En Occidente, y a lo largo de la edad adulta, la conciencia se concentra muy intensamente en un área específica de actividad y de manipulación física. Desde la infancia se entrena a la mente para que utilice sus cualidades argumentativas y selectivas por encima de todas las demás. Se permite el fluir de la creatividad sólo a través de ciertos canales sumamente limitados y aceptados.
Cuando una persona se hace mayor -y se jubila, por ejemplo-, aquello en que se enfocaba esa clase particular de concentración ya no está tan inmediatamente disponible. La mente se convierte más en "ella misma", es más libre de utilizar sus facultades, se le permite divagar por zonas antes restringidas, asimilar, reconocer y crear.
Cuando una persona se hace mayor -y se jubila, por ejemplo-, aquello en que se enfocaba esa clase particular de concentración ya no está tan inmediatamente disponible. La mente se convierte más en "ella misma", es más libre de utilizar sus facultades, se le permite divagar por zonas antes restringidas, asimilar, reconocer y crear.
Pero, precisamente en este momento, se le dice al individuo que tenga cuidado con estas divagaciones, y que considere este tipo de comportamiento como un síntoma de deterioro mental. Los que sigan creencias colectivas verán que su propia imagen ha cambiado. Temen que su edad, o su existencia en el tiempo, los ha traicionado. Se ven como un despojo, como la pálida sombra del ser que fueron, y en su sistema de juicios de valor se condenan por el hecho de su existencia continuada en el tiempo. Si alguna vez lo hicieron, ya no confían en la integridad de su cuerpo. Empiezan a representar un drama en un guión escrito por otras personas, que han aceptado.
Quizá no parezca haber relación entre esa situación y vuestras creencias sobre el color, pero las dos están íntimamente relacionadas.
Equiparais el color blanco a una conciencia brillante, a lo bueno y la juventud, y el color negro a lo inconsciente, la vejez y la muerte.
En este sistema de valores se teme a las razas negras, al igual que se teme a la vejez. Los negros se consideran seres primitivos. Se les atribuyen facultades musicales creativas, por ejemplo, pero durante mucho tiempo la suya fue una actividad «marginal»: creaban piezas musicales aceptables, pero éstas no se admitían en las salas de conciertos de la respetable nación.
En vuestra sociedad, por tanto, la raza negra ha representado lo que consideráis como las partes del ser caóticas, primitivas, espontáneas, salvajes e inconscientes, la parte baja del «ciudadano norteamericano hecho y derecho».
A los negros se los oprimía, por un lado, y por otro se los trataba indulgentemente como niños. Siempre hubo un gran temor de que los negros, como raza, sobrepasaran sus límites -que si se les daba la mano se cogiesen el brazo, por así decirlo- simplemente porque los blancos temían muchísimo la naturaleza del ser interior, y reconocían el poder que trataban tan desesperadamente de sofocar en sí mismos.
Las naciones, al igual que las personas, pueden tener una personalidad escindida algunas veces. De modo que había un toma y daca en el que los negros expresaban ciertas tendencias para el país, mientras que los blancos manifestaban otras características.
Ambos grupos aceptaron su papel. En términos generales, naturalmente, cada uno perteneció a otras razas en otros momentos y lugares; o, para ser más exactos, en las existencias simultáneas uno desempeña el papel del otro.
Aplicado a la vejez, el color negro denota un regreso a esas fuerzas inconscientes. Ahora bien, todo esto es desde el punto de vista de las creencias norteamericanas y occidentales, y es la realidad en que muchos de mis lectores están implicados. En otros sistemas de creencias más «marginales», no obstante, el negro se considera un símbolo de gran conocimiento, poder y fortaleza. Cuando esto se lleva a un extremo, se acaba en sectas satánicas, en las cuales los poderes pobremente entendidos de la creatividad y la exuberancia se desatan de una forma distorsionada; se glorifica la «parte baja» de la conciencia a expensas de los otros valores, blancos, «conscientes y objetivos».
