Seth - Todo ello implica la hipnosis natural.

Hay una correlación bien definida entre lo que se llama condicionamiento y la acción compulsiva.

En este caso la sugestión posthipnótica funciona como un «condicionamiento» diario constante. Por ejemplo, digamos que una mujer no puede dejar de lavarse las manos unas veinte o treinta veces al día. Es fácil ver que esa conducta repetida es compulsiva. Pero cuando la úlcera de un hombre le molesta cada vez que come ciertos alimentos, es más difícil ver que esa conducta es también "compulsiva" y repetitiva.
Éste es un ejemplo excelente de la forma en que el hipnotismo natural puede actuar para afectar perjudicialmente al organismo. En cierto modo, las acciones repetitivas implican una creencia en lo «mágico». Esta conducta suele representar un esfuerzo por ahuyentar el «mal» que la persona cree inminente. Aunque es fácil comprender la naturaleza de las acciones exteriores de carácter repetitivo, resulta mucho más difícil observar del mismo modo ciertos síntomas físicos, pero también en este caso hay grupos enteros de reacciones recurrentes a ciertos estímulos. 

Los síntomas suelen responder al mismo tipo de compulsión, ya que funcionan como un ritual repetitivo con el fin de proteger a quien los sufre de algo que teme aún más.

Por ello los sistemas de creencias son tan importantes para tratar la salud y la enfermedad. Cada sistema tiene sus propios ritos -gestos, medicina, tratamiento-, que son la manifestación exterior de las creencias compartidas tanto por el sanador como por el paciente.

Lo mismo ocurre con la fiebre del heno, por ejemplo, y, en este sentido, con la mayor parte de los malestares.

La hipnosis natural y las creencias conscientes dan instrucciones al inconsciente, el cual luego altera obedientemente los mecanismos corporales de modo que el cuerpo responda a las creencias. Así pues, "condicionáis" el cuerpo para que reaccione de cierta manera. Abordar esto no es un problema sencillo, desde luego, ya que la sugestión original de ese malestar también la dio una creencia. Cuando se utiliza la hipnosis ortodoxa en Occidente, puede haber una regresión que permita descubrir cuándo se recibió la sugestión por primera vez. Si el sujeto y el hipnotizador creen en la reencarnación, puede descubrirse el origen en otra vida.

En cualquier caso, si la terapia es eficaz "quizá" desaparezcan los síntomas, pero sólo si el sujeto y el hipnotizador creen implícitamente en la situación y en el marco de referencia de esas convicciones.

Pero la situación es más compleja; porque, si no creéis en vuestra propia valía como ser humano, después simplemente adoptaréis otros síntomas que tendrán que eliminarse de la misma manera, recurriendo a otros sucesos «pasados» como excusa para la enfermedad... si es que tenéis suerte. Si no tenéis tanta suerte y la enfermedad acaba incidiendo en los órganos internos, tal vez acabéis sacrificando uno tras otro.

"Todo" esto puede evitarse comprendiendo que vuestro punto de poder está en el presente, tal como hemos mencionado. No sólo os movéis dentro de vuestras creencias personales, sino dentro de un enorme sistema colectivo que compartís en mayor o menor grado. Dentro de ese esquema de organización, los seguros médicos se convierten en una necesidad para la mayoría de vosotros, de modo que no digo que los dejéis. No obstante, examinemos más detenidamente la situación.

Pagáis por adelantado por unas enfermedades que dais por sentado que os llegarán. Estáis haciendo preparativos en el presente para un futuro de enfermedad. Estáis apostando por la enfermedad y no por la salud. Es la peor clase de hipnosis natural, pero aun así ese tipo de seguros son verdaderamente una necesidad en vuestro sistema, porque la creencia en la enfermedad impregna completamente vuestro entorno mental.

Muchas personas se enferman sólo "después" de firmar tal seguro de salud, pues el acto en sí representa simbólicamente para ellas una aceptación de la enfermedad. Más desafortunadas son aún las pólizas especiales para ancianos, que detallan de antemano todos los conceptos estereotipados y distorsionados sobre la salud y la vejez. Existe una estrecha correlación entre el tipo de pólizas que la gente firma, y las enfermedades de las que caen víctimas.

Más desafortunadas aún son las sugestiones que, con la mejor intención, se dan sobre áreas concretas de la salud que tratan la prevención. Hay dos de ellas que me gustaría mencionar aquí.

Una es toda la literatura sobre el cáncer, y los anuncios televisivos en que se muestran los siete principales indicios críticos del cáncer. Por desgracia, dentro del "marco" de vuestras creencias esto también se convierte en una necesidad para muchos, en especial para aquellos que, debido a su experiencia anterior con la enfermedad, sienten un temor casi irracional hacia el cáncer. Toda esa literatura y los anuncios actúan como intensas sugestiones negativas, pues funcionan como una hipnosis natural; es un proceso de condicionamiento en el que "buscáis" síntomas específicos y os examináis el cuerpo impulsados por el "temor".

Quienes se condicionan de esta forma pueden desarrollar cánceres que de lo contrario no surgirían.

