Ramtha ~ Un descenso masivo de dioses y la evolución genética. II

Él no sabe que es un dios, pero lo es, y está equipado para serlo.

¿Por qué tendrá que enfrentar a la bestia de nuevo? Porque para poder hacer conocido lo desconocido, debe enfrentarse a su adversidad, y en el encuentro comprobar si realmente está preparado. Y así un día, cuando se ha convertido en un muchacho joven, alto y delgado, sobrepasando en altura a sus padres, la criatura llega al pueblo en medio de un gran estruendo y acaba con todo el mundo. Pero él comienza a correr enfrente de la bestia y empieza la persecución. ¿Qué creéis que va a pasar? Ciertamente se está cumpliendo el destino. El muchacho deja atrás a la bestia. ¿Y qué creéis que piensa cuando el monstruo tropieza y se cae? «Benditas sean estas piernas que tengo. ¡Que así sea!» Ahora, ¿va a seguir teniéndole miedo al Tyrannosaurus Rexl ¿Está preparado? ¿Lo está? ¿Qué tipo de descendencia traerá él al mundo? Entidades más inteligentes y con las piernas más largas. Date la vuelta y explícale a tu compañero lo que es la evolución genética. Podéis comenzar.(1)

Ahora, mi querida gente, hay esperanza. La esperanza que nos queda es que vosotros nunca más seréis un homínido, y que vais a mejorar. Nunca vais a empeorar, lo peor ya ha pasado. Pensad en esto por un momento: tenemos muchas capas de realidad que están ocurriendo en este plano simultáneamente. ¿Sabíais eso? Tenemos encarnaciones físicas que están sucediendo, y en las que cada generación sucesiva produce descendencia superior a la generación anterior. Así que tenemos un elemento creativo hermoso y maravilloso que está sucediendo aquí: el Hogar de los Dioses, que se está perpetuando y expandiendo. Y nosotros, vosotros y yo, fuimos los que pusieron esto en marcha.

Vosotros y yo somos los responsables de que nuestros cuerpos genéticos, en cada una de nuestras vidas, sean —y hayan sido— como son. Nosotros fuimos los responsables porque el cuerpo es el templo de un dios viviente. El dios viviente conoce siete niveles del paraíso, y con él ha traído el vínculo de esos siete niveles y tiene el poder de su propia divinidad. ¿ Qué es esa divinidad? La mente. Esa mente es superior a la materia. Y esa mente, en su estado más bruto y hermoso, cambia cualquier medio ambiente en el cual se encuentre presente. Ésa es la ley. Ahora, el cuerpo que tenéis hoy en día es el resultado de diez millones y medio de años de evolución desde que descendisteis sobre la Tierra. Y si vais a un museo y estudiáis algunos de los fósiles originales, encontraréis que ha habido una evolución en el ser humano. Y lo más dramático de esa evolución es el tamaño de su cerebro.

Al principio, cuando vosotros llegasteis aquí y ni siquiera sabíais lo que era un árbol, no necesitabais un cerebro muy grande. Lo que necesitabais eran unos ojos grandes y una frente dura. Pero al volveros mucho más sofisticados y mientras más usabais el cerebro para crear la realidad, éste se volvía más grande, a tal grado que —con un poco de ayuda por parte de vuestros hermanos mayores, que habían venido aquí antes que vosotros— el cerebro os ayudó a dar un salto en la evolución, al recibir de ellos su semilla genética, lo cual os llevó de las junglas hasta la civilización; y aunque aún no tenéis dominio sobre ésta, ya lo conseguiréis. Ahora la cavidad donde yace vuestro cerebro es mucho más grande de lo que solía ser. ¿Esto qué significa? Significa que vuestra capacidad para crear a este nivel es extra-ordinaria, y que vuestro dios tiene la habilidad de usar este cerebro para producir una mente tan capacitada como para crear el reino de los cielos aquí en la Tierra; en otras palabras, la iluminación.

Vosotros usáis menos de la décima parte de la capacidad de vuestro cerebro, menos de la décima parte. Ahora, no confundáis iluminación con intelecto, no son la misma cosa.

El intelecto es historia memorizada; no tiene nada que ver con la experiencia. La iluminación es experiencia, porque es evolutiva y no está estancada. Así, una persona que no esté iluminada, aunque sea inteligente, aún está usando solamente una décima parte de su cerebro. ¿Qué está pasando entonces con el resto? Está esperando a que suceda algo. ¿Y qué es ese algo? Que el dios despierte dentro de él y sepa lo que es, y que el cerebro esté preparado para que la totalidad de los siete cuerpos puedan actuar en uno solo.

