Mi nombre es Hermano
K. Hermanos y Hermanas en humanidad, hagamos Silencio en primer lugar e
instalemos nos en la Gracia del Amor.
...Silencio …
Mi presente
intervención se sitúa, en cierto modo, a raíz de lo que pude expresar durante
todos estos años, respecto a la Autonomía y la Libertad, situados en el
contexto preciso de estos tiempos de la Tierra.
Mis palabras y mis
frases serán... expuestas lentamente, no porque las necesitan, sino más bien
para hacerles penetrar más hacia las manifestaciones del Êtreté, ligadas a su
Presencia y a mi Presencia, aquí o en otra parte.
Después de la
Estrella Teresa y seguidamente de nuestro Comendador, vengo a expresar los
efectos esperados, y que ya están, para algunos de entre vosotros, presentes,
respecto al estado de Gracia y a la Gracia del Amor tal como Teresa lo expresó.
La Autonomía y la
Libertad se acompañan desde ahora, de lo que llamaría, la espontaneidad. La
espontaneidad de la manifestación, cualesquiera que sean las percepciones
corporales, las vibraciones de vuestras palabras incluso, vivís una
actualización. Esta actualización pretende, de manera directa y consecuente, de
llevaros a vivir, no solamente los procesos vibratorios, ligados al Fuego del
corazón o al Corazón Ascensional, sino más a confirmar y a manifestar, en
vuestras palabras como en mis palabras, en lo sucesivo, la expresión del Verbo
Creador, la expresión inmediata de la co-creación consciente que pretende
trascender literalmente el lenguaje y la palabra, en Verbo, a fin de dejar
hablar en vosotros el Espíritu, el Espíritu de la Verdad, el Espíritu del Sol,
las características de estos tiempos de la Tierra que vivís, dándoos a entrar
más profundamente en la alegría y la plenitud de la Vida, en la alegría y
plenitud del Ser cuya expresión y manifestación, aquí como en otras partes o en
otras dimensiones, no está más ligada a la actividad del cerebro, sino más
directamente a la expresión del Verbo del Espíritu y entonces de vuestro
Corazón y de la Luz original.
Así podemos decir,
durante este período, que las palabras cualesquiera que sean, estarán vacías de
sentido, si no están, previamente, relacionadas ni apoyadas por el Verbo y por
el Corazón.
Vuestros mecanismos
de percepción, de la conciencia ella misma, se ven entonces modificados por la
Inteligencia de la Luz y modificando, por ahí mismo, vuestra inteligencia, no
la de la razón, sino etimológicamente la Inteligencia que os vincula.
Esto fue llamado la
Inteligencia del Corazón, que viene en cierto modo, a despojarles, en vuestra
expresión por las palabras, de toda influencia personal, de toda influencia de
vuestra historia, a fin de situar vuestra propia manifestación en este mundo,
en el seno de la Eternidad.
Numerosos nuevos
elementos intervienen, desde la Liberación de la Tierra y sobre todo desde este
año de vuestro tiempo terrestre, dándoos a vivir numerosas experiencias en
resonancia y en relación con la Efusión de la Luz y de la Ascensión de la
Tierra.
La expresión de
vuestro Ser toma el relevo, en cierto modo, de la expresión de vuestra persona,
no como un cambio de idioma o de palabras, sino más bien por unas palabras que
no son más soportadas y emitidas por el cerebro, sino directamente desde el
Corazón y que desemboca, de manera a veces fulgurante, a veces más lentamente,
sobre la espontaneidad. La espontaneidad del Ser no es una reflexión en el
sentido intelectual o en el sentido de la Luz, sino más una emisión de Luz en
acuerdo con la Vida y la Verdad.
Así sois conducidos
literalmente por la Luz, a manifestar en toda ocasión, el Verbo, no solamente
creador, sino lo que podríamos llamar la Espada de la Verdad, aquella que corta
lo que es falso, la que desnuda y revela ahí mismo, la belleza de la Vida y la
ilusión de la persona.
