- Una Experiencia Ashrámica dentro del proceso kármico de la vida.
Después de estas amplias visiones de conjunto, que a muchos pueden cansar, singularmente si poseen una mente muy concreta o intelectual, creo necesario extender el razonamiento hacia expresiones más asequibles. Aunque al trazar el rumbo de mis escritos, pienso siempre que hay que abarcar lo grande para mejor comprender lo pequeño y que el estudio profundo de lo pequeño puede llevar a la consideración clara y concreta de lo grande, nunca dejo un término vago en que la mente se sienta un poco desplazada del estudio.
Después de estas amplias visiones de conjunto, que a muchos pueden cansar, singularmente si poseen una mente muy concreta o intelectual, creo necesario extender el razonamiento hacia expresiones más asequibles. Aunque al trazar el rumbo de mis escritos, pienso siempre que hay que abarcar lo grande para mejor comprender lo pequeño y que el estudio profundo de lo pequeño puede llevar a la consideración clara y concreta de lo grande, nunca dejo un término vago en que la mente se sienta un poco desplazada del estudio.
Utilizo siempre, como ustedes habrán podido comprobar, algunas pequeñas anécdotas o experiencias que situadas en el centro de grandes y pequeños razonamientos, permiten obtener una mejor visión o perspectiva de lo dicho o estudiado. Este proceso, lo he seguido, hablando de mi Ashrama, del mundo dévico, del Devachán, etc.
Este estudio ofrece por sus características, muchas dificultades en el orden anecdótico, habida cuenta la enorme cantidad de factores que intervienen en la ordenación kármica de la vida de un ser humano.
Cuando les hablaba anteriormente de la vinculación kármica con mi Maestro, con quien es ahora mi Maestro, y que a través de vidas y muertes, “se cruzó muchas veces en mi camino o destino de perfección”, les estoy brindando el más claro indicio de la acción del Karma, a través del tiempo y de la sucesión de las edades.
Recuerdo muy vivamente la Atlántida, Grecia y Egipto. En India viví poco, kármicamente hablando, pero sé con toda certeza que la India me espera para culminar en ella una gloriosa fase de mi destino kármico. No sé cuando será ni me importa, pero estoy seguro de ello. Lo que allí haré y cómo desenvolveré allí la actividad jerárquica de la que yo ahora empiezo a ocuparme, tampoco me importa, pero soy testigo de una Jerarquía Planetaria en funciones y de que pienso, vivo y trabajo para ella.
Cada unos de ustedes “recordará en su debido tiempo el origen kármico de muchas vinculaciones” que ahora les parecen extrañas y hasta contradictorias, por la tremenda confusión del mundo astral que nos envuelve. Pero, llegará un momento cumbre en la vida de cada cual en que serán conscientes del valor de los hechos kármicos que se producen y de que el hecho mismo de haber establecido contacto con el Maestro y con los compañeros de grupo en el Ashrama, nos habla de una Ley que se cumple en el tiempo y aún a pesar del tiempo. Pueden variar los marcos, las épocas y las situaciones, pero llegará una vida en la que ÉL aparecerá claro y radiante a nuestra vista, y desde entonces empezará a alborear para cada uno de nosotros “el destino de una vida superior en la que Karma y sus Leyes” adoptarán un significado mucho más profundo y mucho más espiritual o impersonal que hasta aquí lo hemos venido considerando.
Recuerdo, sin confusión alguna, que el Karma que me une a mi Maestro y a R... mi gran amigo hindú, nació precisamente antes que Lemuria viniese a la existencia. Les estoy hablando pues no de miles, sino de millones de años. Pero les digo también que el tiempo no tiene importancia alguna, cuando se analiza la acción de los distintos acontecimientos con una visión orientada hacia “la gran Memoria Cósmica” o “Archivos Akáshicos” a los que se refieren los tratados esotéricos conocidos por muchos de ustedes.
Utilizando el Antakarana, este hilo sutilísimo de luz creado entre la conciencia inferior y la superior o causal, los acontecimientos pasados o futuros adquieren una proyección mágica o simultánea en esta síntesis del tiempo que llamamos “ahora”, y que es realmente de orden eterno.
