Ahora, ¿Cuántos de vosotros en
esta audiencia habéis tenido la espléndida oportunidad de haber estado
sentados, o de pie, en un lugar en particular donde empieza a caer del cielo el
gran silencio blanco? Levantad la mano. ¿Sabéis lo que es el gran silencio
blanco? La nieve. ¿Cuántos de vosotros habéis mirado hacia arriba y la habéis
visto caer? Que así sea. ¿Y pensasteis que era hermosa? ¿Cuántos de vosotros
pensasteis que era hermosa? Bueno, esto es una analogía extraordinariamente
simple de lo que serían individuos descendiendo a través de los planos en su
involución.(1)
Lo importante es que vosotros
recorristeis todo el camino hasta llegar aquí abajo. Vosotros estáis ahora en
lo que se llama la evolución del ser humano sobre este plano. Pero ¿fuiste tú
el primer copo de nieve que cayó? No. ¿El segundo entonces? ¿Oigo a alguien
decir el tercero, el cuarto o el quinto? No, vosotros no fuisteis. Entonces,
¿es posible, mi amada gente, que mientras vosotros estabais aquí arriba en el
azul ultravioleta disfrutando ese exquisito cuerpo vuestro, había otros que ya
estaban dando el salto y estaban descendiendo, entrando en conflicto con la luz
y moviéndose en el infrarrojo, y que finalmente llegaron hasta aquí? ¿Es esto
posible? ¿Cuántos de vosotros estáis de acuerdo? Claro que sí.
Ahora, en el momento que
llegasteis aquí, a este lugar que llamamos Terra —así es como se llama la
Tierra—, aquellos dioses que habían venido antes que vosotros estaban muy
atareados haciendo lo que saben hacer muy bien, creando la realidad, ya sabes,
conciencia y energía creando la naturaleza de la realidad. Y ellos ya eran los
pioneros de este lugar cuando llegasteis vosotros. Así pues, examinemos algo de
lo que fue su trabajo. La mayoría de las culturas modernas sólo aceptan que lo
que llamamos la humanidad ha existido durante dos millones de años.
Pero la sociedad, en su estado
más evolucionado y apreciado sólo ha existido, digamos, aproximadamente desde
hace dos mil o quizás cinco mil años. ¿Qué pasaría si yo os dijera que vosotros
habéis tenido civilizaciones que florecieron y que han superado y maravillado
cualquiera de las tecnologías que poseéis hoy en día, y que la última que
estuvo aquí poseía no sólo espacio y tiempo interdimensionales sino que tenía
la habilidad extraordinaria de dominar el espacio y el tiempo y viajar
interestelarmente? Este grupo estuvo aquí por última vez hace 455.000 años.
Yo sé que esto es contradictorio
a lo que dicen vuestros científicos, pero ¿qué saben ellos? Ellos sólo han
vivido aquí durante esta vida. Pero aquí está el detalle, lo que importa es que
la humanidad —como es conocida— es mucho más antigua de lo que la ciencia
percibe. Y si la consideramos en términos humanos, bueno, yo os diré que la
última civilización hace 455.000 años no fue, ni mucho menos, tan brillante
como la que estuvo aquí hace diez millones de años.
Entonces, los copos de nieve,
¿caen de arriba hacia abajo? Sí, en verdad lo hacen. ¿Caen en determinado
orden? ¿Y quién nos dice qué copo de nieve en particular decidió ser el primero
en salir de las nubes y cuál se demoró y esperó hasta el último minuto?
Ahora, ¿cuándo vinisteis vosotros
aquí? ¿Cuándo llegasteis? Este grupo, vosotros, llegó aquí cuando ya había
dioses que habían creado flora y fauna, bestias y flores. Ellos ya habían
creado aromas, semillas y raíces, y diferentes variedades de hierba, árboles en
potencia y frutas que se han extinguido en este plano desde hace ya mucho
tiempo. ¿Y cómo los crearon? Bueno, ellos hicieron exactamente lo que se les
había enseñado mucho tiempo atrás. Tomaron y alinearon su enfoque con un sueño,
y se volvieron analógicos con él.(2) ¿Cómo afectamos un medio ambiente que es
estático, en verdad, y que ya está aquí? Es fácil, del mismo modo que afectamos
los medio ambientes en los cuales ya hemos vivido anteriormente.
