“EN ESTOS TIEMPOS DE LA TIERRA” Noviembre de 2015 con audios-01

Índice 
Teresa de Lisieux 
El Comendador de Los Ancianos 
Hermano K 
Anaël Arcángel 
Un Amigo 
No Eyes 
Ram 
María 
Eriane 
Erelim 
Hermano K 


NOTA: Se recomienda leer los mensajes de Noviembre en el orden en que están publicados. El motivo es vibratorio.


Los audios están con cada interviniente




TERESA de LISIEUX 

Audios
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Soy Teresa de Lisieux. Hermanas y hermanos de la Tierra, en esta Tierra, permitid primero que os inunde con la gracia del Amor. Durante mi estancia en esta Tierra, a una temprana edad, dije que ocuparía mi cielo en hacer el bien en la Tierra; muchísimos humanos en esta Tierra pudieron comprobar mi Presencia y mi ayuda. Hoy, en estos tiempos de la Tierra a los que entrasteis de lleno, estaré más que nunca presente en vosotros y a vuestro lado a fin de justamente ayudaros en estos tiempos de la Tierra. 

Mi ayuda no está condicionada con nada que no sea vuestra Infancia y vuestra humildad. Tan pronto como os dirijáis a mí, estéis donde estéis y seáis quienes seáis, tan pronto como vuestra solicitud se encamine por la Vía de la Infancia, por la Vía de la Pequeñez, responderé. Entonces lo anuncio solemnemente porque éste es mi rol ahora, en estos tiempos de la Tierra, un rol que consiste simplemente en ayudaros a reencontrar el camino de vuestro ser, el camino del Cristo, el camino del Amor. Y – como tuve la oportunidad de decíroslo en muchas ocasiones – solamente la humildad del niño, de aquél que tiene la fe más firme y la confianza más firme en el Amor puede encontrarme y puede pedirme lo necesario para transitar estos tiempos. 

Debido a mi ubicación en el seno de las Estrellas de María soy aquélla que más puede ayudaros para ahondar más aún en la verdad del Amor y no quedar afectados por estos tiempos de la Tierra porque - como lo veis en todas partes alrededor vuestro, ya sea en el país donde estáis como en los demás países – lo que aparece es el fin de un modo de funcionar donde el conjunto de las pasiones que todavía existen en algunos hermanos y hermanas se agudizan, donde las religiones también, las que condicionaron esta Tierra, se exacerban unas contra otras. Es el tiempo, como sabéis, del Apocalipsis, de la Revelación. En estos tiempos de la Tierra que vivís estamos más que nunca, mis hermanas Estrellas y también los Ancianos, los Arcángeles y todas las formas de vida hasta ahora invisibles, muy cerca de vosotros. 

Entonces, por supuesto, son dos las maneras de ver las cosas. Ya sea que veáis tan sólo lo que pasa por la pantalla de vuestra vida, es decir confusión y desorganización, ya sea que aceptáis adentraros más y más en lo que sois para encontrar el Amor, la consolación y también la Verdad. Entonces sean cuales sean las circunstancias de vuestras vidas, sean cuales sean las circunstancias de vuestro país o del lugar donde estáis, todo eso no es sino la puesta en conformidad de la vida tal como está de momento en esta Tierra con la voluntad de la Fuente y, sobre todo, con el estado crístico. 

No estoy aquí para hablaros de todo lo que ha sido tratado acerca del cuerpo de Êtreté, acerca de la Ascensión, sino que estoy muy cerca de vosotros para ayudaros a reconectar aquella Infancia, a reencontrar aquella espontaneidad en la confusión de este mundo volcándoos hacia vuestro ser verdadero, no para apartaros de la ilusión de este mundo sino para daros a comprender y a experimentar que el mayor recurso se encuentra en vuestro corazón y en la Eternidad pues en adelante nada de lo efímero podrá permitiros aferraros a lo que sea. Este mundo – en estos tiempos de la Tierra – se torna incierto, inestable, cada día más inestable y curiosamente – quizás lo experimentéis ya – cuanto más inestable se pone el mundo exterior, mucho más firme se pone vuestro estado interior, hasta el punto de preguntaros a veces cómo hacéis para permanecer en calma pese a las circunstancias de este mundo. 

Todo se revela. La verdad de la Eternidad, la verdad del Cristo aflora ahora más y más en la conciencia colectiva de la humanidad y eso, por supuesto, no es aceptado del mismo modo según lo que ha sido llamado vuestro punto de vista, según vuestros lazos, vuestros apegos, vuestros intereses en el seno de vuestra vida pero todos, en un grado u otro, podéis sentir la diferencia a veces sensible entre lo que sucede en la pantalla colectiva del mundo y lo que sucede en el silencio de vuestro ser interno. 

El Comendador de los Ancianos os habló largamente del miedo o del Amor. Eso va a convertirse en verdad y lo es ya en diversos lugares de esta Tierra, ya no sólo a nivel individual, ya no sólo a nivel de ciertos grupos, sino a escala de naciones enteras, de continentes enteros. 

Cada parte de este mundo, cada pueblo de la Tierra vive también de manera colectiva este Careo donde las creencias se encuentran confrontadas con la realidad de la ilusión de este mundo. Bien lo veis alrededor vuestro y dentro vuestro también a ratos. Algunos humanos en la Tierra, actualmente, se han apartado de manera aparentemente definitiva de la Eternidad, de la Belleza, del Amor y de la Infancia, mientras otros se adentran más y más en aquella confianza inajenable y eterna de la verdad del Amor, de la verdad de la Eternidad. 

Obviamente eso puede a ratos ser duro y difícil llevándoos a pasar de un extremo a otro. No lo veáis como un castigo por parte de la Luz sino más bien como la revelación de quienes sois o de vuestra resistencia ante quienes sois. Quienes edificaron su vida sobre las creencias y nada más, quienes edificaron su vida sobre la codicia y nada más, sobre los placeres inmediatos, sobre la satisfacción de los sentidos, están confrontados algunos de ellos a la realización de esos deseos en el seno de lo efímero y otros están privados de la realización de sus placeres o de sus deseos efímeros de este mundo. 

Otros, por último, descubren territorios sin explorar donde la paz, el gozo, la beatitud se manifiestan sean cuales sean las circunstancias de la confusión de este mundo, incluso de vuestra vida. Todo eso tiene un solo propósito que es preparar la última Gracia de María a fin de que – para muchos de vosotros que no hayáis despertado todavía ante la Verdad – se produzca un choque saludable llevándoos a relativizar lo de este mundo en relación con el cielo. Se trata de un período de actualización del estatuto de la Tierra en su mecanismo que llamáis “ascensional”.

Cada cual se encuentra frente a ciertas situaciones exteriores pero - sean cuales sean estas situaciones exteriores - ellas solamente están ahí para recordaros que la solución está dentro vuestro a partir del momento en que reconectáis con la humildad y la simplicidad, a partir del momento en que aceptáis no ser más que polvo pasajero en esta Tierra, a partir del momento en que la Eternidad se convierte en la finalidad de vuestra vida. Y aquella finalidad no está lejos ya que está dentro vuestro. 

No se trata pues de fe ciega sino más bien de una fe nueva, derivada de la experimentación de ciertos estados contrarios dentro vuestro, con lo que se explican las palabras del Comendador diciendo que – frente a cada situación – solamente son dos las opciones: el miedo o el Amor. El camino del miedo os conducirá siempre a manifestar vuestra posición en este mundo llevándoos a perder de vista – como ocurre con muchos hermanos y hermanas – la esperanza, la Eternidad, la Unidad. 

Salta a la vista, sea cual sea el país donde estáis, que hay dos humanidades: una relacionada con la Eternidad con plena conciencia o parcialmente inconsciente y otra parte de la humanidad que está instalada en la ilusión del placer, sea cual sea su expresión en este mundo, instalada en lo fútil, en lo agradable por cierto pero que no dura jamás, por un lado y, por el otro, la imperiosa necesidad de vivir el Amor despojado de todo dogma, de toda creencia, de toda proyección o anticipación hacia cualquier futuro que sea. 

En resumen, sea lo que sea lo que hayáis podido vivir hasta ahora, en cualquier ámbito de vuestra vida, en cualquier ámbito de lo que llamáis « energía », « vibración », la vida os conduce siempre, mediante la gracia del Amor y de la Luz, a iluminar de manera diferente la pantalla de vuestra conciencia. Y os recuerdo que aquella iluminación no tiene sino un solo propósito: hacer que viváis la gracia del Llamado de María sin resistencia y con toda confianza. 

Así es la Vía de la Infancia, una confianza permanente. Sean cuales sean las circunstancias, las alegrías, las vicisitudes, los sufrimientos incluso que padecéis en el seno de vuestra vida, éstos pasan a ser relativos y se difuminan incluso tan pronto como acogéis el Amor, mediante la gracia del Amor. En eso está mi presencia hoy, consistiendo en ayudaros a interiorizaros más y más hasta reuniros con Cristo, reuniros con la Verdad, aquélla que no está afectada con ninguna circunstancia de este mundo ni con ninguna condición de este mundo. Este tiempo es para recordar. Este tiempo es para vivir la Verdad. Estos tiempos de la Tierra son tiempos muy particulares como os ha sido anunciado por los Ancianos, los Arcángeles, las demás Estrellas. Es el tiempo de la Ascensión de la Tierra revelando todo lo que aún permanece oscuro en el mismo seno de la pantalla colectiva del mundo. 

Este enfoque de la Luz apunta por sí mismo a apartaros de los placeres efímeros y a orientaros hacia lo esencial, un “esencial” que no depende de ninguna relación, de ninguna circunstancia, de ninguna riqueza sino de vosotros mismos únicamente a partir del momento cuando tenéis la humildad de permitir que ocurra lo que ocurre en vuestro país, en vuestra región, en vuestra familia, en vuestra vida y hasta en vuestro cuerpo. Como ha sido dicho, la Luz os quiere por entero. No puede haber media tinta con la Luz. No puede haber vacilación. No puede haber oposición de ninguna clase. 

Eso os colocará – de no ser ya el caso – en un estado de oración perpetua donde – hagáis lo que hagáis en vuestra vida – mantenéis el mismo gozo en el fondo del corazón y no estáis afectados ya por ninguna circunstancia de la pantalla de este mundo, así como de la pantalla de vuestro cuerpo. Ahí se encuentra lo que llamo la verdadera vida o el verdadero gozo, que no depende de ninguna circunstancia de este mundo, de ninguna satisfacción de este mundo, que nada tiene que ver tampoco con vuestra historia o con vuestra progresión hacia la Verdad. 

La Verdad queda también en adelante bruta y desnuda, sin necesidad de ningún artificio y es por eso que os exhorto a vosotros también a prescindir de todo artificio, a no necesitar nada de lo que satisfaga los sentidos sin satisfacer el Espíritu. No se trata de rechazar los sentidos sino más bien de trascenderlos enfocándoos más y más hacia lo que acontece en vuestro Templo interior porque ahí se encuentra a la vez la paciencia, la tolerancia y, sobre todo, la Libertad porque ninguna libertad de este mundo – llámese logro material, financiero, profesional, afectivo - puede colmar el vacío que puede subsistir todavía en vuestro interior. Solamente el Amor lo puede y la persona es seguramente el obstáculo más importante para lograr aquella plenitud del Amor manifestado. 

Muchos entre vosotros habéis desempeñado un rol como Ancladores y Sembradores de Luz aceptando ser atravesados literalmente por la Luz. Algunos se olvidaron de que eran ellos mismos Luz al mismo tiempo que vivían la Luz. Hoy en día aquellos juegos terminaron. No hay ningún escape posible y todas las circunstancias de vuestras vidas - en cualquier país, región o familia que sea - no están sino para afirmaros y determinaros en la verdad del corazón. La humildad y simplicidad son la clave porque en la humildad no puede haber reivindicación alguna de la persona relativamente a cualquier ámbito que sea de este mundo. Ya no estáis en tiempos de elegir. En estos tiempos de la Tierra por los que estáis transitando os corresponde encarnar con pleno conocimiento de causa lo que habéis descubierto o redescubierto vosotros mismos. No hay otra certeza que aquélla de la Luz. 

Durante este período y hasta el Llamado de María que puede ocurrir, como bien sabéis, en cualquier momento, os corresponde vivir ya sea lo efímero, ya sea la Eternidad, pero no podéis seguir alimentando uno y otro a la vez. Algunos entre vosotros tienden ya a desaparecer más y más de la pantalla de este mundo y de la pantalla de su persona. El llamado de la Luz se hace más y más intenso y exigente. Otros siguen en busca de la Luz. Ahora bien, no hay nada más simple hoy que encontrar lo que sois verdaderamente siempre que vuestra atención no se mantenga fija en los placeres y satisfacciones de este mundo e intuya la satisfacción de vuestra Eternidad. 

Los hay que descubren desde ya una forma de realización pero también de distancia entre lo que sucede en su vida efímera y su vida en Eternidad, en la profundidad de su corazón. Cuanto más os adentráis en la profundidad de quienes sois, mucho más resaltan el gozo y la paz en la pantalla de vuestra persona y en primer plano de vuestra vida. 

La Luz os exhorta a manteneros plenamente aquí y plenamente ahora, plenamente en el instante presente pero despojados de todos los roles, de todas las funciones, de todas las creencias, de todo lo ligado a las mismas condiciones de lo efímero de este mundo. 

La Vía de la Infancia, la Pequeña Vía como fue llamada tras mi deceso de este mundo, es ciertamente la vía más directa y más rápida ahora y cada vez más accesible por no requerir ascesis ni ejercicio ni esfuerzo alguno. Es simplemente el momento en que entregáis vuestro Espíritu a eso mucho más grande que vosotros en el seno de este mundo, a la Luz de la Verdad, a la Luz-Cristo y os abrís a Ella no sólo a través de la experiencia, no sólo a ratos, sino en las circunstancias más insignificantes de vuestra vida. 

En efecto, el gozo existe tanto en las tareas más ingratas como en las tareas que os parecen más agradables. Es el momento cuando la realidad efímera se confronta con la realidad eterna con más o menos gracia, con más o menos evidencia. Es en aquellos momentos cuando mi presencia está con vosotros, ya sea que percibáis mi vibración en vuestro Canal Marial o en vuestro corazón, ya sea que no percibáis nada de mi Presencia en absoluto. Estaré sin embargo ahí en cuanto vuestra solicitud y vuestra relación para conmigo se establezcan en aquel reconocimiento de vuestra humildad y en la aceptación plena y entera de la Pequeña Vía de la Infancia. 