Vuestra misma
expresión con palabras, está entonces en modificación, permitiendo por vuestras
palabras, la expresión de vuestro Ser, en unas palabras y en cualquier
situación que sea, reuniendo ahí mismo lo que fue escrito en los evangelios
concerniendo al Cristo actuando por el Verbo, cuando por ejemplo le dijo al
paralítico, «¡Levántate y camina!». Lo que actúa en este momento no es la
conciencia, ni incluso la energía, sino directamente el Verbo de la Verdad. No
se trata de una orden, ni de una sugerencia, sino de un acta que os aparece
claramente, trayéndoles a esta espontaneidad de las palabras, no conociendo
ninguna reflexión cerebral ni referencia cualquiera en la existencia de vuestra
persona en este mundo, sino directamente relacionada al Espíritu del Sol, al
Coro de los Ángeles y a la Verdad del Cristo.
Así, más que nunca,
tengan cuidado a vuestras palabras, porque vuestras palabras no serán
simplemente más unas palabras que pasan, sino lo que vivificará la vida, la
vuestra, pero también de todo hermano y hermana que las escucharan.
La palabra se hace
el Verbo. La palabra se hace Espíritu. Y este Verbo se inscribe en vosotros,
como a aquel o hacia la situación en las cuales son pronunciadas. El Verbo se
hace entonces Espíritu de la Verdad, Espada de la Verdad, poniendo fin a las
palabras del parecer, para reemplazarlas por la expresión del Ser y esto, en
circunstancias cada vez más frecuentes y en ocasiones cada vez más claras.
De la misma manera
que nuestro Comendador les habló, de manera humorística, de la auto-sanación,
se trata más que de vuestra propia sanación, se trata de la Sanación de este
mundo y de su Ascensión.
Cristo decía,
cuando recorría este mundo: «Cuando seáis tres reunidos en mi nombre, estaré
entre vosotros.» En las palabras que saldrán de vuestras bocas, expresarán el
Amor y la Presencia del Cristo.
La expresión del
Corazón y del Verbo del Espíritu están ligados a esta noción de espontaneidad,
de inmediatez y de transparencia. Lo que quiere decir que vuestras palabras no
necesitarán más ser reflejadas, sino que fluirán de vosotros como una fuente
brotando, tal una fuente de Luz viniendo a percutir y a revelar, en vosotros
como en la relación o la circunstancia, la Verdad del Amor.
El Verbo es
espontáneo. Es el Canto de la creación, es el Canto de la co-creación y la
expresión de la belleza de la Vida, de la belleza de la Conciencia, apoyándose
en su fuente y en lo Absoluto.
Así que, cada uno
de vosotros es llamado por la Inteligencia de la Luz, a emplear en adelante
palabras, frases y relaciones por estas palabras, donde toda noción de
futilidad y de reflexión, no tendrán más sentido. Sólo tendrá sentido lo que
será la emanación de vuestro Corazón y lo que entonces transmutará la palabra
en Verbo. Verbo operador de creación, Verbo vibrante, cantando las alabanzas de
la Vida y las alabanzas del Amor en cualquiera circunstancia que sea.
La diferencia,
entre la reflexión y las palabras de la declaración y la espontaneidad del
Verbo expresándose desde vuestro Ser, es fundamental. Las palabras que salen de
la cabeza están acompañadas o seguidas por los pensamientos y las ideas, en
general en correspondencia con lo que hay en vuestra cabeza, en vuestras experiencias
y en vuestras metas.
La expresión del
Verbo se sitúa de manera definitiva en el instante presente, en el Aquí y en el
Ahora y no depende de nada más que de este instante presente. Ahí está la
libertad del Verbo y la Autonomía que es de no depender de ninguna
circunstancia, de ninguna anticipación ni de ninguna reflexión.
La espontaneidad es
el privilegio del Corazón. En la expresión del Corazón, por el Verbo, hay
incapacidad a referirse al pasado, a una ventaja o a una explicación cualquiera
que sea.