Los afectamos al traer con
nosotros el conocimiento de nuestra involución. Basados en lo que se llamaría
nuestro conocimiento, con la memoria de nuestra alma, podemos enfocarnos con
este cuerpo en un nuevo sueño, por ejemplo una variación de la palmera, porque
necesitamos una variación de ésta; necesitamos una que pueda sobrevivir las
condiciones climáticas. ¿Y cómo hacemos eso? Todo lo que hacemos es diseñar tal
planta y llevarla hasta su posición analógica en Punto Cero.
Ahora, es aquí donde el dios es
tan extraordinario. La palmera ya existe, su variación está siendo ejecutada
por alguien que decide que le gustaría que esta planta habite en las costas y
pueda sobrevivir. Así, todo lo que ellos tenían que hacer como dioses —aunque
habitaran estos pequeños y casi mórbidos cuerpos— era desearlo, y desearlo con
tal intensidad que ellos, como conciencia y energía, la Fuente primera, como
observadores, fueran los legisladores de un océano de energía. Y la palmera no
es nada más que pensamiento coagulado, energía que se ha formado en masa y a la
cual su dios creador le dio sus características distintivas.
La ciencia tiene una manera de
probar algo de esto al sugerir, al menos, que el observador en nosotros es lo
que causa que los campos de partículas reaccionen. Más aún, la ciencia dice —si
les vamos a creer— que la energía se manifiesta en forma de onda, y que esa
onda puede no sólo ondular, sino que en el momento que es observada puede
colapsar en forma sólida. Cuando el observador se aleja, la forma sólida
comienza a desenvolverse y a ondular de nuevo. Entonces, ¿Quién es el
observador? El observador eres tú. ¿Qué es la realidad? Un campo de energía
potencial, que aunque coagulada, puede disolverse y formarse nuevamente de
acuerdo al pensamiento enfocado. De este modo, todo lo que aquella entidad tenía
que hacer era soñar una versión extendida de la palma. Y todo lo que tenía que
hacer era ver su suculento fruto flotando —eso es todo lo que tenía que hacer—
y sostenerlo con toda su intención.
Ahora, como él o ella son
viajeros en una estructura de tiempo más lenta, va a tomar un poco más de
tiempo para que esa energía cambie que, si por ejemplo, esa palmera existiera
en el sexto plano. ¿Cuántos de vosotros entendéis? Que así sea. Pero de
cualquier manera va a cambiar. ¿Y por qué? Porque un dios deseó que cambiara.
¿Y quién es ese dios? Bueno, el dios no es ningún otro sino el observador de la
ciencia. El observador, aquel que puede causar que la energía que ondula
libremente colapse en cualquier forma que él desee, y sea susceptible a la
manera en que pensamos. Es la verdad.
Es posible, entonces, que los
dioses originales que vinieron aquí pasaran por una fase de evolución anterior
a la formación y la caída de los copos de nieve. En el momento que llagasteis
aquí ya había bosques ancianos, y en verdad animales, pájaros, ríos, semillas y
flores, todos ellos hermosos. Ya había cañones y montañas, y frutas suculentas
que comer. Ahora, alguien anterior a vosotros hizo eso. Y vosotros bajasteis
hasta aquí, hasta aquí abajo, como un copo de nieve que cae dentro del vientre
de algún humanoide primitivo que justamente esa noche estaba copulando. Y
vuestro campo de energía es éste. Hemos estudiado hoy los campos de energía
conocidos, que no son otra cosa sino el radio, la profundidad y la anchura de
la energía ondulante.
