V.B. Anglada - El ángel de la presencia.

Viene de: Una lucha en la dimensión sutil.

- El ángel de la presencia

Desearíamos que la experiencia que acabamos de relatar, hubiese cumplido su finalidad de ilustrar sobre este punto tan vago e incierto de lo que en términos religiosos se le denomina “tentación". En realidad, la tentación es un aspecto obligado de la vida de un discípulo y de todo hombre espiritual, ya que es a través de un proceso o sistema escalonado de tentaciones, que el hombre consigue penetrar un día en el Sendero iniciático y convertirse en un mago blanco, en un Testigo de la Luz y en un Servidor del Plan.
Hay una relación directa, regida siempre por las leves de analogía, entre las tentaciones, las crisis y los períodos de emergencia espiritual. Son aspectos consustanciales de un proceso único de perfección, de un intento cada vez más definido de penetrar el gran misterio de la vida humana. La tentación y el proceso de lucha que ella promueve tienen por finalidad “purificar el ánimo del hombre” y hacerle consciente de los poderes espirituales que en sí mismo residen. Sin la tentación el proceso evolutivo de la raza humana sería muy largo. Su acción obligada en la vida del hombre espiritual es una oportunidad infinita de redención. No es tentado el hombre común, cuya existencia es de contemporización con el ambiente establecido, siempre de acuerdo con todo con tal que no se le arrebaten sus intereses materiales ni se le exijan demasiados esfuerzos. Sólo es realmente “tentado” aquel que ha visto un rastro de Luz dentro de sí y ha decidido seguir este rastro hasta el fin. 

Esto quiere significar que la tentación, como proceso universal de purificación, opera por grados dentro del corazón humano y que a más profundidad de vida y a más riqueza de cualidades más intensidad de tentación y más profundas crisis corresponden.

Para los entendidos, para aquellos que han entreabierto algo más el velo de misterio de Isis, se trata en realidad del enfrentamiento del discípulo con aquella entidad que los esoteristas denominan el “Guardián del Umbral”. Se trata de un misterioso ser creado con la sustancia de nuestros bajos pensamientos e innobles deseos generados a través del tiempo, desde el momento mismo de la individualización, en que por primera vez el hombre animal de las primitivas razas fue dotado del principio de la mente, hasta nuestros días. Es el terrible Guardián de los Misterios sagrados y ninguno de estos misterios puede serle revelado al hombre si no destruye antes esta misteriosa Entidad creada en nosotros y por nosotros con los burdos materiales de la ignorancia, la vileza y el egoísmo. 

Este ser es por ley el centro y refugio de todo síntoma de mal planetario, de toda actividad de magia negra en el mundo, pues de la misma manera que todo ser humano tiene su propio Guardián del Umbral, su propio demonio tentador, existe asimismo a escala planetaria el Guardián del Umbral del mundo, creado y sostenido por la actividad de los guardianes del Umbral de los hombres, de las razas y de las naciones y es centro, sede y receptáculo de todo sedimento de mal en el Planeta. Es definidamente aquel Centro oscuro de Poder maléfico al que me he referido siempre cuando en mis escritos he hablado concretamente de “Magia Negra”, del cual extraen su maligno poder todos aquellos que consciente o inconscientemente practican el mal en este mundo.

¿Se han percatado Uds. ahora de la efectividad necesaria del propósito divino subyacente en el obligado proceso de tentación en el hombre superior? Es la única manera de desenmascarar al terrible Guardián y de destruir esta Hidra de mil cabezas de las pasiones humanas. Es, por otra parte, el único medio de invocar la fuerza redentora del Ángel de la Presencia, de nuestra Alma inmortal que en estos períodos críticos en que todo, cielo y tierra, parecen habernos abandonado, surge triunfante la espada flamígera en alto para librarnos de la influencia del mal y llevarnos luego, confiados y seguros, por el camino del Bien y de la Bienaventuranza…

- El misterio de la Paz

El discípulo, por el hecho de serlo, no goza de ningún privilegio especial, ni de ningún poder determinado para conjurar las crisis de su vida personal. Por el contrario, hay un proceso de “precipitación kármica”, invocado precisamente por las circunstancias específicas que concurren en su vida. Una vida sin tensiones carece de resonancias espirituales, como las cuerdas de un arco deben estar muy tensas para poder disparar la flecha. En el caso del discípulo la flecha es el propósito espiritual, el arco su existencia personal, las crisis, son por analogía, la potente fuerza que origina la tensión de la cuerda. La mayoría de los aspirantes saben esto, pero una cosa es saber de este proceso desde un punto de vista teórico y otra es sentirse arrastrado por el potente torbellino de las fuerzas de precipitación, que motivan las potentes crisis y tensiones.