En efecto no hay necesidad alguna de conocer lo que sea. No necesitáis en aquel nivel ni vuestros conocimientos referentes a lo experimentado con el cuerpo de Êtreté ni tampoco ningún conocimiento llamado espiritual. Ahí sabréis que habéis alcanzado el núcleo del ser, el núcleo de la Vida, aquello que algunos de los Ancianos llamaron el Corazón del Corazón o el Centro del Centro. Es el momento cuando la confianza es tal, en el mismo seno de la angustia o de la desesperación más grande, que aquella confianza traspasa todas las capas aislantes y os da acceso a la beatitud. 

No hay ninguna necesidad para eso de elegir momentos de oración, de alineamiento, de meditación, porque ese estado de Gracia reemplaza todos los demás estados y colma todos los espacios, ya sean vacíos o llenos. Es el momento realmente cuando la misma idea o el mismo sentido de ser una persona limitada entre el nacimiento y la muerte queda sin peso y sin poder en vosotros. Ahí empieza la verdadera libertad, ahí comienza la verdadera autonomía, en la aceptación de ambas parcelas de la humanidad, en el respeto de la libertad de cada uno y morando en una oración que no es una solicitud sino que corresponde más bien al estado de ser. 

Estar en paz con vosotros mismos os establecerá en paz con el mundo, sea cual sea la confusión del mundo tal como podéis observarla los que estáis todavía interesados en la pantalla exterior. Tan pronto como os volcáis por entero hacia vosotros mismos, tan pronto como sacrificáis vuestra persona, entonces lo Sagrado llena vuestra vida, llena vuestro pecho y llena todo lo que es llamado la conciencia porque es aquí donde se encuentra el verdadero apoyo y el verdadero soporte de la Eternidad. 

Eso requiere a la vez una concentración y una soltura en simultáneo. Una soltura en relación con cualquier otro objetivo que no sea ser Uno con Él. Eso requiere haber elegido la Eternidad ya en detrimento de todas las circunstancias efímeras que sólo pasan entre la vida y la muerte. A través de mi ayuda os acompaño para estabilizar el último Vuelco de la Tierra y de vuestra conciencia, para cruzar el último Umbral. Entonces no solicito nada, ni oración ni súplica, sino simplemente que seáis lo más naturales posible, dejando de jugar roles que no sean éste de manteneros presentes ante vosotros mismos, ante la Pequeña Vía de la Infancia. 

Llegará un momento, bien lo sabéis, cuando todos sin excepciones, transitaréis por ese momento, que lo queráis o no, que lo aceptéis o no. Entonces no hay mejor momento que ahora para vivirlo ya. Volveros hacia vuestro interior, apartaos de los placeres y acercaos al Gozo, aquel que no depende justamente de ningún placer. Sentid insatisfacción con este mundo pero no huyáis de él pues es en el seno de este mundo donde encontráis la Verdad. 

No hay mejor preparación que aquélla que consiste en abandonar a la persona, abandonar toda reivindicación, toda búsqueda, toda investigación y posarse ahí, en la paz del corazón, en la beatitud absoluta del estado de Gracia que no requiere nada que no sea ser realmente vosotros mismos, es decir no solamente una persona que tiene tantos años, tal historia, tal problema o tal alegría sino trascender todo eso para posarse en el Corazón del Corazón, ahí donde Cristo está, ahí donde está lo que sois, más allá de toda apariencia, de todo velo y de toda circunstancia de este mundo. 

Vengo a pediros que me contactéis no como un fin o un propósito o como otra experiencia más sino para profundizar más aún en vuestro interior. Todas las circunstancias de vuestras vidas, así como de los países, de las naciones, de los continentes apuntan a eso. Entonces, por supuesto, algunos hermanos y hermanas se oponen a eso estallando en crisis de negación y de ira pero eso no debe molestaros sino más bien obligaros a encarar la Verdad, no en relación con tal creencia, tal persona, esta vida ni este mundo, sino en relación con la Verdad eterna, no para sustituirle tal creencia sino para vivir aquella Verdad concretamente en el día a día, incluso diría en cada respiro. 

En efecto, al estar en aquella profundidad, nada de vosotros puede venir a juzgar lo que sea ni a quien sea. No podéis condenar a nadie porque - al vivir aquello – comprobáis que cada circunstancia de vuestras vidas, de vuestros cercanos, de la humanidad en su totalidad no hace sino manifestar lo que sois aquí mismo en lo efímero. 

Ha llegado la hora de rendir cuentas no como algo que pagar sino de rendir cuentas de vuestras experiencias, de vuestras búsquedas incluso, de vuestras adhesiones diversas y variadas en relación con vuestra propia vivencia o las experiencias ajenas. Es un llamado silencioso pero portentoso de la misma Luz para que os instaléis en Él, para Él y por Él. Entonces decidíos. ¿Vais a decidir oír aquel llamado antes del Llamado de María? El llamado de vuestro corazón que grita y pide manifestar la Verdad, manifestar el Amor. Como decía el Comendador el llamado para poner el Amor delante, detrás, arriba, abajo, dentro y fuera, no como un acto de voluntad sino real y concretamente como un acto de rendición sin condiciones ante la verdad eterna del Amor y de la Gracia. 

Quizás sepáis que, en mi corta vida, no manifesté exteriormente poder alguno. Nada hice en mi vida para modificar el mundo, para cambiar el mundo. Por cierto me hice cargo de algunas almas en mis oraciones. Solía elegir las almas que me parecían más apartadas de la Luz, así como los asesinos y gente privada de libertad a los que nunca vi y tampoco iba a ver en aquel tiempo pero estaba con la certeza inquebrantable de que eso era también algo que formaba parte de la Vía de la Infancia. 

Aprender a orar, a ayudar, más allá de las circunstancias de este mundo, más allá de las personas, en el silencio de la celda o del corazón, sin nada a esperar porque en eso está el verdadero Don y ahí está la profundidad de la Eternidad. No os planteéis siquiera la pregunta de la eficacia porque hacerse la pregunta es dudar de la verdad de la Eternidad. 

Vengo a invitaros a aquello que quizás hayáis vivido hace algunos años en los procesos de comunión de la conciencia, de fusión, incluso de disolución de la conciencia pero en una octava diferente. Como bien sabéis, desde hace un año habéis accedido a la co-creación consciente del Femenino Sagrado. Hoy en día aparecen en la pantalla de vuestra vida y en la pantalla del mundo los resultados tangibles de las exhortaciones de la Luz. Trátese de los conflictos, trátese de los acontecimientos acaecidos en vuestra vida o en el mundo y que os parecen exteriormente muy alejados de la Luz, en ellos se encuentra en realidad la más grande de las Luces que no hace sino expresar su carencia y su sofocación. 

Eso significa también que no conviene quedar con las apariencias ni con los juicios. No conviene detenerse con lo que dicen los sentidos, las experiencias, las costumbres. Renovarse en cada instante es caminar cada día un poco más la Vía de la Infancia, confiar en la verdadera vida, confiar en vuestra eternidad y en la Eternidad. Eso no requiere ningún conocimiento fuera de ser vosotros mismos, reconoceros vosotros mismos a la vez como cosa efímera que no hace sino pasar pero también como Eternidad presente en ese efímero. 
La Vía de la Infancia requiere siempre más paciencia, más humildad, más sonrisa. No la sonrisa de la satisfacción material sino la sonrisa de la satisfacción del Espíritu recuperado. Tened presente que el testigo de aquella profundidad aparece solamente en vuestra capacidad para manifestar el mismo genio, la misma Presencia, hagáis lo que hagáis, sea cual sea la tarea que tengáis que hacer, sean cuales sean las circunstancias. 

Decir que sí a la Luz es aceptar no comprender siempre, no ser capaz de explicarlo todo siempre, sino vivir en la profundidad del corazón. Es dar con aquel punto que no hace sino esperaros para colmaros con sus gracias. 

Entonces basta con que encendáis una vela, con que digáis mi nombre o simplemente me evoquéis para yo acudir a vuestro lado a fin de colmaros con las gracias de mi Presencia. Estas gracias no tienen que ver solamente con la resolución de una enfermedad, de un problema o de una dificultad pues tened presente que se trata sobre todo de encaminaros con más y más intensidad en la Vía de la Infancia y de la Humildad porque pronto no podréis reivindicar el cielo ni reivindicar lo que sea en este mundo. Será cada día más uno o el otro y eso de manera exclusiva. 

La Vía de la Infancia requiere también que hagáis lo que os corresponde en esta vida con el mismo genio y la misma gracia, que os entreguéis a Cristo, a la Luz, en las cosas que no lográis sobrellevar. Fuera del Amor no hay solución. Fuera de la fraternidad no hay salida. Fuera de la Eternidad no hay salida alguna en el seno de lo efímero. Hacia esta toma conciencia y hacia esta toma de posición os están conduciendo las circunstancias de este mundo, según los países y las regiones, de un modo más o menos violento, más o menos evidente. Las impulsiones de la Luz – sobre todo si os inclináis hacia mí – os aparecerán más y más claramente, más y más lúcidamente. 

La Vía de la Infancia sirve en especial para quienes de entre vosotros siguen con dudas, siguen con preguntas acerca de su vivencia, de sus vibraciones, de su conciencia porque más ignorantes seáis acerca de aquellas cosas complicadas que quizás hayáis experimentado, más preparados estaréis para la Vía de la Infancia. En efecto, a medida que aceptéis deshaceros de los conocimientos parciales y de las vivencias experimentadas, entonces me iré acercando a vosotros, aunque no lo notéis. Obviamente no estoy sola. El Arcángel Anaël, el Arcángel Uriel, muchos Ancianos también estarán presentes al mismo tiempo y los iréis identificando también no sólo como Presencias sino como formando parte de vosotros mismos en el seno de la Eternidad. 

Volver a ser como un niño significa también abandonar las ideas preconcebidas, los juicos, las experiencias. Es encontrarse completamente desnudo y despojado de todo lo que forma parte de lo efímero. Es aceptar el principio de la Inteligencia de la Luz, de la Acción de Gracia y del estado de Gracia. Es también no depender más de las circunstancias de este mundo. En efecto, los tiempos de la batalla de todos contra todos han llegado. Eso fue llamado en la Biblia la batalla entre Gog y Magog pero ¿qué importancia tiene eso para quienes estén en la Vía de la Infancia? Lo sentís pero eso no os afecta de ninguna manera. 

Quienes se aferren a este mundo y a sus circunstancias de vida estarán confrontados a la fatuidad de las ilusiones de este mundo donde todo depende de circunstancias que van y vienen sin ninguna estabilidad ni perennidad. El Amor y la Gracia nada tienen que ver con eso. El mundo de los sentidos, el mundo de los placeres es un mundo que sólo dura un tiempo, como máximo el tiempo de una vida. Entonces planteaos seriamente la pregunta y ved con lucidez lo que podéis definir como meta, como objetivo o como presencia incluso en este mundo. Ved el lugar que os corresponde o dónde estáis amarrados. 

La Luz y el Llamado de María no os permitirán seguir engañados por quien sea o por lo que sea y menos aún por vosotros mismos, a través de las gesticulaciones de la misma persona. Diría que la medida de vuestro gozo interno es el reflejo de vuestra Vía de la Infancia. Una vez más, sean cuales sean las circunstancias de vuestra vida, de vuestra edad, de vuestras limitaciones, de vuestros gustos, de vuestras alegrías, comprobáis quizás desde ya que estáis no insensibles sino cada vez más desapegados de lo que pueda ocurrir en el seno de la conciencia efímera de este mundo. La Luz os quiere por completo. El Llamado de María os quiere también íntegramente. Lo queráis o no, llegado el momento transitaréis todos aquel umbral, bien lo sabéis pues eso os ha sido explicado de mil maneras. 

La Vía de la Infancia es también en cierto modo la vía de la inocencia, de la inocencia recuperada, plenamente vivida y plenamente aceptada porque en aquella profundidad hay una real despreocupación por las condiciones efímeras de vuestra vida y de este mundo. Hay también la certeza inquebrantable de lo que sois. Aceptad todo cuanto la vida os propone en el seno de lo efímero pero no perdáis de vista la paz que mora en vuestro corazón y la plenitud de la beatitud. 

La beatitud ya no se encontrará más solamente y exclusivamente en las oraciones, en las alineaciones, en las meditaciones, sino también en los momentos más penosos de lo que tienen a vivir, a decir, a compartir o excluir de vuestra vida. 

Sois, se lo recuerdo, los niños de la Ley del Uno. Sois las Llamas Eternas del Amor. Todo el resto sólo es accesorio y sólo pasa, y pasará cada vez más rápidamente y de modo cada vez más ruidosamente. Pero recuerden que todos los recursos están realmente y concretamente en vosotros. Estoy aquí para mostrárselo, demostrárselo y asistirles en vivirlo. 

El establecimiento en el seno de vuestra Morada de Eternidad se realiza en el momento en el que habéis realizado vuestro último Transito. En ese momento, no hay ya más posibilidad de mirada atrás, que esto sea para las leyes de la personalidad, las leyes de la persona, las leyes sociales o incluso para las leyes del alma. El Espíritu se revela finalmente y el Espíritu toma todo el lugar. No quedará más, en el momento de la Llamada de María, ningún intersticio entre vosotros y la Luz, entre la Luz y la Luz que Sois. 

Entonces sí, amen todas las circunstancias de este mundo cualesquiera que sean, sin juzgarlas, sin categorizarlas. Esto os mostrará a vosotros mismos que sois la Luz, que está en marcha incluso si como lo decía el Comendador hace años, los chicos malos se desahogan. Déjenlos jugar a solas. No participen en este juego, sean ustedes mismos, sean humildes, y sobre todo sean dulces. El Amor no os pide nada más, que de dejar florecer el Amor. La Eternidad sólo os pide de ser libres y de ser vosotros mismos. 

Las circunstancias de la Tierra en estos tiempos os muestran también lo que todavía puede resistir a la Luz. Qué sean las estructuras estatales, que sean las estructuras de las religiones, ¿qué punto de vista defienden? ¿Dónde os situáis vosotros mismos? ¿En la humildad, la sencillez del Amor o en la complejidad de lo que es efímero? Así como os decía con razón el Comendador, no hay más silla, no hay más nalgas, no hay nada más que vosotros mismos. Todo se disuelve a vuestro ritmo, invitándoles a desaparecer, a vibrar, a arder, a estar en Alegría sin razón alguna. 

