Anastasia. Ha de cambiar la concepción del mundo.

“En él era la vida, y la vida era la luz del Hombre...”

Evangelio de San Juan

En una ocasión, a petición mía, Anastasia me llevó a ver el cedro resonante del que su abuelo y bisabuelo me habían hablado. Nos alejamos un poco del claro, y entonces, lo vi. Un árbol, de unos cuarenta metros, se alzaba un poco por encima de los de al lado, pero su distinción principal era que su copa resplandecía, creando una aureola a su alrededor, parecida a aquella que pintan en los iconos alrededor de las caras de los santos. Esta aureola no era algo estático, sino que palpitaba. En el punto más alto se formaba un rayo fino que se dirigía a la infinidad del cielo.

Este espectáculo era fascinante y absolutamente encantador.

Por sugerencia de Anastasia, estreché las palmas de las manos contra su tronco y oí una resonancia o crepitación parecida a la que se puede oír estando bajo un cable de alta tensión, pero más agudo.

-Fui yo la que, casualmente, encontré un modo de devolver su energía al Cosmos y después dispersarla por la Tierra -comunicó Anastasia-. ¿Ves que la corteza está levantada en diferentes sitios? Por ahí trepó la osa. Me resultó bastante difícil lograr que me llevara hasta las primeras ramas. Me agarré al pelaje de su cogote y durante todo ese trecho, ella trepaba y rugía, trepaba y rugía... Tras alcanzar las ramas más bajas pude llegar hasta la parte más alta del árbol trepando de rama en rama. Estuve sentada allí dos días y ¡qué no me pude yo inventar para salvarlo! Y le acariciaba, y gritaba hacia lo alto... Nada ayudaba.

Vinieron el abuelo y el bisabuelo. ¿Te imaginas la escena que se formó? Aquí abajo estaban ellos, riñéndome y exigiéndome que bajara. Yo, por otro lado, exigiéndoles que me dijeran qué tenía que hacer con el cedro, cómo salvar al cedro resonante, ya que nadie lo iba a cortar. Ellos no me lo decían. Pero yo sentía que lo sabían. Y el astuto del abuelo pretendía hacerme bajar prometiendo ayudarme a entender qué es lo que tengo que hacer con una mujer con la que no consigo entrar en contacto de ninguna manera.

Esta es una mujer a la que realmente quiero ayudar. Antes, el abuelo, lo que hacía era enfadarse, diciéndome que pierdo demasiado tiempo con ella y dejo de hacer las otras cosas. Pero es que yo sabía que él no me iba a poder ayudar, ya que el bisabuelo había intentado hacerlo en dos ocasiones, a escondidas del abuelo, y tampoco había podido.

Al cabo de un rato, el abuelo perdió los nervios por completo, agarró una rama, se puso a correr alrededor del cedro, azotando el aire con la rama y gritando que yo era la más descerebrada de la familia, que estaba actuando sin ninguna lógica, que me negaba a aceptar consejos sensatos y que él iba a educarme dándome con las varillas en las nalgas. Y azotaba el aire con la rama una y otra vez. ¿Es posible que se le ocurriera una cosa así? Hasta el bisabuelo se echó a reír. Y también yo me estaba riendo a carcajadas, cuando quebré sin querer una ramita de la parte más alta del árbol, y de allí empezó a salir una luminiscencia. Oí entonces la voz de bisabuelo, muy serio, autoritario y suplicante al mismo tiempo:

-No toques nada más, pequeña. Baja con mucho cuidado. Ya lo has hecho todo.

Obedecí y bajé. El bisabuelo me abrazó sin decir palabra, él mismo estaba temblando y señaló al cedro, donde cada vez más y más ramitas empezaban a iluminarse. Después, se formó un rayito que se dirigía hacia el cielo. Ahora no se quemará el cedro resonante.

A través de su rayito devolverá todo lo acumulado durante quinientos años a la gente y a la Tierra. El bisabuelo explicó que el rayito se había formado, justamente, en ese sitio donde yo había estado gritando hacia arriba y había quebrado sin querer la ramita cuando me estaba riendo. El bisabuelo dijo que si yo hubiera rozado el rayito que salía de la ramita quebrada, mi cerebro habría estallado, puesto que en este rayito hay demasiada energía e información, y que precisamente así habían perecido papá y mamá...