Entonces aquí (cuarto plano)
tenemos un radio corto, aquí (tercer plano) tenemos un radio más largo, aquí
(segundo plano) tenemos un radio aún más largo, y aquí (primer plano) tenemos
el radio más largo de todos; toda esta energía es susceptible a nosotros porque
ese es el modo como lo hemos creado.
Así pues, cuando nosotros
llegamos aquí y caímos en medio de dos amantes pasionales —Dios sabe dónde
estarían—, nuestro copo de nieve de energía potencial cayó en la semilla-matriz
de una criatura, que se convertiría en el nuevo cuerpo.
Ahora, tú puedes ser una entidad
espiritual en infrarrojo y estar apegado a este lugar, la Tierra, estar aquí
deambulando como un fantasma. El problema que te causa morar tan cerca del
plano terrestre es que tú no tienes el vehículo apropiado en este tiempo; y por
eso no puedes oler las plantas, y de hecho no tienes paladar para degustarlas.
No tienes ojos para percibir el color azul celeste, y no tienes el cuerpo que
pueda abarcar la emoción con sentimientos o sentir la agitación de ser abrazado
por otra criatura. Entonces, cuando tú quieres tocar la rosa, tu mano pasa a
través de ella, porque tu mano en infrarrojo está vibrando más rápido que la
rosa, cuya vibración es más lenta. ¿Lo entiendes? Así, para poder realizar tu
último descenso, tú tienes que descender en un cuerpo que esté vibrando a la
misma velocidad que lo hace la rosa. De este modo tú puedes probar la fruta,
puedes ver el azul celeste y puedes sentir el abrazo de uno de estos seres
humanos. Eso es lo que hicisteis.
Y vosotros llegasteis aquí a una
especie de medio ambiente recién creado. Pero ¿quiere esto decir que porque ya
había vida en forma de plantas, vosotros no podíais cambiar lo que los grandes
creadores que vinieron antes de vosotros ya habían puesto en marcha? No,
vuestra misión es cambiar lo que ya se ha puesto en marcha, porque la energía
es susceptible al pensamiento y necesita ser desarrollada hasta su plano de
existencia más elevado. Vosotros llegasteis aquí y empezasteis a cambiar cosas.
¿Lo entendéis?
¿Cuántas cosas había aquí que
vosotros nunca conocisteis porque no os tropezasteis con ellas o no las
comisteis? Bueno, bastantes, de hecho. Cuando vosotros llegasteis, al
principio, el hecho de no saber siquiera lo que era un árbol os indicaba que
vuestra sabiduría para crear era bastamente insuficiente. ¿Entendéis? Así pues,
la evolución en la vida humana —puesto que no hay un elemento más bajo que
éste— consiste en que debemos avanzar dentro de su flujo del tiempo. Y para
hacer esto debemos crecer lentamente dentro de un cuerpo humano, acostumbrarnos
a usar las facultades de un cuerpo humano que nos produzca un entendimiento
emocional. Ahora bien, eso puede tomar mucho tiempo.
Dejadme que os dé un ejemplo.
Digamos que vosotros vinisteis aquí en pleno apogeo del Tyrannosaurus Rex.
¿Habíais escuchado ya este nombre? Tiene una reputación bastante despreciable.
Digamos que tú nunca habías visto un tiranosaurio en tu vida. Entonces un día
estás afuera muy ocupado recogiendo las frutas que habías descubierto, porque
tu madre te las había enseñado. Y estás ahí, comiendo, cuando de repente
sientes un aire caliente en tu espalda y algo que suena como la erupción de un
volcán en la distancia; se parece mucho, pero es otra cosa. Y tú te das la vuelta
y casi no puedes reconocer lo que estás viendo, pero esos dientes parece que
van por ti, y tú ya los has visto antes.