Entonces si no vivís esto, no hay nada que criticar, no hay nada que reprocharse, hay solo una dificultad en verse realmente, sin miedo. El miedo es exactamente la antítesis del Amor, que os conduce al Amor a pesar de las apariencias, porque son los tiempos de la Tierra los que vivís. El tiempo de la Revelación, el tiempo en que todo lo que es contrario y fútil a la Luz, debe borrarse delante de la majestad y la grandeza de la Luz, la que sois. Porque la Luz se basta a sí misma y el estado de Gracia os colma de gracia, y en el emplazamiento de vuestra conciencia aquí mismo sobre este mundo, en el seno de esta Gracia, no hay más deseo, no hay más falta, no hay más búsqueda, hay solo la evidencia y la plenitud del instante en su Presencia y en vuestra Presencia. 

Así, que me presento a vosotros mucho más que como la niña Teresa que fui, mucho más que como la Estrella que llevo, sino más como vuestra pequeña hermana que sólo quiere ver vuestros ojos brillar por Amor y vuestro Corazón sonreír al Amor. Es esto lo que se debe reconocer porque no hay nada más sobre que apoyarse y habrá cada vez menos cosas, en lo efímero. Veis bien el barullo del mundo pero les pido de ver aún más la Paz de vuestro Corazón. Sois los que deciden, en definitiva, en lo sucesivo, de estar sometido a este mundo o de ser liberado de este mundo. No hay ningún obstáculo para la Gracia de la Luz, para estableceros en la Gracia. Sois vuestro único obstáculo. 

Vendré a vosotros, recuerden, en cualquier circunstancia que sea, desde el instante en que, en la circunstancia precisa que vivís, ponéis el Amor y la Humildad por delante, si abandonáis la necesidad de reaccionar, de oponerse, de enfrentarse, a quienquiera o cualquier circunstancia que sea. 

La Inteligencia de la Luz, como fue llamada, se hace cada vez más flagrante y total. Y no olviden que incluso en las circunstancias que os parecen privadas de esta Inteligencia y de este Amor, es justamente allí donde hay más, hay simplemente heridas, creencias, adhesiones a lo efímero que impiden su plena revelación. Vais a comprobar que en vuestras vidas surgirán acontecimientos cada vez más inmediatos y a veces brutales. No vean allí ningún juicio, ninguna culpa, sino más bien la obra de la Inteligencia de la Luz. Cada uno de entre vosotros es probado para sí mismo en su capacidad a estar justamente en esta profundidad del Amor o en la superficialidad de la persona. 

Vayan en paz y amen. Vayan en paz porque la paz está en vosotros. Estará cada vez menos en vuestras vidas, en la pantalla de vuestras vidas, porque los tiempos del final están en plena actualización. No hay urgencia, no hay precipitación, sino que hay más bien la dulzura de vosotros mismo frente a vosotros mismo. Así se despliega también lo que fue evocado por mi hermana No Ojos sobre las diferentes visiones. La visión etérica ya os permite de ver a los habitantes invisibles que os rodean en este mundo pero también os da acceso, allí también, a la humildad de la Infancia, el niño que vive algo y no tiene otra razón de alegría que de vivirlo, sin proyección alguna, sin interpretación alguna. Sean también, del mismo modo, nuevos y disponibles, en cualquier circunstancia de vuestra vida, en cualquiera encuentro que sea, para manifestar esta humildad y esta sencillez. 

La Luz os invita también a despojarse de todo lo que no es verdadero y os invito también a apartarse de las satisfacciones inmediatas, a no depender más de la satisfacción de un deseo o de una actualización de un placer, sino directamente y únicamente de vuestro Corazón y de su Presencia. Diría yo que es sobre todo en las situaciones que pueden parecerle difíciles, incluso hasta contrarias a la Luz, que se encuentra el potencial más grande de realización de la Luz, en vosotros como alrededor vuestro. La Luz os pide en lo sucesivo, en cualquier circunstancia que sea, de escoger entre la beatitud de vuestro Corazón reencontrado y la confrontación de lo efímero. Tendréis siempre la elección y la veréis cada vez más claramente, si aún no es el caso. 

La Luz os pide simplemente de ser vosotros también el Camino, la Verdad y la Vida, de llevar en alguna circunstancia de vuestra vida la sonrisa del Corazón, la Paz del Corazón, cualesquiera que sean las reacciones a veces contrarias de algunos entornos o cercanos que son hostiles hacia esto. Recuerden que sólo manifiestan su propio miedo. ¿Entonces vais a reaccionar por el miedo al miedo? ¿O por el Amor? Todos los juegos de la conciencia que se celebran hoy, para cada uno de vosotros, sólo tiene una vocación, la de iluminarles literalmente desde el interior, de permitirles no estar más afectados, incluso por vuestra propia muerte o por la misma defunción de la persona más querida, porque es en las dificultades que el hombre encuentra más fácilmente las capacidades de superación y de transformación. Entiendan bien esto y vívanlo sobre todo. 

La Vía de la Infancia, es también la vía de la confianza, no solamente de la fe, no solamente de la confianza en vosotros, por supuesto, pero de la confianza absoluta en la Luz, en el Amor, y en la Verdad. Recuerden que la Verdad no depende de ninguna circunstancia de este mundo. Lo mismo ocurre con el Amor, lo mismo ocurre con la Luz. Os vais a dar cuenta, cada vez más, de que la Paz, el Amor, la Luz y la Verdad sólo dependen de vosotros mismos y no más de las circunstancias exteriores de satisfacción de lo que sea. La Luz, en cierto modo, os sugiere de superar el sentido y la idea de ser simplemente una persona. 

Recuerden esto en alguna circunstancia que tengáis que atravesar en lo sucesivo. Recuerden que cualquiera que sea el sufrimiento de la pérdida, de lo que sea de este mundo, esto puede ser muy rápidamente colmado por la beatitud del Corazón y por el estado de Gracia. Todavía hace falta que la acojan y la acepten, hace falta que en vuestra Vía de la Infancia acepten de no comprender, de no entender “los por haber y los por tener” de lo que se celebra sobre la pantalla de vuestra conciencia o vuestras relaciones. Allí también se sitúa la Libertad. La verdadera Libertad de dejar de entender las circunstancias de este mundo y todavía menos toda justificación o explicación de lo que sea. Es un estado de Ser natural cada vez más cercano a vosotros y cada vez más manifestable. 

Recuerden también, para los de entre vosotros que tuvieron la posibilidad de vivir los procesos vibratorios, el encendido de las Coronas, la activación de la Onda del Éter – o de la Onda de Vida – que tuvieron pruebas incontestables de la Obra de la Luz en este cuerpo y en vuestra conciencia. Pero también para los que no vivieron ninguna experiencia, tal como las vibraciones, recuerden que la Vía de la Infancia es la más directa y más segura porque no podéis estar afectados por ningún conocimiento, por ninguna proyección, por ningún deseo. La única certeza que queda es la certeza de la Luz. Entonces por supuesto se trata también de una forma de renuncia. Esta renuncia no es una privación, sino más bien, yo diría, una profesión de fe enviada a la Luz. 

Entregarse a la Luz, es de aceptar de ser Luz y nada más que la Luz, y esto nunca concernirá la idea que os hacéis de vosotros mismos, de vuestra vida o vuestra historia, porque la Luz es independiente de toda historia y de toda memoria. Lo que la vida les dé a vivir, a hacer, a emprender o a aguantar, busquen siempre la beatitud, aquella de la profundidad de vuestro corazón, de vuestra Presencia, no para encontrar allí explicación, ni para encontrar alivio, sino porque es la única Verdad que no puede ser alterada, mientras que todas las verdades efímeras de este mundo, como lo veis, se desnaturalizan cada día un poco más. 

Veis los elementos de la naturaleza que se vuelven anárquicos, veis el funcionamiento de los hombres que se vuelven también anárquicos. La predación, la competición nunca estuvieron tan presentes en la historia de la humanidad porque los medios modernos os dan la capacidad de crear lo que se podría llamar redes de pensamientos o egregores y que inconscientemente, en el momento en que lleváis vuestra atención y vuestra conciencia a la guerra, entonces está la guerra en vosotros. Pero si vuestra mirada se lleva a la guerra que está vosotros mismo previamente en paz y en la beatitud, la guerra no tiene ningún efecto sobre vosotros, veréis allí únicamente la manifestación de la Luz que se revela y que desenmascara todo lo que no es Eterno. 

Recuerden que sois los niños de la Ley del Uno; recuerden, como fue repetido muchas veces, que estáis sobre este mundo pero que no sois de este mundo. El conjunto de este sistema Solar vive, diría yo, una modificación sin precedentes, y vuestro Corazón también. Él se muestra, y se muestra para demostrarse a sí mismo, os colma de Gracia y os llena de beatitud y alegría. Si este no es el caso, no se juzguen, sino comprueben simplemente si el miedo está aún presente, sin juicio alguno, sin culpa alguna, ni de vosotros ni de alguna circunstancia, ni de alguien más. Estén conforme con ello y háganse “pequeños”, y yo estaré ahí. Entonces en este momento la Gracia os podrá colmar más allá de toda apariencia y de todo sufrimiento. 

… Silencio… 

Estaré ahí también en vuestros momentos de silencio, en vuestros momentos de Presencia y en vuestros momentos de Ausencia, incluso si no tenéis nada que pedirme, sino solo para la evidencia del Corazón y del Amor. Muchas de mis hermanas Estrellas os dijeron tal vez la misma cosa respecto a la ayuda que os podemos aportar. En lo que me concierne yo os propongo, como os decía, otra octava, mucho más directa, mucho más inmediata y también mucho más eficaz si puedo decir, no solamente sobre la resolución de este mundo, sino sobre la instalación de vuestra Presencia o de vuestra Ausencia en la beatitud del Corazón. 

En la Vía de la Humildad y en la Vía de la Infancia – y quizás ya es el caso – les será dado de escuchar el Coro de los Ángeles. Sé que el Coro de los Ángeles ya se expresó entre vosotros pero la primera expresión del Coro de los Ángeles es un sonido, un coro melódico que toma todos vuestros sentidos y os lleva hacia el éxtasis y hacia la Paz. Tal vez ya algunos de vosotros vivís esta Llamada de la Luz por el sonido en diferentes momentos de vuestra jornada. Tenéis que identificarlo y estaréis inmersos en él cuando este se produzca. 

… Silencio… 

Vengo también a decirles que en la Vía de la Infancia, el Amor se manifiesta plenamente, no solamente para vosotros, no solamente para vuestros amigos, vuestros hermanos y hermanas, sino también para aquellos que seríais tentados en llamar todavía “enemigos”, y sobre todo por esos. Las circunstancias desfavorables, cualesquiera que sean, os comprometen y os llevan a vivir y a aceptar la humildad de la Infancia. 

Recuerden que nunca será un esfuerzo, sino más bien un aligeramiento y algo de facilidad. Pero para ello no se debe creer más solamente en el hecho que ser una persona que vive su vida con sus penas y sus alegrías, sino de reconocer cada vez más el núcleo de la inmortalidad de vuestra llama Eterna. Entonces por supuesto, lo que ha sido llamado la Onda del Éter, las Coronas radiantes, el Canal Marial, la Onda de Vida, os permitieron de afirmar en cierto modo vuestra posición, tampoco sois nada de todo esto, incluso si esto os recorre. 

Estáis, en el seno de vuestra vida todavía sobre este mundo, en la Eternidad que se limitó y que fue limitada por las circunstancias de este mundo. Les incito a ir más allá de toda historia, incluso la historia que vivieron ayer, incluso la historia que vivieron a través de vuestras vibraciones, vuestras elevaciones de conciencia si puedo decir. No de negar ni de rechazar incluso, como decía Bidi, sino más bien de ir a lo esencial que está, en cierto modo, escondido detrás de todo esto. 
Dejar aparecer la Gracia de la beatitud y del Amor es hoy algo extremadamente fácil, únicamente la idea de vuestra persona les hace encontrar las cosas duras o complicadas.

Cada cual se encuentra frente a ciertas situaciones exteriores pero - sean cuales sean estas situaciones exteriores - ellas solamente están ahí para recordaros que la solución está dentro vuestro a partir del momento en que reconectáis con la humildad y la simplicidad, a partir del momento en que aceptáis no ser más que polvo pasajero en esta Tierra, a partir del momento en que la Eternidad se convierte en la finalidad de vuestra vida. Y aquella finalidad no está lejos ya que está dentro vuestro. 

No se trata pues de fe ciega sino más bien de una fe nueva, derivada de la experimentación de ciertos estados contrarios dentro vuestro, con lo que se explican las palabras del Comendador diciendo que – frente a cada situación – solamente son dos las opciones: el miedo o el Amor. El camino del miedo os conducirá siempre a manifestar vuestra posición en este mundo llevándoos a perder de vista – como ocurre con muchos hermanos y hermanas – la esperanza, la Eternidad, la Unidad. 

Salta a la vista, sea cual sea el país donde estáis, que hay dos humanidades: una relacionada con la Eternidad con plena conciencia o parcialmente inconsciente y otra parte de la humanidad que está instalada en la ilusión del placer, sea cual sea su expresión en este mundo, instalada en lo fútil, en lo agradable por cierto pero que no dura jamás, por un lado y, por el otro, la imperiosa necesidad de vivir el Amor despojado de todo dogma, de toda creencia, de toda proyección o anticipación hacia cualquier futuro que sea. 

En resumen, sea lo que sea lo que hayáis podido vivir hasta ahora, en cualquier ámbito de vuestra vida, en cualquier ámbito de lo que llamáis « energía », « vibración », la vida os conduce siempre, mediante la gracia del Amor y de la Luz, a iluminar de manera diferente la pantalla de vuestra conciencia. Y os recuerdo que aquella iluminación no tiene sino un solo propósito: hacer que viváis la gracia del Llamado de María sin resistencia y con toda confianza. 

Así es la Vía de la Infancia, una confianza permanente. Sean cuales sean las circunstancias, las alegrías, las vicisitudes, los sufrimientos incluso que padecéis en el seno de vuestra vida, éstos pasan a ser relativos y se difuminan incluso tan pronto como acogéis el Amor, mediante la gracia del Amor. En eso está mi presencia hoy, consistiendo en ayudaros a interiorizaros más y más hasta reuniros con Cristo, reuniros con la Verdad, aquélla que no está afectada con ninguna circunstancia de este mundo ni con ninguna condición de este mundo. Este tiempo es para recordar. Este tiempo es para vivir la Verdad. Estos tiempos de la Tierra son tiempos muy particulares como os ha sido anunciado por los Ancianos, los Arcángeles, las demás Estrellas. Es el tiempo de la Ascensión de la Tierra revelando todo lo que aún permanece oscuro en el mismo seno de la pantalla colectiva del mundo. 