Recordamos, que fue en la época más tensa de nuestra vida, cuando más agudos eran los problemas y más profundas las crisis, que ingresamos al Ashrama al que nos honramos pertenecer. Las primeras experiencias ashrámicas, llegaban por aquel entonces muy confusas y borrosas a nuestro cerebro físico, constantemente involucrado en dificultades de orden personal. El contacto con el Maestro y las enseñanzas recibidas llegaban a nosotros como frutos de un “sueño". Más adelante, al ir afianzándonos en el centro de la vida personal, por efecto de la conciencia meditativa, pudimos precisar mejor las experiencias internas y saber con exactitud, las implicaciones del contacto con el Maestro, con el Ashrama y con nuestros hermanos de grupo. Este fenómeno de conciencia ashrámica vino en forma paulatina, como expresión natural de un proceso de alineamiento e integración con nuestra conciencia interna, con nuestro Ángel Solar.

Señalar únicamente crisis de tensiones y problemas no sería justo. Las crisis profundas sin intervalos de sosiego, sin oasis de paz o de serenidad en la esterilidad o sequedad aparente de aquel desierto de tensiones, causarían la muerte física por aniquilación de los resortes de contención de aquella fuerza avasalladora, como la permanente tensión del arco, llegaría a destruir la cuerda por desgaste. Esos intervalos de paz profunda, intercalados entre dos fases de una intensísima crisis, crean el equilibrio en la vida del discípulo, impidiéndole que sucumba o que se inutilicen sus vehículos de expresión.

Tal como se halla escrito en uno de los Libros Sagrados de la Logia: “hay una paz que a toda comprensión trasciende, es la Paz de los Maestros, de AQUÉLLOS que moran en lo eterno”.

Una ligera brisa de esta paz, insuflada en el corazón del discípulo por la Voluntad del Maestro en momentos de dramática tensión crea las requeridas condiciones de serenidad mental y estabilidad emocional para poder soportar sin desfallecer, las más arduas pruebas y duras disciplinas de la vida personal. Es muy frecuente así, el éxtasis de la contemplación en los momentos de soledad más profunda. Se trata de un silencio de paz entre dos sonidos de crisis. El resultado es “visión” y sus consecuencias inmediatas son el estímulo y la fuerza para seguir hollando el Sendero hacia la Meta.

La Paz es el poder dinámico que produce el equilibrio del Universo. Su expresión en el mundo universal del sonido, es la música de las esferas. La Paz, tal como la experimentan Aquellos que viven en lo eterno, es inconcebible para la mente humana. Es el propio impulso de la vida infinita del Logos Solar, expresada a través de todos Aquellos que pueden responder a la tremenda magnitud de su propósito universal. Hablar de paz, respecto al hombre, es referimos a un proceso de expansión espiritual con pleno conocimiento, de causa. De ahí el énfasis que se presta en la enseñanza esotérica al espíritu de investigación y a la constante observación de los hechos que suceden a nuestro alrededor y por doquier. El proceso constante de investigación y la disciplina personal que a ella conduce, orientan las actividades del aspirante espiritual por las sagradas rutas del propósito interno y hacia el mundo de las causas originales. 

El propósito espiritual inteligentemente revelado allega paz, un aspecto sintónico con Aquel Centro de Paz, que es el Sol central, del que se origina la Vida del Universo.

Durante los primeros meses de nuestro ingreso en el Ashrama, tuvimos vislumbres de esta Paz inmensa, de la que el ser humano no tiene ordinariamente noción. En ciertos momentos de tensión, personal y cuando el proceso kármico de nuestra vida era más profundamente doloroso, sentíamos de improviso una oleada de paz infinita dentro del corazón, que aislaba completamente de todas las inquietudes y dificultades. Esta Paz, no era siempre consecuencia de un contacto con nuestro Ángel Solar, con nuestro Yo superior, sino el fruto de la intervención compasiva del Maestro que unía momentáneamente nuestra conciencia a la suya, liberándonos transitoriamente de problemas, mejor dicho, aislando nuestra mente de los mismos y ofreciéndonos una visión más profunda y sosegada de la vida. Era como una fresca brisa en la reseca aridez del desierto, como un relámpago que iluminaba de improviso con su cegadora luz, aquellos momentos sombríos de soledad espiritual. 