Cada vez que escribo, persiguiendo una meta definida como la que tiene hoy por objeto de hablar sobre el Karma, adopto conscientemente este género o tipo de percepción. Así se clarifican para mí tanto el pasado como el futuro y puedo entresacar de esta “memoria viviente de la Naturaleza” cuanto preciso para la clarificación de mis ideas. Pero, no me entretengo en “el recreo de los recuerdos”, que ha sido el pecado y el castigo de muchos impacientes investigadores, sino que cierro voluntariamente mi percepción akásica una vez finalizado el registro de hechos.
Por ello insisto en que una vida esotérica es de orden tan puro e impersonal, aunque nos movamos en las limitaciones y estrecheces de la vida organizada de nuestra personalidad en los tres mundos, con sus veleidades y caprichos, esperanzas y temores, que es muy fácil mancillarla, aún cuando nos creamos hombres espirituales y hablemos constantemente de los Maestros y de la Jerarquía.
Analizando la vida desde este punto central de observación del “ahora eterno”, que es una síntesis de observación, pudimos seguir, en determinada fase de nuestra enseñanza ashrámica el destino kármico de dos vidas humanas, una de ellas actualmente en el Devachán y la otra en encarnación física. Pudimos seguir su rastro desde sus inicios, en una fase de vida lunar y utilizando cuerpos animales. Me sorprendió mucho que el Karma pudiera iniciarse en unas vidas carentes al parecer de conciencia, como en el caso de dos animales, muy parecidos a nuestros perros, aunque distintos en otros aspectos. El hecho de su forma no tiene mucha importancia en el desarrollo de los hechos que intento narrar, pero inicialmente me pareció insólito unificar Karma con inconsciencia. Pero el Maestro me ilustró sobre este punto diciéndonos que inconsciencia es sólo una fase de conciencia, y que el Karma de Dios, como centro y vida del Universo lo preside y ordena todo.
Por una extraña circunstancia aquellos dos animales poseían determinados gustos o aficiones dentro del círculo-no-se-pasa de su alma grupal, que pudimos observar en muy dilatadas proporciones. La afinidad se debía -según dijo el Maestro- a ciertas condiciones cuyo origen se hallaba encerrado en la propia alma grupal, de la misma manera que ciertas afinidades químicas producen relaciones de simpatía o de antipatía entre dos células de un mismo cuerpo. Pero, lo más importante del hecho era su expresión exterior, sus impulsos de reunirse, de estar juntos, pastar en compañía y de ayudarse mutuamente ante cualquier tipo de agresividad exterior provocada por otros animales de la misma especie o de otras especies distintas. Lo que nos interesaba era ese vínculo existente de SIMPATÍA que parecía emanar de una fuente original común.
No pretendo, ni puedo permitirme el lujo de explicarles detalladamente todas las incidencias kármicas de estas dos existencias afines, que pudimos observar como un punto iluminado de referencia de nuestras investigaciones. Comprendan también que la investigación era llevada por el propio Maestro y que nuestra atención debía estar concentrada en sucesos importantes en el devenir de aquellas vidas, pues no nos interesaba en modo alguno el proceso particular, sino el estudio del proceso kármico en sí, pues, como decía el Maestro, comprender aquel proceso que constituye el Karma es el proceso de la Vida del propio Dios latente en todo.
De una vida instintiva animal, bajo los auspicios de un alma-grupo animal habitante de la Luna, cuando la Luna era una viviente tierra como la nuestra, hasta la encarnación de muchas UNIDADES de esta alma-grupo como hombres en la tierra, después de un doloroso proceso de asimilación de experiencias kármicas, pasaron unos lapsos de tiempo considerables. Las dos unidades de conciencia a que nos estamos refiriendo pasaron por tremendas vicisitudes, como todos nosotros las habremos pasado por nuestra vinculación humana con el antiguo planeta, que hoy convertido en una esfera muerta y en permanente desintegración, llamamos Luna. Transcurrieron muchas edades y épocas evolutivas hasta que trazado su destino de manera más clara y definida, tuvimos oportunidad de contemplar algunas de sus encarnaciones humanas. Al principio pudimos verlos reunidos casi constantemente. Las primeras encarnaciones, antes de Lemuria, y utilizando cuerpos toscos y disformes, gigantescos y pesados, estuvieron siempre juntos.