La palabra es
reflejada, el Verbo es instantáneo, él cortocircuita literalmente la reflexión,
el intelecto y el mental, para ir mucho más profundamente más allá del sentido
de las palabras pronunciadas, pero toca el corazón de una circunstancia o
relación, en un Corazón a Corazón ilustrando, ahí también, es vuestro Cara a
Cara, con vosotros mismos, poniendo final a la separación entre los seres,
entre las Conciencias y entre los cuerpos.
El Verbo es ante
todo una sonrisa que canta, cualesquiera que sean las palabras que salen, el
Verbo es el agente vivificante del Corazón y de la Vida. Más allá de los
elementos de espontaneidad o de reflexión propias del Verbo o de la palabra,
habrá aún más un efecto de este Verbo sobre vuestro corazón y sobre el Corazón
del otro, que os demostrará aquí mismo que sólo hay un Verbo y de que no hay
otro.
Este Verbo no
depende de los pensamientos, no depende de las ideas, no depende de una
elaboración cualquiera, de una sintaxis o de una gramática perfecta, sino que
es la expresión espontánea de la Vida, que viene del Ser, que viene del Corazón
del Corazón.
El Verbo es
creador. Es ante todo, creador de Amor y manifestación del Amor.
El Verbo, en él
mismo, incrementa la Libertad y la Autonomía del otro y la vuestra, o de la
circunstancia en la cual estas palabras son expresadas como Verbo.
El Verbo alcanza el
aliento. Está relacionado al Paracleto, al Juramento y a la Promesa y no tiene
nada que hacer de lo que únicamente pasa, y de lo que concierne a lo efímero.
El Verbo, contrariamente a la palabra nunca se apaga, incluso cuando acaba de
expresarse. El Verbo es pues realmente vivificante, es el aliento de la Vida,
es la expresión de la espontaneidad del Corazón que no está más sometido a
cualquier convenio, a una regla o a cualquier condicionamiento.
Cuando el Verbo
reemplaza la palabra, la Gracia está presente, dándoles a percibir, de manera
más intensa, la misma Gracia en acción, al nivel de la Corona de la cabeza y de
la Corona del Corazón.
El Verbo es pues,
él también, un agente sanador y un bálsamo viniendo no para aliviar o camuflar,
sino para resolver todo lo que haya que resolver.
La acción del Verbo
es inmediata. Ella no sufre de plazos, contrariamente a lo que viene de las
palabras, a lo que viene del lenguaje.
El Verbo es
reconocido no por el cerebro, sino directamente por la Luz, directamente por
vuestra estructura física y vuestra estructura de Eternidad.
El Verbo activará,
de la misma manera que lo que explicó el Comendador, ciertas zonas, ciertos
puntos, ciertas Estrellas y ciertas Puertas presentes en este cuerpo y en el
cuerpo de Êtreté.
El Verbo no es
seducción. No puede describir ni expresar otra cosa que no sea la Verdad del
Ser en cualquier palabra que sea, en cualquier expresión que sea. El Verbo
incrementa la Corona radiante del Corazón, el Fuego vibral y se manifiesta por
la Gracia, tal como lo describió Teresa, en el momento de su presencia o de su llamada.
El Verbo finalmente
liberado, él también, os da a hablar no para decir algo, ni justificar algo, ni
para intercambiar, sino mucho más y exclusivamente, a hacer resonar el Corazón
del Corazón.
De manera similar a
lo que dijo el Comendador, vuestras palabras y vuestro lenguaje, que proceden
de la palabra y de la reflexión, no arrastran efecto vibratorio o energético,
no tienen latencia.
El Verbo actúa
directamente en la vibración y en la conciencia de aquel que las recibe o en
las circunstancias directamente.
Por supuesto,
durante el tiempo, habrá a la vez una palabra ordinaria y en otros momentos, la
palabra diferente, la del Verbo. Las diferencias son significativas, no tanto
en las palabras que pueden ser las mismas, sino en la acción vibral y en la
conciencia que será en este caso, en el caso del Verbo, inmediato e
instantáneo, proporcionando también en vosotros, como en el otro, la capacidad
de vibrar, la capacidad de sanar, la capacidad no de explicar, sino de
esclarecer lo que está por esclarecer.
