Seth - Descubriréis que sois realmente individuos valiosos.

Si tenéis respeto y amor hacia vosotros mismos, confiaréis en vuestra propia dirección.

Aceptaréis vuestra posición actual, sea cual sea, como parte de esa dirección, y comprenderéis que en ella disponéis de todos los elementos creativos que necesitáis. Si sois vosotros mismos y confiáis en vuestra propia integridad, automáticamente ayudaréis a otros. De nada sirve que os digáis «Soy una persona digna; confío en mí y en mi integridad», si al mismo tiempo teméis vuestras propias emociones y os perturba descubrir en vosotros lo que consideráis como una estructura mental negativa.
Así como los amantes pueden ver lo «ideal» en sus amados y a la vez ser perfectamente conscientes de ciertos defectos, ciertas desviaciones de lo ideal, también vosotros, si os amáis, podéis comprender que lo que veis como imperfecciones son en realidad intentos de devenir más completos. No podéis amaros si odiáis las emociones que experimentáis; pues, aunque no sois vuestras emociones, os identificáis tanto con ellas que al odiarlas os estáis odiando a vosotros mismos.

Utilizad vuestra mente consciente y su lógica. Si descubrís que os sentís indignos, no intentéis adoptar una creencia más positiva que oculte la anterior. En lugar de ello, averiguad las razones de la primera creencia. Si aún no lo habéis hecho, anotad vuestros pensamientos sobre vosotros mismos. Sed totalmente sinceros. ¿Qué le diríais a otra persona que acudiera a vosotros con las mismas razones?

Examinad lo que habéis escrito y buscad el sistema de creencias implícito. Hay una gran diferencia entre creer que uno es indigno y ser realmente indigno.

Escribid luego una lista de vuestras capacidades y logros. Incluid en ella cosas tales como llevarse bien con la gente, ser atractivo, ser bueno con las plantas y los animales, ser un buen carpintero o cocinero. Debéis anotar cualquier talento o logro con la misma sinceridad con que antes apuntasteis los más minúsculos «defectos».

No existe ningún ser humano que no posea capacidades creativas propias, logros y buenas características, así que, si seguís estas instrucciones, descubriréis que sois realmente individuos valiosos.

Si en algún momento os sentís inferiores, observad vuestra segunda lista, la de capacidades y logros. Luego emplead la sugestión positiva para convenceros de vuestra propia valía, respaldada por vuestro autoexamen. Podríais decir: «Pero yo sé que poseo grandes capacidades que no estoy utilizando. Cuando me comparo con los demás, todos parecen superarme. ¿De qué sirve tener algunos logros comunes que son compartidos por muchas personas, y que de ninguna manera son únicos? Sin duda mi destino incluye más que eso. Tengo anhelos que no puedo expresar».

En primer lugar debéis comprender que, dada vuestra propia unicidad, es inútil que os comparéis con los demás, porque al hacerlo intentáis emular cualidades que son de ellos, y de esa manera negáis vuestro propio ser y visión milagrosos. Una vez que comenzáis a compararos con otros ya no podéis parar. Siempre encontraréis a alguien con más talento que vosotros en algo, y así continuaréis estando insatisfechos. En vez de eso, trabajad con vuestras propias creencias y repetios "que vuestra vida es importante". No os despreciéis por no haber alcanzado algún gran ideal: empezad a utilizar de la mejor forma posible los talentos que poseáis, con la seguridad de que en ellos se basa vuestra realización personal.

Sólo podéis proporcionar ayuda a otras personas si utilizáis creativamente esas características que son sólo vuestras y de nadie más. No os disgustéis con vosotros mismos cuando veáis que estáis pensando en aspectos negativos de vuestra vida. En lugar de ello, preguntaos de forma constructiva por qué lo estáis haciendo. La respuesta vendrá sola.

Utilizad el conocimiento como un puente. Dejad que surjan las emociones involucradas. Si lo hacéis sinceramente, los sentimientos de falta de valor propio o abatimiento pasarán y se desvanecerán, cambiando espontáneamente. Incluso es posible que tales sentimientos os produzcan impaciencia o aburrimiento, y de ese modo los hagáis desaparecer. Pero no os digáis simplemente que son erróneos para luego tratar de ocultarlos bajo una creencia «positiva».

Tened sentido del humor con vosotros mismos, no de un modo malicioso sino con afabilidad. La seriedad está bien cuando es natural, pero puede volverse pomposa si se la fuerza.

Si os permitís ser cada vez más conscientes de vuestras creencias, podréis trabajar en ellas. Es necio intentar luchar contra lo que pensáis que son creencias negativas, o dejarse atemorizar por ellas. "No son mentirosas". Veréis tal vez que muchas sirvieron para buenos propósitos en algún momento, y que sencillamente les habéis prestado demasiada atención. Es posible que tengáis que remozarlas más que desecharlas.

Algunas creencias pueden haberos servido positivamente en cierta época de vuestras vida. Pero, como no las habéis "examinado", podéis seguir conservándolas cuando ya no os sirven sino que os perjudican actuando en contra vuestro.

Por ejemplo, es normal que los niños crean en la omnipotencia de sus padres, una creencia muy práctica que les da un sentimiento de seguridad. Al llegar a la adolescencia sufren una conmoción al descubrir que sus padres son humanos y falibles, y a menudo se impone otra convicción: una creencia en la incompetencia e inferioridad de las viejas generaciones, y en la rigidez e insensibilidad de aquellos que manejan el mundo.

Muchas de las personas que entran en la edad adulta piensan que las viejas generaciones lo han hecho todo mal. No obstante, esta creencia las libera de la idea infantil de que las personas mayores no sólo tenían siempre razón sino que eran infalibles, y las enfrenta al reto de solucionar los problemas personales y mundiales.