Así los vimos en la prehistoria, con un cuerpo definidamente humano, una veces como hombre y mujer, otras del mismo sexo, pero siempre participando de un destino kármico muy parecido. Perdimos su rastro, pues lo que el Maestro intentaba, era hacernos penetrar en el Misterio oculto del Karma y del origen secreto de todas las relaciones kármicas de la vida, hasta una época en la que juntos como marido y mujer, al principio de la era atlante vivieron en las planicies de Yucatán. Más tarde los vimos como hermanos en Egipto, hijos de una familia principal, pero en una época al parecer muy alejada todavía de la de los Faraones de las primeras dinastías.
Recuerdo que en una de sus encarnaciones los vimos otra vez como marido y mujer, aunque con el sexo invertido de acuerdo con otra encarnación anterior, en un lugar que según el mapa mundial que el Maestro hacía desfilar por nuestra imaginación para situar nuestra conciencia en la exactitud de los hechos, correspondía a Rusia, aunque nada externo, es decir, lo que conocemos de este país, tenía aparente relación con lo que estábamos presenciando. Rusia, un país frío, sobre todo en la región del mapa mental del Maestro correspondiente a Siberia, aparecía en el registro akáshico como un país tropical, con gigantescas palmeras, vegetación lujuriante y unas especies animales muy parecidas a las que corrientemente, viven en los países muy cálidos del planeta...
La última encarnación de estos dos seres, a la que accedimos por voluntad del Maestro se hallaba muy cerca de nuestra era actual, en un rincón de Francia y en la época de Carlomagno, es decir, unos 750 años después de Jesucristo, según el cómputo cristiano. Otra vez como marido y mujer los vimos estrechamente unidos y compenetrados como siempre, llevando con sus hijos, una existencia muy humilde y con escasos relieves desde el punto de vista del orden social.
Perdimos después su rastro hasta llegar a nuestro tiempo actual. Uno de estos dos seres se halla encarnado en Norteamérica, ocupando un lugar social relevante en el mundo de las letras. El otro se halla descansando todavía en el Devachán y por los síntomas observados alrededor de la esfera devachánica envolvente, su proceso de reencarnación no está muy lejano...
Como habrán ustedes observado, el proceso evolutivo de estas dos almas ha sido seguido sin atenernos a un orden cronológico o regular del tiempo, debido a que resultaría imposible aunque fuese solamente, con una mera indicación o con un simple indicio SEGUIR LA TOTALIDAD de este proceso, que llenaría páginas y más páginas debido a lo extensísimo del trayecto kármico.
Lo único que se ha intentado es marcar ciertas pautas, en orden a la idea básica del Karma. Muchos de los vacíos observados o aparente falta de continuidad de esta idea en ciertos aspectos, deberán lógicamente ser llenados por la atenta observación y estudio de ustedes mismos. Tendrán que acudir por tanto, al recurso de la intuición y al empleo de la ley de analogía, para aclarar convenientemente sus ideas, en torno a lo hasta aquí expuesto.
- Conclusión
Después de considerar el proceso de estas dos vidas, kármicamente enlazadas desde etapas tan lejanas, pueden formularse las siguientes preguntas:
1) ¿Es que todo el proceso kármico de la vida es igual, o sea, el enlace de egos o de grupos de egos, desde un buen principio de los tiempos?
2) ¿Por qué han sido escogidos estas dos almas mencionadas para dar una idea de lo que significa el Karma dentro de la vida humana?
3) ¿Hay alguna razón especial para ello? ¿Resuelve lo dicho hasta aquí la profunda y angustiosa interrogante de quién soy, de dónde vengo y adónde voy? ¿Tiene algún significado para nosotros la resolución de este terrible misterio?
Estas y otras preguntas más podrían ser formuladas, pues la capacidad del hombre de avanzar hacia adelante y hacia arriba está enraizada en el estímulo creador de toda posible interrogante, pues, tal como decía Cristo: “Llamad y se os abrirá”, “Pedid y se os dará”. La base misma de la evolución se halla implícita en toda su majestad y en todo su poder en la capacidad augusta de llamar a la puerta (de los misterios) y de pedir alimento (espiritual), es decir, preguntar constantemente el origen de las cosas y de uno mismo.
No, no hay una razón especial en haber escogido estas dos almas para corroborar gráficamente el alcance singular de la idea. Desde el plano causal y observando analíticamente el proceso kármico de cualquier ser humano, se le ve ordinariamente y desde un buen principio enlazado con otra alma por ley de misteriosa afinidad, cuya fuente es eterna, y sólo en la esplendente vida de la Mónada, o Espíritu Puro, puede ser plenamente comprendida, pero utilizando como siempre la analogía, y observando los organismos unicelulares de las primitivas corrientes de vida y su paulatina escisión o división en dos partes iguales, podrían hallar un punto céntrico de referencia. La afinidad química nos da más adelante otra clave de este proceso, tal como anteriormente he señalado.