La palabra necesita
un aprendizaje que todos conocemos cuando nacemos en este mundo. El Verbo no
necesita de ningún aprendizaje. Sólo necesita la espontaneidad del Corazón
olvidando el sentido mismo de ser una persona.
El Verbo es pues
exclusivo del Corazón, la herencia de la Autonomía y es el privilegio de
vuestra Libertad.
Cuando se
manifieste el Verbo, haréis distintamente y directamente la diferencia con la
palabra que sale de la persona. Porque el Verbo no puede en ningún caso ser
disfrazado, en ningún caso incomprendido, porque no se dirige a las mismas
estructuras. El Verbo, como decía, es el aliento de Vida. Está relacionado a la
respiración, al Corazón y también a la Alegría y a la Paz.
El Verbo no
necesita de la estructura habitual de la palabra, no necesita de ser
organizado, no necesita de ser controlado, no necesita justificaciones,
contrariamente a la palabra.
Cuando el Verbo
habla, el Corazón habla y el cerebro se calla y esto se siente muy fácilmente.
Los efectos, como dije, no tienen nada ver.
Si el Verbo está
presente, la Gracia, que yo calificaría de “Teresiana”, estará ella también
presente, por las palabras y las señales que os dio Teresa y que fueron
explicadas también por nuestro Comendador.
Vivir y expresar el
Verbo, es estar en acuerdo total con el Cristo. Porque en el momento en que
vuestra palabra se vuelve Verbo, vuestra lengua es consagrada. Hubo además, en
Occidente, algunos santos que guardaron, más allá de la muerte, una lengua
viviente y visible, incluso cuando los huesos se volvieron polvo.
El Verbo es el
operador de toda creación, al principio era el Verbo, antes incluso que la Luz.
Es esto lo que
reencuentran y reviven hoy.
El Verbo es un
bálsamo que se basta a sí mismo en alguna circunstancia de cualquier relación
que sea.
El Verbo es pues
vivificante y abre, en cierto modo, unos receptores diferentes de los actuales
en el cerebro y en los oídos.
La palabra es
entendida por los oídos.
El Verbo es
entendido por las células y por el Corazón.
Lo que explica su
acción espontánea lo mismo que su expresión espontánea.
Lo que os podía ser
ya conocido en la creación artística espontánea, en el canto espontáneo, en la
danza espontánea, se vuelve hoy, operativo por vuestra boca.
El Verbo abre, la palabra
cierra.
El Verbo es
alegría, la palabra es interrogación.
El Verbo es pues lo
que anima la vida. La palabra es lo que contraría la vida.
El Verbo os
restituye en cierto modo a su vuestra eternidad, incluso antes de la aparición
de la segunda estrella.
El Verbo es también
un arma que pone fin a lo que es dual o falso.
El Verbo no se
molesta de conveniencias, de reglas o del qué dirán.
El Verbo es la
expresión desnuda y pura de la Verdad, independientemente de vuestra persona,
de vuestra historia y de vuestra vida.
El Verbo es
también, en cierto modo, el testigo de vuestra liberación y de vuestra
Libertad.
El Verbo eleva la
Luz y conduce la Luz. La palabra eleva y conduce el intelecto, pero no la
inteligencia del corazón.
El Verbo nunca abre
un debate o una discusión, tampoco impone nunca nada, pues es la evidencia de
la manifestación de la Vida y de la Gracia de la Verdad para aquel que es
portador del Verbo.
El Verbo,
contrariamente a la palabra, es reconocido hasta en lo más íntimo de vuestras
células y en todas las capas de vuestra conciencia.
El Verbo alimenta
la Gracia vivida en vosotros y alrededor vuestro.
El Verbo es mucho
más que un medio de comunicación. El Verbo es un medio de comunión, de fusión y
de disolución.
El Verbo vincula
también el Amor en cualquier circunstancia que sea, en cualquier dureza de las
palabras pronunciadas. El Verbo revela y desvela las capas más profundas que os
eran inaccesibles.
El Verbo se
vivifica de sí mismo .
El Verbo hace
también callar la palabra y callar al mental. Es incluso, diría yo, la
antítesis.
