Pocas personas hacen la
conexión entre la forma en que los criaron sus padres y sus problemas
emocionales actuales. Es un punto ciego muy común, ya que no pueden visualizar
la magnitud del impacto entre la relación con sus padres y su vida
interpersonal.
A lo largo de 18 años como
psicólogo clínico y psicoterapeuta he atendido a cientos de pacientes con
serios problemas de autoestima y de interrelación personal que
tienen su origen en una relación de abuso con sus padres. Fueron golpeados por
sus padres, fueron víctimas de burlas o de bromas pesadas por parte de ellos,
sufrieron algún tipo de abuso sexual, tuvieron que cargar con una
responsabilidad con la que no podían lidiar, o bien, simplemente fueron
sobreprotegidos al punto de haber sido castrados emocionalmente.
Cuando somos niños, nuestros
padres representan todo para nosotros. Nuestra estabilidad emocional
depende de ellos al 100 por ciento. Intuimos que sin ellos nos encontraremos
solos, sin ningún tipo de cuidado, sin amor, viviendo un estado constante de
miedo, desvalidos; somos totalmente conscientes que dependemos de ellos, pues
proveen todo lo que necesitamos.
Quienes no tuvimos la fortuna
de crecer en una familia funcional (es decir, aquella en donde alguno o ambos
de los padres es tóxico), tenemos un doble trabajo qué hacer para fortalecer la
autoestima y sentirnos capaces de ser amados y respetados. Los que pertenecimos
a una familia disfuncional, tenemos mayor probabilidad de desarrollar conductas
autodestructivas y de hacernos daño o lastimar a quienes amamos, ya
que aprendimos que merecíamos ser constantemente castigados y rechazados.
Aprendimos que el amor dependía
de nuestro comportamiento y en muchos casos, nunca tuvimos claro lo que se
esperaba de nosotros. Aprendimos que el amar era lastimar y sufrir, ignorar y
rescatar, controlar y abusar. Por eso también tenemos mayor probabilidad de
establecer dinámicas disfuncionales de relación interpersonal.
Cómo influyen los padres
tóxicos en tu vida
Aunque seremos totalmente
responsables de nuestra vida en la edad adulta, la verdad es que nuestra capacidad
para mantener relaciones sanas dependerá de lo aprendido en nuestra
familia de origen. Ahí aprendimos a relacionarnos, a enojarnos, a manipular, a
manejar el conflicto, a defendernos y a generar un concepto de unión, lealtad y
cohesión, a perdonar, a guardar resentimientos, a ser agresivos pasivos, a ser
amorosos…
¿Qué sucede cuando un padre es
inconsistente en sus afectos? ¿Qué pasa cuándo es impredecible e irracional?
¿Qué ocurre cuándo se comporta de manera infantil e impulsiva? ¿Qué se genera
cuándo el blanco de su agresión es su hijo? ¿Qué ocasiona el que de dobles
mensajes en su comunicación? ¿Qué pasa cuando es violento e injusto? El niño se
siente confundido, temeroso, inseguro y culpable. Un padre impredecible,
irracional e inmaduro genera el mismo pánico que generaba en los antiguos la
idea de que el dios de la lluvia mandaría una tormenta para descargar su ira.
Es increíble cómo un
padre tóxico puede marcar negativamente la vida de un ser humano. La
salud de una familia radica en gran medida en la salud de quienes la fundaron, de
quienes decidieron formarla. Por eso, cuando un hijo se desarrolla en una
familia tóxica se limita su capacidad de sentirse merecedor de amor y sobre
todo, es incapaz de brindarse a sí mismo y a los demás seguridad y afecto
incondicional.
En este tipo de familias se
desarrollan muestras de cariño disfuncionales, que lastiman y que
provocan angustia. Cuando un hijo de padres tóxicos crece, repite los patrones
que vivió en su infancia ya que es lo que aprendió. Busca desesperadamente ser
amado y brindar amor, pero lo hace de la misma manera en la que fue herido;
lastimándose a sí mismo y lastimando a los demás.
Cómo te sientes cuando tuviste
padres tóxicos
Cuando tuviste un padre tóxico,
tiendes a establecer relaciones tóxicas en la adultez.
El problema con esto, es que a
pesar de que tu infancia quedó atrás, sigues viviendo como lo aprendiste a
hacerlo cuando eras pequeño, con altos niveles de ansiedad, pues ante todo,
tenías que lograr tu “supervivencia”.
Nunca has aprendido a
relajarte, a confiar en que todo estará bien. Sigues con la necesidad de
controlar todas las variables posibles, (aunque irónicamente no haya más
incierto que la vida misma). Te cuesta mucho confiar en ti y en lo que eres
capaz de lograr, no te sientes merecedor del éxito ni de la felicidad. No
permites que los demás se preocupen por ti y te apoyen, pues sientes que te
cobrarán una “factura” o que estarás en deuda con ellos eternamente…
Es difícil que realmente seas
totalmente honesto con los más cercanos, ya que aprendiste que en cualquier
momento te podrían traicionar, y a pesar de ser adulto y no depender de tus
padres, te cuidas como si ellos fueran omnipresentes y te pudieran seguir
observando, juzgando y lastimando en todo momento.
Reconocer el legado de
una infancia tóxicaes el primer paso para poder liberarnos de esta
carga y comenzar a aprender a ser felices…
Por Joseluis Canales
Colaboración especial para
iMujer México
CORTESÍA: GRUPO PLANETA
Joseluis Canales “Dado” nació
en la Ciudad de México en 1972. Es psicólogo clínico y psicoterapeuta; se ha
especializado en tanatología, intervención en crisis, trastornos depresivos y
de ansiedad., psicotrauma y trastorno de estrés post-traumático, suicidio,
automutilación, adicciones y trastornos de alimentación. Además es dramaturgo y
apasionado actor de teatro. Tiene 18 años de experiencia laboral como
psicoterapeuta en consulta privada. Es autor del libro Suicidio: decisión
definitiva al problema temporal, publicado en 2013.