Pero, ateniéndonos a la pregunta principal, yo diría que algo parecido a la escisión del UNO en DOS, y posteriormente del DOS en TRES, que dan origen al principio mismo de la evolución desde sus fuentes cósmicas, para seguir adelante con el SIETE, el DIEZ y el DOCE, se realiza en las fuentes originales de la vida humana. Pues, una unidad de vida partida en dos, llevará prendida siempre en cada una de las dos partículas el sello íntimo de aquella unidad primaria que ambas constituían. El principio mismo del Karma como ley y como principio de evolución se inicia pues en el UNO, que se escinde en dos, representando cada una de las partes divididas el sello o impronta del Espíritu o de la Materia.
Por ello la función del Karma a través del tiempo es unificar Espíritu y Materia, el dos se resolverá en UNO, una fase evolutiva del Universo habrá terminado y otra fase praláyica de descanso cósmico se iniciará, dejando el karma en suspenso, teñido el éter con el color de sí mismo a la expectante espera de un nuevo período de actividad. Esto puede parecer muy abstruso y complicado, pero no lo es, si ejercitan ustedes la analogía en sus discernimientos.
El hecho de que ambas partes surgidas de un universo macrocelular con uno en funciones y resuelto ulteriormente en dos por analogía del proceso macrocósmico, no sigan idéntica trayectoria dentro del dilatado esquema evolutivo, se debe al hecho mismo de tendencias primarias y a la diversificación de experiencias, como en el caso reseñado de dos almas en evolución distinta, pero unidas por un lazo más fuerte que el tejido por los hilos del tiempo. Las dos almas aludidas, si bien no fueron escogidas al azar, pues el azar no existe para el esoterista, representan al menos o simbolizan, parte de un proceso que si no es enteramente igual para todas las almas, sí es muy semejante en líneas generales.
Tenemos por otra parte, que la tendencia de los seres humanos hacia su Arquetipo superior, el Ángel Solar, o sea, este infinito anhelo de reconstruir la unidad esencial de que formaban parte es una expresión de la ley misma de la evolución. El proceso de la iniciación que a través de las distintas purificaciones conduce a esta unidad, viene marcado por períodos muy definidos en que el principio masculino y el principio femenino consustanciales en todo ser humano, llegan un día a unificarse dentro de un ser andrógino capaz de crear desde el fondo de sí mismo todo cuanto el poder creador de la Mente divina es capaz de inspirarle.
Siguiendo el proceso hasta sus últimas consecuencias en orden a nuestra comprensión humana, vemos dentro de nuestra más dilatada perspectiva la tarea creadora que se halla al final de todo proceso evolutivo: la reproducción de nuevos Universos pues, si somos realmente conscientes, apreciamos que el Espíritu Creador y la Materia Virgen del Espacio, más la experiencia resultante del proceso evolutivo en un Universo anterior son en realidad una Unidad indescriptible que se escindirá perpetuamente en dos, para llenar el marco insondable del espacio absoluto de nuevos, más variados y perfectos universos.
Comprendan también que pasar de ahí sería querer hurgar en las nebulosidades indescriptibles del Misterio. Queda no obstante algo aclarada la triple pregunta que se formula todo verdadero investigador de las leyes de la Vida: ¿Quién soy? ¿de dónde vengo? ¿a dónde voy? La analogía debe hacer el resto. No hay que esperar conclusiones concretas en torno a algo tan sutilísimo como es el principio o raíz de nosotros mismos y la ley de karma que ajusta constantemente a través del principio de Causa y Efecto, todas las posibles situaciones, pero si perseveramos en el intento y no nos dejamos impresionar por la grandiosidad de ciertas revelaciones y seguimos adelante con la mente y el corazón intrépidos hacia la meta presentida, adquiriremos una medida de gozo desconocida que nos compensará con creces de la inquietud y del tormento de toda sincera y potente búsqueda.
EL HOMBRE Y EL KARMA
V.B.Anglada
Fuente:
http://www.trabajadoresdelaluz.com
08 de Enero 2018