El Verbo os conduce
también a vivir momentos de silencio más intensos y más profundos.
Cuando el Verbo
nace, cuando el Verbo se calla por momentos, la palabra no vuelve, queda el silencio
y la ampliación clara de la Luz Vibral que os proporciona la Paz.
El Verbo no sirve a
ningún interés personal y no proporciona ninguna ventaja personal, en cualquier
caso que sea.
El Verbo es el Amor
en acción y en manifestación.
El Verbo emitido y
recibido no puede ser confundido con unas palabras que pasan, porque el Verbo,
incluso cuando se apaga, continúa vivificando lo que ha sido vivificado.
El Verbo es sentido
en sí mismo. Él no se molesta de semántica. Él no se molesta con la organización
de las palabras. El Verbo es la expresión directa de la supra-conciencia en el
seno de este mundo, preparándoos a vuestro estado multidimensional, donde
ninguna palabra necesita ser pronunciada y donde el Verbo se expresa
directamente en las estructuras vibrales del cuerpo de Êtreté.
Al principio era el
Verbo y el Verbo alumbra la creación, la organiza dejándola libre.
Tal vez habéis oído
hablar de lo que fue llamada la música de las esferas o también del sonido del
Universo. Cuando el Verbo nace en usted, el Coro de los Ángeles os acompaña al
mismo tiempo que la Gracia, viniendo a vivificar y a ampliar lo que es pronunciado.
El Verbo está pues vivo. Es la Vida. Es lo que revela. Es lo que decide. Él es
la palabra de la Verdad, incluso en el silencio.
En estos tiempos de
la Tierra que vivís, el Verbo pone fin al engaño de las palabras, al engaño de
las promesas, al engaño de un futuro mejor. Él pone en cierto modo, de manera
directa, fin a la mentira y a la manipulación de cualquier naturaleza que sea.
El Verbo y el
Silencio son, en cierto modo, hermanos. El Verbo y el Silencio ponen fin a la
palabra y a los términos superfluos. El Verbo es el testigo de la verdad
manifestada en este mundo por vuestra Presencia.
Si tomo un ejemplo,
mucho más reciente que el de Cristo, evocaría el que se llama hoy Bidi, que ya
decía, en su encarnación, que sus palabras no podrían fracasar porque eran la
Verdad, la Vía y la Vida, como Cristo, pero a una octava diferente. No dije ni
superior ni inferior, sino diferente.
Cuando la palabra
se hace Verbo, se hace activa, directamente en la conciencia, actuando
directamente en lo que tiene que ser revelado en una circunstancia o en una
relación. Él es el aliento de la Verdad. Él os permite de expresar la belleza
de la Vida que se basta a ella misma.
Las palabras que
empleo, por otra parte, no son más que unas palabras, sino el Verbo en acción y
la Gracia en acción.
El Verbo impone en
sí mismo el fin de las palabras, el fin de las ideas, el fin de los
pensamientos. Él revela el Espíritu en su majestad, en su poder.
El Verbo es
entendido directamente por la conciencia. Es percibido por ella, transmitido
por ella al conjunto de las células de este cuerpo y al conjunto de las
estructuras de Eternidad. (Êtreté)
El Verbo,
finalmente, disuelve todo lo que pueda quedar de creencias y de ilusiones en el
seno de vuestro mundo y de este mundo. Vuestro mundo individual y el mundo de
la Tierra.
El Verbo es también
el agente de la Libertad y su testigo.
El Verbo traduce su
Autonomía y La Verdad.
La misma
espontaneidad del Verbo es la garantía de la desaparición de la palabra y de
las palabras vacías.
El Verbo, más allá
de vivificar la vida, da sentido a la vida.
Él existe, de la
misma manera en que acabo de hablarles, como un Verbo individual y un Verbo
colectivo.
El Verbo colectivo
fue llamado, en muchas ocasiones, los sonidos del Cielo y de la Tierra, el
sonido del Universo, el Coro de los Ángeles, el sonido del Samadhi. Este Verbo
se os lleva y os transporta de manera directa al Corazón del Corazón, en la
última Presencia.