Anastasia puso sus manos en el vigoroso tronco del cedro resonante salvado por ella, pegó a él la mejilla, se quedó callada durante un tiempo, después continuó su relato:

-Ellos, papá y mamá, una vez encontraron un cedro resonante semejante a éste. Pero mamá lo hizo todo de una manera un poco diferente, porque no sabía... Ella trepó a un árbol vecino del cedro resonante, desde donde pudo alcanzar y coger una de las ramas inferiores del resonante y la quebró, exponiéndose así, sin querer, al rayo que se encendió desde la ramita rota. La ramita apuntaba hacía abajo y el rayo se dirigió hacia la tierra. Es muy malo, muy perjudicial cuando una energía así alcanza la tierra...

Cuando papá vino, vio este rayito y a mamá, que se había quedado colgando, con una mano firmemente aferrada todavía a la rama del cedro vecino, mientras en la otra mano sostenía la rama quebrada del cedro resonante. Papá, sin duda, entendió todo lo que había pasado. Empezó a trepar al cedro resonante, subió hasta la parte más alta. El abuelo y el bisabuelo vieron cómo quebraba las ramitas superiores, pero éstas no se iluminaban; mientras que más y más ramitas inferiores empezaban a iluminarse. El bisabuelo dijo que papá entendió que, en poco tiempo más, ya nunca podría bajar. Pero ni el rayo que tenía que dirigirse hacia arriba ni la luminiscencia palpitante aparecían.

Por el contrario, cada vez se encendían más rayitos finos apuntando hacia abajo.

El rayo superior apareció cuando papá quebró una rama grande dirigida hacia arriba.

Y aunque al principio ésta no relucía él la dobló y la dirigió hacia sí mismo. Cuando ésta prendió, papá todavía tuvo tiempo de abrir las manos y el rayito de la ramita enderezada se lanzó hacia el cielo. Más tarde, se formó la aureola palpitante.

El bisabuelo decía que en los últimos instantes de su vida, el cerebro de papá pudo recibir un enorme torrente de energía y de información, y que él pudo –de algún modo increíble– desocupar su cerebro de toda información previamente acumulada, y por esto logró ganar el tiempo suficiente para poder abrir las manos y dirigir la ramita hacia arriba antes de que su cerebro estallara.

Anastasia, una vez más, acarició el cedro con sus manos, pegó a él la mejilla y se quedó quieta, sonriendo, escuchando la resonancia del árbol.

-Anastasia, y en cuanto a ese aceite de piñón de cedro, ¿son sus propiedades curativas más fuertes o más débiles que los trocitos de Cedro Resonante?

-Son iguales. Si los piñones se recogen en el momento adecuado y con la actitud adecuada hacia el cedro. Cuando es él mismo el que los da.

-¿Tú sabes cómo hay que hacerlo?

-Sí, lo sé.

-¿Me lo contarás?

-De acuerdo. Te lo contaré.



# Ha de cambiar la concepción del mundo.

Le pregunté a Anastasia por la mujer sobre la que tenía aquel conflicto con su abuelo.

Le pregunté por qué no había podido de ninguna manera entrar en contacto con ella y por qué le era necesario hacerlo.

-Verás -empezó su relato Anastasia-, es muy importante, cuando dos personas unen sus vidas, que tengan una atracción espiritual el uno hacia el otro. Por desgracia, en general, todo empieza con lo carnal. Por ejemplo, ves a una muchacha bella y deseas intimidad con ella. A la persona, a su alma, todavía no la has visto. A menudo, la gente une sus destinos sólo en base a una atracción carnal, la cual pasa rápido o se dirige hacia otra persona. ¿Qué mantiene a la gente unida entonces?

Encontrar a una persona cercana espiritualmente, con la que se pueda llegar a una verdadera felicidad, no es tan difícil, en realidad. Sin embargo, en vuestro mundo tecnócrata existen un montón de obstáculos. La mujer con la que estoy intentando entrar en contacto vive en una ciudad grande, y se traslada regularmente a un mismo lugar, seguramente, a su trabajo. Allí o por el camino, ella siempre ve o se encuentra con un hombre muy cercano a ella en espíritu, con quien podría ser realmente feliz, y más importante aún, con quien tendría un niño capaz de traer mucho bien al mundo. Porque ellos le crearían con el mismo impulso amoroso que nosotros.