Pero tanto en un sistema como en el otro se niega a los ancianos su poder único, su sabiduría y fortaleza, y de ese modo se resiente la civilización y los individuos que la componen.
Todo esto está relacionado también con vuestras creencias sobre los estados de vigilia y sueño: el blanco se relaciona con el día, y el negro con el estado de sueño. Aquí, de nuevo, se encuentra la antigua asociación entre el Dios de la Luz y el Príncipe de las Tinieblas o Satán, distinciones realizadas en diversos niveles de desarrollo, y que tienen que ver con la naturaleza del origen de la conciencia presente.
A lo largo de los siglos, las filosofías alternativas han tratado de unir los dos conceptos, pero por lo general pasaban de un extremo a otro cuando combatían las ideas imperantes. En algunas de estas filosofías, por ejemplo, la luz del sol se considera pálida en comparación con la verdadera brillantez del conocimiento que ilumina el estado de sueño, y el negro es el símbolo del conocimiento secreto que no puede descubrirse con la conciencia normal ni examinarse a la luz del día.
Aquí hallamos historias de magos negros, y una vez más la vejez entra en escena, de modo que las leyendas de ancianos y ancianas sabios forman parte del folclore. La muerte se considera en función de los juicios de valor sobre el bien y el mal y lo negro y lo blanco, y la aniquilación de la conciencia se percibe como negra y su resurrección como blanca.
La luz de la iluminación se experimenta como blanca, aunque a menudo parece delinear la oscuridad del alma, o resplandecer en la luz de la noche.
De modo que, según vuestros términos de referencia, los dos conceptos son mutuamente dependientes, pero sus connotaciones varían según vuestras creencias.
En muchas civilizaciones antiguas se honraba la noche con su oscuridad, y se exploraban los secretos de la conciencia nocturna. Pero había una correlación, pues ese conocimiento se empleaba conscientemente durante el día. Los dos aspectos aparentemente separados de la conciencia convergían, y de ese modo floreció un arte y una civilización que a vosotros os resultarían casi inconcebibles. En estas civilizaciones se concebía su lugar a cada raza, dichosamente, y se respetaba a todas las personas, cualquiera que fuera su edad, por su particular contribución.
Así pues, en estas sociedades no se aplicaban los juicios de valor limitados a los que me he referido. Los individuos -o las razas- no tenían que adoptar ciertos papeles específicos ni representar diversas porciones del conjunto de características de la humanidad; a cada persona se le permitía ser única, con todo lo que ello implicaba.
Esto no significa que la humanidad haya caído de ese estado de gracia a otro inferior. Lo que significa es que habéis elegido diversificar funciones y facultades, aislarlas, por así decirlo, con el fin de aprender y comprender e incluso desarrollar sus peculiares naturalezas.
Hay formas de asimilar el conocimiento interno, los valores opuestos de luz y oscuridad, bueno y malo, juventud y vejez, y de utilizar estos criterios para enriquecer la experiencia de una manera práctica. Al hacerlo no sólo mejoraréis vosotros y la sociedad, sino el mundo en general. También reconoceréis el estado de gracia en el que debéis existir. Examinemos con más detalle algunas de estas formas.
Se debe tratar de relacionar los aspectos aparentemente distintos de la experiencia, combinar las ideas de luz y oscuridad, de conciencia e inconsciencia, etc., no sólo en la experiencia privada sino también en la colectiva.
Tal como se mencionó tiempo atrás, hacéis grandes distinciones entre vuestros estados de vigilia y de sueño. Los diferenciáis claramente y hacéis muy pocos esfuerzos para relacionarlos. Muchos de vosotros no estáis dispuestos a alterar vuestras horas de sueño, debido a obligaciones de trabajo. Pero algunos podríais hacerlo, y los que estén realmente interesados en intentarlo pueden lograr al menos cierta variación de vez en cuando, lo cual les permitirá conectar sus actividades de sueño y vigilia con mucha más eficacia.