Este enfoque de la Luz apunta por sí mismo a apartaros de los placeres efímeros y a orientaros hacia lo esencial, un “esencial” que no depende de ninguna relación, de ninguna circunstancia, de ninguna riqueza sino de vosotros mismos únicamente a partir del momento cuando tenéis la humildad de permitir que ocurra lo que ocurre en vuestro país, en vuestra región, en vuestra familia, en vuestra vida y hasta en vuestro cuerpo. Como ha sido dicho, la Luz os quiere por entero. No puede haber media tinta con la Luz. No puede haber vacilación. No puede haber oposición de ninguna clase. 

Eso os colocará – de no ser ya el caso – en un estado de oración perpetua donde – hagáis lo que hagáis en vuestra vida – mantenéis el mismo gozo en el fondo del corazón y no estáis afectados ya por ninguna circunstancia de la pantalla de este mundo, así como de la pantalla de vuestro cuerpo. Ahí se encuentra lo que llamo la verdadera vida o el verdadero gozo, que no depende de ninguna circunstancia de este mundo, de ninguna satisfacción de este mundo, que nada tiene que ver tampoco con vuestra historia o con vuestra progresión hacia la Verdad. 

La Verdad queda también en adelante bruta y desnuda, sin necesidad de ningún artificio y es por eso que os exhorto a vosotros también a prescindir de todo artificio, a no necesitar nada de lo que satisfaga los sentidos sin satisfacer el Espíritu. No se trata de rechazar los sentidos sino más bien de trascenderlos enfocándoos más y más hacia lo que acontece en vuestro Templo interior porque ahí se encuentra a la vez la paciencia, la tolerancia y, sobre todo, la Libertad porque ninguna libertad de este mundo – llámese logro material, financiero, profesional, afectivo - puede colmar el vacío que puede subsistir todavía en vuestro interior. Solamente el Amor lo puede y la persona es seguramente el obstáculo más importante para lograr aquella plenitud del Amor manifestado. 

Muchos entre vosotros habéis desempeñado un rol como Ancladores y Sembradores de Luz aceptando ser atravesados literalmente por la Luz. Algunos se olvidaron de que eran ellos mismos Luz al mismo tiempo que vivían la Luz. Hoy en día aquellos juegos terminaron. No hay ningún escape posible y todas las circunstancias de vuestras vidas - en cualquier país, región o familia que sea - no están sino para afirmaros y determinaros en la verdad del corazón. La humildad y simplicidad son la clave porque en la humildad no puede haber reivindicación alguna de la persona relativamente a cualquier ámbito que sea de este mundo. Ya no estáis en tiempos de elegir. En estos tiempos de la Tierra por los que estáis transitando os corresponde encarnar con pleno conocimiento de causa lo que habéis descubierto o redescubierto vosotros mismos. No hay otra certeza que aquélla de la Luz. 

Durante este período y hasta el Llamado de María que puede ocurrir, como bien sabéis, en cualquier momento, os corresponde vivir ya sea lo efímero, ya sea la Eternidad, pero no podéis seguir alimentando uno y otro a la vez. Algunos entre vosotros tienden ya a desaparecer más y más de la pantalla de este mundo y de la pantalla de su persona. El llamado de la Luz se hace más y más intenso y exigente. Otros siguen en busca de la Luz. Ahora bien, no hay nada más simple hoy que encontrar lo que sois verdaderamente siempre que vuestra atención no se mantenga fija en los placeres y satisfacciones de este mundo e intuya la satisfacción de vuestra Eternidad. 


Los hay que descubren desde ya una forma de realización pero también de distancia entre lo que sucede en su vida efímera y su vida en Eternidad, en la profundidad de su corazón. Cuanto más os adentráis en la profundidad de quienes sois, mucho más resaltan el gozo y la paz en la pantalla de vuestra persona y en primer plano de vuestra vida. 

La Luz os exhorta a manteneros plenamente aquí y plenamente ahora, plenamente en el instante presente pero despojados de todos los roles, de todas las funciones, de todas las creencias, de todo lo ligado a las mismas condiciones de lo efímero de este mundo. 

La Vía de la Infancia, la Pequeña Vía como fue llamada tras mi deceso de este mundo, es ciertamente la vía más directa y más rápida ahora y cada vez más accesible por no requerir ascesis ni ejercicio ni esfuerzo alguno. Es simplemente el momento en que entregáis vuestro Espíritu a eso mucho más grande que vosotros en el seno de este mundo, a la Luz de la Verdad, a la Luz-Cristo y os abrís a Ella no sólo a través de la experiencia, no sólo a ratos, sino en las circunstancias más insignificantes de vuestra vida. 

En efecto, el gozo existe tanto en las tareas más ingratas como en las tareas que os parecen más agradables. Es el momento cuando la realidad efímera se confronta con la realidad eterna con más o menos gracia, con más o menos evidencia. Es en aquellos momentos cuando mi presencia está con vosotros, ya sea que percibáis mi vibración en vuestro Canal Marial o en vuestro corazón, ya sea que no percibáis nada de mi Presencia en absoluto. Estaré sin embargo ahí en cuanto vuestra solicitud y vuestra relación para conmigo se establezcan en aquel reconocimiento de vuestra humildad y en la aceptación plena y entera de la Pequeña Vía de la Infancia. 

En efecto no hay necesidad alguna de conocer lo que sea. No necesitáis en aquel nivel ni vuestros conocimientos referentes a lo experimentado con el cuerpo de Êtreté ni tampoco ningún conocimiento llamado espiritual. Ahí sabréis que habéis alcanzado el núcleo del ser, el núcleo de la Vida, aquello que algunos de los Ancianos llamaron el Corazón del Corazón o el Centro del Centro. Es el momento cuando la confianza es tal, en el mismo seno de la angustia o de la desesperación más grande, que aquella confianza traspasa todas las capas aislantes y os da acceso a la beatitud. 

No hay ninguna necesidad para eso de elegir momentos de oración, de alineamiento, de meditación, porque ese estado de Gracia reemplaza todos los demás estados y colma todos los espacios, ya sean vacíos o llenos. Es el momento realmente cuando la misma idea o el mismo sentido de ser una persona limitada entre el nacimiento y la muerte queda sin peso y sin poder en vosotros. Ahí empieza la verdadera libertad, ahí comienza la verdadera autonomía, en la aceptación de ambas parcelas de la humanidad, en el respeto de la libertad de cada uno y morando en una oración que no es una solicitud sino que corresponde más bien al estado de ser. 

Estar en paz con vosotros mismos os establecerá en paz con el mundo, sea cual sea la confusión del mundo tal como podéis observarla los que estáis todavía interesados en la pantalla exterior. Tan pronto como os volcáis por entero hacia vosotros mismos, tan pronto como sacrificáis vuestra persona, entonces lo Sagrado llena vuestra vida, llena vuestro pecho y llena todo lo que es llamado la conciencia porque es aquí donde se encuentra el verdadero apoyo y el verdadero soporte de la Eternidad. 

Eso requiere a la vez una concentración y una soltura en simultáneo. Una soltura en relación con cualquier otro objetivo que no sea ser Uno con Él. Eso requiere haber elegido la Eternidad ya en detrimento de todas las circunstancias efímeras que sólo pasan entre la vida y la muerte. A través de mi ayuda os acompaño para estabilizar el último Vuelco de la Tierra y de vuestra conciencia, para cruzar el último Umbral. Entonces no solicito nada, ni oración ni súplica, sino simplemente que seáis lo más naturales posible, dejando de jugar roles que no sean éste de manteneros presentes ante vosotros mismos, ante la Pequeña Vía de la Infancia. 

Llegará un momento, bien lo sabéis, cuando todos sin excepciones, transitaréis por ese momento, que lo queráis o no, que lo aceptéis o no. Entonces no hay mejor momento que ahora para vivirlo ya. Volveros hacia vuestro interior, apartaos de los placeres y acercaos al Gozo, aquel que no depende justamente de ningún placer. Sentid insatisfacción con este mundo pero no huyáis de él pues es en el seno de este mundo donde encontráis la Verdad. 
No hay mejor preparación que aquélla que consiste en abandonar a la persona, abandonar toda reivindicación, toda búsqueda, toda investigación y posarse ahí, en la paz del corazón, en la beatitud absoluta del estado de Gracia que no requiere nada que no sea ser realmente vosotros mismos, es decir no solamente una persona que tiene tantos años, tal historia, tal problema o tal alegría sino trascender todo eso para posarse en el Corazón del Corazón, ahí donde Cristo está, ahí donde está lo que sois, más allá de toda apariencia, de todo velo y de toda circunstancia de este mundo. 

Vengo a pediros que me contactéis no como un fin o un propósito o como otra experiencia más sino para profundizar más aún en vuestro interior. Todas las circunstancias de vuestras vidas, así como de los países, de las naciones, de los continentes apuntan a eso. Entonces, por supuesto, algunos hermanos y hermanas se oponen a eso estallando en crisis de negación y de ira pero eso no debe molestaros sino más bien obligaros a encarar la Verdad, no en relación con tal creencia, tal persona, esta vida ni este mundo, sino en relación con la Verdad eterna, no para sustituirle tal creencia sino para vivir aquella Verdad concretamente en el día a día, incluso diría en cada respiro. 

En efecto, al estar en aquella profundidad, nada de vosotros puede venir a juzgar lo que sea ni a quien sea. No podéis condenar a nadie porque - al vivir aquello – comprobáis que cada circunstancia de vuestras vidas, de vuestros cercanos, de la humanidad en su totalidad no hace sino manifestar lo que sois aquí mismo en lo efímero. 

Ha llegado la hora de rendir cuentas no como algo que pagar sino de rendir cuentas de vuestras experiencias, de vuestras búsquedas incluso, de vuestras adhesiones diversas y variadas en relación con vuestra propia vivencia o las experiencias ajenas. Es un llamado silencioso pero portentoso de la misma Luz para que os instaléis en Él, para Él y por Él. Entonces decidíos. ¿Vais a decidir oír aquel llamado antes del Llamado de María? El llamado de vuestro corazón que grita y pide manifestar la Verdad, manifestar el Amor. Como decía el Comendador el llamado para poner el Amor delante, detrás, arriba, abajo, dentro y fuera, no como un acto de voluntad sino real y concretamente como un acto de rendición sin condiciones ante la verdad eterna del Amor y de la Gracia. 

Quizás sepáis que, en mi corta vida, no manifesté exteriormente poder alguno. Nada hice en mi vida para modificar el mundo, para cambiar el mundo. Por cierto me hice cargo de algunas almas en mis oraciones. Solía elegir las almas que me parecían más apartadas de la Luz, así como los asesinos y gente privada de libertad a los que nunca vi y tampoco iba a ver en aquel tiempo pero estaba con la certeza inquebrantable de que eso era también algo que formaba parte de la Vía de la Infancia. 

Aprender a orar, a ayudar, más allá de las circunstancias de este mundo, más allá de las personas, en el silencio de la celda o del corazón, sin nada a esperar porque en eso está el verdadero Don y ahí está la profundidad de la Eternidad. No os planteéis siquiera la pregunta de la eficacia porque hacerse la pregunta es dudar de la verdad de la Eternidad. 

Vengo a invitaros a aquello que quizás hayáis vivido hace algunos años en los procesos de comunión de la conciencia, de fusión, incluso de disolución de la conciencia pero en una octava diferente. Como bien sabéis, desde hace un año habéis accedido a la co-creación consciente del Femenino Sagrado. Hoy en día aparecen en la pantalla de vuestra vida y en la pantalla del mundo los resultados tangibles de las exhortaciones de la Luz. Trátese de los conflictos, trátese de los acontecimientos acaecidos en vuestra vida o en el mundo y que os parecen exteriormente muy alejados de la Luz, en ellos se encuentra en realidad la más grande de las Luces que no hace sino expresar su carencia y su sofocación. 

Eso significa también que no conviene quedar con las apariencias ni con los juicios. No conviene detenerse con lo que dicen los sentidos, las experiencias, las costumbres. Renovarse en cada instante es caminar cada día un poco más la Vía de la Infancia, confiar en la verdadera vida, confiar en vuestra eternidad y en la Eternidad. Eso no requiere ningún conocimiento fuera de ser vosotros mismos, reconoceros vosotros mismos a la vez como cosa efímera que no hace sino pasar pero también como Eternidad presente en ese efímero. 

La Vía de la Infancia requiere siempre más paciencia, más humildad, más sonrisa. No la sonrisa de la satisfacción material sino la sonrisa de la satisfacción del Espíritu recuperado. Tened presente que el testigo de aquella profundidad aparece solamente en vuestra capacidad para manifestar el mismo genio, la misma Presencia, hagáis lo que hagáis, sea cual sea la tarea que tengáis que hacer, sean cuales sean las circunstancias. 

Decir que sí a la Luz es aceptar no comprender siempre, no ser capaz de explicarlo todo siempre, sino vivir en la profundidad del corazón. Es dar con aquel punto que no hace sino esperaros para colmaros con sus gracias. 

Entonces basta con que encendáis una vela, con que digáis mi nombre o simplemente me evoquéis para yo acudir a vuestro lado a fin de colmaros con las gracias de mi Presencia. Estas gracias no tienen que ver solamente con la resolución de una enfermedad, de un problema o de una dificultad pues tened presente que se trata sobre todo de encaminaros con más y más intensidad en la Vía de la Infancia y de la Humildad porque pronto no podréis reivindicar el cielo ni reivindicar lo que sea en este mundo. Será cada día más uno o el otro y eso de manera exclusiva. 

La Vía de la Infancia requiere también que hagáis lo que os corresponde en esta vida con el mismo genio y la misma gracia, que os entreguéis a Cristo, a la Luz, en las cosas que no lográis sobrellevar. Fuera del Amor no hay solución. Fuera de la fraternidad no hay salida. Fuera de la Eternidad no hay salida alguna en el seno de lo efímero. Hacia esta toma conciencia y hacia esta toma de posición os están conduciendo las circunstancias de este mundo, según los países y las regiones, de un modo más o menos violento, más o menos evidente. Las impulsiones de la Luz – sobre todo si os inclináis hacia mí – os aparecerán más y más claramente, más y más lúcidamente. 

La Vía de la Infancia sirve en especial para quienes de entre vosotros siguen con dudas, siguen con preguntas acerca de su vivencia, de sus vibraciones, de su conciencia porque más ignorantes seáis acerca de aquellas cosas complicadas que quizás hayáis experimentado, más preparados estaréis para la Vía de la Infancia. En efecto, a medida que aceptéis deshaceros de los conocimientos parciales y de las vivencias experimentadas, entonces me iré acercando a vosotros, aunque no lo notéis. Obviamente no estoy sola. El Arcángel Anaël, el Arcángel Uriel, muchos Ancianos también estarán presentes al mismo tiempo y los iréis identificando también no sólo como Presencias sino como formando parte de vosotros mismos en el seno de la Eternidad. 