Esto no significa que estas personas no acaben desarrollando otra enfermedad en vez del cáncer, sino que esos métodos hacen que la creencia en la enfermedad se enfoque en síntomas particulares. "¡No es de extrañar" que necesitéis un seguro de salud! La enfermedad no es un agente externo que os arrojan desde fuera; pero, mientras creáis que lo es, la aceptaréis como tal. Y os sentiréis indefensos para combatirla.

El segundo punto que quería comentar es respecto a la vejez. La idea de que hay que retirarse sigue el mismo esquema, ya que tras ella se esconde la creencia de que en uno u otro momento, a cierta edad, las facultades empiezan a fallar. Esta idea es aceptada normalmente tanto por los jóvenes como por los ancianos. Al creerla, los jóvenes empiezan automáticamente el condicionamiento de su propio cuerpo y mente. Y más tarde cosechan los resultados.

En vuestra sociedad, tan propensa a correr detrás del dinero, estas creencias dan pie a situaciones muy humillantes, particularmente para los hombres, a quienes se les suele enseñar a equiparar su virilidad con su poder adquisitivo. Así pues, es fácil entender que, cuando se le arrebata este poder adquisitivo, se sienta castrado.

En general, los que abogan por una alimentación saludable o por alimentos naturales comparten alguna de las mismas creencias generales que sostienen vuestros médicos.

Creen que las enfermedades son el resultado de condiciones externas. Sencillamente, su lema es: «Eres lo que comes». Dentro de este grupo, algunas personas tienen ideas filosóficas que de algún modo moderan estos conceptos, pues reconocen la importancia de la mente. Pero a menudo hay fuertes negativas, de modo que todos los alimentos excepto unos pocos aceptados se consideran malos para el cuerpo, y el origen de enfermedades. La gente se asusta de los alimentos que come, y el campo de la alimentación se convierte así en su campo de batalla.

Se asocian valores morales a la comida, de modo que algunos se consideran buenos y otros malos. Luego aparecen ciertos síntomas, y se consideran el resultado natural de la ingestión de alimentos prohibidos. En este sistema de creencias, por lo menos, no se daña al cuerpo con una inquietante variedad de fármacos, pero tal vez se lo prive de alimentos muy necesarios. Pero, sobre todo, el problema de la salud y la enfermedad se considera de una forma muy simplista, y se lleva a cabo un minucioso escrutinio de los alimentos. Sois lo que "pensáis" no lo que coméis, y lo que "creéis" lo que coméis es muchísimo más importante.

Lo que pensáis acerca de vuestro cuerpo, y de la salud y la enfermedad, determina cómo utilizáis la comida, y cómo procesa vuestra composición química las grasas o los carbohidratos. Vuestra actitud al preparar la comida también es muy importante.

Es cierto que, físicamente y en términos generales, el cuerpo necesita ciertos alimentos. Pero, dentro de ese esquema, hay un gran margen de libertad, y el organismo tiene la sorprendente capacidad de recurrir a sucedáneos y sustitutos. La mejor dieta del mundo no os mantendrá sanos si creéis en la enfermedad.

La creencia en la salud puede ayudaros a utilizar de un modo sorprende una dieta «pobre». Si, en cambio, estáis convencidos de que una comida en particular os provocará una enfermedad específica, así lo hará. Se supone que ciertas vitaminas previenen ciertas enfermedades. Por supuesto, la creencia funciona mientras os mováis dentro de ese esquema. Un médico occidental le recetará a un niño de otra cultura toda una tanda de vitaminas o píldoras. El niño no necesita saber qué vitaminas en particular le administran, o el nombre de la enfermedad, pero si "cree" en el médico y en la medicina occidental mejorará, y a partir de ese momento necesitará las vitaminas. Lo mismo ocurre con cualquier niño.

No estoy diciendo que no deis vitaminas a los niños, porque dentro de vuestro marco de referencia esto es casi obligatorio. Descubriréis más vitaminas para tratar más enfermedades. Mientras este sistema funcione, se lo acepta, pero el problema es que no funciona muy bien.

Si no os sentís muy bien y leéis un anuncio o un libro sobre la virtud de las vitaminas, y la idea os impresiona, las vitaminas de hecho os beneficiarán, al menos durante un tiempo. Vuestra creencia hará que funcionen; pero, si persistís en creer que vuestra salud es débil, la sugestión en contra que representan las vitaminas no será eficaz.

Lo mismo se aplica a los «anuncios públicos» sobre el tabaco y las drogas. La sugestión de que fumar provoca cáncer es mucho más peligrosa que los efectos físicos de fumar, "y puede provocar cáncer a personas que", en otro caso, "no se verían afectadas por él".

Esos anuncios tan bien intencionados sobre la heroína, la marihuana, y el ácido lisérgico (LSD) pueden también resultar perjudiciales, ya que condicionan de antemano cualquier experiencia que las personas puedan tener cuando toman drogas. Por otro lado, tenéis una cultura en la que se hace hincapié en el peligro a menudo exagerado que "pueden" de iniciación saben mucho mejor lo que hacen, y comprenden el marco de creencias que asegura el buen resultado.