La historia de la maestría y el proceso de convertirse en un Cristo es el desarrollo del cerebro humano para traer a Dios hasta la manifestación de la carne, para que no esté escondido, y que el poder de dominar el tiempo y el espacio que nosotros ya disfrutamos en el séptimo nivel, —cuando en el momento que teníamos un pensamiento, éste se manifestaba— una vez el dios esté anclado con todas sus facultades, pueda despertar su propio poder aquí, en el nivel más bajo de todos. Y el cerebro está especializado y desarrollado para facilitar ese poder. ¿Cómo lo hace? El cerebro hace mucho más que operar vuestro sistema digestivo y vuestro sistema cardiovascular; mucho más que guardar la memoria neurológica; mucho más que albergar una pequeña y voluble personalidad que además es testaruda. Puede albergar a un dios. Y la parte que no estás usando es la parte que empezará a trabajar cuando despiertes y sepas quién eres.

¿Cómo hará esto? Bueno, ¿recuerdas cuando te dije que podías visitar a tus familiares en el sexto nivel aunque tú estuvieras en el quinto? ¿Recuerdas que dije esto? ¿Y recuerdas que te dije que para poder hacer esto tú tendrías que dejar a un lado ese cuerpo y tomar uno nuevo? ¿Recuerdas? Entonces esos copos de nieve que cayeron antes que tú eran tus hermanos y hermanas sabios que comparten la gracia de Dios. Ellos son igual que tú, con la excepción de que han estado aquí más tiempo que cualquiera de vosotros. Y cuando ellos os dejaron su herencia genética —su genética— dejaron también una habilidad que ellos ya habían alcanzado. ¿Y cuál era esa habilidad? Que ellos habían creado un cerebro que pudiera facilitar una mente del séptimo nivel, y con ella ser capaces de manifestar ese tiempo del séptimo nivel estando en el nivel del tiempo lento.

¿Lo entiendes? En otras palabras, en lugar de tomar diez mil años para que el coco desarrolle una cascara que le permita ser vigoroso, un maestro —un dios en un cuerpo humano—, puede crearlo enfocando el tiempo que sea necesario para producir ese alineamiento de la mente analógica. Y este cerebro tiene esta capacidad. Ese fue el regalo de los dioses que vinieron antes que tú, para que tuvieras esa habilidad.

¿Y qué quiere esto decir realmente? Quiere decir que tú tienes dentro de ti el potencial de la inmortalidad aun manteniendo la conciencia de los siete niveles. ¿No sabes que ser un Cristo consiste en la realización del dios-hombre y el dios-mujer? Esto quiere decir que si tomamos a un simple ser humano —cualquiera de vosotros, joven o viejo, alto o bajo, adelantado o retrasado, no importa— y si despertamos el dios en ti, ese dios puede crecer hasta tal enormidad de poder que el cerebro puede entonces facilitar la totalidad de la mente de Dios. Y en esta vida, lo que os hubiera tomado millones de años en evolución genética y lineal, puede hacerse en el transcurso de una vida. Y si tenemos aquí arriba una entidad del séptimo nivel operando este cerebro, entonces esa entidad del séptimo nivel está más cerca de Punto Cero de lo que tú estás como personalidad humana, tratando con las circunstancias de un tiempo que aquí es tan lento.

Más aún, cuando el dios despierta en ti, el cuerpo, como regalo de tus antepasados, tiene no sólo la capacidad de detener el proceso de envejecimiento, sino también un generador en su interior que a través del cerebro y el sistema nervioso puede producir que cada célula en tu cuerpo vibre tan rápidamente que este cuerpo tuyo nacido en la frecuencia hertziana, pueda verdaderamente vibrar y resonar en la frecuencia azul ultravioleta. Así, tú nunca tienes que morir de nuevo para poder tener esa experiencia, ¿lo entiendes?

Ahora, las personas iluminadas se dicen a sí mismos: «Yo sé que no he vivido solamente una vez, porque eso no tiene lógica para mí. Tendría sentido si yo fuera un experimento en un laboratorio de algún dios sin sentimiento, que simplemente me diera un poco de vida y después me execrara por mis faltas. Pero no creo que sea así: yo soy ese ser. Se me ocurre que la razón por la que no puedo recordar, aunque yo sé que he vivido numerosas vidas, es que estoy tratando de recordarlas con un cerebro que nació únicamente en esta vida. El cerebro que tengo hoy no es el que tuve hace quinientos años. Y si la facultad de la memoria está conectada a través del hipotálamo para controlar una red neuronal específica en la frecuencia de mis ondas cerebrales, entonces la memoria que tuve hace quinientos años no puede estar aquí arriba. Pero mis memorias están en algún lugar. Por eso, aunque no puedo acordarme, yo sé que he vivido, porque eso le da propósito y dignidad a mi vida.