Volver a ser como un niño significa también abandonar las ideas preconcebidas, los juicos, las experiencias. Es encontrarse completamente desnudo y despojado de todo lo que forma parte de lo efímero. Es aceptar el principio de la Inteligencia de la Luz, de la Acción de Gracia y del estado de Gracia. Es también no depender más de las circunstancias de este mundo. En efecto, los tiempos de la batalla de todos contra todos han llegado. Eso fue llamado en la Biblia la batalla entre Gog y Magog pero ¿qué importancia tiene eso para quienes estén en la Vía de la Infancia? Lo sentís pero eso no os afecta de ninguna manera. 

Quienes se aferren a este mundo y a sus circunstancias de vida estarán confrontados a la fatuidad de las ilusiones de este mundo donde todo depende de circunstancias que van y vienen sin ninguna estabilidad ni perennidad. El Amor y la Gracia nada tienen que ver con eso. El mundo de los sentidos, el mundo de los placeres es un mundo que sólo dura un tiempo, como máximo el tiempo de una vida. Entonces planteaos seriamente la pregunta y ved con lucidez lo que podéis definir como meta, como objetivo o como presencia incluso en este mundo. Ved el lugar que os corresponde o dónde estáis amarrados. 

La Luz y el Llamado de María no os permitirán seguir engañados por quien sea o por lo que sea y menos aún por vosotros mismos, a través de las gesticulaciones de la misma persona. Diría que la medida de vuestro gozo interno es el reflejo de vuestra Vía de la Infancia. Una vez más, sean cuales sean las circunstancias de vuestra vida, de vuestra edad, de vuestras limitaciones, de vuestros gustos, de vuestras alegrías, comprobáis quizás desde ya que estáis no insensibles sino cada vez más desapegados de lo que pueda ocurrir en el seno de la conciencia efímera de este mundo. La Luz os quiere por completo. El Llamado de María os quiere también íntegramente. Lo queráis o no, llegado el momento transitaréis todos aquel umbral, bien lo sabéis pues eso os ha sido explicado de mil maneras. 

La Vía de la Infancia es también en cierto modo la vía de la inocencia, de la inocencia recuperada, plenamente vivida y plenamente aceptada porque en aquella profundidad hay una real despreocupación por las condiciones efímeras de vuestra vida y de este mundo. Hay también la certeza inquebrantable de lo que sois. Aceptad todo cuanto la vida os propone en el seno de lo efímero pero no perdáis de vista la paz que mora en vuestro corazón y la plenitud de la beatitud. 

La beatitud ya no se encontrará más solamente y exclusivamente en las oraciones, en las alineaciones, en las meditaciones, sino también en los momentos más penosos de lo que tienen a vivir, a decir, a compartir o excluir de vuestra vida. 

Sois, se lo recuerdo, los niños de la Ley del Uno. Sois las Llamas Eternas del Amor. Todo el resto sólo es accesorio y sólo pasa, y pasará cada vez más rápidamente y de modo cada vez más ruidosamente. Pero recuerden que todos los recursos están realmente y concretamente en vosotros. Estoy aquí para mostrárselo, demostrárselo y asistirles en vivirlo. 

El establecimiento en el seno de vuestra Morada de Eternidad se realiza en el momento en el que habéis realizado vuestro último Transito. En ese momento, no hay ya más posibilidad de mirada atrás, que esto sea para las leyes de la personalidad, las leyes de la persona, las leyes sociales o incluso para las leyes del alma. El Espíritu se revela finalmente y el Espíritu toma todo el lugar. No quedará más, en el momento de la Llamada de María, ningún intersticio entre vosotros y la Luz, entre la Luz y la Luz que Sois. 

Entonces sí, amen todas las circunstancias de este mundo cualesquiera que sean, sin juzgarlas, sin categorizarlas. Esto os mostrará a vosotros mismos que sois la Luz, que está en marcha incluso si como lo decía el Comendador hace años, los chicos malos se desahogan. Déjenlos jugar a solas. No participen en este juego, sean ustedes mismos, sean humildes, y sobre todo sean dulces. El Amor no os pide nada más, que de dejar florecer el Amor. La Eternidad sólo os pide de ser libres y de ser vosotros mismos. 

Las circunstancias de la Tierra en estos tiempos os muestran también lo que todavía puede resistir a la Luz. Qué sean las estructuras estatales, que sean las estructuras de las religiones, ¿qué punto de vista defienden? ¿Dónde os situáis vosotros mismos? ¿En la humildad, la sencillez del Amor o en la complejidad de lo que es efímero? Así como os decía con razón el Comendador, no hay más silla, no hay más nalgas, no hay nada más que vosotros mismos. Todo se disuelve a vuestro ritmo, invitándoles a desaparecer, a vibrar, a arder, a estar en Alegría sin razón alguna. 

Entonces si no vivís esto, no hay nada que criticar, no hay nada que reprocharse, hay solo una dificultad en verse realmente, sin miedo. El miedo es exactamente la antítesis del Amor, que os conduce al Amor a pesar de las apariencias, porque son los tiempos de la Tierra los que vivís. El tiempo de la Revelación, el tiempo en que todo lo que es contrario y fútil a la Luz, debe borrarse delante de la majestad y la grandeza de la Luz, la que sois. Porque la Luz se basta a sí misma y el estado de Gracia os colma de gracia, y en el emplazamiento de vuestra conciencia aquí mismo sobre este mundo, en el seno de esta Gracia, no hay más deseo, no hay más falta, no hay más búsqueda, hay solo la evidencia y la plenitud del instante en su Presencia y en vuestra Presencia. 

Así, que me presento a vosotros mucho más que como la niña Teresa que fui, mucho más que como la Estrella que llevo, sino más como vuestra pequeña hermana que sólo quiere ver vuestros ojos brillar por Amor y vuestro Corazón sonreír al Amor. Es esto lo que se debe reconocer porque no hay nada más sobre que apoyarse y habrá cada vez menos cosas, en lo efímero. Veis bien el barullo del mundo pero les pido de ver aún más la Paz de vuestro Corazón. Sois los que deciden, en definitiva, en lo sucesivo, de estar sometido a este mundo o de ser liberado de este mundo. No hay ningún obstáculo para la Gracia de la Luz, para estableceros en la Gracia. Sois vuestro único obstáculo. 

Vendré a vosotros, recuerden, en cualquier circunstancia que sea, desde el instante en que, en la circunstancia precisa que vivís, ponéis el Amor y la Humildad por delante, si abandonáis la necesidad de reaccionar, de oponerse, de enfrentarse, a quienquiera o cualquier circunstancia que sea. 

La Inteligencia de la Luz, como fue llamada, se hace cada vez más flagrante y total. Y no olviden que incluso en las circunstancias que os parecen privadas de esta Inteligencia y de este Amor, es justamente allí donde hay más, hay simplemente heridas, creencias, adhesiones a lo efímero que impiden su plena revelación. Vais a comprobar que en vuestras vidas surgirán acontecimientos cada vez más inmediatos y a veces brutales. No vean allí ningún juicio, ninguna culpa, sino más bien la obra de la Inteligencia de la Luz. Cada uno de entre vosotros es probado para sí mismo en su capacidad a estar justamente en esta profundidad del Amor o en la superficialidad de la persona. 

Vayan en paz y amen. Vayan en paz porque la paz está en vosotros. Estará cada vez menos en vuestras vidas, en la pantalla de vuestras vidas, porque los tiempos del final están en plena actualización. No hay urgencia, no hay precipitación, sino que hay más bien la dulzura de vosotros mismo frente a vosotros mismo. Así se despliega también lo que fue evocado por mi hermana No Ojos sobre las diferentes visiones. La visión etérica ya os permite de ver a los habitantes invisibles que os rodean en este mundo pero también os da acceso, allí también, a la humildad de la Infancia, el niño que vive algo y no tiene otra razón de alegría que de vivirlo, sin proyección alguna, sin interpretación alguna. Sean también, del mismo modo, nuevos y disponibles, en cualquier circunstancia de vuestra vida, en cualquiera encuentro que sea, para manifestar esta humildad y esta sencillez. 

La Luz os invita también a despojarse de todo lo que no es verdadero y os invito también a apartarse de las satisfacciones inmediatas, a no depender más de la satisfacción de un deseo o de una actualización de un placer, sino directamente y únicamente de vuestro Corazón y de su Presencia. Diría yo que es sobre todo en las situaciones que pueden parecerle difíciles, incluso hasta contrarias a la Luz, que se encuentra el potencial más grande de realización de la Luz, en vosotros como alrededor vuestro. La Luz os pide en lo sucesivo, en cualquier circunstancia que sea, de escoger entre la beatitud de vuestro Corazón reencontrado y la confrontación de lo efímero. Tendréis siempre la elección y la veréis cada vez más claramente, si aún no es el caso. 

La Luz os pide simplemente de ser vosotros también el Camino, la Verdad y la Vida, de llevar en alguna circunstancia de vuestra vida la sonrisa del Corazón, la Paz del Corazón, cualesquiera que sean las reacciones a veces contrarias de algunos entornos o cercanos que son hostiles hacia esto. Recuerden que sólo manifiestan su propio miedo. ¿Entonces vais a reaccionar por el miedo al miedo? ¿O por el Amor? Todos los juegos de la conciencia que se celebran hoy, para cada uno de vosotros, sólo tiene una vocación, la de iluminarles literalmente desde el interior, de permitirles no estar más afectados, incluso por vuestra propia muerte o por la misma defunción de la persona más querida, porque es en las dificultades que el hombre encuentra más fácilmente las capacidades de superación y de transformación. Entiendan bien esto y vívanlo sobre todo. 

La Vía de la Infancia, es también la vía de la confianza, no solamente de la fe, no solamente de la confianza en vosotros, por supuesto, pero de la confianza absoluta en la Luz, en el Amor, y en la Verdad. Recuerden que la Verdad no depende de ninguna circunstancia de este mundo. Lo mismo ocurre con el Amor, lo mismo ocurre con la Luz. Os vais a dar cuenta, cada vez más, de que la Paz, el Amor, la Luz y la Verdad sólo dependen de vosotros mismos y no más de las circunstancias exteriores de satisfacción de lo que sea. La Luz, en cierto modo, os sugiere de superar el sentido y la idea de ser simplemente una persona. 

Recuerden esto en alguna circunstancia que tengáis que atravesar en lo sucesivo. Recuerden que cualquiera que sea el sufrimiento de la pérdida, de lo que sea de este mundo, esto puede ser muy rápidamente colmado por la beatitud del Corazón y por el estado de Gracia. Todavía hace falta que la acojan y la acepten, hace falta que en vuestra Vía de la Infancia acepten de no comprender, de no entender “los por haber y los por tener” de lo que se celebra sobre la pantalla de vuestra conciencia o vuestras relaciones. Allí también se sitúa la Libertad. La verdadera Libertad de dejar de entender las circunstancias de este mundo y todavía menos toda justificación o explicación de lo que sea. Es un estado de Ser natural cada vez más cercano a vosotros y cada vez más manifestable. 

Recuerden también, para los de entre vosotros que tuvieron la posibilidad de vivir los procesos vibratorios, el encendido de las Coronas, la activación de la Onda del Éter – o de la Onda de Vida – que tuvieron pruebas incontestables de la Obra de la Luz en este cuerpo y en vuestra conciencia. Pero también para los que no vivieron ninguna experiencia, tal como las vibraciones, recuerden que la Vía de la Infancia es la más directa y más segura porque no podéis estar afectados por ningún conocimiento, por ninguna proyección, por ningún deseo. La única certeza que queda es la certeza de la Luz. Entonces por supuesto se trata también de una forma de renuncia. Esta renuncia no es una privación, sino más bien, yo diría, una profesión de fe enviada a la Luz. 

Entregarse a la Luz, es de aceptar de ser Luz y nada más que la Luz, y esto nunca concernirá la idea que os hacéis de vosotros mismos, de vuestra vida o vuestra historia, porque la Luz es independiente de toda historia y de toda memoria. Lo que la vida les dé a vivir, a hacer, a emprender o a aguantar, busquen siempre la beatitud, aquella de la profundidad de vuestro corazón, de vuestra Presencia, no para encontrar allí explicación, ni para encontrar alivio, sino porque es la única Verdad que no puede ser alterada, mientras que todas las verdades efímeras de este mundo, como lo veis, se desnaturalizan cada día un poco más. 

Veis los elementos de la naturaleza que se vuelven anárquicos, veis el funcionamiento de los hombres que se vuelven también anárquicos. La predación, la competición nunca estuvieron tan presentes en la historia de la humanidad porque los medios modernos os dan la capacidad de crear lo que se podría llamar redes de pensamientos o egregores y que inconscientemente, en el momento en que lleváis vuestra atención y vuestra conciencia a la guerra, entonces está la guerra en vosotros. Pero si vuestra mirada se lleva a la guerra que está vosotros mismo previamente en paz y en la beatitud, la guerra no tiene ningún efecto sobre vosotros, veréis allí únicamente la manifestación de la Luz que se revela y que desenmascara todo lo que no es Eterno. 

Recuerden que sois los niños de la Ley del Uno; recuerden, como fue repetido muchas veces, que estáis sobre este mundo pero que no sois de este mundo. El conjunto de este sistema Solar vive, diría yo, una modificación sin precedentes, y vuestro Corazón también. Él se muestra, y se muestra para demostrarse a sí mismo, os colma de Gracia y os llena de beatitud y alegría. Si este no es el caso, no se juzguen, sino comprueben simplemente si el miedo está aún presente, sin juicio alguno, sin culpa alguna, ni de vosotros ni de alguna circunstancia, ni de alguien más. Estén conforme con ello y háganse “pequeños”, y yo estaré ahí. Entonces en este momento la Gracia os podrá colmar más allá de toda apariencia y de todo sufrimiento. 

… Silencio… 

Estaré ahí también en vuestros momentos de silencio, en vuestros momentos de Presencia y en vuestros momentos de Ausencia, incluso si no tenéis nada que pedirme, sino solo para la evidencia del Corazón y del Amor. Muchas de mis hermanas Estrellas os dijeron tal vez la misma cosa respecto a la ayuda que os podemos aportar. En lo que me concierne yo os propongo, como os decía, otra octava, mucho más directa, mucho más inmediata y también mucho más eficaz si puedo decir, no solamente sobre la resolución de este mundo, sino sobre la instalación de vuestra Presencia o de vuestra Ausencia en la beatitud del Corazón. 
En la Vía de la Humildad y en la Vía de la Infancia – y quizás ya es el caso – les será dado de escuchar el Coro de los Ángeles. Sé que el Coro de los Ángeles ya se expresó entre vosotros pero la primera expresión del Coro de los Ángeles es un sonido, un coro melódico que toma todos vuestros sentidos y os lleva hacia el éxtasis y hacia la Paz. Tal vez ya algunos de vosotros vivís esta Llamada de la Luz por el sonido en diferentes momentos de vuestra jornada. Tenéis que identificarlo y estaréis inmersos en él cuando este se produzca. 