Quien lo intente verá que variarlo un poco le será beneficioso. Sugiero dormir unas seis horas corridas, y no más. Si todavía se siente la necesidad de descansar más, se puede añadir una cabezadita de un máximo de dos horas.
Muchas personas descubrirán que con cinco horas de sueño ya tienen suficiente, y que echan una cabezada cuando tienen ganas. Lo ideal es dormir cuatro horas, y reforzarlo con las cabezadas que se sientan necesarias.
De este modo no se producen las grandes divisiones artificiales creadas entre los dos estados de conciencia. La mente consciente es más capaz de recordar y asimilar su experiencia de sueño, y durante el sueño el ser puede emplear su experiencia de vigilia más eficientemente.
Estas pautas de conducta suelen darse naturalmente en los ancianos; pero, cuando se despiertan de forma espontánea al cabo de cuatro horas de sueño, se consideran insomnes debido a sus creencias, y por tanto no pueden utilizar su experiencia adecuadamente. Tanto lo consciente como lo inconsciente funcionarían mucho más eficientemente con un horario más breve de sueño, y para las personas que realizan trabajos «creativos» esto supondría un incremento de su intuición y conocimiento aplicado.
Los que sigan esta conducta natural sentirán una mayor estabilidad interna. Dentro de las pautas generales que he mencionado, cada uno debe establecer su propio ritmo en particular, y quizá necesite experimentar un poco hasta saber cuál es el equilibrio máximo. Pero el flujo de vitalidad se verá reforzado.
Es cierto que esas pautas se modificarán por sí solas en ciertos momentos de la vida. Al seguir vuestro propio ritmo, se sucederán de forma natural períodos más largos o más cortos. Vuestra conciencia, tal como la entendéis, se expandirá mediante estas prácticas. Por lo general, los períodos de sueño de ocho horas o más, no son beneficiosos, ni tampoco le son naturales a la especie.
Hay una reacción química de «toma y daca» o, mejor dicho, unos ritmos químicos de reacciones, que son mucho más eficaces en los períodos cortos de sueño. Muchos de vosotros dormís en momentos que deberían ser los de vuestra mayor creatividad y actitud alerta, donde lo consciente y lo inconsciente se concentran hermosamente en una unidad. La mente consciente suele dejarse llevar por el sueño justo cuando podría sacar el mayor provecho del material inconsciente, y ser capaz de desenvolverse mucho mejor en la realidad que conocéis. En estos casos la mente consciente ve claramente la belleza e iluminación del estado de sueño, y puede utilizarlas para enriquecer la vida física. Los contrastes en vuestra experiencia se os aparecerán entonces en una clara unidad.
Os deseo unas muy buenas noches, y sugiero que "probéis" algunas de estas ideas. Os sorprenderéis.
SESIÓN 650
Extracto de Habla Seth III
A través de Jane Roberts
Quizá no parezca haber relación entre esa situación y vuestras creencias sobre el color, pero las dos están íntimamente relacionadas.
Equiparais el color blanco a una conciencia brillante, a lo bueno y la juventud, y el color negro a lo inconsciente, la vejez y la muerte.
En este sistema de valores se teme a las razas negras, al igual que se teme a la vejez. Los negros se consideran seres primitivos. Se les atribuyen facultades musicales creativas, por ejemplo, pero durante mucho tiempo la suya fue una actividad «marginal»: creaban piezas musicales aceptables, pero éstas no se admitían en las salas de conciertos de la respetable nación.
En vuestra sociedad, por tanto, la raza negra ha representado lo que consideráis como las partes del ser caóticas, primitivas, espontáneas, salvajes e inconscientes, la parte baja del «ciudadano norteamericano hecho y derecho».
A los negros se los oprimía, por un lado, y por otro se los trataba indulgentemente como niños. Siempre hubo un gran temor de que los negros, como raza, sobrepasaran sus límites -que si se les daba la mano se cogiesen el brazo, por así decirlo- simplemente porque los blancos temían muchísimo la naturaleza del ser interior, y reconocían el poder que trataban tan desesperadamente de sofocar en sí mismos.