Y si yo sé eso, entonces mi memoria yace en algún lugar, y ciertamente yo debo tener esa facultad y ser capaz de rememorarla. Quizás esté en mi subconsciente. Quizás ellos tengan razón, puede que tenga un alma. Pero puede que el alma no sea una cualidad divina y religiosa sino más bien una computadora que archiva todo lo que yo siempre hice por el simple motivo de estar informado sobre todo lo que he hecho conocido y he llevado de regreso a Dios. Entonces, digamos que mi alma guarda todas las memorias. ¿Pero dónde está mi alma? Mi alma no puede estar en mi cabeza. Y si estuviera en la base de mi glándula pineal, y si mi glándula pineal está realmente en control de la serotonina y la melatonina, y simplemente es una planta de elaboración de químicos, ¿por qué querría mi alma vivir allí? Debe de estar en algún otro lugar, pero sé que está muy cerca. Y si está cerca, ¿por qué no sé dónde está?».

Bueno, y si vosotros fuerais verdaderamente unos iluminados, entonces os diríais: «Si conciencia y energía crean la naturaleza de la realidad, y si lo que yo guardo aquí arriba (en el lóbulo frontal) como deseo afecta verdaderamente el mundo invisible de energía, entonces, déjame pensar por un momento. Mi vida, tal como la he conocido hasta este momento, ha sido en verdad exactamente igual a lo que yo he esperado que sea, porque yo la creé. Oh, yo lo hice todo. Sufrí porque quería sufrir e hice de mis amigos los tiranos. Yo hice eso. Le eché la culpa a mi madre por mi condición genética. Pero, ¿por qué debería yo culpar a mi madre de mi condición genética? Después de todo, ¿no es mi condición genética igual a mi evolución espiritual? Debería serlo. Entonces, yo he estado ciertamente creando mi realidad durante toda mi vida, y yo la he creado basándome en mi doctrina. Si esto es verdad, lo único que tendría que hacer sería involucrarme emocional y apasionadamente en el sueño.

Y digamos que el sueño es que quiero conocer mi alma. Entonces, si yo soy Dios, todo lo que tengo que hacer es contemplarla singular, tranquila y apa-sionadamente. Y si realmente soy Dios, mi alma debería revelarse ante mí, y mi cerebro tener la facultad de interpretar para mí lo que él no sabía antes. Pero una vez éste sabe algo, nunca lo olvidará. Ahora yo ya no quiero morir nunca más, por que me he dado cuenta de que beber las aguas encantadoras de la muerte no es sino una referencia a ese lugar del que yo ya conozco todo. Pero yo vivo fascinado con mi cuerpo, y el lugar que habito, y sé que lo estoy porque estoy pensando todo el tiempo en él, y pienso en el rostro de mi amante, y también en sus genitales. Pienso en mi propio rostro, en mi estomago. Pienso en lo que voy a comer, en como me voy a ver. Pienso en el lugar donde voy a vivir y como me voy a ganar la vida. Ciertamente paso tanto tiempo pensando en este lugar que no me extraña que no tenga otro lugar a donde ir».

¿Lo entendéis? «Y si yo soy Dios, bueno, creo que yo mismo me he metido en una encrucijada, ¿no es cierto? No me extraña que cada vez que mi cuerpo ha muerto —esas miles de veces que tuvo que hacerlo—, esa parte mía que lo reconocía tuvo que olvidarlo cuando regresé de nuevo a otro cuerpo, porque el cuerpo al que yo estaba regresando no sabía absolutamente nada de lo que yo fui una vez. Y todo lo que me importaba era mi próximo cuerpo, el próximo abrazo, el próximo encuentro sexual, la próxima fiesta, la próxima copa de vino, la próxima historia exitosa, la próxima bolsa llena de dinero. Eso es todo lo que pienso. De este modo me he dado cuenta que no ha sido Dios el que ha evitado que yo me conozca a mí mismo, sino que yo mismo lo he olvidado por elección propia. Y sigo regresando y naciendo de nuevo, y sigo viniendo a esos cuerpos en los que tengo que aprender a caminar de nuevo, y tengo que aprender a hacer funcionar el cuerpo de nuevo.