… Silencio… 

Vengo también a decirles que en la Vía de la Infancia, el Amor se manifiesta plenamente, no solamente para vosotros, no solamente para vuestros amigos, vuestros hermanos y hermanas, sino también para aquellos que seríais tentados en llamar todavía “enemigos”, y sobre todo por esos. Las circunstancias desfavorables, cualesquiera que sean, os comprometen y os llevan a vivir y a aceptar la humildad de la Infancia. 

Recuerden que nunca será un esfuerzo, sino más bien un aligeramiento y algo de facilidad. Pero para ello no se debe creer más solamente en el hecho que ser una persona que vive su vida con sus penas y sus alegrías, sino de reconocer cada vez más el núcleo de la inmortalidad de vuestra llama Eterna. Entonces por supuesto, lo que ha sido llamado la Onda del Éter, las Coronas radiantes, el Canal Marial, la Onda de Vida, os permitieron de afirmar en cierto modo vuestra posición, tampoco sois nada de todo esto, incluso si esto os recorre. 

Estáis, en el seno de vuestra vida todavía sobre este mundo, en la Eternidad que se limitó y que fue limitada por las circunstancias de este mundo. Les incito a ir más allá de toda historia, incluso la historia que vivieron ayer, incluso la historia que vivieron a través de vuestras vibraciones, vuestras elevaciones de conciencia si puedo decir. No de negar ni de rechazar incluso, como decía Bidi, sino más bien de ir a lo esencial que está, en cierto modo, escondido detrás de todo esto. 
Dejar aparecer la Gracia de la beatitud y del Amor es hoy algo extremadamente fácil, únicamente la idea de vuestra persona les hace encontrar las cosas duras o complicadas. 

A la hora en que la Luz llama a todas vuestras Puertas y a todas vuestras Estrellas, como al conjunto de vuestras conciencias parceladas y fragmentadas de este mundo, es más fácil de entregarse a Él, ya que ya está Aquí, ya que la Llamada de María y el conjunto de lo que es llamado la Confederación Intergaláctica de los Mundos Libres viene a concluir la historia con vosotros. 

… Silencio… 

Sean humildes y generosos. Gasten el Corazón sin miramiento. Ofrezcan vuestro Corazón a todas las circunstancias de vuestra vida, a todas vuestras relaciones, no como algo manifestado y exuberante, sino más bien como un estado de ser interior, porque no serviría de nada tomar a un hermano o hermana en vuestros brazos y después de emitir un pensamiento contrario a él. Sean humildes allí también y Él os colmará de su Alegría que es la vuestra, yo os vendré a asistir aún más. Haré llover realmente y concretamente sobre vosotros una lluvia de rosas. 

Además algunos de entre vosotros ya la sintieron y es diferente de la energía de la vibración, si prefieren, que penetra por la cabeza, porque en este momento crearé por nuestra Presencia común un chorro de Amor, de pétalos de rosas, sobre vuestras cabezas y vuestros hombros. Es en ello que me reconocerán. No necesitaremos de palabras, ni de explicaciones, pero yo estaré ahí para ayudaros a instalar vuestra beatitud. 

Las Llamadas de la Luz se hacen quizás cada vez más urgentes pero las Llamadas de algunas de nuestras Presencias en vosotros se hacen también cada vez más urgentes. Allí también no interpreten nada, no busquen nada cuando se presente, sino vívanlo plenamente, y la beatitud y la Gracia estarán presentes en cada instante. 

… Silencio… 

En el espacio de mis silencios les pido también, no solamente a vosotros que me escucháis, sino a los que me leerán, de hacer una pausa en vuestra lectura, y en estos silencios veréis que mi Presencia también estará allí. Haré realmente llover una lluvia de rosas sobre vuestras cabezas. No podréis confundir esto con nada más, porque es un chorro de Amor que os colmará y que vendrá real y concretamente a abrir vuestro Corazón. Y esto os colmará, sin palabras, sin justificaciones. 

… Silencio… 

En cierto modo hoy le es pedido, si puedo llamar esto así, como una petición, de ser los Niños de la Gracia, no solamente los Niños de la Ley del Uno, embajadores del Uno como Ancladores y Sembradores de la Luz durante estos años pasados, sino de ser hoy más bien los Niños de la Gracia. Ahí reside también el sentido de mi Presencia en vosotros. Todos los recursos están ahí. Incluso diría yo, que más vale ser saciado de esta Energía y de esta Conciencia, que de los manjares más delicados de esta Tierra. En cierto modo hoy no es más el momento únicamente de recordaros - para aquellos que viven la Vibración – vuestros orígenes estelares o vuestros linajes estelares, ni tampoco solamente de entrar en contacto con los pueblos de la naturaleza, por si se produce para vosotros, sino de descubriros como Niños de la Gracia. Porque como Niños de la Gracia y viviendo el estado de Gracia, no hay más necesidad de referencias, no hay más necesidad de confortarse respecto a lo que ya pasó en los aspectos vibratorios. 

… Silencio… 

Y por otra parte, de vuestra capacidad de olvidar todo lo que es efímero en estos momentos, comprobarán una amplitud más grande de la Gracia ella misma, trayendo a vuestros ojos unas lágrimas, no lágrimas de emoción, sino lágrimas de gratitud respeto a vuestra propia Verdad. 

Así como pudo decir el Cristo, den un paso hacia mí y yo daré diez hacia vosotros, porque realmente, en estos tiempos de la Tierra, se viven y se instalan los tiempos de la Gracia. Sólo la mirada de la persona verá allí destrucción, cataclismos, mientras que la Gracia vera allí el establecimiento del Reino de la Luz, sobre una Tierra regenerada para los que morarán aquí, en una nueva dimensión como decís. 

… Silencio… 

En este mismo momento, si respetáis los tiempos de silencios entre mis párrafos de lectura o escuchándome, quizás percibáis el estímulo de esta lluvia de rosas que vierto sobre vuestras cabezas y en vuestro corazón. 

… Silencio… 

El Arcángel Uriel a menudo os decía: «Escuchen y oigan». Yo les digo en lo sucesivo: «Sientan y vivan la Gracia como vuestra naturaleza original, viniendo a barrer las objeciones de este mundo y las objeciones de lo efímero». 

… Silencio… 

Tal es mi Presencia en vuestra Presencia. Porque en estos tiempos de la Tierra se realizan los tiempos de la Gracia. 

Allí está la revelación más importante, mucho más que los desórdenes de este mundo que, os lo recuerdo, son inevitables, digan lo que digan aquellos que todavía esperan la supervivencia de la persona y de este mundo tal como es, no se engañen con lo que quiere la persona, sino sean cada vez más afinados con lo que quiere la Gracia. 

… Silencio… 

Permítanme redoblar de Gracia... y de Amaros libremente y en la Libertad. 

… Silencio… 

Ahí se encuentra la alquimia, si puedo decir, del Coro de los Ángeles y del Espíritu del Sol en vuestra Presencia. 

… Silencio… 

Todo lo que no es Gracia, todo lo que no es Amor y todo lo que no es Eternidad va a desaparecer. A vosotros de saber si quieren vivir real y totalmente lo que sois en verdad o si prefieren mantener los juegos, en el seno de la experiencia de la conciencia. Sois libres, pero todos pasareis por la Gracia de la Llamada de María. 

… Silencio… 

El Coro de los Ángeles y el Espíritu del Sol os dan a escuchar la sinfonía de los Ángeles, la sinfonía de la Gracia que conduce a la beatitud Eterna. 

Así, os vuelvo a bendecir en la Gracia y hago llover sobre vosotros una lluvia de pétalos de rosas, de rosas del Amor, de la Belleza y de la Bondad, allí donde no existe ninguna reivindicación personal ni ninguna búsqueda de placer, ni ningún deseo puede estar presente. 

… Silencio… 

Vendré entonces a cantar en vosotros el Canto de la Libertad, de la vía directa hacia el Amor. El Cristo había dicho: «Bienaventurados los simples de espíritu» y «Nadie puede penetrar el Reino de los Cielos si no vuelve a ser antes como un niño». Todo lo que expresé hoy por mis palabras y por mi Presencia, en esta primera parte de mi intervención, es sólo la ilustración y la manifestación de las palabras del Cristo. 

Os dijo también «Ámense los unos a los otros como os amo» y para amar como Él, para hacerse como Él, para casarse con él y encontrar la Libertad total, no hay otra alternativa. 

Por supuesto, en mi corta encarnación yo necesitaba de un soporte: una estatua de María, una imagen de Jesús. Hoy el soporte esta impreso en vosotros, en vuestro Templo, porque las puertas se abrieron y porque esto corresponde, en estos tiempos de la Tierra, a lo que está por vivirse. Y es ofrecido con la misma intensidad, en el mismo don de la Gracia, a cada uno de vosotros. 

… Silencio… 

Y allí, en el silencio de mis palabras y el silencio de vuestra presencia, en el silencio de vuestra lectura se despliega la beatitud de la Alegría que se alimenta de sí misma de manera perpetua. 

… Silencio… 

Soy Teresa de Lisieux, también llamada Teresa del Niño Jesús. Rindo gracia a vuestro recibimiento y concluyo así la primera parte de mi intervención, que por supuesto seguirá dentro de unos momentos. Os abrazo a todos, aquí y en otras partes. Les digo hasta dentro de unos instantes. 
...................
.Soy Teresa. Hermanos y Hermanas, vamos a continuar con lo que tengo que expresaros, con lo que tengo que vibrar y bendecir en vosotros. He intentado completar durante mi primera intervención de este día lo que ya pude desvelaros hace años referente a la Pequeña Vía. Vamos a tratar, en esta segunda parte, de acercarnos a lo que a menudo ha sido llamado la Eternidad. 

Permitidme en primer lugar depositar en vuestro corazón, de nuevo, una lluvia de Gracia. 

…Silencio … 

Comenzaré a deciros lo siguiente: la Eternidad no es en ningún caso una experiencia de la conciencia. El acceso, si puedo nombrarlo así, a la Eternidad, corresponde a la instalación de la conciencia en el seno de la beatitud o, si preferís, lo que mis hermanas orientales nombran la Morada de Paz Suprema o Shantinilaya, porque es desde este preciso emplazamiento de la conciencia, en el centro del Centro o en el corazón del Corazón, como fue dicho, que se encuentran la beatitud y el éxtasis, así como la intasis. 

La Eternidad vivida desde el mundo donde estáis encarnados puede traducirse sólo con estos efectos, y estos efectos son ante todo el estado de Gracia, la beatitud, la paz, la serenidad, y como lo dije, la Vía de la Infancia y de la humildad. La Eternidad, podemos decirlo, no tiene nada que ver con el despliegue de la conciencia en el seno de las diferentes dimensiones, de los universos y los multiversos tal y como lo diría el Arcángel Anaël. La Eternidad es el soporte de la manifestación de la conciencia sea donde sea en el seno de la Creación. 

La Eternidad es también el estado de inocencia que es de alguna manera la Vía de la Infancia. La inocencia, es también reconocer vuestra ignorancia de todo lo que no puede ser explicado por los sentidos, la razón o las emociones. La Eternidad no es una percepción de la conciencia sino que es realmente un estado de Gracia y de beatitud que sobreviene y se instala en estos tiempos en la Tierra, y también para muchos de vosotros desde hace algún tiempo, dándoos a vivir estos momentos de Gracia pero también estos momentos en que nada tiene importancia exceptuando este mismísimo estado. 

La inocencia, la infancia, la humildad, es lo que va a dirigiros y a llevaros a las puertas de esta Eternidad y a vivir ya, en el mismo seno de este mundo, las primicias, el sabor y también los efectos. Vivir la inocencia, es librarse de todo pensamiento, de toda proyección en el futuro que sea. 

La Eternidad no conoce el tiempo, por supuesto, y en este sentido, estando sometidos al tiempo dentro de un cuerpo, concluís muy lógicamente que este cuerpo no esta en nada concernido por la Eternidad, salvo por supuesto algunos casos bien conocidos, en Oriente como en Occidente, de la incorruptibilidad de la carne en el momento de la muerte. Pero esto concierne sólo a determinadas almas que deben dar testimonio con su cuerpo, persistiendo más allá de la muerte, como lo fue por ejemplo para la hermana Yvonne Aimée. 

La inocencia es mucho más un momento en el que depositáis todas las armas y no tenéis ya la necesidad de apropiaros de nada, de comprender nada o de que algo sea « vuestro », si puedo decirlo así. Es el momento en que realizáis, como persona, que la persona no ofrece ninguna esperanza de ningún modo, pues está inscrita justamente en algo limitado llamado el nacimiento y la muerte. Por supuesto que a menudo hablamos, en todas las tradiciones, en todas las religiones, del alma y del Espíritu. Pero el alma tampoco es eterna, sólo dura un tiempo. El alma, os ha sido explicado muchas veces, es un médium entre el Espíritu y la persona, entre el Espíritu y el cuerpo. 

La inocencia, no sólo es el momento en que vuestra alma se gira totalmente hacia el Espíritu, sino que también es cuando ésta acepta su propia desaparición. Es el momento en que nada de este mundo, nada del efímero puede alcanzaros, engancharos, encadenaros a ninguna circunstancia de este efímero. 

La inocencia, es también una de las puertas de la Libertad, porque a la inocencia no le preocupa las comparaciones, los juicios, no se ocupa de posicionarse con lo que sea. La inocencia es lo que os ha sido explicado y que habéis vivido con respecto al instante presente, lo que fue nombrado en aquel momento el Aquí y Ahora, HIC y NUNC del Arcángel Anaël. 

En la historia de este mundo, da la impresión de que algo se desenvuelve más allá de la simple vida humana, según su propia lógica. No hay nada de eso, ya que no hay ninguna lógica en lo que es forzado, en lo que es limitado y en lo que encierra. 

La sed del Amor en vosotros debe crecer hasta volverse intolerable, no como un deber, no como una obligación pero como la mismísima evidencia de la realidad del Amor. Porque el Amor llama al Amor, pero refuerza también en un primer momento la sed del Amor, haciéndoos reencontrar y revivir lo que ya pertenece al pasado. Todos hemos pasados por ahí y os lo dije en mi intervención anterior, los raros mecanismos o fenómenos que nombráis místicos, sólo se reprodujeron dos veces en mi vida, ya de niña, pero fue suficiente para establecerme firmemente en la Infancia, en la Pequeña Vía. 