Durante un tiempo los nuevos adultos suelen sentirse invencibles, incluso más allá de sus límites como criaturas; este creencia les proporciona la fortaleza y la energía que necesitan para comenzar una vida independiente y dar forma a su propio mundo. Pero tarde o temprano, todos deben comprender no sólo sus retos particulares, sino sus -otras características peculiares como criaturas, para lo cual poca aplicación tienen tales creencias generalizadas.

Si a los cuarenta años todavía creéis en la infalibilidad de vuestros padres, mantenéis una idea que ya no os resulta ventajosa. Con los métodos propuestos en este libro, deberíais descubrir las razones de esta creencia, que os está impidiendo conseguir vuestra propia independencia y construir vuestro propio mundo. Si tenéis cincuenta años y todavía estáis convencidos de que las viejas generaciones son rígidas y están a punto de volverse seniles, mentalmente incompetentes y físicamente deterioradas, os estáis aferrando a una vieja creencia sobre la ineficacia de las viejas generaciones y repitiéndoos sugestiones negativas para vosotros. Y a la inversa, si tenéis cincuenta años y todavía creéis que la juventud es la única parte gloriosa y eficaz de la vida, obviamente estáis haciendo lo mismo.

Un joven adulto con dotes en algún campo específico puede llegar a creer que esta capacidad lo convierte en alguien "superior"a los demás. Esto puede resultar muy beneficioso para la persona involucrada en cierto momento, pues le proporciona el ímpetu necesario para el desarrollo y la independencia que precisa a fin de desarrollar ese talento. Años después, esa misma persona puede descubrir que ha mantenido la misma creencia demasiado tiempo, y que se priva de un intercambio emocional muy importante con sus contemporáneos, o bien se limita de otras maneras.

Una joven madre puede creer que su hijo es más importante incluso que su marido, y, "según las circunstancias", esta creencia puede ayudar a que preste la debida atención a su hijo; pero, si mantiene este concepto cuando el niño se hace mayor, éste puede volverse muy restrictivo. Podría estructurar toda su vida sobre esa idea si no aprende a examinar los contenidos de su mente. Una creencia que aporte resultados positivos para una mujer de veinte años no tendrá necesariamente el mismo efecto para una mujer de cuarenta, que tal vez siga prestando más atención a sus hijos que a su marido.

Es cierto que muchas de vuestras creencias son culturales, pero aun así habéis "aceptado" aquellas que sirven a vuestros propósitos. Es habitual que los hombres en vuestra sociedad se consideren lógicos, mientras que las mujeres se consideran intuitivas. Las mujeres, intentando ahora hacer valer sus derechos, suelen caer en la misma trampa e intentan negar lo que "ellas consideran" como elementos intuitivos inferiores a cambio de lo que "ellas consideran" que son elementos lógicos superiores.

Así pues, ciertas creencias estructuran vuestra vida en determinado período. Luego superáis muchas de ellas, y la estructura interna cambia, pero no debéis aceptar cobardemente creencias «sobrantes» una vez que las hayáis reconocido.

«Me siento inferior porque mi madre me odia» o «Me siento indigno porque era escuálido y pequeño durante mi infancia». Mientras trabajáis en vuestras creencias podríais descubrir que un sentimiento de inferioridad parece provenir de tales sucesos. Depende de vosotros como adultos controlar

vuestras creencias, comprender que si una madre odia a su hijo es porque tiene serios problemas, y que tal odio dice mucho más sobre la madre que sobre su hijo. Depende de vosotros comprender que ahora sois personas adultas, y no niños a quienes se puede intimidar.


- EL PUNTO DE PODER ESTÁ EN EL PRESENTE

Ese punto no se encuentra en el pasado a menos que decidáis aceptar servilmente creencias anticuadas que ya no os son de ninguna utilidad.

Si creéis que sois indignos por haber sido escuálidos y asustadizos, sin duda habéis "utilizado" de alguna manera esta creencia para provecho propio. Admitidlo. Descubrid las razones. Quizá compensasteis vuestra supuesta condición convirtiéndoos más tarde en alguien atlético, o utilizasteis el ímpetu para avanzar en vuestro camino. Si vuestra madre os odiaba, tal vez habéis utilizado eso para reafirmar vuestra independencia, para proporcionaros una excusa o un sendero. Pero en todos los casos sois vosotros quienes dais forma a vuestra propia realidad, de modo que estáis de acuerdo con ella.

Muchas personas que me escriben sienten que poseen una inusitada capacidad psíquica o de escritura, o sienten una extraordinaria necesidad de ayudar al prójimo. Comparan constantemente lo que hacen con lo que creen que son capaces de hacer, pero no suelen hacer nada para desarrollar "sus propias" capacidades.

Por ejemplo, quieren escribir grandes teorías filosóficas, "pero jamás han puesto la pluma sobre el papél", o no confían en sí mismos lo suficiente para comenzar. Algunos desean AYUDAR AL MUNDO EN SU CONJUNTO -en letras mayúsculas- pero todo lo que hacen es pensar sobre este deseo sin intentar nada para llevarlo a la práctica. El ideal en sus mentes se hace tan grande que siempre están descontentos con su propia actuación y así temen comenzar.

El reconocimiento amoroso de su propia unicidad les mostrará la manera de comenzar a utilizar sus propias capacidades a su manera, y a confiar en su situación actual. El ideal aún no se ha materializado; es tan sólo la esencia de una dirección. Pero sólo pueden hallar esa dirección utilizando lo que poseen y conocen ahora, y aceptando sus propias oportunidades y capacidades, y utilizándolas con el poder del presente.


Extracto de Habla Seth III
A través de Jane Roberts




 Fuente:
http://www.trabajadoresdelaluz.com
28 de Abril 2018