Todo ello implica la hipnosis natural.

Volvamos al ejemplo del hombre que sufre de úlcera. Cree que ciertos alimentos hacen reaccionar su estómago de una forma en particular, pero hay un medicamento que alivia su dolor. Si la medicina es eficaz, lo convence aún más de que sus problemas de estómago sólo pueden aliviarse de esta manera.

Eso se convierte en una contrasugestión, aunque todo es parte del mismo proceso hipnótico, basado en su creencia en su enfermedad original. Aunque la medicina produce resultados temporales, el hecho de que la necesita refuerza su dependencia de ella. Si persiste su creencia en su débil salud, el medicamento acabará por no ser suficiente. En ese caso sólo le parecerá sensato abstenerse de ciertos alimentos que le producen molestias en el estómago. Pero, cada vez que lo hace, la persona acepta cada vez más la sugestión hipnótica.

Cree plenamente que enfermará si come esos alimentos prohibidos, y así ocurre. Nunca se le pasa por la cabeza eliminar la creencia; no comprende que "es sólo" creencia la que origina el proceso de condicionamiento mediante la autohipnosis.

El punto de poder está en el presente. Debéis entenderlo bien, para luego "poder" tomar las riendas de vuestra vida y empezar a utilizar la hipnosis natural para provecho propio en "todos" los campos de la vida. Recordad que funciona beneficiosamente en todas las áreas de vuestra vida con las que os sentís satisfechos.

En todas estas situaciones, es muy importante que no concentréis toda la atención en las áreas de experiencia que menos os agradan, porque ello hace más profunda la sugestión hipnótica. Es mucho más constructivo recordaros vuestros otros logros, aun cuando no hagáis nada más al respecto. Esta concentración de la atención en los aspectos positivos desvía automáticamente vuestra energía del problema. Asimismo incrementa vuestro sentido de valía y poder en la medida en que recordáis vuestras acciones acertadas en otros niveles de experiencia.

Cuando tratáis de desembarazaros de un problema, poned mucho cuidado en no prestarle demasiada atención, pues ello "excluye" otras informaciones, y os hace intensificar aún más la concentración en el problema. Cuando interrumpís esa excesiva concentración, se soluciona el problema.

Pongamos otro ejemplo, uno muy sencillo. Sufrís de sobrepeso. otras informaciones, y os hace intensificar aún más la concentración en el problema. Cuando interrumpís esa excesiva concentración, se soluciona el problema.

Es un hecho físico. Os preocupa, pero creéis en él completamente. Hacéis una dieta tras otra, todas basadas en la idea de que tenéis sobrepeso "porque" coméis demasiado. Pero la verdad es que "coméis demasiado porque creéis que tenéis sobrepeso". La imagen física siempre se corresponde porque vuestra creencia en el sobrepeso condiciona el cuerpo a comportarse de esa manera.

Así pues, aunque parezca extraño, las dietas refuerzan ese problema, ya que hacéis régimen porque creéis profundamente en vuestro problema de sobrepeso.

Mientras no cambiéis vuestra creencia, continuaréis alimentándoos de la misma manera, y comeréis en exceso. Los logros momentáneos no durarán mucho. Vuestra conducta obedece a las fuertes sugestiones hipnóticas dadas, y luego vuestro aspecto y experiencia siempre refuerzan vuestra creencia.

Debéis, por tanto, eliminar voluntariamente esa creencia. Poniendo en práctica los ejercicios que se dan en este capítulo, debéis hacer un esfuerzo consciente para introducir una creencia distinta; emplead la hipnosis natural de esta nueva manera. Si después de leer este libro comprendéis vuestra propia valía, esa comprensión presente puede anular cualquier idea negativa del pasado que os haya conducido a esta situación.

Lo mismo se aplica si tenéis un problema de falta de peso. Podéis comer mucho durante un tiempo y quizá ganaréis unos kilos, o tal vez recurráis a todo tipo de excusas para no comer. Podríais seguir la dieta más rica en calorías, y continuar sin ganar peso. "No os faltan kilos porque no comáis suficiente comida, o no la asimiléis adecuadamente, sino lo contrario: no coméis suficiente porque creéis que os faltan kilos".

Ninguna cantidad de comida será suficiente hasta que alteréis vuestra creencia. En este caso se debería seguir el mismo procedimiento que con el exceso de peso. En ambas situaciones el condicionamiento del cuerpo se produce por hipnosis natural, pues la conducta diaria y el funcionamiento químico obedecen a la creencia. .

También interviene la idea de la valía propia, así como el punto de poder mencionado anteriormente. Sea cual sea el área de experiencia, los pensamientos conscientes que tenéis durante el día pueden ofreceros muchas pistas, pues cada uno de ellos es una sugestión diminuta que modifica vuestras pautas de conducta y afecta a los mecanismos corporales.




Extracto de Habla Seth III
A través de Jane Roberts




Fuente:
http://www.trabajadoresdelaluz.com
19 de Enero 2018