Del mismo modo, tal vez ya lo habéis vivido en el momento de la Llamada individual de María, o lo viviréis de todos modos en el momento oportuno, que está cerca ahora, la vía de la inocencia, la Vía de la Infancia, la humildad os hacen descubrir la verdadera Libertad que es de no depender de nada del efímero, exceptuando por supuesto las propias necesidades de este efímero, pero os permiten no tener que apoyaros en lo efímero con el fin de encontrar ahí la Eternidad. 

Remite también al misterio de la fe, al misterio de la confianza en Él. Es mucho más que una certeza y es mucho más que una experiencia que puede vivirse, es un estado del Ser, diría, un estado del Ser que toma todo el espacio y todo el tiempo de la ilusión de este mundo. La sed de Amor se vuelve inextinguible y no podéis contemplar, desde ese momento, otra cosa que de vivir permanentemente este Amor. En ese momento, vuestra alma ya no puede ser atraída hacia los placeres y los deseos superficiales o temporales de este mundo. La sed de Amor abre las compuertas de vuestro corazón, la sed de Amor os eleva transmutando vuestro cuerpo y vuestra alma hacia esta Eternidad. 

El encuentro entre lo Eterno y lo efímero se realiza, como lo dije, en el corazón del Corazón, en el estado de Gracia o la Acción de Gracia de la beatitud, pero una vez vivido, seréis marcados en cierto modo con fuego, si ya no es el caso, tensándoos cada vez más hacia la resurrección de este Amor de manera definitiva. Y no podéis hacerlo solos, aunque seáis vosotros los que paséis la última puerta. Necesitáis, no de un modelo, hasta si ése fuese el Cristo, en todo caso en Occidente, pero debéis de haber también, no como un ideal, concientizado en el seno de vuestro cuerpo y de vuestra persona la esencia de este Amor, no como un concepto aunque no lo hayáis vivido. 

No es tampoco la mera experiencia de la vivencia del Amor, es mantenerse en la Gracia. Y mantenerse en la Gracia sólo es posible a partir del momento en que habéis hecho el sacrificio de vuestra persona, donde habéis renunciado realmente a comprender, donde habéis renunciado realmente a entender, sea cual sea lo que os atraviesa, sea cual sea el conocimiento. 
Sabéis muy bien, en todo caso en Occidente, numerosos teólogos como se dice, han descrito y escrito sobre el Amor, pero describir y escribir sobre el Amor no es vivir el Amor. Porque para vivir el Amor en su plenitud, en su totalidad y en su verdad, la persona debe ser sacrificada, no acabando con su vida por supuesto, pero con el sacrificio de todas las ideas que tenéis sobre el Amor y los amores que habéis podido vivir, sea cual sea la relación. 

Por supuesto, y el Arcángel Anaël insistió mucho sobre esta noción de relación por ser uno de los principales vectores del encuentro del Amor, pero llegado el momento, ahí también, hay que librarse de ello. Para esto, la Infancia, la inocencia, la humildad y también la transparencia, son indispensables. No guardar nada para sí, ofrecerlo todo a Él: vuestra vida, vuestros amores, vuestras penas, vuestras alegrías, vuestras experiencias, porque será sólo cuando lo hayáis devuelto todo, que todo os será devuelto. 

Allí está la noción y el mismísimo sentido del sacrificio de la persona. No guardar nada para sí, porque mientras no lo habéis dado todo, como decía mi padre - mi padre biológico - no habéis dado nada. Y sin embargo podríais distribuir vuestros bienes a todos los hambrientos que no sería suficiente, siempre y cuando no os hayáis dado vosotros mismos a la Luz. Darse a la Luz es también una parte integrante del sacrificio de la conciencia ella misma. Ahí se encuentra lo que es llamado el Parabrahman, creo, pero también el Absoluto. 

No os quedéis parados con los conceptos y las palabras sino vivid la quintaesencia. Pero no podéis vivir nada de nada, aquí como en otra parte, siempre y cuando estéis limitados por la concepción, la comprensión del amor de este mundo. Sabéis pertinentemente que el amor, lo expresáis con vuestros padres, vuestros hijos, vuestros allegados ante todo, pero el Amor de la Luz debe volverse mucho más vasto y mucho más grande que todos estos amores. No como una transformación del amor limitado y efímero en un amor eterno - lo que no querría decir nada. A menudo se ha hablado del Amor como un estado del Ser donde allí, el Amor no necesita manifestarse, porque es la manifestación de vuestro Ser y no necesita nada de vuestra persona. 

Es en este sentido que la representación, la imagen y la historia de Cristo, más allá de toda consideración religiosa, es importante. Todo esto os fue explicado ampliamente, los Hijos Ardientes del Sol, el Hijo del Sol, todas estas palabras que han sido empleadas y que tal vez habéis vivido en diferentes estratos, debéis de sobrepasarlo con el fin de vivir la plenitud. 

La plenitud, la alegría, la beatitud no conocen falta alguna, ni falla alguna, acordaos que nunca dependen de vuestra persona, tampoco de vuestros deseos. El Abandono a la Luz - y el sacrificio de la persona - debe vivirse íntegramente por el proceso descrito de manera muy justa por Ma Ananda Moyi con respecto a la reversión del alma. La sed de Amor está ligada a la reversión del alma. Esta sed de Amor es tal que se vuelve en cierto modo un fuego devorador y ardiente. 

Así se realizan en vosotros las diferentes Llamadas de la Luz, pero responder a ello no es todavía el sacrificio final de la persona. Es el momento en que aceptáis conscientemente de morir a todo lo que no es verdadero, de morir a todo lo que no dura. Por supuesto no es una muerte física sino una muerte - o un sacrificio - real del alma. Es solamente a partir de este momento que la beatitud del Espíritu será manifestada en cada aliento de vuestra vida en la superficie de esta Tierra, y será también el garante de vuestra aptitud para atravesar la estasis en esta beatitud que, os lo recuerdo, es la mismísima desaparición de esta última conciencia que llamaba, en mi precedente intervención, esta Presencia última o Shantinilaya. 

La paradoja es que para realizarlo no podéis emprender nada, ni hacer nada. Se trata, como lo dije, de una rendición total e incondicional a lo que os sobrepasa como persona - y hasta como vida encarnada sobre este mundo. Y el ejemplo de mi vida, muy corta sobre esta Tierra, lo ilustra perfectamente. Lejos de mi la idea, en aquella época, de vivir lo que nombráis « energía », lo que nombráis « vibración », lo que todavía nombráis hoy « supraconciencia » o « supramental », no tenía ningún conocimiento de ello. Simplemente mi sed de Amor era tal que incluso el amor más perfecto tal como lo concebía entonces, como el expresado por mis padres, no era comparable con la sed de Amor. 

Esta sed de Amor debe consumar por completo todo lo que se opone al Amor. Ahí intervienen los procesos de encuentro y de alquimia entre vuestro cuerpo efímero y el cuerpo de Êtreté, traduciéndose en numerosas manifestaciones que os han sido descritas y sobre las que no volveré. Estas manifestaciones son unos marcadores y unos testigos de algo sucediéndose pero tampoco son la realidad. Ahí también es en cierto modo un médium, un médium de manifestación a través de las vibraciones, a través de lo que ha sido nombrado las Coronas radiantes, pero todo esto también debe ser soltado y quemado por la sed de Amor. 

En ese momento, podréis observar concretamente sea cual sea vuestra edad, sean cuales sean vuestras vidas, la palabra Amor, la palabra Luz está presente en cada uno de vuestros pensamientos, en cada uno de vuestros actos, en cada una de vuestras emociones, en cada una de vuestras relaciones. El Amor toma, como lo dije, todo el espacio y todos los tiempos. Ahí, en ese momento, sabéis que estáis de vuelta en vuestra Eternidad, independientemente de los marcadores que especifiqué como la beatitud, la alegría y la paz. 

Mi Presencia, que os es adquirida, pretende facilitarlo. De la misma manera que el Arcángel Uriel ha acompañado vuestras diversas reversiones, me sitúo hoy - como el Arcángel Uriel - en los últimos recursos a la Gracia, haciéndoos vivir la Gracia de la última Reversión, del último Paso, donde el significado del sacrificio se vuelve evidente. Pero acordaos que en ningún momento hay un rechazo de la vida, tampoco de este mundo. Simplemente es visto como algo que sólo pasa y que no dura. 

Así, vosotros mismos podéis muy fácilmente averiguar que las alegrías como las penas nunca pueden durar. Pueden tener una cierta duración pero nunca son eternas, porque la vida en el seno de este mundo es una respiración, pero más allá de esta respiración, de lo que pasa, de lo que muere y de lo que renace, un poco como en cada primavera, cada año, cada vez hay una desaparición. 

Sin embargo la Gracia - en el estado de Gracia - nunca puede desaparecer. Sólo puede estar ahí, de manera cada vez más evidente y más permanente, sean cuales sean, lo repito, vuestra edad, vuestros sufrimientos o vuestras alegrías. De hecho, es el estado de Gracia que viene literalmente a quemar todo lo superfluo con vuestro sacrificio y todo lo que no tiene que estorbaros más. Lo que sucede en este momento es exactamente esto, durantes vuestros momentos personales e individuales, y en muy breve a nivel colectivo. 

Acordaos que el Amor no puede ser explicado, hasta diría, ni ser calificado, porque en el momento en que calificáis el Amor, se vuelve limitado y condicionado. Lo que no debe impediros expresarlo, manifestarlo y vivirlo con vuestros hermanos, con vuestras hermanas, con vuestras familias, con todas las relaciones que vivís, pero todavía no es el Amor. Al Amor verdadero, el que es incondicionado, el que causa y desencadena el éxtasis por ejemplo, o la beatitud, le da igual lo que le puede pasar a vuestra persona. 

Lo que guardé de mi corta vida encarnada, es verdaderamente - más allá de las dos experiencias místicas que viví - fueron sobre todo los momentos de mi muerte donde estaba en una paz inconcebible como nunca me lo hubiese podido imaginar, y en una beatitud tal que incluso se pudo ver sobre mi cara que llamáis mortuoria. Es en este momento que realmente he sido liberada, y no antes. 

Así, la muerte es efectivamente un nuevo nacimiento, pero es sobre todo una liberación, y en estos tiempos de la Tierra, es un elemento extremadamente preciso con los acontecimientos de este mundo. Vivirlo corresponde a la mismísima esencia del Amor. Es un Amor que no entiende de polaridad. Acordaos que tampoco impide el amor personal, al contrario, lo magnifica. Pero no hay ningún error y tampoco algún riesgo de equivocarse entre el amor personal, por ejemplo expresado entre una madre y su hijo, no hay ninguna relación posible y viable respecto a este Amor incondicionado. Y sin embargo los dos pueden vivirse del mismo modo. 

Acordaos también que este Amor abarca a todas las vidas y a todas las personas, aunque no se vea. Es en este sentido que fue dicho de que no había que juzgar, y que a la medida de cómo juzgáis seréis juzgados, porque el Amor no entiende de juicio. No obstante el amor personal, a través de los juegos que existen entre padres, hijos, en la pareja, entre hermanos y hermanas humanos, necesariamente hay lo que nombráis, en el seno de la relación, una transacción. El Amor incondicionado, aunque manifestándose en una relación - como podéis vivirlo hoy en la naturaleza con los pueblos de la naturaleza, con nosotros también - no es una finalidad ni un fin, sino sólo un medio de acercaros a este Amor, el más ardiente que sea.

Es hacia este Amor que mi Presencia os llevará, con la condición por supuesto que dejéis el sitio al Amor y sobre todo que no esperéis nada como beneficio o como provecho para vuestra vida en este mundo. Entonces sí, en ese momento el Amor os colmará, pero colmará ante todo lo que sois: vuestro corazón. Os hará resilientes al sufrimiento de vuestro cuerpo, al sufrimiento de la pérdida sea cual sea. Es allí donde podéis ver y saber donde estáis con vuestra relación al Amor, y no con alguna persona o con algún amor personal. 

Todo lo que sucede en estos tiempos en la Tierra, como vosotros lo sabéis, está perfectamente orquestado y ordenado, si puedo decirlo así, por la Luz, en la más grande de las libertades, pero alumbrando por supuesto lo que no es el Amor. 

…Silencio … 

Os dije también en mi anterior intervención que el Coro de los Ángeles se manifestaba cada vez más. Se manifestará aún más ya que vendré para verter sobre vosotros una lluvia de pétalos de rosa, dándoos a veces la impresión de estar realmente apretados en este cuerpo, hasta crear, si se puede decir, un sentimiento de sofoco dentro de uno mismo, pero sin ningún sufrimiento, y sin ninguna pena. Así es la sed de Amor, así es el Amor incondicionado.

En ese momento estaréis llenos de un deseo ardiente, que no tiene nada que ver con algún deseo humano, de reencontrar lo que sois en totalidad. Es en ese momento que el alma es disuelta, sin ninguna posibilidad de vuelta atrás, ni ninguna vacilación o 
«vaivenes» como se refería el Comendador de los Ancianos. 

Cuando vuestro corazón explosiona de Amor, nada puede rivalizar con ello. Todas las circunstancias de este mundo, todas las adversidades como todas las alegrías de este mundo, son vistos en definitiva, sólo como medios para dejar vivir el Corazón del Corazón y el Amor incondicionado. 

No hay una ocasión o una circunstancia mejor que otra para vivir este Amor incondicionado. Yendo por este camino si se puede decir - y viviendo este camino - muy rápidamente, si no está hecho ya, comprobaréis por vosotros mismos la primacía del Amor en cualquier circunstancia y en cualquier estado de vuestra Presencia en el seno de este mundo. 

El Amor que os consume os llena, y llenándoos os obliga a más humildad, y a la Vía de la Infancia y a la Pequeña Vía, porque este Amor es tan vasto que ningún cuerpo de este mundo ha podido contenerlo en totalidad, a la excepción por supuesto de Cristo y de algunos después. Hoy, es posible para cada uno de vosotros. Así es la Llamada de la Luz desde hace ya muchos años. Pero estos tiempos que vivís ahora en la Tierra, están inscritos en el seno de una cierta urgencia, una cierta urgencia en vivir el Amor que viene a derribar, diría yo, todas las barreras y todos los obstáculos. 

En la verdad del Amor incondicionado, no puede existir duda alguna, ni interrogación, ni pregunta, porque como lo dije, el Amor lo llena todo y no deja lugar para nada más - cuanto menos para la persona. En ese momento, vuestra vida está realmente al servicio de la Luz. Nuestras hermanas orientales pueden llamarlo la devoción, el Bhakti yoga. 