Pero no hay manera de que este hombre pueda hacer el intento de declararse a esta mujer, y en parte, ella misma tiene la culpa de esto. Imagínatelo, él está mirando su rostro y ve en ella a la elegida de su alma, y ella, apenas siente la mirada de alguien, rápidamente se estira, e intenta, como quien no quiere la cosa, ponerse la faldita un poco más corta, etcétera. A él, en seguida, le sobrevienen los sentimientos carnales, pero como la conoce muy poco o nada en absoluto, va a buscar a otra mujer que conoce mejor y le es más accesible, impulsado por estos mismos sentimientos carnales.

Yo quiero sugerirle a esta mujer lo que debería hacer, pero no puedo abrirme paso hasta ella, su cerebro no se abre para la toma de conciencia de información ni por un instante. Su cabeza está sólo y enteramente ocupada con los problemas cotidianos.

Imagínate que una vez la observé veinticuatro horas enteras. ¡Es algo tan terrible!. El abuelo se enfadó después conmigo por no trabajar suficiente con los dachniks y, en general, por dispersarme y por meterme en lo que no me compete.

Cuando esta mujer se despierta por la mañana, su primer pensamiento no es regocijarse con el día que comienza, sino cómo preparar algo de comer. Se disgusta porque le falta alguna cosa de comer, y después se amarga porque le falta algo que os ponéis en la cara por las mañanas: puede que algún tipo de crema o pintura de cara. Se pasa todo el tiempo pensando cómo conseguirlo. Siempre va con retraso, y está constantemente corriendo y pensando en cómo no perder ahora un transporte, ahora el otro.

En el sitio al que llega habitualmente, su cerebro está ya sobrecargado del todo, cómo explicártelo, su cabeza está llena de todo tipo de tonterías, según a mí me parece. Por un lado, tiene que poner cara de juiciosa y competente y cumplir con algún trabajo que se le haya asignado. Mientras tanto, está pensando en alguna de sus amigas o conocidas y se está sintiendo irritada con ella. Al mismo tiempo, está escuchando todo lo que hablan a su alrededor. ¿Te imaginas? Así, día tras día, día tras día, como un robot.

De vuelta a casa, cuando la gente la ve, pone cara de mujer casi feliz. Pero en realidad, continuamente está pensando en problemas, en sus pinturas de cara, mira la ropa en las tiendas, sobre todo ropa que enseñe sus seductores encantos, suponiendo que esto traerá algún tipo de milagro, aunque en su caso, las cosas están ocurriendo justo al revés. Llega a casa y se pone a limpiar. Cree que está descansando cuando está viendo esa televisión suya o se pone a cocinar, y lo peor es que piensa en cosas buenas sólo por un instante. Incluso cuando se acuesta, vuelve otra vez a pensar en sus preocupaciones diarias y se queda en esa rutina mental.

Si al menos por un minutito en ese día se hubiera apartado de sus pensamientos y hubiera pensado en...

-¡Espera, Anastasia! Mejor explica cómo la ves a ella, cual debería ser su aspecto externo y su ropa, y dime en qué debería estar pensando en el momento en que este hombre se encuentre a su lado. ¿Qué debería hacer para que él intente declarársele?

Anastasia la describió con todo lujo de detalles. Reproduciré aquí lo que me parece más esencial.

-El vestido debería llegar un poco por debajo de las rodillas. Debería ser verde, sin escote y con un cuellito blanco. Ella debería ir casi sin maquillaje, y escuchar con interés a la persona con la que se está comunicando.

-¿Y ya está? -observé al escuchar la explicación tan sencilla.

-Detrás de estas cosas sencillas hay mucho. Para que ella elija precisamente un vestido así, se maquille de otra manera y mire a la persona con sincero interés, ha de cambiar su concepción del mundo.



# Pecado mortal

—Todavía necesito hablarte, Vladimir, sobre las condiciones con las cuales irás recibiendo dinero de los bancos, cuando haya mucho dinero en tus cuentas...