De repente te das cuenta de que
los dientes de esa boca son mucho más grandes que los de tu madre, y que ese
aliento es caliente y hediondo. Por un momento no estás seguro si es ahí donde
quieres estar, te levantas y empiezas a correr tan rápidamente como tu pequeño
cuerpo de homínido te lo permite. Estás corriendo y cuando miras hacia atrás
esta criatura ciertamente empieza a tomar forma, y cada vez que la miras se
vuelve más grande y más mala. Y lo que es más, te está alcanzando.
Ahora, en tu cuerpo tienes lo que
se llaman genes evolutivos. En otras palabras, el cuerpo humano está creado
—escucha con atención— por los patrones genéticos de sus padres. Entonces,
¿cómo evolucionan los padres sus propios genes para producir descendencia con
mejores cualidades? ¿Cómo hacen eso? Bueno, tú podrías decir que es el acto
aleatorio de la copulación lo que une a estos genes de una forma cohesiva y
coherente para que produzcan lo que se llamaría una entidad superior a la suma
total de lo que son sus padres. Esto no es así, en absoluto.
¿Sabes cómo consiguieron tus
padres que tú seas mejor que ellos? Sucedió porque cada emoción humana que tus
padres tuvieron, fue transferida a sus genes en forma de un patrón genético.
Así, el viejo atributo que se os ha impuesto y que dice que vosotros habéis
heredado los pecados de vuestros padres y madres, no quiere decir nada malo.
Simplemente se refiere a la limitación. ¿Cuántos de vosotros entendéis eso?
Ahora, lo que esto quiere decir es que el cuerpo que tú exhibes es el del miedo
emocional de tu madre y el de la fuerza interna de tu padre. También es el
cuerpo de la compasión de tu madre y la determinación de tu padre. Si tu
espalda es más recta y más fuerte que la de tu padre es así porque la
determinación de tu padre produjo en sus genes una mutación de sí mismo, y la
descendencia de esa determinación serían los portadores de una espalda más
fuerte.
Todo el mundo lleva consigo el
cuerpo de sus padres, pero lo que el cuerpo de tus padres quiere decir,
realmente, es el conjunto de las actitudes de tus padres. ¿Entendido? Cada vez
que sentís miedo, éste afecta al cuerpo emocional. El cuerpo emocional, en
respuesta, lo imprime en un programa en el ADN. Cada vez que logras algo, cada
vez que tienes un deseo —cada vez que deseaste que tu espalda fuera más fuerte,
tu cerebro más lúcido y tu vista más aguda, cada vez que sientes esas cosas
genuinamente—, estás afectando a las futuras generaciones con esas actitudes.
¿Lo entiendes? Que así sea.
Regresemos ahora a la
persecución. Esta pequeña entidad está corriendo con todas sus fuerzas. Y lo
que muy pronto se vuelve obvio para él es que va a perder en esta carrera
contra un aliento terrible y unos dientes feroces y algo desgastados. Y el
último pensamiento que tiene es: «Cuánto hubiera deseado tener unas piernas más
largas».
¿Entendéis esto? Ese es el último
pensamiento, mientras esa criatura gigante lo atrapa, lo mastica —destrozando
su espalda y su cuello— y finalmente lo engulle, en medio de una gran
convulsión que lo envía hasta sus jugos gástricos. Su alma y su espíritu, al
mismo tiempo, se desprenden y dicen: «Esto ya es demasiado». ¿Cuántos de
vosotros lo en-tendéis? Aún no hemos acabado, así es que no os vayáis a dormir
ahora. Esta entidad sufre una muerte bastante extraordinaria. La muerte es su
primera experiencia aquí abajo, y no ha estado tan mal, bueno un poco
desagradable al final. Y lo que hace es que regresa a la luz,(3) ya sabes, esa
entidad fastidiosa que le espera ahí arriba.
Y éste le dice: «Veamos lo que
hiciste».
El contesta: «De acuerdo,
veámoslo».
Entonces ellos ven la escena
repetida.
«¿Aún quieres regresar?», le
pregunta.
«Quiero regresar», contesta él.
«¿Por qué quieres regresar?»
«Porque quiero regresar».