Acordaos también que están los sonidos, los diferentes sonidos del alma, el sonido del Espíritu, las diferentes octavas que traducen vuestra vuelta a la Eternidad. La última octava es el Coro de los Ángeles, el que os colma de éxtasis y os marca con fuego al rojo vivo, como lo dije, de esta sed de Amor que podréis por supuesto manifestar alrededor vuestro en este mundo, sabiendo que este Amor no es de este mundo y nunca lo será. Sólo podréis ser el testigo, directo o indirecto, sólo podréis ser el vivo testimonio con vuestras palabras, con vuestras sonrisas, con vuestras vibraciones. Pero este Amor incondicionado está más allá del cuerpo de Êtreté, de Eternidad, es realmente lo que os constituye, y lo que nos constituye a todos, sin excepción alguna. 

La Vida es Amor, pero ¿quién puede decir que la vida en el seno de este mundo, en estos tiempos de la Tierra es Amor? Basta, como lo decía, con mirar alrededor vuestro para ver la confusión, para ver el fin de los sistemas, el fin de las organizaciones, el fin de las naciones, y el fin sobre todo de la vida limitada. Sólo el que no conoce el Amor verdadero puede ser tentado con querer instaurar y preparar un mundo mejor pero acordaos, nunca podemos edificar algo verdadero cuando las fundaciones no son las justas. 

El Amor incondicionado, el Amor de Cristo os vuelve pequeños a este mundo, pero grandes en el otro, y no podéis ser grandes aquí y también en el otro. Es uno u otro, y va a ser cada vez más evidente, por no decir más tajante. 

Seré el testigo de vuestro estado de Gracia. Por este derramamiento llegando sobre vuestra cabeza, viviréis el Amor marcándose en vuestra carne, independientemente de toda persona, la vuestra como cualquier otra, independientemente de toda circunstancia, sea feliz o desgraciada. No seréis más afectados por esto. Seréis marcados con el hierro al rojo vivo del Fuego del Amor. No seréis solamente los que hayan sido marcados en la frente o en el corazón, no seréis solamente los que hayan sido liberados por la Onda de Vida, sino que seréis realmente el Amor encarnado y encarnando, preparando la Ascensión en su fase final. Es lo que sucede en estos tiempos en la Tierra, en el momento en que lo habéis identificado, en el momento en que no os quedáis con resistencia en la persona, con resistencia en las creencias, con resistencia en las proyecciones o los miedos. 

Lo que os digo y os explico ahora desde hace dos horas, corresponde a la realidad de lo que tiene que vivirse desde ya, antes incluso de que las Trompetas resuenen, y después incluso de lo que ha sido llamado la estasis. Sea cual sea vuestro posicionamiento en el seno de este mundo, en el seno del universo después de los Tres Días. 

El Amor es también un canto, pero no son los cantos que conocéis en este mundo, ni las notas de música que conocéis en este mundo, ni los tempos que conocéis en este mundo. Es algo mucho más vasto y que no puede ser calificado solamente por lo que es audible, sino que más bien por lo que es vivido e impreso en la carne en ese momento. 

El Coro de los Ángeles, mi bendición y mi lluvia de rosas sobre vosotros, es el regalo del Amor al Amor. Veréis por vosotros mismos, en ese momento, que realmente lo habéis dado todo, vuestras esperanzas, vuestros deseos, vuestras creencias sean cuales sean. En ese momento ni os preocuparéis de los tiempos que vive la Tierra, el Amor llenará verdaderamente todo el espacio y todos los intersticios que pueden todavía existir. 

Este Amor, para la persona, podría calificarlo de intolerable, porque os lleva a la sed de Amor, como lo dije, inextinguible. En ese momento os volveréis, si no es el caso ya, podría decir, un « ser obsesivo del Amor », no a través de una relación, no a través de una proyección hacia un ser amado, sino más bien como la naturaleza de lo que sois. Y el Amor llama al Amor, cada vez más. En ese momento, os sentiréis apretados, si puedo decirlo así, en este cuerpo y en esta vida, pero aceptando también esta vida. 

Ahí entraréis realmente al servicio y en la devoción al Amor, lo que las hermanas orientales, como lo dije, han llamado el Bhakti yoga o yoga de la devoción. No habrá ningún esfuerzo que realizar, ni nada en que pensar, porque será vuestra naturaleza, digáis lo que digáis, neguéis lo que neguéis, aceptéis lo que aceptéis. En cierto modo será independiente de vosotros, independiente de vuestras creencias, independiente de vuestros miedos y de todos vuestros amores personales, si puedo decirlo así. 

La Llamada de María os llevará al éxtasis, esto ha sido llamado a menudo (de una manera, diría yo, no muy correcta), «el rapto». Fue descrito por San Juan como el momento en que Cristo llama a todos los que han sido marcados en la frente y en el corazón a que vengan para lavar sus vestiduras en la sangre del cordero. 

La estasis, como el estado de Gracia que se manifestará - y que ya se manifiesta para vosotros - no dejará lugar a nada más. Es en este sentido que la conciencia se apagará de este cuerpo durante tres días, no para vivir una experiencia mística, o una experiencia vibratoria, o incluso de la conciencia, sino más bien para, de nuevo, actualizar lo que la Fuente había llamado el Juramento y la Promesa. Llega a vuestras puertas, no la puerta de la Tierra sino que a vuestra puerta - en vosotros- de vuestro corazón. 

El testigo, os lo dije, es el Coro de los Ángeles, los sonidos percibidos, el quemazón del corazón que lleva a la desaparición de la persona, al contrario del fuego del ego que refuerza la persona en un papel, en una función sea cual sea. El Fuego del corazón, la llamada del Amor incondicionado no deja lugar a ningún papel, ninguna función ni ningún juego en el seno de este mundo. Y es sin embargo un momento muy ligero y muy denso al mismo tiempo. Denso por el hecho de llevaros y de encantaros a vuestra existencia en el seno de este mundo, para transportaros en las Moradas inefables del Espíritu donde canta el Coro de los Ángeles permanentemente. Y más allá de esto, está el Silencio, el silencio de la conciencia, el silencio de la persona, pero no sois vosotros los que decidís como persona, es el Amor mismo que lo decide. 

Ahora, para los que necesitan otras explicaciones referente a la Llamada de María, referente al derramamiento de mis gracias, hay por supuesto lo que nombráis los Triángulos elementales de la cabeza, lo que yo llamo « el Coronamiento », y sabéis que hay varias Coronas al nivel de la cabeza, además de la Corona del corazón. Ser coronado de Amor, es el anillo que es puesto en vuestra cabeza, el anillo de la Libertad y del Matrimonio con Cristo. No veáis allí ninguna relación posible con un matrimonio humano, porque se trata más bien de un Matrimonio Místico. Todo ha sido ya explicado, hace unos años, por otras hermanas con respecto a lo que fue llamado las llamas gemelas. 

Así, cuando mis gracias se derramen sobre vosotros, sentiréis algo más que los Triángulos de la cabeza, algo más que las dos Coronas de la cabeza. Es un estremecimiento que recorrerá vuestra cabeza, realmente como una lluvia, muy fina, que se derrama sobre vosotros. Sabréis en ese momento que el éxtasis del fin es inminente. Sabréis en ese momento, viviendo esta referencia y estos procesos, que estáis por fin listos para el sacrificio de vuestra persona. 

La sed de Amor se hará inextinguible de manera todavía más ardiente, si puedo expresarme así. El Coro de los Ángeles os acompañara, olvidaréis entonces todo lo que apreciabais cinco minutos antes. Ya no necesitaréis de ningún punto de anclaje, ni de ningún punto de apoyo, ni nada más, sólo lo que acontecerá en ese momento. Para los de entre vosotros que todavía no lo han experimentado, comprobaréis por vosotros mismos la resolución de los miedos últimos, por el Amor y no por vuestra comprensión. 

…Silencio … 

Ya algunos de vosotros desaparecen o, si no desaparecen, se sienten como « irse » o desaparecer. Todo esto señala, en vuestra carne, la inminencia concreta de la Llamada de María. El momento en que los cantos del cielo y de la Tierra unirán sus sinfonías en la misma resonancia. 

Si ya habéis oído el Coro de los Ángeles, incluso de manera fugaz, en el momento que sea de vuestra vida, ya podéis estar seguros de que la Llamada de María os encontrará totalmente disponible. Así que aprovechareis, en cierto modo, para dejar de haceros preguntas, sobre alguna fecha, y sabréis simplemente que es efectivamente ahora que todo ocurre. Y todo lo que ocurre, en la superficie de este mundo como sobre la pantalla de vuestra conciencia, o en la profundidad de vuestro corazón, sólo está allí para avivar el Fuego del Amor, aunque todavía no sea el Amor incondicionado, aunque por supuesto muchos elementos os han sido comunicados y han sido vividos, como por ejemplo el Fuego del corazón o la Liberación de la Tierra por la Onda de Vida. 

La Libertad, la Liberación, el retorno a la Eternidad se hace según, no una programación, pero según unas etapas observables. Siempre os hemos acompañado, los unos y los otros, a través de lo que se tenía que vivir, o lo que iba a ser vivido, con el fin de reforzar vuestra fe y en cierto modo de aclarar lo que la persona necesitaba aclarar. Hoy, todo ello está en vías de ser totalmente superado por la instalación de la Luz. El Comendador os habló de la instalación de la Luz en ciertos lugares, allí donde se encuentran los pueblos elementales de la Tierra, los pueblos de la naturaleza, en vosotros también, a través de vuestros propios chacras, vuestros propios vórtices. 

Acordaos que en las circunstancias actuales, cuanto más seáis simples, cuanto más seáis humildes, más será evidente, y más ocurrirá sin error y sin problema. 

…Silencio … 

Así son los tiempos de la Tierra en este momento y el encuentro con vosotros mismos ante todo. Más allá de toda forma, de todo lo que llamáis dimensión. Es el encuentro con la Eternidad y la instalación en la Eternidad, sea cual sea de hecho vuestro emplazamiento con respecto a vuestra asignación vibral. 

En algún momento, de manera más o menos conjunta a la aparición de las Trompetas de manera permanente, el estado de Gracia será tal que nada podrá ser manejado en el seno de la vida efímera. Es particularmente evidente para algunos de vosotros que ya desaparecéis muchas veces al día, o durante circunstancias incongruentes. Allí también, son las primicias de la Llamada de María. Es también el momento en que la Gracia llena tanto todo el espacio y todos los tiempos de vuestra vida, y todo se hace acompañado por la Gracia, y que a veces también nada puede hacerse, igualmente acompañado por la Gracia. 

La Luz, siempre e incansablemente, os hace la misma pregunta, de manera cada vez más exacerbada si puedo decirlo así. La Luz os pide, llamando a vuestra puerta, si os habéis reconocido en la Luz, mucho más que en alguna
historia o en alguna persona. Es realmente un cambio de prioridades, pero no sois vosotros quienes decidís. 

…Silencio … 

Os volveréis en ese momento, no como un niño, pero como un recién nacido, porque seréis verdaderamente un re-nacido de nuevo. 

…Silencio … 

El Amor incondicionado, totalmente presente en vosotros, no deja lugar para nada más, porque allí no hace falta más palabras, no hace falta, diría yo, de ninguna conciencia, sea cual sea. Ahí también está el Juramento y la Promesa, re-actualizado durante los Tres Días. 

…Silencio … 

El Amor incondicionado instala por supuesto también el silencio, no solamente el de las preguntas, sino el Silencio verdadero. Allí donde nada más es necesario, sólo este Silencio y esta Gracia. 

…Silencio … 

Recibid esto. Una lluvia de bendiciones desciende sobre vosotros. 

…Silencio … 

Más. 

…Silencio … 

Y una vez más. 

…Silencio … 

Y una vez más. 

…Silencio … 

Cuando sintáis en vuestra vida la llamada, no de María pero de mi Gracia a vuestra Gracia de este modo, guardad silencio y acójadme como os acojo. 

…Silencio … 

En este Silencio, en esta Paz y en este Amor, canta la verdad de la Eternidad. 

Y allí, realizáis plenamente, liberados, establecidos en el Sí o no despiertos, la primacía del Amor sobre las consideraciones de la persona. 

…Silencio … 

En el silencio de mis palabras se vive la plenitud, ahora, de la verdad del Amor. 

…Silencio … 
Mis palabras se van a acabar con el fin de dejaros en la verdad del Amor. 

…Silencio … 

Quisiera, antes de dejaros, deciros unas palabras. Serán muy simples. Os diré lo que dicta mi corazón: amad, amad por encima de todo. No simplemente un amor que daríais u ofreceríais a Cristo, a vuestros allegados, al conjunto de los hermanos y las hermanas humanos, sino ofreceos vosotros mismos al Amor. Sea cual sea el sacrificio de la persona o el holocausto de la persona, nunca olvidéis que dejando este mundo no os lleváis estrictamente nada con vosotros, por supuesto que vuestro cuerpo no, ni vuestras afecciones, ni vuestra historia, os lleváis solamente lo que sois, y la única riqueza eterna es vuestro corazón y lo que está en vuestro corazón. No tiene nada que ver con vuestra vida, no tiene nada que ver con las experiencias, fueran las más bellas que hayáis vivido, y tampoco las más tristes. 

Cuando el Amor se despliega totalmente, no puede haber nada más, ninguna historia, ningún apego, ninguna pregunta como lo dije, y tampoco ninguna suposición. La evidencia es tal que estáis realmente radiantes de éxtasis. No controláis ya nada. Lo habéis dado todo a la Luz y la Luz tiene la primacía sobre todo el resto. 

Habrá cada vez menos, en estos tiempos de la Tierra que vivís, la posibilidad de negociación o de vacilación. 

…Silencio … 

Hermanas mías y Hermanos míos, somos Uno. No es una profesión de fe sino más bien, diría yo, la verdad Eterna del Amor, que está muy alejada, hay que reconocerlo, de lo que se vive en la Tierra en este momento al nivel exterior y que sin embargo representa el espacio de resolución de esta Tierra. Os toca elegir. ¿Dónde os situáis? ¿Dónde estáis? 

Permitidme con estas últimas palabras vivir juntos el don de la Gracia de mi Presencia y de vuestra Presencia. Y nos quedaremos todos así juntos, silenciosos. Hagámoslo ahora y hacedlo también leyéndome o escuchándome. 

…Silencio … 

Soy Teresa de Lisieux. Soy lo que sois. Soy Una. Sois el Amor. 

…Silencio … 

Adiós.


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20 de Noviembre del 2015