—Adelante, Anastasia, eso es un asunto agradable —contesté.

Sin embargo, lo que oí me hizo explotar... Juzguen ustedes mismos lo que ella expuso:

—Para sacar dinero de tu cuenta bancaria, tendrás que observar las siguientes condiciones: en primer lugar, tres días antes de sacar dinero no debes tomar bebidas alcohólicas. Cuando llegues al banco, la primera persona responsable 53 tendrá que verificar, con la ayuda de los dispositivos de los que disponéis, que has cumplido esta condición, y hacerlo en presencia de no menos de dos testigos. Si esta primera condición ha sido observada, entonces podrás comenzar a realizar la segunda: tendrás que acuclillarte, no menos de nueve veces, delante de la persona responsable y de los dos testigos presentes...

Cuando llegué a comprender el sentido de lo que había dicho, o más exactamente, el sinsentido, me levanté de un salto y ella también se levantó. Yo no daba crédito a mis oídos y precisé:

—Primero, me van a hacer la prueba del alcohol, y después, además, tengo que acuclillarme delante de los testigos no menos de nueve veces, ¿es correcto?

—Sí —contestó Anastasia—, por cada flexión te podrán dar no más de un millón de vuestros rublos 54 en su valor de hoy.

Sentimientos de rabia, cólera y despecho se apoderaron de mí.

—¿Por qué has dicho esto? ¿Por qué? Me sentía tan bien. Te creí. Estaba empezando a pensar que tenías razón en muchas cosas, que había lógica en tus argumentos. Pero tú... ¡Ahora estoy absolutamente seguro de que eres una esquizofrénica, una imbécil del bosque, una loca! Lo has estropeado todo con lo último que has dicho, que no tiene sentido ni lógica en absoluto. Y no sólo yo, cualquier persona normal te lo confirmará.

¡Ja! ¿Quizás, querrás además, que yo exponga estas condiciones en tu libro?

—Sí.

—Pues, absolutamente anormal. ¿Y a los bancos qué? ¿Escribirás las instrucciones o publicarás el decreto?

—No, ellos lo leerán en el libro y cada uno va a proceder así contigo. De lo contrario, les espera la ruina.

—¡¡¡Ay, dios!!! ¿Y yo llevo tres días escuchando a esta criatura? ¿También querrás, quizas, que la persona responsable del banco se acuclille conmigo en presencia de los testigos?

—También sería bueno para él igual que para ti. Esto sería aún más provechoso pero a ellos no les puse unas condiciones tan severas como a ti.

—¿Entonces, sólo a mí me colmaste así de beneficios? ¿Pero tú te imaginas el hazmerreír que has hecho de mí? ¡A esto es a lo que puede llegar el amor de una anacoreta anormal! Sólo que no te saldrás con la tuya. Ningún banco estará de acuerdo en atenderme con tales condiciones, por mucho que modeles tus situaciones. Estás delirando. ¡Anda y acuclíllate tú hasta que te hartes, so necia!

—Los bancos estarán conformes, e incluso sin tú saberlo, van a abrir las cuentas. Bien es verdad, que serán sólo aquellos bancos que quieran trabajar honradamente, y la gente confiará y vendrá a ellos —Anastasia se mantenía en sus trece.

La irritación y la cólera se acumulaban cada vez más y más en mí. No sé si me irritaba más conmigo o con Anastasia. ¿Será posible? ¡Tanto escucharla y esforzarme por comprender lo que me decía, y resulta que no es más que una medio loca! Empecé a referirme a Anastasia con malas palabras, por decirlo con suavidad...

Ella estaba de pie, con la espalda apoyada en un árbol y con la cabeza un poco inclinada hacía adelante. Una de sus manos estaba estrechada contra su pecho, mientras agitaba ligeramente la otra mano que tenía levantada hacia arriba.

Reconocí este gesto. Ella lo repetía cada vez que quería apaciguar la naturaleza de alrededor, para que yo no tuviera miedo, y entendí por qué la apaciguaba esta vez.

Cada palabra ofensiva o soez referida a Anastasia la golpeaba como si fuera con un látigo y hacía estremecer su cuerpo.