El Verbo, en este
mundo de la Tierra y en estos tiempos, es la manifestación más tangible del
poder del Amor.
El Verbo,
finalmente, pone fin al juicio y a la discriminación.
El Verbo es también
la evidencia de la presencia de la Luz, que os da a verificar por vosotros
mismos, como hijos ardientes del Sol, el poder de Sanación del Verbo.
Sabéis todos que
las palabras pueden matar mucho más que un cuchillo o que un arma.
El Verbo es el
agente de la resurrección y del despertar final.
En el momento de la
activación de las cinco primeras llaves Metatrónicas, se realizó, más o menos
rápidamente, a escala individual y colectiva, la activación de los cinco nuevos
cuerpos y de las doce Estrellas. El undécimo cuerpo, o Verbo Creador, siempre
estuvo especificado como siendo el último en activarse.
Muchos de entre
vosotros percibieron la activación de este cuerpo, de manera incompleta, hace
ya numerosos años, manifestándose a nivel vibratorio, por el sentimiento de una
vibración que rodea los labios.
El Verbo viene del
corazón, incluso si sale por la boca. Os remito también, para esto, a la
simbología y la eficacia de la abertura de la boca en los ritos egipcios, por
ejemplo, que permite liberar el alma.
El Verbo hoy es
así, cuando éste emana de vosotros.
El Verbo, yo lo
decía, es el hermano del Silencio. Porque cuando el Verbo es emitido, el
Silencio le sigue y es en este momento que la Luz es, propiamente hablando,
digerida e integrada.
La Luz vibral
acompaña el Verbo y manifiesta el Verbo, en vuestras Puertas y Estrellas, y
también en vuestro Corazón.
Más allá de la
espontaneidad, el Verbo es también evidencia, evidencia de su acción, evidencia
de su exactitud, evidencia de la Vida, evidencia de la Verdad.
Al principio era el
Verbo, al final de la ilusión será el Verbo.
El Verbo de la
Tierra, lo comprendieron, son los sonidos de la Tierra.
El Verbo es el
sonido de vuestro Corazón y el Canto de vuestro Corazón.
El Verbo es
Libertad y yo lo decía, libera, resuelve y sana de la ilusión.
Para ver el Verbo
en acción, cuando vuestras palabras se transforman en Verbo, no necesitáis ni
explicación, ni referencias, excepto la espontaneidad y el aspecto vivificante
del Verbo.
El Verbo os
recordará los momentos de Silencio que tal vez vivieron en el silencio de
vuestro templo interior, que tal vez vivieron algunos estados de Paz, de
Alegría y de Fuego.
Comprobareis
también que el Verbo es un Fuego devorador, no dejando más espacio para la
palabra ni para la mentira en todas las circunstancias.
El Verbo,
finalmente, restablece lo que tiene que ser restablecido: la reversión de este
mundo.
El Verbo ya canta,
para muchos de entre vosotros, en vuestros oídos, llamado el canto del alma o
el canto del Espíritu, se manifiesta el Verbo de la vida que canta en vuestros
oídos.
El Verbo que
expresáis está grabado en el mármol de la Eternidad de la Vida.
Cuando el Verbo se
expresa, no hay más lugar para la menor ilusión, la menor transformación o
alteración de sentido. La palabra puede engañarles o engañar a quienquiera. El
Verbo no puede engañar a nadie, porque es, como dije, la evidencia. Es también
la Vía, la Verdad y la Vida. Pero el Verbo no es tanto el sonido que escucháis
o que comprendéis. Él supera ampliamente el marco del uso de la palabra y se
inscribe entonces de golpe en la Eternidad.
Y cuando el Verbo
se hace Silencio, entonces todo está cumplido, todo está revelado. La Omega
alcanza el Alfa.
… Silencio…
Hermanos y hermanas
de la Tierra, rindo gracia a vuestra escucha, rindo gracia a vuestra lectura,
rindo gracia a vuestra Presencia y os doy mi Paz.
… Silencio…
Soy Hermano K y en
la Gracia, les saludo.
mialmadediamante.blogspot.com