“Las cosas que te están causando desdicha deben
estar dándote un cierto placer también; de lo contrario la pregunta no surge.
Si fueran pura miseria las habrías abandonado. Pero en la vida, nada es puro;
todo se mezcla con su contrario. Cada cosa lleva su opuesto en su matriz.
Analiza lo que tú llamas desdicha, penetra en
ella, y verás que tiene algo que a ti te gustaría tener. No es quizá todavía
real, es quizá solamente una esperanza, es quizá solamente una promesa para el
mañana, pero tú te aferrarás a la desdicha, te aferrarás al dolor, con la
esperanza de que algo que tú siempre has deseado y anhelado vaya a suceder
mañana.
Tú sufres la desdicha con la esperanza del
placer. Si es pura desdicha, es imposible aferrarse a ella. Simplemente
observa, mantente más alerta ante la desdicha. Por ejemplo, te estás sintiendo
celoso. Eso crea desdicha. Pero, mira alrededor; debe haber algo positivo en
ello. Eso también da algo a tu ego, un cierto sentido de estar separado de los
otros, un cierto sentido de superioridad. Tus celos fingen por lo menos ser
amor. Si no te sientes celoso pensarás quizá que has dejado de amar. Y te estás
aferrando a los celos porque te gustaría aferrarte al amor, por lo menos a tu
idea del amor. Si tu mujer o tu hombre se van con alguien más y tú no te
sientes en absoluto celoso, llegarás a ser consciente inmediatamente de que ya
no amas. Además, durante siglos se te ha dicho que los amantes son celosos. Los
celos se han convertido en una parte intrínseca de tu amor: sin celos tu amor
muere; solamente con los celos puede vivir lo que llamas amor. Si tú deseas tu
amor tendrás que aceptar los celos y la miseria creada por ellos.
Y tu mente es muy astuta y muy lista para
encontrar racionalizaciones.
Dirá: “Es natural sentirse celoso". Y
parece que es natural porque todos los demás están haciendo igual. Tu mente
dirá, “es natural sentirse herido cuando tu amante te abandona. Debido a que
has amado tanto, ¿cómo puedes evitar el daño, la herida, cuando tu amante te
abandona?”.
De hecho, tú estás gozando con tu herida
también, de una manera muy sutil e inconsciente. La herida te está dando la
idea que eres un gran amante, de que has amado tanto, de que has amado tan
profundamente, de que el amor era tan profundo, que estás destrozado porque tu
amante te ha dejado. Incluso aunque no estés destrozado, fingirás que estás
destrozado; creerás en tu propia mentira. Te comportarás como si tuvieras una
gran desdicha; gritarás y llorarás, y puede que tus lágrimas no sean en
absoluto verdaderas, sino que solamente para darte el consuelo de que eres un
gran amante, tienes que gritar y llorar. Observa simplemente cada clase de
desdicha: o bien hay en ella algún placer que no estás dispuesto a perder, o
contiene una cierta esperanza que sigue colgando frente a ti como una
zanahoria. Y parece muy cercana, a la vuelta de la esquina, y tú has hecho un
viaje tan largo, y ahora la meta está tan cercana, ¿por qué abandonarla? Tú
encontrarás una cierta racionalización en ello, una cierta hipocresía en ello.
Si alguien muere y tú no te sientes triste,
empezarás a sentir que algo está ciertamente equivocado en ti. ¿Cómo puedes
evitar la tristeza cuando alguien ha muerto?; porque nos han dicho que es
natural, que es normal, y todo mundo quiere ser natural y normal. No es normal,
solamente del promedio. No es natural, es solamente un hábito larga, largamente
cultivado; de lo contrario no hay por qué llorar y gritar.
La muerte no destruye nada. El cuerpo es polvo y
vuelve al polvo, y la conciencia tiene dos posibilidades: si todavía tiene
deseos entonces se desplazará a otro vientre, o si todos los deseos han
desaparecido, entonces se desplazará a la matriz de dios, a la eternidad. Nada
se destruye. El cuerpo se convierte otra vez en parte de la tierra, entra a
descansar y el alma se desplaza a la conciencia universal o se desplaza a otro
cuerpo.
Pero tú gritas y lloras y llevas la tristeza por
muchos días. Es solamente una formalidad, o si no es una formalidad entonces
existen todas las posibilidades de que nunca amaras al hombre que ha muerto y
ahora te estás sintiendo arrepentida; tú nunca amaste al hombre totalmente y
ahora no queda tiempo. Ahora el hombre ha desaparecido, ahora nunca estará
disponible. Tú habías peleado quizá con tu marido y él murió en la noche al
dormir. Ahora dirás que estás llorando porque él ha muerto, pero realmente
estás llorando porque incluso no has podido pedir su perdón, incluso no has
podido ser capaz de decir adiós. La pelea flotará sobre tí como una nube para
siempre.
Si un hombre vive momento a momento en
totalidad, entonces nunca hay arrepentimiento alguno, ninguna culpabilidad. Si
has amado totalmente, entonces no hay caso. Un día, si el amante se marcha, eso
significa simplemente, “ahora nuestros caminos se están dividiendo. Podemos
decir adiós, podemos estar agradecidos el uno al otro. Compartimos mucho,
amamos mucho, nos hemos enriquecido mucho la vida mutuamente; ¿cuál es el
motivo del llanto y las lágrimas, y por qué ser desdichados?”.
Pero la gente está tan enredada en su
racionalidad que no puede ver más allá de sus racionalizaciones. Y siempre lo
racionalizan todo; incluso cosas que son obviamente simples llegan a ser muy
complicadas.