Me callé. Me volví a sentar en la hierba volviéndole la espalda, decidí que iba a tranquilizarme, a ir a la orilla del río y no iba a hablar más con ella en absoluto. Sin embargo, cuando la oí hablar tras de mí, me sorprendió que no había un tono de ofensa ni de reproche en su voz.

—¿Entiendes, Vladimir? Todo lo malo que le pasa al Hombre, lo atrae hacía sí el Hombre mismo, cuando contraviene las reglas del ser espiritual y rompe la conexión con la naturaleza.

>>Las fuerzas oscuras tratan de atraer su atención con el atractivo efímero de vuestra vida tecnócrata, y de hacer que no penséis en las sencillas verdades, en los mandamientos, expuestos tiempo atrás en la Biblia. Y lo logran en gran medida.

>>Uno de los pecados mortales del Hombre es la soberbia. La mayoría de la gente está sometida a este pecado. No voy a exponerte ahora lo enormemente destructivo que es. Cuando regreses, si deseas llegar a comprenderlo, lo verás tú mismo o con la ayuda de la gente iluminada, que vendrá a ti. Por ahora, sólo te diré esto: las fuerzas oscuras, como fuerza de oposición a las luminosas están trabajando cada segundo para asegurarse de que este pecado se quede con el Hombre, y el dinero les sirve como una de las herramientas básicas para esto. Son ellos quienes lo inventaron. El dinero es como la zona de alta tensión. Las fuerzas oscuras están muy orgullosas de su invención, hasta el punto de considerarse más fuertes que las fuerzas luminosas por ello. Y por conseguir, por medio del dinero, distraer al Hombre de su verdadero propósito.

Esta gran oposición está teniendo lugar desde hace miles de años y el Hombre en su centro. Pero yo no quiero que tú estés expuesto a este pecado.

Entiendo que no bastará ahora con estas explicaciones, claro. Ya que a pesar de los miles de años de explicaciones, la humanidad no ha llegado a comprender cuál es el modo de enfrentarse a este pecado. Así es que es natural que tampoco tú puedas tomar conciencia de ello ahora. Pero yo deseaba muchísimo librarte de este peligro mortal que es la corrupción del espíritu. Es por eso que ideé esta situación especialmente para ti, con la cual, este mecanismo de las fuerzas oscuras como que se rompe, se bloquea o incluso ejerce el efecto contrario: desarraiga el pecado. De ahí que ellos se hayan enfurecido tanto. Su cólera se introdujo en ti y empezaste a gritarme palabras insultantes. Ellos querían que yo me enfadara contigo también, pero jamás lo haré. Esto me ha hecho ver que lo que he ideado ha dado en el clavo, y ahora está claro para mí, que su mecanismo, que durante milenios ha funcionado impecablemente, se puede romper. De momento, lo he hecho sólo para ti, pero encontraré algo para las demás personas también...

¿Y qué hay de malo en que bebas menos de esa pócima embriagante, y no seas tan arrogante y rebelde? ¿Por qué habrías de indignarte? Pero es que claro, se te desencadenó la soberbia.

Ella se calló y yo pensé: “Es increíble, pero su cerebro –o algo más allá– ha dado a esta situación cómica y completamente anormal de acuclillarse en un banco, un significado así de profundo y realmente, puede que todo ello encierre alguna lógica.

Habrá que intentar llegar a comprenderlo más tranquilamente”.

Toda la irritación contra Anastasia se me pasó, y en su lugar apareció un vago sentimiento de culpa, pero no me puse a pedirle disculpas entonces, sólo me volví a ella, deseando la reconciliación. Y es como si Anastasia hubiera sentido mi estado interior, porque en seguida se estremeció de alegría y empezó a hablar rápidamente.



53
Primera persona responsable: Recogemos las palabras literales de Anastasia refiriéndose al director del banco.

54
Un millón de rublos equivalente a unas 32.000 pesetas del año 1995.



Extracto de: Libro 1 de la Serie Los cedros Resonantes de Rusia, Anastasia, del autor Vladimir Megré, traducido del idioma original ruso al español por Iryna O ?Hara y corregido y editado por Rocío Madreselva.



Fuente:
www.trabajadoresdelaluz.com
24 abril 2020