Dios mío, tú pensarás que ya es hora de que haya dominado todo esto, pero no, y es porque hay algo que aún me falta. Yo no sé que nunca fue necesario morir, pero ahora estoy empezando a sospechar que soy capaz de seguir viviendo, porque lo que yo no quiero hacer otra vez es morir y olvidar. No quiero volver a morir nunca más, y no acordarme de ti, ni poder recordar este momento y esta hermosa puesta de sol, y la dulzura de todo lo que hemos compartido hoy. Yo no quiero olvidar eso nunca más. Entonces depende únicamente de mí el poder acordarme de todo».

Pero el yo que está deseando esto es diferente al yo que habita en el cuerpo, que necesita descanso y su comida, sus éxitos y sus fracasos, sus enfermedades y cosas de qué quejarse.

«Entonces, si yo estuviera realmente iluminado, sabría que si fuera capaz de manifestar la jornada de mi alma, tendría también el poder de manifestar mi memoria para que nunca más me fallara y para que nunca más me olvidara de ti. Yo tengo la capacidad para hacer eso».

¿Quién puede decir —de los que viven en este plano— que conocen exactamente cómo funciona el cerebro? Yo os aseguro que tal persona no existe; lo único que tenemos son conjeturas y lo que la ciencia nos dice. Pero nadie sabe donde está ese espacio sereno en el cerebro. Más aún, ellos ni siquiera han llegado a separar el cerebro de la conciencia.

Y después tenemos este otro problemita: la mente. ¿Es la mente lo mismo que la conciencia o ésta pertenece al cerebro? ¿O quizá el cerebro pertenece a la conciencia y la mente quedaría fuera de ambas? ¿Cómo funciona todo esto? Quizá funcione de esta manera: si tú eres un ser espiritual, entonces eres la conciencia que fluye hacia un cerebro que fue genéticamente construido para ti. El flujo de esa conciencia es de alguna manera como un río de luz que hace que las bujías produzcan la chispa. Y las bujías producen su chispa solamente si están de acuerdo con su destino genético. Todo lo que el cerebro piensa está produciendo el fenómeno llamado mente. De este modo, mi mente es el resultado de conciencia y energía en un cerebro humano que está creando pensamiento holográfico. Y esto es así simplemente porque el pensamiento es el observador que da vida a la energía y hace que el coco pueda flotar en el océano. ¿Lo entiendes?

Ahora, vuestra jornada —y quiero dejaros con esto esta noche—, la jornada de la persona espiritual es un poco diferente a la jornada de la persona física. Cuando tú vienes y me dices: «Deseo conocer al señor Dios de mi ser, y en verdad deseo conocer a Dios, amar a Dios y ser amado por Dios; deseo conocer el poder que habita en mí más que ninguna otra cosa, es lo más importante en mi vida», entonces tú has dicho las primeras palabras que salen de la boca de un estudiante, el deseo de la Gran Obra. La Gran Obra no consiste en hacer de ti un éxito en el campo físico, sino en hacerte un Dios espiritual que además es eterno.

Esta noche quiero que penséis que habéis vivido millones de vidas, no una, ni dos ni tres, como alguien os ha dicho. Y no sólo tuviste una vida que fue espectacular, sino que tuviste muchas de ellas. Pero lo que tú eres hoy es simplemente equiparable a lo que fueron tus vidas en el pasado. Aún te queda mucho camino por recorrer. ¿Qué vas a hacer con esto? Si tú eres Dios, deberías saber más. Más aún, si eres Dios tus prioridades deberían cambiar. Si tú eres el observador que la ciencia te dice ser , entonces eres un ser extraordinario, tan extraordinario que puedes tomar un cuerpo perfectamente sano y enfermarlo al día siguiente. Sois tan extraordinarios que podéis concebir un niño en el vientre a partir de la semilla de los genitales. Sois tan extraordinarios que podéis entrar a una habitación llena de plantas que ni siquiera hablan, y si estáis de un humor detestable, conseguir que las flores que emanan perfume se marchiten y se caigan, porque nada debería estar feliz a vuestro alrededor. Así de poderosos sois.


(1) La articulación en voz alta de la lección aprendida dirigida a un compañero o a uno mismo es una característica del estilo de enseñanza de Ramtha. Esta técnica ayuda a integrar y recordar la lección aprendida.


Extracto de: Los orígenes de la civilización humana - Ramtha



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