El asunto básico es: TÚ tendrás que entender:
“éstas son las cosas que me están causando desdicha”, y tendrás que ver que hay
inversiones en tu desdicha. Si quieres esas inversiones tendrás que aprender a
vivir con la desdicha; si deseas abandonar la desdicha, tendrás que abandonar
esas inversiones también.
¿Tú lo has mirado, lo has observado? Si hablas
de tu desdicha a la gente, ellos te conceden mucha simpatía. Todo mundo es
comprensivo con el hombre desgraciado. Ahora, si te gusta recibir simpatía de
la gente, no puedes abandonar la desdicha; ésa es tu inversión.
El marido desgraciado viene a casa, la esposa es
cariñosa, comprensiva. Cuanto más desgraciado él es, más sus niños son
considerados con él; cuanto más desgraciado él es, más sus amigos son amigables
con él. Todo mundo lo cuida. Cuando él empieza a estar feliz ellos retiran su
simpatía, por supuesto; una persona feliz no necesita simpatía alguna. Cuanto
más feliz él es, más encuentra que a nadie le importa. Es como si todos
llegaran repentinamente a endurecerse, a congelarse. Ahora, ¿cómo vas a poder
abandonar tu desdicha?
Tú tendrás que abandonar este deseo de atención,
este deseo de conseguir simpatía de la gente. De hecho, es muy feo el desear la
simpatía de la gente; te convierte en un mendigo. Y recuerda, simpatía no es
amor; para ellos es una obligación, están cumpliendo una clase de deber; eso no
es amor. Puede que no les gustes, pero de todas maneras se compadecerán de ti.
Ésta es la etiqueta, la cultura, la civilización, la formalidad, pero estás
viviendo de cosas falsas. Tu desdicha es verdadera y lo que estás consiguiendo
en el trato es falso. Por supuesto, si tú llegas a ser feliz, si abandonas tus
desdichas, habrá un cambio radical en tu forma de vida; las cosas pueden
empezar cambiar.
La mente del hombre es muy estúpida, muy
inconsciente. Buda dice que está en un sueño profundo, en un sopor, roncando.
Tu no puedes abandonar las cosas que te están haciendo desdichado porque tú
todavía no has visto las inversiones, todavía no has mirado profundamente en
ellas.
Tú no has visto que hay un cierto placer que
estás obteniendo de la desdicha. Tú tendrás que abandonar las dos cosas, y
entonces no hay problema. De hecho, la desdicha y el placer se pueden abandonar
solamente en conjunto. Y entonces surge dicha.
Dicha no es placer, dicha ni siquiera es
felicidad. La felicidad está unida siempre a la infelicidad y el placer está
unido siempre al dolor. Abandonando ambos…. Tú deseas abandonar la desdicha de
modo que puedas ser feliz; éste es un enfoque absolutamente incorrecto. Tú
tendrás que abandonar las dos cosas. Viendo que están unidas, uno las abandona;
tú no puedes elegir una parte.
En la vida, todo tiene una unidad orgánica. El
dolor y el placer no son dos cosas. Realmente, si hacemos una lengua más
científica, abandonaremos estas palabras: dolor y placer. Haremos una palabra:
dolorplacer, felicidadinfelicidad, díanoche, vidamuerte. Son una palabra porque
no son separables NUNCA.
Y tú deseas elegir una parte: Tú deseas tener
solamente las rosas y no las espinas, tú deseas solamente el día y no la noche,
tú deseas solamente amor y no odio. Esto no va a suceder; ésta no es la manera
de ser de las cosas. Tú tendrás que abandonar las dos cosas, y después surgirá
un mundo totalmente diferente: El mundo de la dicha.
La dicha es paz absoluta, inalterabilidad, no
alterarse por el dolor ni alterarse por el placer.
¡La gente es tan absurda! No sólo los más
jóvenes; entre más viejo te haces, más tonto te vuelves. Al ser más
experimentado, parece que acumulas más estupidez a través de la vida. Sucede
realmente muy pocas veces que una persona empiece a observar, a observar su
propia vida y sus propios patrones de vida.
Mira en qué consiste tu desdicha, qué deseos la
están causando, y por qué tú te estás aferrando a esos deseos. Y no es la
primera vez que te estás aferrando a esos deseos; éste ha sido el patrón de tu
vida entera y no has llegado a ninguna parte. Sigues moviéndote en círculos,
nunca llegas a un crecimiento verdadero. Sigues siendo infantil, estúpido. Y
has nacido con la inteligencia que puede hacer de ti un buda, pero se pierde en
cosas innecesarias.
Así que, incluso en su vejez la gente sigue
cargando con sus egos. Tienen que fingir, tienen que posar, y su vida entera no
es nada más que un relato largo, largo sobre la desdicha. Todavía la defienden.
En cambio de estar listos para cambiarla, son muy defensivos.
Abandona toda actitud defensiva, abandona todas
las armaduras. Empieza a observar cómo vives tu vida cotidiana, momento a
momento. Y, hagas lo que hagas, ve a los detalles. No necesitas ir a un
sicoanalista, tú puedes analizar cada patrón de la vida por ti mismo; ¡es un
proceso tan simple! Solamente observa y podrás ver qué está sucediendo, qué ha
estado sucediendo. Tú has estado eligiendo, y ése ha sido el problema; tú has
estado eligiendo una parte en contra de la otra, y las dos están juntas.
Buda dice: Logra la presencia que no elige; no
elijas en absoluto. Simplemente observa y permanece presente sin elegir, y
lograrás la dicha, lograrás el paraíso del loto. “
Osho,
extracto de: Dhammapadda - The way of the Buddha, Vol 5, capítulo 2
Boletin Informativo Vipassana
http://boletinvipassana.tripod.com/id17.html
http://www.trabajadoresdelaluz.com