Las naciones, al igual que las personas, pueden tener una personalidad escindida algunas veces. De modo que había un toma y daca en el que los negros expresaban ciertas tendencias para el país, mientras que los blancos manifestaban otras características.
Ambos grupos aceptaron su papel. En términos generales, naturalmente, cada uno perteneció a otras razas en otros momentos y lugares; o, para ser más exactos, en las existencias simultáneas uno desempeña el papel del otro.
Aplicado a la vejez, el color negro denota un regreso a esas fuerzas inconscientes. Ahora bien, todo esto es desde el punto de vista de las creencias norteamericanas y occidentales, y es la realidad en que muchos de mis lectores están implicados. En otros sistemas de creencias más «marginales», no obstante, el negro se considera un símbolo de gran conocimiento, poder y fortaleza. Cuando esto se lleva a un extremo, se acaba en sectas satánicas, en las cuales los poderes pobremente entendidos de la creatividad y la exuberancia se desatan de una forma distorsionada; se glorifica la «parte baja» de la conciencia a expensas de los otros valores, blancos, «conscientes y objetivos».
Pero tanto en un sistema como en el otro se niega a los ancianos su poder único, su sabiduría y fortaleza, y de ese modo se resiente la civilización y los individuos que la componen.
Todo esto está relacionado también con vuestras creencias sobre los estados de vigilia y sueño: el blanco se relaciona con el día, y el negro con el estado de sueño. Aquí, de nuevo, se encuentra la antigua asociación entre el Dios de la Luz y el Príncipe de las Tinieblas o Satán, distinciones realizadas en diversos niveles de desarrollo, y que tienen que ver con la naturaleza del origen de la conciencia presente.
A lo largo de los siglos, las filosofías alternativas han tratado de unir los dos conceptos, pero por lo general pasaban de un extremo a otro cuando combatían las ideas imperantes. En algunas de estas filosofías, por ejemplo, la luz del sol se considera pálida en comparación con la verdadera brillantez del conocimiento que ilumina el estado de sueño, y el negro es el símbolo del conocimiento secreto que no puede descubrirse con la conciencia normal ni examinarse a la luz del día.
Aquí hallamos historias de magos negros, y una vez más la vejez entra en escena, de modo que las leyendas de ancianos y ancianas sabios forman parte del folclore. La muerte se considera en función de los juicios de valor sobre el bien y el mal y lo negro y lo blanco, y la aniquilación de la conciencia se percibe como negra y su resurrección como blanca.
La luz de la iluminación se experimenta como blanca, aunque a menudo parece delinear la oscuridad del alma, o resplandecer en la luz de la noche.
De modo que, según vuestros términos de referencia, los dos conceptos son mutuamente dependientes, pero sus connotaciones varían según vuestras creencias.
En muchas civilizaciones antiguas se honraba la noche con su oscuridad, y se exploraban los secretos de la conciencia nocturna. Pero había una correlación, pues ese conocimiento se empleaba conscientemente durante el día. Los dos aspectos aparentemente separados de la conciencia convergían, y de ese modo floreció un arte y una civilización que a vosotros os resultarían casi inconcebibles. En estas civilizaciones se concebía su lugar a cada raza, dichosamente, y se respetaba a todas las personas, cualquiera que fuera su edad, por su particular contribución.
Así pues, en estas sociedades no se aplicaban los juicios de valor limitados a los que me he referido. Los individuos -o las razas- no tenían que adoptar ciertos papeles específicos ni representar diversas porciones del conjunto de características de la humanidad; a cada persona se le permitía ser única, con todo lo que ello implicaba.
Esto no significa que la humanidad haya caído de ese estado de gracia a otro inferior. Lo que significa es que habéis elegido diversificar funciones y facultades, aislarlas, por así decirlo, con el fin de aprender y comprender e incluso desarrollar sus peculiares naturalezas.
