Annie Besant - Los siete principios del hombre. Principio 4

PRINCIPIO IV

KAMA, LOS DESEOS

Hemos llegado ya, en la constitución del hombre, al Principio llamado a veces Alma Animal. Comprende el conjunto de apetitos, pasiones, emociones y deseos, clasificados por la psicología occidental como instintos, sensaciones, sentimientos y emociones, y considerados como una subdivisión del pensamiento. En la psicología occidental el pensamiento se divide por la escuela moderna en tres grupos principales: sentimientos, voluntad e inteligencia. Los sentimientos se dividen a su vez en sensaciones y emociones, y estas están divididas y subdivididas bajo numerosas denominaciones. Kama, o deseo, comprendle al grupo entero de "sentimientos", y puede ser definido como nuestra naturaleza apasionada y emocional.. Todas las necesidades animales, tales como el hambre, la sed, los deseos sexuales, están contenidas en el deseo, así como todas las pasiones, tales como el amor (en su sentido inferior), el odio, la envidia, los celos, etc. Es también el deseo por la existencia sensual, por los goces materiales,"la sensualidad de la carne, la sensualidad de los ojos, el orgullo de la vida". Este principio es el más material de nuestra naturaleza; es el que nos une poderosamente a la vida terrestre. "No es materia constituida molecularmente, y mucho menos es el cuerpo humano, Sthula Sharira que es el más grosero de todos nuestros "principios", sino realmente el principio medio, el verdadero centro animal, mientras que nuestro cuerpo físico no es sino su envoltura, el factor irresponsable y el medio por el cual actúa la bestia que está en nosotros (Doctrina Secreta).

Unido a la parte inferior de Manas como Kama-Manas, viene a ser la ordinaria inteligencia cerebral del hombre; este es el aspecto de que vamos a tratar ahora. Considerado en sí mismo es el bruto en nosotros, el "mono y el tigre" de Tensión, la fuerza que influye más para mantenemos atados a la tierra y ahogar en nosotros toda aspiración elevada, por medio de la ilusión de los sentidos.

Kama unido a Prana es, en lo físico, como hemos visto, el "aliento de vida", el principio vital sensitivo, esparcido por todas las partículas de nuestro cuerpo. Es, por tanto, el asiento de las sensaciones; lo que suministra condiciones a los centros de sensación para que puedan funcionar. Hemos observado ya que los órganos físicos de los sentidos, los instrumentos del cuerpo que se ponen en contacto inmediato con el mundo externo, están relacionados con los centros materiales de sensación del Linga Sarira, esto es, con los sentidos internos. Pero estos órganos y centros serían incapaces de funcionar si Prana no los hiciese vibrar con actividad; si sus vibraciones permanecieran tan sólo vibraciones, movimiento en los planos materiales del cuerpo físico y del doble etéreo; si Kama, el principio de sensación no convirtiese la vibración en sentimiento. El sentimiento es, verdaderamente conocimiento en el plano kámico; cuando un hombre está bajo el dominio de una sensación o de una pasión, el teósofo habla con él como estando en el plano kámico o astral, queriendo decir por ello que su conciencia está funcionando en dicho plano. Por ejemplo, un árbol puede reflejar rayos de luz, que son vibraciones etéreas, y estas vibraciones, chocando con el ojo exterior, producirán vibraciones en las celdillas nerviosas físicas; éstas se propagarán como vibraciones a los centros físicos y etéreos, pero no habrá percepción del árbol hasta que sea alcanzado el asiento de la sensación y Kama nos lo haga percibir.

Durante la vida, Kama, como tal, no tiene forma ni cuerpo; pero después de la muerte se identifica en la forma de un cuerpo astral, esto es, de un cuerpo compuesto de materia astral, y entonces se le conoce con el nombre de Kama-Rupa; Rupa es el nombre sánscrito de cuerpo, y de todo lo que tiene forma. (La fuerza de la objeción dirigida cuando se hable del Linga Sarira como cuerpo etéreo puede verse ahora; cualquier cuerpo formado de materia astral, es un cuerpo astral; pero sus propiedades varían según los principios que lo forman.

Muy poco conocimiento se da, por tanto, de la naturaleza de una entidad, cuando se dice de ella meramente que es un cuerpo astral.) El Kama-Rupa por sí solo posee sentido íntimo de un orden muy inferior, tiene la astucia del bruto, no tiene conciencia, es, en fin, una entidad del todo dudosa, y a menudo se habla de ella como de un "Spook" (fantasma). Anda errante de un lado para otro, atraído a todos los sitios donde los deseos animales son alentados y satisfechos, y es arrastrado en las corrientes de aquellos cuyas pasiones animales son fuertes y sin freno. Los mediums de inferior clase atraen inevitablemente estos visitadores, eminentemente desagradables, cuya marchita vitalidad se vigoriza en sus sesiones, los cuales recogiendo reflejos astrales, hacen el papel de "espíritus desencarnados" de orden inferior. Y no es esto todo: si en tales sesiones se halla presente algún hombre o mujer cuyo bajo desarrollo corresponde con el del "Spook" éste es atraído hacia aquella persona, puede adherirse a ella y establecer así corrientes entre el Kama de la persona viva y el Kama-Rupa o fantasma de la personalidad que fue, engendrando resultados de la especie más deplorable.