Pero, estos momentos gozados con la fruición del sediento peregrino en el desierto ante el fresco manantial, nos dieron siempre la medida de lo eterno, elevándonos por encima de nosotros mismos y haciéndonos conscientes de la relatividad de los problemas de nuestra existencia personal. Aquella paz transmitida por la generosa atención del Maestro, no nos liberaba del karma personal, pero nos daba una visión certera de las condiciones que debían ser alteradas y nos ofrecía una visión de conjunto de las circunstancias que nos envolvían. Veíamos nuestros problemas como ajenos, los analizábamos desde arriba y hacia adentro y no desde abajo y hacia afuera, que es donde habitualmente trata el hombre de resolver sus problemas y dificultades. 

De la misma manera que el estudio de un rayo de sol puede darnos una idea del sol, por cuanto sus cualidades se expresan a través de todos y cada uno de sus rayos, así nosotros humildes aspirantes en el Sendero espiritual, reconstruíamos dentro de nosotros, por efecto de aquellos momentos solemnes de paz, la Paz infinita de lo eterno y escuchábamos dentro de nosotros algunos de los mágicos sonidos, que trasmiten al oído espiritual, las esferas en movimiento dentro y más allá del círculo-no-se-pasa de nuestro Universo.

Para el discípulo en entrenamiento espiritual, la Paz no es una meta, sino el resultado de seguir sin resistencia alguna el proceso infinito de expansión espiritual. No se va a la Paz por la voluntad de alcanzarla, sino cuando olvidados de todo empezamos a unirnos al mágico concierto de la Creación. La majestad del propósito de la Vida implícita en la Voluntad de Dios, está en proceso de expansión dentro de nosotros mismos. Dejando de ofrecerle resistencia a este propósito, la Paz que no es una meta ni un resultado, sino Causa, Ser y Vida, se adueña de nosotros, nos purifica el ánimo y nos llena de serenidad.

La Paz confiere visión correcta, estímulo incesante, cualidades y poderes indescriptibles. Sólo pueden utilizar tales facultades Aquellos que son Paz, que viven en Paz y pueden trasmitir Paz. Al referirme a la Paz que nos confería el Maestro con su divina intercesión, debemos decir que éramos conscientes de que aquella Paz, no era tanto un fruto de nuestra elevación espiritual, como un testimonio vivo de la compasión del Maestro. El hecho que por su mediación viviéramos la paz, no implicaba la paz profunda de vida, nacida de la fusión o unión infinita con el principio de paz, sino un reflejo de la Paz del Maestro que a su vez era un punto de confluencia de la Paz y del equilibrio de las esferas en movimiento.

Que esta paz, siquiera refleja, nos allegara visión y el desarrollo efímero de ciertas cualidades espirituales, como el poder de penetrar en la raíz de cualquier cosa o hecho, o de “oír la música de las esferas”, no implicaba que debíamos dejar de luchar contra nuestros problemas. Esto no sería justo kármicamente hablando. Es cierto que puede existir un proceso de “Sustitución” mediante el cual el Maestro, Señor de Compasión infinita, puede cargar sobre Sí el peso kármico de la vida personal de un discípulo, pero sólo se utiliza esta circunstancia cuando hay un SERVICIO especial, ashrámico para el cual este discípulo está plenamente capacitado, y exige de él una mente y un corazón muy equilibrados para poder llevarlo a cabo. Este proceso de Sustitución lo realizó Cristo hace dos mil años, en favor del gran discípulo que es la humanidad como un todo. 

Su intervención favoreció el gran impulso de vida que ha culminado después, con el transcurso de los siglos, al actual acercamiento humano de estos desarrollos, técnicas, y descubrimientos de nuestros días, que aseveran el valor de sus infinitas palabras. “Vosotros Haréis cosas más grandes que las que yo he realizado”. Los avances técnicos de estos finales de siglo son verdaderos milagros, prodigios inmensos considerados con la visión de las gentes que vivían en Palestina hace dos mil años.

¿Cómo adquirir la Paz? He aquí la pregunta inmediata de todo aspirante sincero. La expresión de una vida muy agitada, convulsionada por muchas crisis y problemas, con grandes dificultades sin cuento, de orden físico, psíquico y moral, llevan la mente del investigador, del discípulo en probación, a profundas y penosas interrogantes acerca de los problemas capitales de su vida y a su falta de paz. Él se pregunta muy sinceramente si existe dentro de su corazón algún resquicio abierto a la Paz del Maestro, en Quien cree y en Quien confía, a pesar de no haber establecido todavía con Él algún consciente contacto.