Hay formas de asimilar el conocimiento interno, los valores opuestos de luz y oscuridad, bueno y malo, juventud y vejez, y de utilizar estos criterios para enriquecer la experiencia de una manera práctica. Al hacerlo no sólo mejoraréis vosotros y la sociedad, sino el mundo en general. También reconoceréis el estado de gracia en el que debéis existir. Examinemos con más detalle algunas de estas formas.
Se debe tratar de relacionar los aspectos aparentemente distintos de la experiencia, combinar las ideas de luz y oscuridad, de conciencia e inconsciencia, etc., no sólo en la experiencia privada sino también en la colectiva.
Tal como se mencionó tiempo atrás, hacéis grandes distinciones entre vuestros estados de vigilia y de sueño. Los diferenciáis claramente y hacéis muy pocos esfuerzos para relacionarlos. Muchos de vosotros no estáis dispuestos a alterar vuestras horas de sueño, debido a obligaciones de trabajo. Pero algunos podríais hacerlo, y los que estén realmente interesados en intentarlo pueden lograr al menos cierta variación de vez en cuando, lo cual les permitirá conectar sus actividades de sueño y vigilia con mucha más eficacia.
Quien lo intente verá que variarlo un poco le será beneficioso. Sugiero dormir unas seis horas corridas, y no más. Si todavía se siente la necesidad de descansar más, se puede añadir una cabezadita de un máximo de dos horas.
Muchas personas descubrirán que con cinco horas de sueño ya tienen suficiente, y que echan una cabezada cuando tienen ganas. Lo ideal es dormir cuatro horas, y reforzarlo con las cabezadas que se sientan necesarias.
De este modo no se producen las grandes divisiones artificiales creadas entre los dos estados de conciencia. La mente consciente es más capaz de recordar y asimilar su experiencia de sueño, y durante el sueño el ser puede emplear su experiencia de vigilia más eficientemente.
Estas pautas de conducta suelen darse naturalmente en los ancianos; pero, cuando se despiertan de forma espontánea al cabo de cuatro horas de sueño, se consideran insomnes debido a sus creencias, y por tanto no pueden utilizar su experiencia adecuadamente. Tanto lo consciente como lo inconsciente funcionarían mucho más eficientemente con un horario más breve de sueño, y para las personas que realizan trabajos «creativos» esto supondría un incremento de su intuición y conocimiento aplicado.
Los que sigan esta conducta natural sentirán una mayor estabilidad interna. Dentro de las pautas generales que he mencionado, cada uno debe establecer su propio ritmo en particular, y quizá necesite experimentar un poco hasta saber cuál es el equilibrio máximo. Pero el flujo de vitalidad se verá reforzado.
Es cierto que esas pautas se modificarán por sí solas en ciertos momentos de la vida. Al seguir vuestro propio ritmo, se sucederán de forma natural períodos más largos o más cortos. Vuestra conciencia, tal como la entendéis, se expandirá mediante estas prácticas. Por lo general, los períodos de sueño de ocho horas o más, no son beneficiosos, ni tampoco le son naturales a la especie.
Hay una reacción química de «toma y daca» o, mejor dicho, unos ritmos químicos de reacciones, que son mucho más eficaces en los períodos cortos de sueño. Muchos de vosotros dormís en momentos que deberían ser los de vuestra mayor creatividad y actitud alerta, donde lo consciente y lo inconsciente se concentran hermosamente en una unidad. La mente consciente suele dejarse llevar por el sueño justo cuando podría sacar el mayor provecho del material inconsciente, y ser capaz de desenvolverse mucho mejor en la realidad que conocéis. En estos casos la mente consciente ve claramente la belleza e iluminación del estado de sueño, y puede utilizarlas para enriquecer la vida física. Los contrastes en vuestra experiencia se os aparecerán entonces en una clara unidad.
Os deseo unas muy buenas noches, y sugiero que "probéis" algunas de estas ideas. Os sorprenderéis.
SESIÓN 650
Extracto de Habla Seth III
A través de Jane Roberts
http://www.trabajadoresdelaluz.com.ar
24 de Noviembre 2017