La mayor o menor duración del Kama-Rupa, depende del mayor o menor desarrollo de la naturaleza animal y apasionada de la personalidad a que perteneció. Si durante la vida terrestre la naturaleza animal fue satisfecha y libre de todo freno; si los principios intelectuales y espirituales del hombre fueron abandonados o comprimidos, entonces, como las corrientes de la vida fueron encaminadas fuertemente en la dirección kámica, el Kama- Rupa durará por un largo período después de la muerte de la persona. Y también, si la vida terrestre ha sido repentina y prematuramente cortada por accidente y por suicidio, el lazo entre Kama y Prana no se rompe tan fácilmente y el Kama-Rupa estará grandemente vivificado. Si, por el contrario, Kama ha sido restringido y dominado durante la vida terrestre, si ha sido purificado y reducido al servicio de la naturaleza más elevada del hombre, entonces habrá pocos elementos que puedan dar energía al Rupa, el cual se desintegrará y disolverá muy pronto.

Queda por describir otro destino que puede caber al principio kámico, terrible en sus posibilidades, pero no podrá ser bien comprendido hasta que no hayamos tratado del Quinto principio.

Ya hemos estudiado al hombre en su naturaleza inferior y hemos llegado en el camino de su evolución a un punto en que es compañero del bruto. El Cuaternario, considerado por sí solo y antes de que se ponga en contacto con la mente, es simplemente un anima1 inferior; está aguardando la llegada de la mente para convertirse en hombre. La Teosofía enseña que en pasadas edades fue hecho el hombre lentamente, grado por grado, principio por principio, hasta que fue un cuaternario, incubado por el Espíritu, aunque sin contacto con él, a la espera de la mente, única que podía hacerle progresar y realizar su unión consciente con el espíritu, para cumplir así el objeto de su ser. El desarrollo de cada entidad humana pasa por esta evolución cíclica en su lento proceso, y cada uno de los principios que en el curso de los tiempos encarnará sucesivamente en las razas humanas de la tierra, va apareciendo como una parte de la constitución del hombre en el punto de la evolución alcanzada en una época dada, permaneciendo los restantes en estado latente, hasta que llegue la hora de su gradual manifestación. La evolución del cuaternario hasta el momento en que le fue imposible progresar más sin la mente, está expresada con elocuentes frases en las Estancias Arcaicas que sirven de base a la Doctrina Secreta de H. P. de Blavatsky (el Soplo es el espíritu para quien ha de construirse el tabernáculo humano; el cuerpo denso es el Sthu1a Sarira; el espíritu de vida es Prana; el espejo de su cuerpo es el Linga Sarira; el vehículo de los deseos es Kama).

El Soplo necesitaba una forma; los Padres se la dieron. El Soplo necesitaba un cuerpo denso, la Tierra lo moldeó. El Soplo necesitaba el Espíritu de Vida; los Lhas solares lo exhalaron dentro de su forma. El Soplo necesitaba un Espíritu de su cuerpo: "nosotros le daremos el nuestro" -dijeron los Dhyanis-. El soplo necesitaba un vehículo de los deseos; "aquí está" -dijo el Desecador de las aguas-. Pero el Soplo necesitaba una mente para abarcar el Universo: "no podemos dar eso" -dijeron los Padres-. "Nunca la poseído" -dijo el Espíritu de la Tierra-. "La forma se consumiría si yo le diera la mía" -dijo el Gran Fuego... -El hombro permaneció un Bhuta (fantasma) vacío y sin sentido.

Y así el hombre personal no tiene mente. El Cuaternario solo no es el Hombre, no es el Pensador; pues sólo como pensador es el hombre realmente hombre.

Llegados a este punto, detengámonos a reflexionar sobre la constitución humana hasta donde la hemos considerado. El Cuaternario es la parte mortal del hombre; la Teosofía lo distingue como la Personalidad. Es necesario darse cuenta muy clara y definida de él para poder concebir la constitución del hombre y para estar en condiciones de leer con provecho tratados superiores.

En verdad, para que la personalidad se haga humana, ha de estar debajo de los rayos de la mente, y ha de ser iluminada por ella como el mundo por los rayos del sol. Pero aun sin estos rayos, es una entidad claramente definida, con su cuerpo, su doble etéreo, su vida y su alma animal. Tiene pasiones, pero no razón; tiene emociones, pero no inteligencia; tiene deseos, pero no voluntad racional; espera la llegada de su monarca, la mente, cuyo contacto la transformará en hombre.


Los siete principios del hombre.
(The Seven Principles of Man)
Theosophical Publishing Society, London, 1892
Annie Besant



Fuente:
www.trabajadoresdelaluz.com