ser necesario para ambas cosas, son, por el contrario, sin él, el pensamiento mucho más activo, y la vida mucho más desembarazada.

Cuando el hombre ha alcanzado este estado, principia a comprender el mundo y su vida en él es mucho mejor que antes; comienza a penetrar mejor lo que halla ante sí, las posibilidades de la humanidad superior. Gradualmente llega a ver que del mismo modo que el hombre adquiere primeramente la conciencia física y luego la astral, podrá adquirir también estados de conciencia superiores, llevando su actividad a planos más elevados de mundos más vastos, ejerciendo poderes más trascendentes cuando actúa como servidor de los Maestros en ayuda y beneficio de la Humanidad. Entonces la vida física principia a reducirse a sus verdaderas proporciones, y nada de lo que pasa en el mundo de los sentidos puede afectarle ya, como sucedía antes de conocer la vida más amplia y más rica, siendo la muerte impotente para afectarle en nada que a él o a sus deseos de servir a los demás pueda referirse.

La vida terrestre queda relegada a su verdadero lugar, como la parte menor de la actividad humana, y no volverá a ser tan oscura como antes, porque la luz de las regiones superiores brilla en sus más lóbregas profundidades.



Extracto de EL HOMBRE Y SUS CUERPOS
ANNIE BESANT


Fuente:
www.trabajadoresdelaluz.com
18  setiembre del 2020