«¿Y qué vas a hacer allí?»
«Lo voy a hacer mejor».
«¿Por qué quieres mejorar?»
« Porque quiero mejorar».
«Pues yo diría... Ve».
«Que así sea».
Mientras esta entidad está
haciendo la revisión de su vida, lo último que ve en su revisión es su deseo de
tener unas piernas más largas. Realmente quiere eso. Mientras piense en
términos de carne y hueso, ¿cuál será su próximo paso en la evolución? Unas piernas
más largas. ¿Estáis de acuerdo? Ahora, mientras él está haciendo su revisión de
la vida, ese mismo monstruo espantoso está persiguiendo a otro homínido, con la
excepción de que éste es un poco más inteligente. Es bastante inteligente. Ya
conoce al tipo que le persigue. Entonces, cuando empieza la carrera logra
despistar al Tyrannosaurus Rex con sus maniobras, pues él es un poco más
inteligente que el otro homínido y sus piernas son, además, un poco más largas;
aunque para mayor seguridad le gustaría que éstas fueran aún más largas. De
todas formas logra su objetivo y se esconde; es inteligente. La bestia estúpida
no puede verlo, y de esa forma consigue escapar.
Esa misma noche él regresa a su
cueva empapado en un sudor frío y le cuenta a su mujer la historia más
turbulenta que nunca hayas escuchado. Le cuenta paso por paso cómo pudo burlar
a la bestia heroicamente. Después, plenos de gozo, hacen el amor.
Ahora, con el gozo del acto
sexual, él le dará al vientre de su amante una semilla completamente nueva, y
esa semilla, su esperma, tendrá codificada la excitación que produjo ese día. Y
entonces un nuevo ser empieza a crecer dentro de ella. El niño va a ser una
evolución de sus padres basada en la experiencia que tuvieron los padres. Ahora
la copulación está ocurriendo aquí (primer plano), en medio del placer, y al
mismo tiempo tenemos una revisión espiritual de la vida que está sucediendo
aquí arriba (tercer plano). ¿Y dónde se encuentran los dos? Ciertamente en el
lecho, por supuesto, porque esta entidad, que acaba de pedir unas piernas más
largas, quiere regresar a la carne. Él es un dios, debe de adueñarse de la
experiencia. Que así sea. Entonces él será el niño, el dios que tomará el lugar
del niño en el vientre. Él ha creado su cuerpo. Va a nacer ahora, y algún día
va a tener que enfrentar a su rival de nuevo, pues ése es su deseo. ¿Y por qué
es éste su deseo? Porque él es un dios.
(1) De acuerdo con la cosmología
de Ramtha, hay siete planos de existencia que corresponden a los siete niveles
de conciencia y energía. Los siete niveles se crearon a través del proceso de
involución o el reflejo en sí mismo de la conciencia. El universo físico
corresponde al primer plano, el hertziano, el de la frecuencia de energía más
baja. El segundo plano corresponde a la conciencia social y la frecuencia
infra-roja; el tercer plano, al conocimiento consciente y la luz visible; el
cuarto plano, a la conciencia-puente y el azul ultravioleta; el quinto plano, a
la superconciencia y los rayos X; el sexto plano, a la hiperconciencia y los
rayos gamma, y el séptimo plano, a la ultraconciencia y a la frecuencia de
Infinito desconocido. Para una exposición detallada de los siete niveles de
Ramtha de conciencia y energía y el proceso de involución y evolución ver Ramtha,
Guía del iniciado para crear la realidad, edición corregida y aumentada
(Editorial Sin Límites 2002).
(2) Mente analógica es un estado
mental enfocado como en trance, donde los pensamientos se pueden manifestar en
la realidad.
(3) El tercer plano, el de la luz
visible, es donde toma lugar la revisión de la luz después de nuestra muerte.
Véase Revisión en la Luz en el Glosario.
Extracto de: Los orígenes de la
civilización humana – Ramtha
http://trabajadoresdelaluz.com.ar