El discípulo en probación y el aceptado, saben que existe esta Paz y saben también que esta Paz es una condición en la vida de la Naturaleza y no un simple estado de conciencia. Debido a ello, están persuadidos que esta Paz no se halla circunscrita a las circunstancias efímeras de la vida personal, que sus raíces son más hondas que las que nutren la sustancia de una vida kármica determinada. El poder viene de más lejos, de más allá de todo cuanto la existencia personal ofrece con tantos y tan variados matices. De ahí la dificultad de establecer relación con ella, de sentirse penetrados por ella. Los libros, aún los más sagrados no pueden dar una noción de la Paz, pueden hablar de ella como de una consecuencia natural de vivir correctamente y dar incluso ciertas definidas ideas de lo que implica vida correcta en lo que al ser humano se refiere. Pero, quede entendido que la Paz, no viene sólo con el conocimiento de que ella existe. 

Muchas personas viven plenamente en paz, sin haber jamás argüido sobre ella y sin haber practicado ninguno de los corrientes ejercicios de yoga o de meditación. Se trata de un proceso de vida, no de un proceso de disciplina. Esto deberían saberlo todos los aspirantes espirituales y no dejarse impresionar por tratados de ocultismo o de ejercicios de perfección espiritual. El sólo discernir el valor de una cosa, debería bastarnos para saber de su utilidad pero, frecuentemente, cualquier cosa que entra por nuestros ojos u oídos llega a nuestro corazón sin pasar por el tamiz de nuestro discernimiento. Esta facultad tan poco utilizada por el aspirante espiritual, es causa de muchos errores y extravíos, de pérdida de tiempo en relación con el eterno propósito de la vida.

Lo que al aspirante espiritual interesa verdaderamente frente al gran misterio de la Paz, que intuye pero que no es capaz todavía de vivir, es saber si existe algún sendero a su alcance para intentar abrir su corazón, su mente y su vida entera a las impresiones infinitas de la Paz universal.

Este pensamiento había asaeteado nuestro ánimo en muchas ocasiones, hasta que el Maestro nos dio un día en el Ashrama, una completa y para nosotros definitiva explicación.

La Paz, nos dijo, es la Vida, no un elemento de vida, una Resolución, no una simple formulación. Vosotros, -decía- formuláis constantemente preguntas acerca de la Paz y cómo obtenerla. Pero como la Paz sois vosotros, en la eternidad de vuestro origen, cada vez que formuláis una pregunta acerca de la Paz, veláis más bien que develáis esta Paz en vuestra vida. La Paz es un misterio más grande que la propia creación del Universo, pues este Universo es una Creación y la Paz está infinitamente más allá y por encima de todas las creaciones. La Paz -nos iba diciendo el Maestro- es Causa y motivo de creación, es el Poder que promueve el Aliento Creador, y trasciende por tanto Manvántaras y Pralayas. En el ejercido del poder creador se halla el vehículo de la Paz. No preguntéis por ella... ¡ejercitadla!

Ahora, -continuaba diciendo- emplead la analogía. Vosotros sois una creación, un universo, y al propio tiempo sois como Krishna, aquel poder infinito que “con un sólo fragmento de sí mismo, llena la totalidad del Universo”. Lo esencial no es, pues Arjuna, el pequeño fragmento con el cual llenáis vuestra vida de creaciones, incluyendo todos y cada uno de vuestros vehículos expresivos, sino vuestra infinita trascendencia que, como Dioses que sois, es Paz universal y Propósito de vida. Tal como decía Buda: “el verdadero Guerrero es aquel que vence sin luchar”. Dejad pues de luchar, dejad de atormentaros con interrogantes acerca de la Paz del Gran Señor del Universo o del Misterio de sus infinitas creaciones, o modificaciones indescriptibles de su propósito, y os daréis cuenta en forma práctica que vosotros sois esencialmente Paz y que sólo precisáis dejar de pensar en ella, sutil lazo que de ella os aparta, para que ella se exprese en vosotros, colmando de bendiciones cuanto os rodea.

Así, os daréis cuenta del valor afirmativo de las palabras con que a veces os saludo o con que os hago sentir Mi presencia: “os doy mi Paz” o “La Paz sea con vosotros” fórmulas típicamente universales, repletas de poder mantrámico que sólo pueden ser pronunciadas por Aquellos en cuyo Corazón vive la Paz de lo eterno”.

Desde que el Maestro con su Verbo sencillo pero indescriptiblemente sabio, nos dio Su Mensaje y Su testimonio acerca de la Paz, dejamos de luchar por la Paz dentro de nosotros, y dejamos entonces que fuera ella la que nos buscase y se consumara de esta manera, el testimonio de la Paz infinita del Universo.



DISCIPULADO Y PERFECCIÓN
V.B.Anglada





http://www.trabajadoresdelaluz.com
28 de Diciembre 2017